Una noche larga, una noche dura. II
Mientras le chupaba la verga a mi Dueño le tenía que hacer una paja a sus dos amigos.
Entonces yo estaba arrodillada chupando la verga de mi Dueño; Pablo y Luis sacaron sus pijas y yo agarré cada una con mis manitos.
-¿Podemos acabar donde sea?
-Sí, no hay drama. Después ella limpia.
-Ah. Perfecto.
-Si te la está haciendo mal o algo no dudes en decirle.
-No pasa nada. Tiene la mano suave. Es preciosa.
Ese comentario de Luis me gustó. Como yo no podía usar mis manos en la verga de mi Dueño, Él aprovechaba para meterla muy adentro de mi boquita y me daba arcadas. Belén se reía un poco porque ella sí podía controlar las chupadas que le hacía a Lisandro.
Luis fue el primero en acabar y lo hizo en mi cara; no me podía limpiar.
Después de unos minutos acabó Pablo, también en mi cara pero una parte de su semen cayó en mi pelo. Y unos segundos después mi Dueño eyaculó en mi boca. Retenelo en la boca, perrita.
Me quedé en cuatro patitas con la boca cerrada unos treinta segundos hasta que Lisandro acabó en la boca de Belén y ella se acercó a mí. Me agarró la carita y me dio un beso muy lindo y sexy en la boca. Con lengua y todo. Las eyaculaciones de mi Dueño y de Lisandro se mezclaron en nuestras bocas.
-Qué perrrita hermosa que es.
-Sí, ya te dije: traelo a tu perrito así juegan uno de estos días.
-Sí, sí.
Belén se paró y se sirvió un vaso de cerveza.
-¿Cómo sigue esto?-Preguntó Martín quien, hasta el momento, solo había mirado.
-Vos no tuviste placer. Te corresponde elegir.
-¿Me das a tu perrita durante una hora solos?
-Pero por supuesto. Y si te hace algún problema me avisás. Pero no creo que se vaya a portar mal.
¿Verdad que sos una perrita buenita y obediente? Y me acarició. Y fui feliz.
En cuatro patitas caminé detrás de Martín y nos fuimos a otra habitación.
Yo me quedé en el piso y él me preguntó: ¿Por qué no subís a la cama? Luego de unos segundos, Martín salió de la habitación.
-Che, no quiere subir a la cama.
-Ah, porque tenés que darle permiso. Dai no hace nada sin permiso.
-Jajaja. Bueno, dale.
Martín volvió y me dijo: Vamos, Dai. Subí. Y yo subí y él me indicó que me pusiera en cuatro.
Se escupió un poco la pija y fue directo a hacerme la cola. Por cierto: la pija de Martín también es enorme como la de mi Dueño.
Me estuvo bombeando un rato largo hasta que acabó adentro de mi cola y luego sacó su verga. Chupala hasta que quede limpia.
Hice lo que me ordenó. Y luego me cogió por la vagina dos veces.
Cuando terminó me ordenó que lo siguiera al comedor en cuatro patitas.
-Miren quién volvió.
-¿Se portó bien?
-Sí, una maravilla.
Belén estaba sentada en la verga de su novio.
-Creo que Dai dejó semen en el piso cuando venía.
Mi Dueño me dijo: Andá a limpiar lo que dejaste. No seas chanchita.
Y yo fui a lamer el piso hasta dejarlo todo limpito porque soy la mejor perrita de todas y mi Dueño me felicitó.
Bueno, ahora ya los conociste a los chicos. Andá para arriba y portate bien.
Me fui y no volví a bajar. Estaba contenta porque mi Dueño la estaba pasando bien. Me eché en la camita que mi Dueño preparó para mí al lado de la suya. Lo esperé ansiosa y dependiente.