Una noche muy especial con amigos

Era sábado y nos despertó el sol que invadía la habitación.[...] Le propuse invitar a una pareja de amigos a cenar.[...] Me acerqué a mi novio y le susurré al oído que pusiera una peli de las que le iban a nuestros amigos.[...] Menuda nochecita. En pocas horas habían pasado tantas cosas...

Era sábado y nos despertó el sol que invadía la habitación. Me acerqué a mi novio para darle los buenos días con un beso en la comisura de los labios. Mientras nos desperezábamos nos acariciábamos el uno y nos besuqueábamos como la primera mañana que despertamos el uno junto al otro hace ya casi ocho años.

Cuando su mano traviesa se deslizó dentro de mi pantalón de pijama y alcanzaba ya mi tanguita, le detuve sonriéndole:

-          No te pongas tonto… que si no, volvemos a levantarnos otra vez para la hora de comer...vamos a desayunar y aprovechar la mañana.

-          ¿Quién te dice que yo no pensaba aprovechar la mañana?

-          Venga, anda… podemos depilarte. – le sorprendí.

-          Y eso?

-          Sabes que me gustaría verte sin un solo pelo para poder comerte enterito.

-          Vale… me has convencido.

Mientras lo depilaba, le propuse invitar a una pareja de amigos a cenar. Ella era una antigua compañera de universidad con la que he mantenido una buena relación desde entonces. Cuando empezó a salir con su actual marido, nos escandalizaba a todas las compañeras contándonos algunas de sus aventuras sexuales: que se pasaban un fin de semana entero sin salir de la cama, que si se la había follado en la playa, en un cine, en el probador de zara, o que si la polla de su novio no entraba en una vaso de tubo y cosas por el estilo.

De vez en cuando aprovecho aquellas confesiones de fiesta de pijama para excitar a mi chico preguntándole si serán verdad todas esas proezas que nos contaba. Me gusta incitar a mi novio para que imagine a nuestros amigos follando como locos. Seguro que no le resulta difícil. Con la treintena recién cumplida, ella cuida su aspecto y le encanta sentirse atractiva, así que siempre resulta bastante provocativa. A diferencia de mí, de piel mucho más clara y con un rostro de niña buena, ella es de tez morena y con su cara siempre perfectamente maquillada y adornada con un diminuto piercing resulta endemoniadamente sensual. Del mismo modo, la blanca piel de mi novio contrasta con el cuerpo bronceado de su marido, y su delgada constitución se pone aún más de manifiesto en compañía de ese cuerpo imponente.

Con todo, pude percibir como el miembro de mi novio, que ya estaba bastante erecto con mis pinzas recorriendo su cuerpo habilidosamente para arrancarle los pocos pelos que le quedaban, respondía favorablemente a mi proposición. Tras completar el trabajito, sonreí al comprobar con satisfacción que su nueva desnudez le confería un aspecto aún más aniñado en el que se sentiría totalmente desarmado.

-          Listo… fíjate, pareces un querubín. Levántate y enséñame mi obra de arte. – le ayudé a levantarse y verse frente al espejo.

-          Gracias. Mira… tócame… ahora estoy mucho más suave. – me sugirió al tiempo que trató de arrastrar mi mano para posarla sobre su muslo y más arriba.

Aproveché para describir una trayectoria sobre su piel terminando sobre sus nalgas, en las que descargué un ligero azote mientras le ordenaba meterse a la ducha e hidratarse después con leche corporal. Le encanta que tome la iniciativa y le de órdenes pero también conozco su reticencia a las cremas, así que cuando salió de la ducha le estaba esperando bote en mano.

-          Toma, ya verás qué suave te vas a quedar después. – le dije con sonrisa picarona insinuándole lo que le esperaba si se comportaba obedientemente.

Le ordené extender la palma de la mano sobre la que descargué una cantidad generosa de leche corporal. Después me senté en el sofá a disfrutar del espectáculo. Se le veía un poco cohibido al principio pero poco a poco comenzó a disfrutar del contacto con su cuerpo, de exhibirse y acariciarse para mí cada vez más lascivamente. Yo, que observaba expectante, recargaba una y otra vez sus manos para que no dejara un solo centímetro de piel sin hidratar. Casi sin darme cuenta empecé a acalorarme y acabé posando el bote de crema entre mis piernas buscando inconscientemente un contacto que aliviara mi excitación.

Al poco rato apretaba el bote sin disimulo contra la entrepierna mientras mi chico empezó a embadurnarse sus genitales y masturbarse frenéticamente. Yo me entregué al placer y me tumbé en el sofá boca arriba, semidesnuda ya, enterrando una mano en mi rajita mientras la otra se entretenía entre mis pechos. No pasaron ni cinco minutos hasta que mi novio tuvo que buscar apresuradamente un lugar donde descargar y lo hizo sobre mi cuerpo. Al notar sus chorros de semen caliente deslizarse sobre mis pechos no pude evitar correrme con él y emitir una serie de gemidos incontrolados.

