Una noche loca

Iba decidida a tomar el control, ignorando sus ganas de sentirse mi dueño y mis ocultas ansias de ser dominada...

Lo tenía todo listo, la cena estaba a punto de servirse, me había comprado un vestido azul para la ocasión, había recogido mi cabello alto, decidí usar el vestido sin sostén y hacer que esa noche fue inolvidable. Sólo esperaba a que llamara a la puerta, puse música suave, apagué las luces, encendí velas con aroma a canela y mientras llegaba decidí fantasear un poco con lo que estaba por ocurrir.

Estaba muy excitada, tanto, que pensé en dejar de lado la cena y lanzarme sobre él en cuanto abriera la puerta, bajándole el pantalón sin dejarlo decir una sola palabra y ponerlo tan caliente como estaba yo en ese momento.

Mientras mi mente divagaba en un profundo ambiente de placer dentro de mi imaginación, mis piernas comenzaron a separarse sin pensarlo y mi mano comenzó a bajar despacio, la introduje por debajo del vestido y pasé uno de mis dedos por encima de la tanguita negra que elegí para la ocasión, lo deslicé un par de veces y cuando estaba a punto de entregarme de lleno a mi satisfacción sonó el teléfono. Dí un salto, me incorporé, acomodé mi vestido, tomé el celular de la mesa y con voz casi agitada respondí:

  • ¿Hola?
  • ¡Hola hermosa! – respondió
  • Mi amor, estoy esperándote, todo esta listo ¿tardarás mucho?
  • Justo para eso te llamo, no voy a llegar, me dejaron sólo en la oficina y estaré aquí hasta tarde, lo lamento princesa, de verdad lo siento.
  • Yo también lo siento mi amor, es una lástima porque me puse un vestido de tu color favorito, recogí mi cabello tal como te gusta y por primera vez no llevo sostén bajo el vestido – dije con vocecita suave
  • No me hagas esto princesa, de verdad no puedo salir de aquí, debo entregar el proyecto mañana temprano.
  • Si mi amor, lo entiendo – dije al momento que tomé las llaves de mi coche – seguro habrá otro momento para estar contigo, besar tus labios y pasar mi lengua por tus hombros ¿no?
  • Sabes que deseo estar contigo Eli, lo sabes ¿verdad?
  • ¿Y tu sabes que deseo tener tu pene preso entre mis labios?
  • Ahh Eli –respondió con un suspiro

Seguimos hablando mientras yo comencé a conducir, estaba muy molesta por no poder hacer el amor con Sergio como lo había planeado, sin embargo, continué con mi jueguito telefónico

  • De verdad es una lástima que no estés aquí conmigo, la noche es perfecta para pasarla entera haciéndonos el amor ¿no crees?
  • Si lo creo Eli, te recompensaré por esto, juro que pasaremos un fin de semana en la playa, tu y yo solitos, sin celulares, sin trabajo, sin nada más que tu cuerpo y el mío ¿quieres?
  • Lo único que quiero es que veas lo duritos que están mis pezones y la forma en que se marcan en la tela suave de mi vestido – dije mientras llegaba a un semáforo en rojo y aprovechaba para sacarme la tanga
  • Me encantaría no sólo verlos, sino lamerlos y chuparlos, morderlos y comerte toda entera, mi amor.
  • Mmm, que rico – dije mientras gemía en un volumen suave
  • Ya mi amor, debo colgar, estoy totalmente distraído, estoy teniendo una erección, tengo que entregar esto y
  • Y yo quiero entregarme toda a ti – lo interrumpí
  • Elizabeth, me encantas, quiero hacerte el amor, quiero embestirte hasta que pidas descansar, quiero morderte, quiero… ash –gritó desesperado – quiero cogerte Eli, quiero cogerte como animal – hubo un silencio de segundos - estás desesperándome, no quería hablarte así, perdóname.
  • Me excita escucharte tan violento –respondí de forma sugerente
  • Basta Elizabeth, necesito concentrarme. Te amo princesa.
  • Esta bien, ya basta, seguiré pensando en ti y en lo delicioso que sería estar contigo, mientras lo imagino tendré que tocarme yo solita y disfrutar sin ti ¿te molesta?
  • Mmm, me gustaría ver como te masturbas pensando en mí y ayudarte a conseguir el más rico de tus orgasmos, pero tengo que terminar esto.
  • Bueno mi amor, ahora si te dejo trabajar, te mando un beso
  • Te veo mañana, adiós.

