Una noche para nosotros (1)
Dani, un amigo de mi hermano...
Capitulo I
Mi nombre es Ari, tengo 18 años. Soy morena, pelo largo y ojos verdes; ni gorda ni delgada, mas bien normalita. En los últimos años había cambiado considerablemente. Antes mi cuerpo era plano, pero en la madurez mis pechos y mis caderas se habían acentuado y hecho de mí una mujer. No soy muy alta, mido 1,58, supongo que es herencia de parte de la familia de mi madre, ya que mi padre es alto y esa parte la heredó mi hermano mayor, Marcos.
Esa noche había salido con mis amigas a una discoteca cercana a donde yo vivo y me despedí temprano de ellas. Había sido una noche larga y tenía ganas de llegar a casa. No hacía frío, llevaba puestos unos shorts vaqueros sin medias, una camisa con escote y tacones para realzar mis piernas. Aunque me gusta vestir informal siempre le doy un toque picante, como dirían mis amigas, para salir de fiesta. De vez en cuando me gusta arreglarme como a todo el mundo.
Llegué al callejón que atajaba a mi casa y al oír pasos a mi espalda aceleré el ritmo. El ruido de mis tacones hacía eco en todo el callejón e hizo que mis perseguidores también acelerasen el paso. Sin pensármelo dos veces eché a correr sin mirar atrás y, al dar la vuelta a la esquina del callejón me choqué con alguien.
¡Ay!
Pero que ¡Ari! ¿Qué haces? ¡Menudo susto me has dado!
Era Dani, el amigo de mi hermano. Suspire al comprobar que no se trataba de otro perseguidor y comprobé aliviada que los que me seguían se habían ido al oír a mi salvador. Sin poder evitarlo le eché los brazos al cuello y le besé en la mejilla.
- ¡Vaya! A partir de ahora me chocaré contigo mas a menudo.- me soltó con una sonrisa en la boca.
No pude evitar sonrojarme ante ese comentario. Dani tenía tres años más que yo, era alto y delgado pero tenía bastante fuerza debido a los entrenamientos de judo a los que iba con mi hermano. Tenía el pelo castaño claro y los ojos negros y penetrantes que siempre mostraban un atisbo de alegría al verte. Y una sonrisa encantadora de la que me enamoré hacía unos años y que creía haber olvidado hasta ese mismo momento.
Esa sonrisa que ahora me traicionaba despertando a las mariposas de mi barriga. A pesar de todo logré sacar mi voz de dentro en un suave murmullo.
- Lo-o siento, n-no te había visto y - mierda, justo ahora me ponía a tartamudear. Suele pasarme cuando me pongo nerviosa.
Sus ojos rebosaban de risa pero no por ello se rió, cosa que agradecí pues hubiera sido peor.
-No te preocupes, a los ángeles como tú les recibo con los brazos abiertos.
Mi corazón no paraba de latir como un descosido y mis palabras se atragantaban en mi garganta haciendo que mi bochorno aumentase.
-Ángel, ¿estas bien?
- Es que alguien me perseguía por el callejón por eso corría y me e asustado.- Una excusa aunque por lo menos era cierta.
Sus ojos ahora serios se dirigieron al callejón pero allí ya no había nadie. Te giraste y me rodeaste los hombros con un brazo cobijándome contra ti.
-No te preocupes, te acompañare a casa.- Y dicho esto me besaste en la sien.
Un simple beso que me tranquilizó y me hizo soltar la respiración acumulada hasta entonces por los nervios. Rodeé tu cintura con mis brazos queriendo alargar el momento y mi voz se ahogó contra tu sudadera.
-¿Qué has dicho?
Me separé un poco de ti y te mire a los ojos.
- Que ahora ya me siento segura.
Tus ojos se adentraron en mis profundidades intentando descubrir si decía la verdad. Brillaban, pero esta vez me pareció que con cariño. Mi mirada quedó prendida de la tuya, esperando alguna reacción por tu parte pero no la hubo.
-Ven, vamos.- Me dijiste cogiéndome por el brazo.
Yo te seguí sin decir nada. A esas horas la calle estaba desierta y alumbrada por unas pocas farolas, suficientes para saber por donde íbamos.
-Gracias.- musité.
-¿Por qué?- Me preguntó Dani sorprendido.
Por acompañarme a casa.
No seas tonta, para mi eres como una hermana bueno casi.- Y se rió.
Al ver su sonrisa no pude mas que imitarle y derretirme por dentro.
-¿Venías de mi casa?
-Sí, tu hermano llevaba una buena encima esta noche y le acompañé.
Menos mal que no está mi madre, sino se pondría como una fiera al ver a Marcos así.
Sí, algo me dijo tu hermano.-sonrió.
Intenté desviar mis pensamientos en otra dirección y poder hablar algo mas con él, pues de lo contrario me quedaría como una tonta mirándole. Cosa que debía estar haciendo en ese momento porque sino Dani no me lo diría.
¿Por qué me miras así?
¿A-así co-como?- otra vez estaban mis nervios traicionándome.