La tarde la pasamos entretenidos preparando la cena para nuestros amigos que habían aceptado gustosamente la invitación. Dejarían a los niños en casa de la abuela, así que no tendrían prisa en marcharse. Una vez tuvimos todo listo, esperamos impacientes comentando la última vez que los vimos. Aproveché para desvelarle algunos detalles de las conversaciones que había cruzado con mi amiga en el último mes y ponerle los dientes largos… me encanta.

-          Parece ser que últimamente están recuperando el tiempo perdido. Aprovechan todos los sábados para dejar los niños con la abuela y tener sesiones maratonianas de sexo – me mordí el labio y le miré tratando de revelar fascinación y un poco de envidia.

-          Así que supongo que él ya no estará tan enganchado al porno como antes – algo que molestaba a mi amiga y mi novio lo sabía.

-          Bueno, ahora lo ven juntos, aunque los títulos los debe elegir ella, así que se han aficionado al canal gay – ella ya nos había confesado alguna vez que le gustaba ver a dos tíos montándoselo. Me encantaba la idea, pensé que probablemente yo también disfrutaría sorprendiendo a mi chico y logrando que acabara excitándose y follándome en el sofá, mientras la tele enseña sólo cuerpazos masculinos y primeros planos de enormes vergas en plena acción.

-          No me lo imagino a él viendo porno gay – la verdad es que nuestro amigo si algo transmite es virilidad pero aproveché para reivindicar el cine gay.

-          Pero sí que te los imaginarías viendo porno lésbico no? – intenté pincharle.

-          Sabes que no es lo mismo. Para un machito como él, seguramente homofóbico, no creo que le mole ver maricones follando – entrecomilló el término con sus manos para hacerme ver que no compartía ese término.

-          Ya… pero ella puede excitarse viendo como dos guarrillas se comen el coño la una a la otra – alegué imitando su gesto divertida.

-          Pues hombre, ella… - parecía haberle dejado sin palabras - …probablemente no le importaría ni siquiera participar. – atajó.

-          ¿Qué quieres decir? – le pregunté con fingido asombro.

-          Ya sabes… no se corta un pelo en hacer comentarios sobre las tías, no le importa reconocer que si ésta está bien buena o ésa tiene un culito tremendo.

-          Y qué? Yo también puedo hacerlos y tú sobre los tíos… - recordé por un instante lo mucho que me gusta compartir esos comentarios con él.

-          Pues por eso mismo. No le veo a él reconociendo lo bueno que está Brad Pitt o David Vázquez.

-          Ah, vale.. así que como tú si lo reconoces, a ti sí te gustaría ver una peli gay e incluso participar en una – le dije con ojos libidinosos. – La verdad es que nunca hemos visto una… habrá que probar… te gustaría? – le deje mudo pero por su acaloramiento estaba claro que no le desagradaba la idea, así que anadí – seguro que sí… me ha contado que los tíos que salen están mucho más macizorros que los que salen en el resto de pelis porno. ¿Qué? ¿te apetecería ver a dos tiarrones montándoselo? – traté de sonar lo más sugerente que pude.

Antes de que pudiera responder sonó el timbre. Eran nuestros amigos. Enseguida estaban poniéndonos al día de los avances de sus hijos y nosotros contándoles las peripecias de nuestro último viaje. Entre risas pasamos a la mesa y estuvimos bebiendo kalimotxos durante y después de la cena. Acabamos volviendo al sofá y conectamos el PC a la tele para enseñarles algunas fotos del viaje.

Después me levanté para recoger los platos, pero antes me acerqué a mi novio y le  susurré al oído que pusiera una peli de las que le iban a nuestros amigos. Le deje perplejo mientras desaparecí con mi amiga en la cocina. Aún no sé cómo me atreví a sugerirlo pero supongo que la bebida ayudó bastante. Dudaba si él se atrevería a satisfacer mi petición, pero entonces escuché a nuestro amigo:

-          Oye, pedazo de tele… en ésta se tiene que ver el porno de puta madre.

Yo miré con picardía a su esposa y ella me sonrió con complicidad:

-          Estos son capaces de poner ahora una porno. ¿Has visto cómo van? – me susurró. – No sé el tuyo, pero mi marido está más salido que el pico de una plancha. Seguro que tiene la polla a reventar después de ver tus fotos en bikini.

-          Todos son iguales… – ironicé - … pero bueno, podemos aprovecharnos.

-          ¿Qué quieres decir?

-          Que yo nunca he visto una peli gay… - dejé que ella sacara sus propias conclusiones.

-          ¿qué quieres decir so guarra? – estaba claro que había interpretado que buscaba un show en directo pero fingí ingenuidad.

-          Pero si vosotros soléis verlas no? – pregunté ante su mirada escrutadora.

-          Ah… te referías en la tele… - su tono mostraba desilusión.