Terminamos la llamada, justo en ese momento estacioné el carro frente al edificio donde estaba su oficina, estaba muy caliente, sólo sabía que quería hacer el amor con él. Soy ese tipo de chica que hace locuras, que es apasionada la mayor parte del tiempo, pero en esta ocasión el deseo se había apoderado de mí y seguro estaba haciendo lo más loco que había hecho nunca. Tuve que inventarle una historia al guardia del edificio para que me permitiera pasar sin avisarle a Sergio que alguien lo buscaba, subí al 4to piso por el elevador, llevaba mi tanga enrollada en un puño, deseaba con todo mi corazón que la puerta de su oficina estuviera abierta, el elevador abrió y caminé por el pasillo, era un largo pasillo, sentía la tela de mi vestido contonearse y la suavidad de la tela rozaba mis nalgas y mi vagina recién depilada para esa noche, el contacto me estremecía. Llegué a la puerta de cristal, las luces estaban encendidas, abrí intentando no hacer demasiado ruido, la puerta estaba abierta, cerré con la llave que estaba cerrada, pasé por el recibidor y llegué hasta la puerta de Sergio. Abrí despacio, estaba de espalda, dibujando algo sobre sus planos, escuchaba una canción de Los Beatles así que no prestó demasiada atención al ruido que provocó mi llegada. Tomé la tanga que llevaba en un puño con ambas manos y le cubrí con ella los ojos.

  • ¿Qué? ¿Qué esta pasando? – dijo asustado, sujetando mis manos
  • Tranquilo mi amor – dije mientras lamía su oreja – Soy yo, no te asustes
  • Elizabeth ¿qué haces aquí?
  • La verdad es que moría por verte, pero no te preocupes, no te voy a molestar, sólo quiero hacerte compañía ¿te molesta?

Lo solté y me senté en una silla alta que estaba en la esquina de su oficina, él sujetó la tanga entre sus manos, la extendió, la olió y la metió en la bolsa de su camisa. No hice ruido, sólo lo veía trabajar, la luz sobre su oscuro cabello, su espalda tensa sobre el restirador, la camisa arremangada, su piel morena, el sudor que escurría por su frente, su ceño fruncido y la agilidad de su mano mientras hacía los ajustes en el plano. Tan sólo el verlo me humedecía, de nuevo esta sensación de estar fuera de mí, mis piernas se separaron otra vez y yo bajé mi mano derecha, subí mi pierna izquierda sobre una mesita y subí mi vestido, metí un par de dedos a mi boca, los humedecí y comencé a acariciarme, lo veía concentrado en su trabajo y me excitaba más saber que él no quería distraerse conmigo. Separé mis labios vaginales e hice círculos sobre el clítoris, lo presionaba, mi otra mano pellizcaba mis pezones cuando volteé al restirador de nuevo, Sergio estaba viéndome, sin decir una sola palabra.

  • ¿A qué estas jugando? – fue lo primero que pudo decir
  • Mmm, a que soy una sucia putita que quiere cogerse al bombon del restirador
  • ¿Eso es lo que quieres?
  • Así es –dije al tiempo que chupaba mis dedos
  • Entonces… ¿eres una zorra? – preguntó sacando mi tanga de su camisa
  • Una puta a domicilio –respondí sin dejar de lamerme los dedos
  • ¿Harás lo que yo te ordene que haga? – cuestionó oliendo mis bragas de nuevo
  • Soy tu puta. Hazme lo que quieras, dime lo que quieras, cógeme como tú quieras
  • Así que tengo una deliciosa puta calientita en mi oficina ¿eh?
  • Completamente suya ingeniero
  • Sigue masturbándote para mí –me ordenó

Decidí obedecer, iba dispuesta a ser yo quien tuviera el control de la situación pero en ese momento sentirme dominada me hacía querer más, jamás me había tratado así, jamás había usado palabras ofensivas conmigo, nunca me había dicho puta, pero en ese momento me encantaba que lo hiciera.

  • Métete un par de dedos – gritó
  • Sí lo haré, lo haré
  • Y gime, quiero escucharte gemir fuerte zorra

Metí mis dedos y seguí masturbándome para él, lanzaba algunos "mmm, ahh, mmm" me estaba mojando mucho, ese jueguito comenzaba a fascinarme. Sacó su pene del pantalón y comenzó a acariciarlo mientras me observaba atentamente.