No sabía a donde mirar, estábamos en el parque de enfrente de mi casa y allí no había tanta luz. Las farolas quedaban al otro extremo del paseo, ocultas por los árboles y emitiendo un leve resplandor que permitía que nos viésemos entre tanta oscuridad.
¿Desde cuando tartamudeas tanto? Que yo sepa nunca lo has hecho.
Solo tartamudeo si estoy nerviosa.- No sé como salieron esas palabras de mi boca pero cuando me di cuenta Dani estaba sonriéndome.
¿Te pongo nerviosa?
Ahora no tenía escapatoria. Nos habíamos parado en mitad de camino y Dani esperaba una respuesta de mi parte.
- Bu-bueno, un poquito.- admití.
Dani se acercó un paso y puso su boca junto a mi oído.
- ¿Solo un poco?
Su aliento contra mis orejas hizo que mi corazón se pusiera a latir como un loco otra vez. No sabía si actuaba de aquella forma porque el también había bebido bastante pero tampoco me importaba. Su nariz rozó mi mejilla y le miré a los ojos. Brillaban de otra forma a como lo hacían hasta ahora, una mezcla de ternura y lujuria que hizo que mi respiración se entrecortara. Su boca estaba ahora a apenas unos centímetros de la mía y sus ojos subían y bajaban de mi boca a mis ojos. Me acerqué un poco mas a él y posó sus manos en mi cintura mientras las mías se apretaban contra su pecho. Y lo encontré. Su corazón latía al mismo ritmo del mío. En ese momento me decidí a arriesgarme y le besé. Su boca se acopló a la mía en un beso suave que fue cobrando intensidad en el momento en que mi lengua rozó la suya. Nuestras lenguas parecían estar dándose un festín. Sus manos había pasado a recorrer mi espalda de arriba abajo llegando al inicio de mi culo para después volver a subir. En mi mente aún no podía asimilar lo que estaba pasando. Nunca había pensado que acabaría besándome con Dani.
Y justo en ese momento una linterna nos alumbró cegándonos por un momento a la vez que la voz de un guardia nos decía que a esas horas no podíamos estar allí. Dani se quedó mirando al guardia con el ceño fruncido.
Se supone que es un parque público y usted no puede echarnos.-Sabía que eso no era cierto, pero al igual que a mí le fastidiaba la interrupción.
Vamos Dani, de todas formas ya es tarde.- Y le medio arrastré para evitar posibles problemas con el policía.
Dani miró al guardia una vez más pero no dijo nada y me siguió. Caminaba delante de él mientras le oía mascullar sobre las estúpidas leyes de hoy en día. Hacía unos años que el ayuntamiento había prohibido deambular por el parque a medianoche, pues varios vecinos se habían quejado de las innumerables parejas que acampaban por allí y se dedicaban a follar entre los matorrales.
-El poli debió de creer que éramos una de esas parejas que se esconde para ya sabes
La cara de Dani pasó del enfadó a mostrar una sonrisa pícara.
-¿Quieres incumplir las reglas Ari?
Sus pupilas se dilataron y brillaban de lujuria. Mi corazón se disparó y no supe que decir. ¿Hacerlo con Dani? ¿En el parque a medianoche? Admito que esa idea me calentó hasta el alma solo con pensarlo pero no podía. No tenía las ideas claras y no quería pensar en Dani como un polvo más. Había perdido la virginidad hacía un año con un chico que poco después me dejó y que solo quería eso, sexo. La idea de que Dani quisiera lo mismo me oprimía el corazón.
-N-no, ¿otro día vale? Ahora hace mucho fr-frío y y ¡no puedo!
- No puedes pero quieres, ¿es eso lo que intentas decirme?
Su sonrisa iba en aumento a medida que se acercaba a mí mientras yo intentaba retroceder. Entonces una idea pasó por mi mente y reí. Reí y corrí.
Eché a correr en el momento que divisé la portilla del parque. Seguro que no me alcanzaría hasta que llegase al otro lado de la acera donde estaba mi portal. La cara de Dani había quedado en el asombro hasta que me oyó reír, en ese momento sonrió y comenzó la persecución.
-Si llegas antes que yo te dejaré que cumplas las reglas ¡por hoy!- Sentí su voz cerca de mí, giré y al verle la cara de lujuria corrí más todavía.
Llegué a la portilla justo en el momento que se abalanzaba sobre mí y me sujetaba entre sus brazos. Su boca se cerró sobre mi cuello y dio un leve mordisco para después chuparlo. Reí por mi victoria.
- Dejaré que ganes ángel, pero solo por hoy.- Su voz, entrecortada a causa de la carrera, me proporcionó un escalofrío por todo mi cuerpo.
Hacía escasos minutos que había conocido esa faceta de Dani y aún no acertaba a encajarla en mi mente. Y admito que me encantaba. Sonreí y me di la vuelta para mirarle.
-¿Quieres la revancha?
- Por supuesto ángel, no soy muy buen perdedor.
Su boca descendió sobre la mía en un beso apasionado que nada tenía que ver con el anterior. Sus manos me apretaron contra él y pude notar su erección, dura como una roca, presionando sobre mi barriga.
- Vamos, a no ser que quieras cederme el premio ahora.- Sonrió y cogidos de la mano cruzamos la calle en dirección a mi portal.