-          Pues claro… ¿qué pensabas so guarra? – había logrado dar la vuelta la tortilla… así me sentía más cómoda y ella parece que también.

-          Ahora lo vas a ver… – su respuesta me hizo estremecer mientras se encaminaba de vuelta al salón. – …tú sígueme el rollo. – asentí apresuradamente con mi cabeza.

Cuando volvimos de la cocina, les pillamos totalmente absortos en la pantalla donde dos jovencitas aficionadas calentaban al personal delante de su webcams con un tórrido 69.

Nuestro amigo ya estaba frotándose por encima de sus vaqueros su enorme bulto y mi novio le imitaba desde el otro sofá.

-          Qué guarros sois… cariño, sólo te falta sacártela y ponerte a pajearte delante de nuestros amigos. – su marido, ni corto ni perezoso, respondió desabrochándose los vaqueros. Ella se rió y se dirigió a mi novio -  Al menos quita a estas dos guarrillas y ponnos algo que nos alegre la vista a todos. Busca una vídeo de gays… son los mejores. - mi novio hizo aparecer en pantalla a dos tíos enrollándose en un sofá. Entonces ella le apartó del sofá en el que se encontraba enviándole junto a su marido con una excusa peregrina – anda, vete con el guarro de mi marido, que no queremos que nos pringuéis.

-          Eso, eso… déjanos este sofá para nosotras solitas – apostillé cogiendo a mi amiga por el brazo y acercándomela melosamente. Mi novio me miró aturdido por los acontecimientos… él parecía el más modosito, aunque no el menos excitado.

Se dirigió al otro sofá donde nuestro amigo estaba masturbándose sin ningún pudor mostrando su miembro en toda su extensión. Traté de no fijar mi vista sobre aquel pedazo enorme de carne que recorría arriba y abajo suavemente pero era inevitable y el cabronazo lo sabía. Él ya no miraba la escena de la pantalla, sino mis ojos saliéndose de sus órbitas ante aquel pedazo de carne. Exhibía su fantástica polla demostrándonos que todo lo que habíamos oído de él era cierto. Noté la mirada inquisitiva de mi novio pero aún así no pude apartar la vista mientras oía los comentarios de mi amiga:

-          Pedazo de rabo… quien pudiera comérselo eh? – supongo que se refería al que se veía en la tele, pero yo asentí pensando únicamente en la que ya estaba devorando con los ojos.

Mi novio introdujo su mano en el pantalón para tocarse pero sin destaparse delante de todos. Seguía cortado por la situación, quién lo iba a decir. Aunque no le culpo, su polla, aún siendo de buen tamaño, no podía compararse con la de nuestro amigo y probablemente la depilación integral le haría sentirse aún más avergonzado que de costumbre.

Los chicos en la pantalla comenzaron a masturbarse el uno al otro y las insinuaciones de muestra amiga no tardaron en llegar:

-          Míralos cómo disfrutan los muy cabrones. Me están poniendo a cien – se arremangó la falda hasta la cintura para poder acariciarse – No os gusta masturbar mientras os masturban? – soltó de pronto.

La pregunta fue como una punzada que me hizo temblar al pensar en la posibilidad de acariciar la polla de su marido. No me atreví a contestar ni a dejar de mirar la pantalla. Sin que nos hubiera dado tiempo a responder, una de sus manos se coló debajo de mi falda posándose sobre mi tanguita y con la otra me empujó a acariciarla.

No daba crédito. De pronto, me sentí mareada y vi cómo mis dedos, ajenos a mi voluntad, cobraban vida propia y jugaban con su tanguita, deslizándose arriba y abajo, haciéndolo humedecer y marcando unos labios abultadísimo bajo la tela. Los suyos se movían igualmente hábiles apartando la tela y jugando con mi botoncito empapado arrancándome así los primeros gemidos de la noche. Nuestros chicos alucinaban. Ya no miraban a la pantalla, donde uno de los chicos se agachó y empezó a chupársela a su compañero. Eso me puso aún más encendida y amiga lo notó. Me sonrió y seguidamente desvió su mirada hacia mi novio. Volvió a mirarme y movió su cabeza afirmativamente como si adivinase la idea inconfesable que se cruzaba  por mi mente y estuviera dándome permiso para hacer realidad mis sueños. Entonces aquellas palabras salieron de mi boca:

-          Pedazo de rabo… quien pudiera comérselo eh?  - me dirigí a mi novio y después desvié mi mirada hasta la polla de nuestro amigo.

Mi novio se quedó un segundo observándola embobado antes de que inconscientemente su lengua acudiese a relamer sus labios bajo las tres atentas miradas que le rodeaban.

Nuestro amigo posó su mano libre sobre su nuca y le reclinó hacia él. En los últimos centímetros retiró su mano y le abandonó para que fuera él quien acabara recorriéndolos voluntariamente.  Todos estábamos expectantes de saber si se decidiría a probar aquel pollón que brillaba y parecía estar a punto de entrar en erupción y no nos decepcionó.

