Una noche inolvidable
Me pasó hace mas de 15 años. No olvidaré nunca aquella noche con Natalia y su amiga Esther. Como las amé como las disfruté y como, aun hoy, las recuerdo.
Mis amigos me llaman Fran. Os voy a contar una historia que me ocurrió hace ya muchos años, pero que me ha quedado en la mente como uno de los días más divertidos de mi vida y por supuesto una de las mejores experiencias sexuales que he tenido.
Por aquel entonces tenía 27 años, hacia unos años que andaba soltero después de una relación de varios años que terminó de forma bastante dolorosa para mí. No me extiendo en los detalles de esa ruptura.
Estando soltero conocía a Natalia, una soltera de vocación, muy divertida, programada para las salidas nocturnas, las fiestas y la diversión con su grupo de amigos y amigas. Empezamos a salir nos motivaba lo mismo, la relajación, la diversión y el sexo en todos los formatos y momentos.
Natalia era 8 años mayor que yo. Pequeña y sencilla físicamente. Tenía un grupo de amigas muy divertidas, muy “fiesteras” y muy “solteras” la mayoría.
La noche que os voy a contar, era una noche cualquiera, nada planeado, nada previsto. La única cosa que tenían en común todas las noches con Natalia es que acabábamos en su casa o en la mía disfrutando abierta y profundamente del sexo. Follar con Natalia era una delicia para los sentidos.
Para mí salir con ella era fantástico. Ningún agobio, todo diversión y no tenía que trabajar la noche para acabar teniendo sexo. A ella siempre le apetecía.
Me llamó alrededor de las nueve de la noche. Llevábamos 2 meses intimando, no éramos novios, pero nos “compenetrábamos”. Tampoco liberales y a mí no me hacía falta más y a ella tampoco, pero no teníamos un compromiso adquirido de exclusividad, aunque yo lo había respetado desde el primer día que me acosté con ella.
¿Qué haces esta noche? Lo que quieras, contesté, ¿quieres venir a cenar? Le pregunté.
No, me dijo. Estoy con Marta y con Esther en casa. Saldremos a tomar algo. ¿Te vienes?
Si me vengo, le dije, dame una hora para ducharme y llegar. Me duche me puse lo primero que encontré y me fui hacia su casa.
Llegué y me encontré a Natalia con sus dos amigas. Marta era azafata de avión, tremendamente simpática, una mujer muy completa. A mí siempre me recordaba a un amigo porque siempre charlábamos, tomábamos copas y reíamos un montón. Físicamente estaba muy bien pero yo conecté con ella en el resto de cosas y no me sentía atraído por ella.
Esther era sencillamente espectacular. Era una mujer muy sería, siempre pendiente de su físico, de ajustarse la ropa, de su largo cabello rubio. Un cuerpo 10 para admirar. Me gustan las mujeres con mucho contenido, el cuerpo me parece un buen complemento. Esther estaba muy descompensada, un físico increíble pero poco atractivo en el resto.
Las tres estaban sentadas en el suelo, alrededor de una mesita en el salón. Se estaban tomando unas copas de Ron rojo y hablaban de hombres y en concreto las relaciones con los hombres, del sexo y de la soltería.
Me senté junto a ellas y en un rato decidieron arreglarse para salir a comer alguna cosa.
Mientras se iban arreglando me obsequiaron con un pase de modelos no previsto, entraban y salían del dormitorio de Natalia para entrar al baño a maquillarse o a arreglarse, las vi pasar 10 veces a cada una, me empecé a poner un poco enfermo. Las tres estaban como 3 trenes y el “paseíto” en ropa interior de alguna de ellas, la puerta entreabierta, el ajuste de vestidos etc, me animaron a no bajar la vista.
Esther y Marta se habían enzarzado en una discusión sobre un amigo de Marta, …que solo te quiere para sexo, que solo te llama para sexo y Esther le argumentaba que ya le estaba bien, que era un tío muy atento y que la “ponía” y la satisfacía siempre. En el fondo Esther no tenía mucha suerte con los hombres. Tenía los tíos que quería y cuando ella lo deseaba, pero al cabo de un tiempo todas sus relaciones se iban al traste. Sus amigas le decían que los tíos la querían para un rato. La verdad es que un rato con Esther valía la pena, pensaba yo.
Por fin nos fuimos. Subimos los 4 al coche. Natalia y Marta delante. Esther y yo detrás. El trayecto era corto, 20 minutos de coche cruzando Barcelona un jueves de primavera. La discusión sobre el amigo de Esther siguió en el coche. Me hacían intervenir en la discusión con preguntas, ¿tú que valoras en una mujer?, ¿qué es lo que más te atrae de una chica? Y preguntas de este estilo. Yo en aquella época no buscaba relación estable y en la conversación me sentía libre de contestar, en una de las insistentes preguntas de Marta contesté sin cortarme: Una mujer que le guste mucho el sexo y que no se corte… se me escapó.
La respuesta gusto, porque se miraron y aprobaron mi respuesta y resaltaron mi sinceridad.
Natalia también participaba de la conversación y siempre hacía hincapié en que lo que más le gustaba de un hombre es que besara y practicara el sexo de forma apasionada, le gustaba mucho el sexo con pasión.
Yo también estuve muy de acuerdo con Natalia. Sexo con besos y pasión. Sexo de Enamorados pero sin necesidad de estar enamorados. De hecho cuando practicaba el sexo con Natalia los dos entrabamos en una especie de “trance amoroso” como dos novios que hace un año que no se ven, nos gustaba mucho ese tipo de relación.
En seco, Marta entro al trapo y me pregunto. ¿Desde que conoces a Natalia has estado con alguna otra chica? - No, contesté. ¿Por qué no? – Porque me da exactamente todo lo que necesito. Respondí.
