Una noche movidita

Decidí cumplir una de mis fantasías. Y salí victoriosa.

Hace dos años cuando me mudé de ciudad, decidí probar una aplicación para gente liberal, por probar cosas nuevas y encontrar a personas con gustos parecidos. Tras haber mantenido conversaciones con gente de aquí y allá, di con un chico al que le gustaba el BDSM. Tenía la mente bastante clara respecto a lo que quería, sobre lo que me gustaba y conectamos muy bien. Una de mis fantasías siempre fue follar con alguien totalmente desconocido, que simplemente se presentase en mi casa y decidimos llevarlo un poco más allá. Cuando llegase a mi casa, la puerta estaría abierta y yo le estaría esperando en mi habitación, de espaldas, por lo que ninguno nos podríamos ver.

El día llegó y estaba hecha un manojo de nervios, estaba en la cama, con uno de mis conjuntos de lencería favoritos, color borgoña de encaje y me había echado mi perfume favorito de vainilla y coco. Escuché la puerta y me quedé paralizada. Escuchaba sus pasos por el pasillo y como se quedaba parado frente a la puerta. Tragué saliva mientras oía como se quitaba la ropa y se colocaba justo detrás de mí. Me acarició desde las piernas hasta el cuello, me  dio un beso en la espalda y recogiendo con su mano mi pelo suavemente tiró hacia el susurrándome al oído

-          ¿Tenías ganas de verme?

Yo no podía ni hablar, recuerdo jadear, totalmente empapada y me gire a besarle, pero se separó rápidamente de mí y poniendo dos de sus dedos en mis labios, recorriéndolos me dijo con un tono serio

-          Tendrás que ganártelo.

Me hizo ponerme en cuatro y aún con mi pelo en su mano, volvió a tirar, colocando su otra mano por encima de mis braguitas, recorriendo mi culo hasta mi coño, que estaba muy mojado. Me estaba poniendo a mil el notar el contacto de sus dedos contra la tela, estimulándome sin llegar a tocarme, pero decidí aguantarme las ganas de suplicar, aunque me estaba costando mucho.

-          Date la vuelta y mírame.

Aún en la cama y de rodillas, me quedé mirándole a los ojos y sentía que estaba totalmente a su merced. Con su mano me levanto la barbilla y cuando fue a besarme se intentó retirar, pero aun así me acerqué para besarle y le mordí suavemente los labios. Noté como se le aceleró la respiración, pero mantuvo la calma.

-          ¿Te he dicho que puedas hacer eso? Creo que vas a arrepentirte.

Me cogió del cuello, cortándome la respiración y sonrió. Con la otra mano, se bajó el bóxer y enseguida pude ver la dura erección que tenía delante. Me empujó hacia su polla y no tardé en rodearla con los labios. Empecé a chupársela suavemente, jugando con la lengua y lentamente mentiéndola mas dentro de mi boca, le escuchaba jadear, agarrándome el pelo, yo estaba  demasiado caliente. Empezó a marcar el ritmo, follandome la boca y notaba como la saliva colgaba de la comisura de mis labios, pero lo estaba aguantando sin arcadas y estaba bastante orgullosa de mi misma. Con cada empujón, succionaba más fuerte, mirándole a los ojos, hizo que me la sacase de la boca y fui derecha a lamer sus huevos, estaba totalmente fuera de sí. Tras dedicar unos minutos a esa zona, volví a su polla, recorriéndola con la lengua de punta a punta y metiéndome la cabeza en la boca. Lo estaba gozando y yo también.

-          Buena chica

Me atrajo hacia el bruscamente y me besó, mordiéndome los labios, mientras yo seguía masturbándole con mis manos, variando el ritmo, no quería que se corriese pero quería que se quedase con ganas. No tardó en tirarme sobre la cama y  casi arrancándome las braguitas se lanzó hacia mi coño. Empezó lamiéndome las ingles para seguir con mi clítoris sin dejar de mirarme. Me daba vergüenza que me mirase con esa cara de querer sexo duro y estaba roja de vergüenza y excitación. Cuando note como su lengua se introducía lentamente en mi coño salí de mis pensamientos, la metía y la sacaba suavemente y estaba a punto de correrme. Cambió el método y empezó a lamer mi clítoris mientras introducía uno de sus dedos más rápido, lo que acabó sacándome el primer orgasmo. No tardó en subir hasta mí, volvió cogerme del cuello y sonriéndome me susurró

-          Eres toda una putita

Le devolví la sonrisa tímidamente. No sabía ni que decir, estaba ida. Me quitó el sujetador  y se centró en mis pechos. Me lamió y mordió los pezones hasta dejarlos rojos y sensibles y volvió a ponerme de espaldas. Con un azote fuerte me hizo levantar el culo, lo que no esperaba que me diese algunos más. Con cada azote me mordía los labios y él aumentaba la intensidad, se notaba que disfrutaba con ello. Mientras tanto había colocado su polla entre mis nalgas y se masturbaba. Con un último azote me la metió de una sola estocada, lo que me hizo dar un grito. No le veía pero sé que estaba sonriendo. Empezó a embestirme despacio pero sacándola totalmente y metiéndola hasta el fondo. No dejaba de gemir y enseguida tiró de mi pelo hacia él y puso dos de sus dedos en su boca, lamiéndolos e introduciéndolos en mi boca, como si fuese su polla. Me dijo sonriendo

-          No queremos molestar a los vecinos

Dicho esto empezó a embestirme más fuerte cada vez, el cada vez estaba más cerca del orgasmo, se podía escuchar como sus huevos revotaban en mi coño y yo estaba a punto de tener un segundo orgasmo con su polla dentro de mí. Ambos reventamos en un orgasmo y cuando la sacó, pasó los dedos por mi coño, del que salía su semen corriendo por mis piernas y los dirigió a mi boca, lamiéndolos y succionándolos sin dejar de mirarme. Se limitó a sonreírme una vez más y me dijo

-          Tendremos que repetir putita

Fin de la historia

Hola! Este ha sido mi primer relato, no va realmente de sexo duro, pero de una introducción a ello. Mi nombre es Verbena y espero que os haya gustado. Si tenéis alguna sugerencia  o comentario, podéis escribirme al correo electrónico.

Un saludo! :)