Fue tremendo ver como la recorría primero con su lengua, la chupaba después como el más sabroso de los helados y acababa engulléndola imitando a los profesionales de la tele. Succionaba, lamía y acabó tragándose todo lo que pudo llegar a atrapar tan pronto el volcán empezó a escupir lava en todas direcciones.

Después, salió corriendo al baño para limpiarse la cara y el cuello dejando a nuestro amigo exhausto en el sofá. Mientras tanto, nosotras no habíamos dejado de frotarnos frenéticamente la una a la otra, pero ella estaba ganándome claramente la batalla. Enseguida logró que me entregara por completo y me abandonara al orgasmo, atrapando su mano entre mis muslos. Ella retiró sus dedos de mi rajita para ocuparse de la tarea que yo antes había abandonado. Mientras se tocaba se la oía eufórica:

-          Menudo comepollas está hecho tu novio… se lo ha tragado todo – y dirigiéndose a su marido - ¿te ha gustado cariño? Parece que sí… eh?...

-          No ha estado mal… pero a la que de verdad tengo ganas es a tu amiguita – respondió mirándome intensamente y haciendo que el calor volviera a invadirme por completo.

-          Es toda tuya… no veas cómo está… – respondió mi amiga y dirigiéndose a mí – venga, que se te ve que tienes unas ganas locas de follártelo.

No supe rechazar esa oportunidad. Me levanté y acabé de desnudarme en medio del salón. No me lo podía creer, iba ser ahí, en nuestra propia casa, donde iba a coronar a mi novio con unos hermosos cuernecitos. Me acerqué y me senté a horcajadas sobre él. Cogí por primera vez ese pedazo de polla y la dirigí a mi sexo palpitante, hambriento. Traté de introducirla poco a poco pero él apartó mi mano para tomar las riendas de la situación y de pronto resbalé sin dificultad, clavándomela hasta lo más profundo de mi ser y haciéndome gemir como nunca. Una de sus manos se apoderó de mi pecho izquierdo mientras sus labios se apoderaban del derecho. El pulgar de su otra mano jugó momentáneamente entre mis labios para introducirse después en mi boca hasta mi garganta. Yo sólo pude sujetarme con ambas manos a su poderoso cuello mientras me movía adelante y atrás y en círculos tratando de disfrutar al máximo de aquel rabo de película. Él me ayudaba, subiéndome arriba y abajo, amasándome el culito. Diosss, qué placer.

Cuando volvió mi novio del baño se encontró a nuestra amiga con su tanguita por las rodillas metiéndose dos dedos como una loca mientras no apartaba la vista de nuestro sofá. Allí estaba yo, su novia, completamente desnuda cabalgando la polla que antes él había chupado. Mi melena se movía violentamente golpeando la cara de mi amante, que resoplaba y trataba ahora de morderme los pezones. Cuando los alcanzaba, lograba hacerme gritar enloquecida:

-          Mmmmmm, que rico, me encanta… ahhhhrggg!!!

Empecé a temblar como nunca antes y tuve que aminorar el ritmo. Pero él no quería dejarme descansar, me levantó como a una muñequita y se tumbó sobre mí para rematar la faena, arrancándome más placer del que había conocido hasta entonces. Acabé suplicándole que terminara, pero él no parecía estar por la labor.

-          No puedo más…. por favor… por favor…

Gimoteaba mientras mi cuerpo experimentaba sensaciones que no podía controlar en absoluto. Pensaba que en cualquier momento iba a desmayarme, me estaba deshaciendo enterita, pero por otro lado no quería que aquel momento terminase nunca. Es difícil de explicar. Noté aún más preocupación en los ojos de mi novio, que creería que iba a partirme en dos con aquellas embestidas, mientras mi amiga se tronchaba y animaba a su marido a seguir bombeando.

-          Así, dale fuerte, cariño… enséñala lo que es un buen polvo… déjala bien folladita… que ésta no ha conocido un orgasmo de primera en su puta vida.

Esas palabras parecieron darle renovadas fuerzas a su marido que incrementó el ritmo y me levantó las piernas poniendo mis tobillos sobre sus hombros. Ahora sí parecía que me iba a reventar y me asusté, aunque me limité a entregar todo mi ser a aquella bestia salvaje. Mi mirada se cruzó con la de mi novio, parecía asustado y tenía los ojos como platos, mientras veía cómo me había abandonado y entregado por completo a mi amante para que me llevara donde él quisiera.

Todo  mi cuerpo se retorcía y mordí un cojín, porque ya no me quedaba voz para seguir suplicando. Entonces, miré intensamente a mi chico… tengo aún sus ojos tremendamente abiertos clavados en los míos cuando me corrí por primera vez en mi vida de aquella manera, empapándolo todo con mis fluidos. Por un momento, de hecho, pensé que me había meado encima.

Entonces, él se apartó de repente y me dejó convulsionándome sintiendo como si aún estuviera en mi interior. Parecía estar en un orgasmo continuo. No podía parar de gemir y retorcerme de  placer.