  • ¿Ves esto puta? – me dijo mostrándome su pene sujetado por ambas manos
  • Sí ingeniero, lo veo
  • Será tuyo si te portas bien con tu amo, dime… ¿lo quieres?
  • Mmm
  • ¿lo quieres puta? – gritó
  • Sí, sí amo, lo quiero, lo quiero todo
  • Así me gusta, que lo desees, pero quiero seguir viendo como te masturbas, quítate el vestido, quiero que te quedes desnuda y en tacones, lamé uno de tus dedos, pásalo por tus pezones y con la otra mano sigue follándote perra.

Lo obedecí, hice exactamente lo que me pidió, estaba tan excitada que no me importaba, estuve así un par de minutos más hasta que su voz me interrumpió ordenándome que fuera hasta donde él estaba sentado acariciándose el pene.

  • Arrodíllate frente a mí y trágate mi verga perra
  • Sí amo
  • Lámela como si fueras una asquerosa gata hambrienta

Comencé a lamérsela como me lo pidió, justo como un gatito hambriento, me ayudaba con una de mis manos, se la lamí como una verdadera puta por unos segundos hasta que me pidió:

  • Quiero que me la mames, métela toda en tu boca – dijo mientras yo obedecía inmediatamente
  • Ahh –gimió – eres toda una profesional putita, la chupas muy rico

Seguí chupándola, disfrutándola como nunca, realmente estaba gozando tanto yo como él. No había caricias ni palabras dulces para mí, yo estaba ahí para satisfacer sus deseos, era su objeto, su puta.

  • Voy a cogerte por la boca, quiero que te tragues mi verga hasta que te asfixies –dijo mientras se ponía de pie
  • Estoy lista para recibirlo amo – dije abriendo la boca grande

Me metió la puntita, me tomó del cabello con fuerza y comenzó a mover su cadera hacia mi cara y a dirigir mi cabeza hacía su pene que estaba durísimo. Me estaba ahogando de verdad, lo sentía tocar mi garganta, me lastimaba, me estaba destrozando la boca pero me gustaba, me gustaba mucho.

  • Así me gusta perra, que te la comas entera, gime puta, gime

Intentaba gemir, pero su pene estaba golpeándome tan duro que no podía hacerlo más fuerte. Sentí la contracción de su miembro y antes de correrse, me lo sacó de la boca.

Esta vez sin decirme nada se bajó los pantalones, me levantó del suelo y me inclinó para dejar mi pecho sobre su mesa de trabajo, me sentí humillada en ese momento, pero era increíble lo bien que me hacía sentir la situación, tomó su pene con una de sus manos, me separó las nalgas y deslizó la puntita desde mi vagina hasta el ano, después de pasearlo por mi rajita, me penetró por la vagina, la incertidumbre y el temor de que me penetrara el ano me excitaron más aún. Me embistió fuerte, rápido y salvajemente, como un animal, no habría otra manera de definirlo.

  • Eres una perrita en celo, eres mi zorra, mi putita
  • Sí Sergio, soy tuya, soy tu puta

Mi cara estaba presionada sobre la mesa, su mano me jalaba el cabello mientras la otra la usaba para empujar mis nalgas contra su pelvis, sentía el golpeteo de sus testículos. Gemía fuerte, estaba a punto de correrme, cuando se apartó de mí y me hizo girar el cuerpo, me acostó de espalda contra la misma mesa, se puso mis piernas sobre la cadera y me embistió de nuevo. Una de sus manos presionaba fuerte mis pechos, me levantó para morder mis labios y me dejó caer de nuevo sobre la mesa. Sentí el 3er orgasmo del día y me dijo

  • Ya, me voy a correr pero quiero hacerlo en tu cara puta
  • Sí, hazlo amo, quiero comerte todo

La sacó y me obligó a arrodillarme de nuevo frente a él, se masturbó unos segundos hasta derramarse sobre mi cara, lo limpié todo con la lengua hasta que se perdió por completo su erección.

  • ¡De verdad eres una puta Elizabeth!
  • Soy tú puta, mi amo –le dije mientras me ponía de pie

Sergio tomó una servilleta para limpiarme su semen de la cara, cuando me dejó limpia beso mis labios tiernamente, mordió mi labio inferior y me dijo:

  • Vístete y vete a tu departamento, me quedaré a terminar el plano
  • ¿Te gustó? – pregunté
  • Espérame en tu cama más tarde, mi deliciosa putita – dijo mientras apretaba una de mis nalgas
  • Lo esperaré con ansias mi amo