-          ¿Te ha gustado preciosa? – me preguntó satisfecho pero yo, entre espasmos, fui incapaz de responder. Ninguno de mis músculos parecían obedecerme, se movían incontroladamente, incluso mi lengua entre mis labios que se abrían una y otra vez tratando de coger aire para no desfallecer tras aquel polvo salvaje.

Entonces mi amante miró alternativamente a su mujer y a mi novio y preguntó:

  • Veamos… ¿quién es la siguiente?

  • Fóllatelo a él… seguro que es aún más zorra que su novia – respondió su esposa Mi novio dio un paso atrás aturdido por las groseras palabras de nuestra amiga y la mirada viciosa de él. - Venga… no te hagas de rogar… seguro que estás deseando que te abra ese culito precioso… ya has visto de lo que es capaz de hacer – efectivamente yo seguía retorciéndome en el sofá dando fe de sus habilidades amatorias - …te va a encantar, mira como en la peli. – en la pantalla uno de los tíos sometía al otro que ponía una cara de perra que no veas.

Mi novio se asustó un poco pero antes de que pudiera reaccionar, él le cogió y empezó a arrancarme la ropa. Cuando por fin, pegado a su espalada, le bajó los gayumbos, descubrió que estaba empapado y le preguntó al oído:

-          Te has corrido chupándomela eh?... joder, tío, menuda putita estás hecha… tranquila, te voy a dar lo que estás deseando… te voy dejar temblando como a tu novia… - el muy cabrón sabía que aún no había recuperado el control de mi cuerpo. Estaba como embriagada, borracha, drogada…

Entonces lo empujó junto a su esposa colocándolo a cuatro patas dejando su culito completamente expuesto. Ella aprovechó para propinarle una nalgada.

-          Eres virgen? - sin darle tiempo a responder añadió – apuesto a que sí.

-          Perfecto… cuanto más estrechito mejor. – se alegró él.

-          Cariño, ve con cuidado que no tenemos lubricante.

Pero él ya tenía su polla completamente lubricada con mis jugos, así que no le costó penetrarlo haciéndole ver primero las estrellas y después el cielo. En un momento aquella polla entraba y salía con una facilidad pasmosa del culito de mi chico. Mi novio se corrió enseguida manchando todo el sofá y haciendo partirse de risa a nuestra amiga que no perdía detalle de lo que su marido estaba haciendo con nosotros.

Le animaba y vitoreaba, mientras seguía introduciéndose dos dedos en su coñito a menos de un metro de ellos. Por fin recuperé la capacidad del habla y quise saber cómo lo estaba pasando mi chico… pero sólo era capaz de emitir gemidos y gritos como una loca. Su cara era todo un poema.

-          Cariño, estás bien? te hace daño? – y no obtenía respuesta – si te está gustando, muérdete el labio – casi se hizo sangrar.

Me acerqué a él y acaricié cariñosamente su cara sosteniéndole la mirada. No me costó imaginar lo que estaba sintiendo.

-          Disfrútalo cariño… menuda polla has escogido para estrenarte – si me había hecho sentir aquello a mí, que sería tenerla abriéndote el culo pensé – te quiero – y le besé con ternura -  ¿a qué es increíble? – él sólo movía la cabeza arriba y abajo – Es bestial… parece que te va a reventar eh? -  seguía susurrándole hasta que me dirigí a su amante – cómo follas, cabronazo… quiero que le hagas sentir lo mismo que a mí… pártele en dos, quiero verla suplicar como una perra, como has hecho conmigo… rómpele el culito, déjaselo bien abierto.

Y vaya si lo consiguió. Cuando yo creía que ya no era capaz de darle más fuerte, noté como incrementó el ritmo y la profundidad de sus embestidas, justo antes de que derramara toda su leche calentita dentro de mi novio, todo su peso se desplomara sobre él y se quedara resoplando en su cuello mientras mi novio mordía los cojines y se retorcía como antes había hecho yo, sólo que esta vez si encontraba consuelo al sentir su polla aún hinchada en lo más profundo de su ser. Por un momento tuve envidia de aquel momento que estaban compartiendo. Mi novio había logrado que le llenara el culito de semen y en ese momento pensé que yo no descansaría hasta conseguirlo. Quería compartir también aquella sensación.

Mi novio se puso a llorar como una chiquilla recién desvirgada mientras yo le llenaba de caricias y besos en las mejillas. Intentó decirme algo pero sabía bien cómo se sentía así que posé un dedo sobre sus labios y le pedí que disfrutara del momento. Sabía que aún la polla de nuestro amante palpitaba en su interior y quería que lo disfrutara porque yo también pensaba disfrutarlo en algún momento. Oí entonces correrse a nuestra amiga entre jadeos al ver a su esposo deslomado.

-          Ufff, estoy un poco mareada – anunció y dirigiéndose a mí – Nos quedamos a dormir si no os importa. Déjalos aquí… seguro que ninguno de los dos quiere moverse en estos momentos.

Tenía razón. Entonces nos dirigimos a la habitación de invitados para preparar la cama. Yo estaba desnuda y mi amiga sólo llevaba un tanga de encaje precioso que le hacía un culito delicioso. Se me pasó la cabeza seguir la fiesta con ella pero en realidad lo que necesitaba era volver a tener la polla de su marido enterita para mí solita. Antes de que pudiera retirarme a mi habitación, mi amiga me puso ojitos de cordera degollada:

-          Sabes? no me habéis hecho ni caso… además, creo que me debes algo.

-          ¿A qué te refieres? –sabía perfectamente qué es lo que quería.

-          Quédate a dormir conmigo – respondió mientras se acercaba y me plantaba un dulce beso en los labios.

No me hice de rogar y nos metimos bajo el edredón abrazadas. Estuvimos un rato dándonos piquitos y suaves caricias, apartándonos los pelos que ambas teníamos pegados a la cara por el sudor y arrancándonos escalofríos al recorrer con nuestras uñas la espalda de la otra.

-          Menuda nochecita. – sólo acerté a decir.

-          Qué dos putitas estáis hechas… y además ambas estáis muy necesitadas.

-          Bueno, es que tu marido está muy bueno… - traté de disculparme.

-          Y folla de puta madre eh?... ya os lo había dicho. Seguro que nunca te habías corrido así. A que no?

-          La verdad es que no – me sentí un poco avergonzada.

-          Tranquila, yo tampoco hasta conocerlo a él… - y añadió - creo que tu novio tampoco… - y ambas nos fundimos en una carcajada.

Aproveché para bajar mi mano hasta su muslo y comenzar un suave masaje a lo largo de su cara interna.

-          Siempre me ha gustado hacerte cosquillas.

-          Mmmmm… - fue todo lo que obtuve por respuesta.

Poco a poco fui subiendo hasta su entrepierna y empecé a jugar con su rajita. Como me molestaba el tanguita, tiré de él y pronto acabó enredado en sus tobillos mientras mis dedos se empapaban en su coñito caliente y húmedo. Sus labios gemían junto a los míos y nuestras lenguas se entrelazaban con pasión cada vez que mis dedos se perdían en su interior. Al poco rato su espalda se arqueó, sus piernas abiertas se cerraron y su mano se posó sobre la mía manteniéndola cautiva en su rajita. Me agradeció el orgasmo con un profundo beso de buenas noches. Poco después se quedó dormida.

Yo, en cambio, no lograba conciliar el sueño. En pocas horas habían pasado tantas cosas que resultaba difícil creer que aquello fuera real. Pero efectivamente junto a mí estaba mi amiga desnuda, mis dedos aún olían a su sexo, y mi coñito estaba abierto de par en par y ansioso por volver a recibir la verga de su marido.

Cuando aún trataba de decidir si me levantaba al salón en busca de mi nuevo amante o me quedaba allí complaciéndome con mis deditos entre los pliegues de mi piel, vislumbre una sombra en la puerta de la habitación. Por el tamaño no cabía duda, no podía ser mi novio, así que traté de hacerme la dormida mientras mi corazón se aceleraba. Mi respiración agitada me delató y él se acercó a mí susurrando:

-          Parece que no puedes dormir... yo tampoco – de nuevo sus dedos jugaban entre mis labios, introduciéndose eróticamente en mi boca. No tardé en chuparlos uno por uno como antes hiciera mi novio con su polla.

-          ¿puedo ayudarte? – pregunté inocentemente entretanto.

-          Seguro que sí – dijo introduciéndose bajo el edredón lentamente para no despertar a su esposa.

Yo me giré dándole la espalda para hacer la cuchara. Puse mi culo en pompa para facilitarle la penetración. Ambos estábamos desnudos y ansiosos. La quería dentro cuanto antes pero estaba dispuesto a hacerme desesperar.

-          ¿qué quieres? – me preguntó notando su aliento sobre mi nuca.

-          Fóllame… – le supliqué – fóllame, por favor.

-          ¿me has echado de menos? – no necesité responder porque lo comprobó él mismo introduciendo un dedo en mi rajita empapada. – ya veo, te gusta mi polla eh?.. siempre he pensado que eras una viciosilla pero no sabía hasta qué punto.

-          Por favor fóllame ya. Necesito tu polla dentro… quiero que te corras y me llenes de leche. – intenté sonar lo más guarra que pude al tiempo que con mi culito empujaba y aprisionaba su mástil contra su cuerpo.

-          Menuda zorrita estás hecha… tu amiga durmiendo a tu lado y tú pidiendo guerra a su marido…

-          No seas malo… por favor… hazme tuya. – el contacto de su cuerpo me estaba volviendo loca.

-          Ya eres mía… y el maricón de tu novio también. A partir de ahora haréis lo que yo os diga. – sentenció.

No me hizo esperar más me la metió de golpe y yo mordí la almohada para no despertar a su mujer. Me tumbó boca abajo y se colocó encima. Esta vez me folló despacio con ternura. Podía notar todo su cuerpo sobre mi espalda tensándose y gozando con cada embestida. Yo le ayudaba subiendo mi culito para que no dejara ni un milímetro fuera de mí, aunque no creo que lo consiguiera. Cuando ya tenía toda la almohada babeada, se despertó mi amiga con gran interés:

-          ¿te la estás follando por el culo? – al tiempo que levantaba el edredón para comprobarlo por sí misma. – ah, pues no… qué vicio tienes so guarra. – añadió.

-          ¿quieres que te folle el culito? – parece que la idea le había gustado a su marido.

-          No… por favor, sigue. – sólo lo había intentado una vez con mi novio y no me gustó demasiado.

-          Uyyy… no me digas que a ti tampoco te han follado nunca ese culito – adivinó con sorna mi amiga – cariño, creo que tienes que desvirgar otro culito esta noche.

-          Claro… siempre le he tenido ganas a este culito blanco – yo estaba al borde del orgasmo otra vez.

-          No tendrás miedo no? – me preguntó su esposa – mira cómo lo ha gozado el maricón de tu novio – ya, pero él ya estaba acostumbrado a nuestro juguetito, pensé – y a mi también me encanta que me lo abra… verdad cari? – pero su esposo estaba demasiado entretenido con mi coñito en ese momento – venga, cari, fóllame el culito para que vea lo fácil que entra.

De pronto se salió de mí y me dejó más caliente que una perra. No sabía dónde meterme o mejor dicho, qué meterme. Ella se puso a cuatro patas y él la enculó sin ninguna dificultad. La propinó algún azote en las nalgas mientras la sometía a un buen ritmo. Al poco rato los gemidos de ambos inundaron la habitación, junto con el golpeteo de sus huevos contra el culito precioso de mi amiga. No lo soporté más y subí a mi habitación a por nuestro juguetito, necesitaba algo dentro ya. Al coger el juguetito de la mesilla, vi el lubricante que uso con mi novio y no pude resistirme. Volví junto a la pareja cada vez más agitada y empecé a jugar con nuestro consolador en mi rajita. Entonces ella me ordenó probar con algo diferente.

-          Muy buena idea. Lubrícatelo un poco y luego fóllate el culito. Así estarás más preparada. Ya verás cómo te encanta.

Ante la atenta mirada de mis amigos decidí cubrirlo de más lubricante e introducirlo en mi culito. Hasta esa noche nunca me había gustado pero pronto descubrí el placer al meterlo y sacarlo suavemente de mi agujerito.

-          Qué guarrilla estás hecha – me animaba mi amiga - prepárate porque lo vas  a necesitar.. ésta es un poco más gorda que esa – no le faltaba razón.

De repente su marido desenterró su polla y se dejo caer sobre la cama. Probablemente quería reservarse para estrenarme el culito. Ella liberada se acercó a mi y tomó mi juguetito con sus manos imprimiendo un nuevo ritmo a las penetraciones. Yo no me había atrevido a meterlo enterito pero realmente era una delicia. Hizo que me pusiera a cuatro patas y ella detrás de mí de rodillas se comportaba aún más salvaje que su marido, azotándome el culito y cogiéndome del pelo para que arqueara aún más la espalda.

-          ¿te gusta zorra? – me trataba con dureza, seguramente estaba haciéndome pagar que su marido la hubiera dejado a medias para follarme mi culito.

-          Sí… pero prefiero la polla de tu marido – la respondí descaradamente.

-          Tendrás que suplicar por ella, zorra.

-          Por favor, quiero que me abras el culito – me dirigía a él.

-          Chúpasela para ponerla a punto - me ordenó ella al tiempo que me dejaba caer sobre él sin sacar el juguetito de mi agujerito.

Yo me afané en prepararla ante la mirada divertida de él. Estaba claro que estaban disfrutando de lo lindo con mi entrega y total sumisión. Por fin iba poder abrir ese culito que tantas veces le había pillado observando. Estaba tan impaciente que no me dejó jugar con mi lengua apenas un minuto y nos apartó, para colocarme rápidamente como a su mujer y muy lentamente introducirme todo hasta el fondo. Fue increíble… no tenía nada que ver con el juguetito, era mucho más gruesa pero aún así no me hizo daño o al menos yo solo sentí un placer inmenso. Me hizo gritar como una loca. Tanto que mi amiga se levantó de la cama para cerrar la puerta y evitar así que mi novio se despertara y nos interrumpiera.

-          Qué escandalosa eres, por dios. Vas a despertar a todo el vecindario. Eres aún peor que el mariconazo de tu novio.

-          Pero tu culito está mucho más rico – apostilló su marido.

Tanto ajetreo hizo que transcurrido un par de minutos empezará a bufar como un toro salvaje y sintiera chorros de semen calentito golpeando en mi interior… por fin estaba inundándome de leche. Se dejo caer sobre mi, resoplando sobre mi nuca. En mi rostro se dibujo una sonrisa de satisfacción al poder comprobar lo que debió sentir mi novio pocas horas antes. Su polla aún ardía y escupía fuego en mi culito, su cuerpo empapado en sudor se pegaba al mío y podía notar el intenso martilleo de su corazón sobre mi espalda. Entonces sí me quedé dormida.

Me desperté con una boca sobre mis labios. Era mi amiga dándome los buenos días. Tenía el pelo revuelto con restos recientes de semen y estaba completamente desnuda al igual que yo. Su marido parecía habernos dejado pero en realidad estaba sumergido bajo el edredón para darme su particular beso de buenos días en los labios. Mi amiga me guiñó un ojo y se incorporó.

-          Disfrútalo… voy a ver cómo está el bello durmiente – haciendo clara referencia mi novio que estaría aún dormido en el salón.

Empecé a gemir por el excelente trabajo que estaba desempeñando su marido. Sólo pude coger su cabeza con mis manos y apretarle con más fuerza contra mí para hacerle ver lo mucho que me estaba gustando. Eso lo enarboló y su lengua empezó a taladrarme mientras sus labios hacían preso a mi botoncito. Indescriptible… qué gustazo.

Así que cuando mi novio abrió la puerta, pudo contemplarme enteramente desnuda tumbada boca arriba con mis manos aferrando la cabeza de nuestro invitado sumergida entre mis piernas. Las manos de él apretaban fuertemente mis pechos y su lengua recorría todo mi coñito y desde allí se dirigía a mi culito y volvía. Desvié la mirada de mi chico, cerré los ojos y gemí a placer. Quería centrarme en lo que me estaba haciendo.

Mi amiga también había vuelto, había rodeado a mi novio por la espalda y agarraba su miembro masturbándolo mientras con la otra mano jugaba alrededor de su culito. Era muy hábil y acompañaba sus caricias con susurros en su oído:

-          Ni te imaginas de lo que es capaz con esa lengua. ¿te gustaría que te comiera tu rajita? Seguro que sí. Mira como disfruta la perra de tu novia… ¿te gustaría despertarte así? – y ante su silencio le metió un dedo – vamos… contesta putita… ¿a qué te gustaría que mi marido te comiera esta rajita de zorra que tienes como hace con la de tu novia?

-          Sí, sí… - gritó él corriéndose en ese mismo instante.

Apoyado en el marco de la puerta, con la polla chorreando aún y siendo penetrado ya por dos o tres dedos, vio cómo me repasaban el coñito una y otra vez. Me sentí un poco avergonzada por ambos pero estaba demasiado excitada para parar todo aquello. Mirándole fijamente me convulsioné de repente y volví a desprender una gran cantidad de fluidos corriéndome de aquella manera por segunda vez en mi vida. La cabeza de él emergió y nos sonrío a todos. De nuevo exhibía su polla tiesa como un mástil.

-          Buenos días. Veo que ésta también anda caliente eh? Vaya par de guarras tenemos aquí – comentó con su esposa y dirigiéndose a mí  – ahora te toca aplicar con tu novio lo que has aprendido. Yo voy a follarme a mi señora esposa a la cocina si no os importa. – y dicho esto desaparecieron cerrando la puerta.

Mi novio se acercó a la cama, me besó y me abrazó.

-          Te quiero – me dijo tímidamente. Se sentía seguramente avergonzado al haber sacado de aquella manera todo lo que llevaba dentro.

-          Y yo a ti también. – le dije con absoluta sinceridad.

-          Has vuelto a correrte – me dijo al comprobar que tenía las piernas empapadas.

-          Sí… es increíble, no te parece? – no podía mentirle.

-          Desde luego… te ha follado el culo no?

-          Sí – respondí tímidamente… ¿cómo podía saberlo?¿nos habría visto?

-          Te ha gustado?

-          Me ha encantado – admití – aunque supongo que ya te lo imaginabas – le dije mientras acariciaba su culito que palpitaba desde el dedo que nuestra amiga no había terminado.

-          Te ha dejado a medias eh? Déjame que te alivie – y colocándole boca bajo empecé a lamerle la espalda hasta llegar a su rajita – joder, lo tienes totalmente abierto – y enseguida apliqué mi lengua alrededor y acabé introduciéndola como antes habían hecho conmigo.

-          ¿qué me haces?... mmmmmm, joder qué rico – sólo acertaba a decir.

-          Pues ya verás cuando te lo haga él, me ha follado literalmente con la lengua, metiéndomela hasta dentro – dije guiñándole un ojo y seguí con mi tarea.

Después pasé alternativamente de su culito a su polla y acabó corriéndose en mi boca. Entonces me acerqué a él y nos fundimos en un beso. Cuando nos relajamos fuimos conscientes de la suerte que teníamos de poder compartir un amante como el marido de nuestra amiga.