Ole mi niño! - Dijo Esther - ya me gustaría a mí. Qué suerte tienes Natalia - Le dijo a su amiga.
Natalia no dijo nada, pero me hizo una mirada de complicidad a través del retrovisor. Yo pensé, esta noche premio extra. Lo pasaremos bien.
De repente Esther me cogió la cara i se acercó para darme un beso, suave, cálido y muy amoroso en la mejilla.
Yo bromeé y le dije –¿en la mejilla? A ver si te vas a hacer monja.
Ella contesto – Oye tío, que Natalia esta delante, a ver si se va a cabrear.
Natalia cortó y dijo. Tranquila nena, puedes comértelo si quieres, pero no me lo canses que hoy se viene a mi casa a dormir.
Que morro –dijo Esther. ¿Para ti solita no? Y sin cortarse ni un pelo le pregunto – ¿Puedo probar eso que me has dicho de que besa tan bien?
Pues claro mujer, No te cortes, si él quiere… Me volvió a mirar por el retrovisor y entendí que teníamos su aprobación, aunque no hizo falta.
Esther puso su pierna sobre la mía, me acarició el cuello con suavidad y me besó los labios un par o tres de veces, de forma muy suave, muy lentamente. Después un par de veces más. Puso su mano en mi muslo, en la parte alta y me cogió la mano para que rodeara su cintura. Siguió besándome lentamente, empezó a buscar mi lengua con la suya y yo respondí con suavidad y con una pasión contenida. La verdad es que me estaba gustando y mucho. Soy de erección fácil, con lo que me excite rápidamente.
Estábamos en el asiento de atrás morreándonos con suavidad. Parecíamos una pareja de novios ajena totalmente al entorno. Me abandoné completamente. Esther tenía el mejor cuerpo que he visto en mi vida y le estaba acariciando el culo por encima de unos pantalones ajustados finísimos, sin cortarme.
Natalia seguía conduciendo y sin inmutarse dijo – que, ¿parece que te está gustando no?, yo no dije nada, continuaba a lo mío. Esther paro un segundo y dijo, - Ya lo creo, es tal y como me habías dicho, ¿puedo seguir?
-Pues Claro, pero no te atragantes y deja algo para las demás. Esther no se cortó un pelo. No era de las de cortarse y Natalia le había dado luz verde… y a mí también.
Marta estaba tan tranquila mirando y sin decir nada. No creo que estuviera habituada a escenas tan espontáneas de sus amigas, pero imaginé que ya estaba muy curada de espanto. No hacía nada, se limitaba a mirar con atención. Natalia seguía conduciendo.
Subíamos por una carretera que conduce a un Bar de la zona alta de Barcelona y vi como Natalia buscaba un lugar tranquilo de camino para parar un momento. Encontró una calle sin salida y estacionó el coche en una zona muy aislada.
Mientras hacía maniobras Esther y yo nos besábamos con pasión y juntábamos nuestras lenguas intensamente. Yo pensé, me voy a divertir, no sé cómo acabará esto pero yo no me voy a cortar.
Ni yo ni Esther nos cortábamos ya. Yo tenía mi mano dentro de su pantalón y le estaba sobando el culo, todos y cada uno de los centímetros de su culo en mi mano. Ella estaba completamente enganchada a mi cuerpo con todo su cuerpo. Sus pechos estaban muy cerca de mi boca y vestía una camiseta de algodón fino. No tardé en acariciarle los pechos.
Cuando metí mi mano por debajo de su camiseta y le subí el sostén para acariciar sus tetas noté sus pezones excitados y en mis pasadas por su culo también me dejaba ir alguno de mis dedos a sus labios, de forma muy suave, la note bastante húmeda. Su respiración y la intensidad de sus besos y su saliva en mi boca, dejaban notar claramente su excitación.
Fue entonces cuando Esther tomo mi miembro con toda su mano. Por encima del pantalón. Yo vestía un pantalón de lino ancho, fino y tremendamente suave. Me estaba agarrando toda mi polla con su mano, me besaba intensamente y me masturbaba por encima del pantalón, nada de caricias, directamente estaba masturbándome con toda la intención.
Natalia había aparcado el coche y nos observaba tranquilamente, igual que Marta. No decían nada, se limitaban a mirar.
Esther, completamente desinhibida y ajena a la observación de sus amigas, se había propuesto algo más que unos besos. En un movimiento sencillo y estudiado, se sentó sobre mí, dando la espalda a Natalia y a Marta y apoyando sus brazos por detrás de mi cuello. – Marta hizo algún comentario que no acerté a escuchar, pero parecía algún comentario sin importancia, chistoso, porque Natalia contestó, -si que se les ve animados, si-
Sentada sobre mí, Esther me encajo completamente sus piernas sobre las mías. Encajo perfectamente su sexo sobre el mío y restregó sobre mí como una colegiala en sus primeros escarceos. En seguida se quitó la camiseta y los sostenes.
Sus tetas eran perfectas. Grandes, redondas y tersas. Encajé mis dos manos en sus tetas y me las lleve a la boca primero una y luego la otra. Las chupe todo lo que supe y con mis dos manos también sobaba intensamente su culo y su coño, suavemente.
No sé si a Natalia le estaba gustando, pero no escuche ni un solo comentario ni un solo reproche. A Esther sí que le estaba gustando, frotaba su sexo contra el mío con fuerza y cada vez más fuerte y más intensamente, se movía fuerte y apretaba con toda la intención. Me había cogido el cuello y yo tenía sus tetas para mi lengua y mi boca. Las chupaba y las llenaba de saliva y ella dirigía, con su mano, mi cuello hacia una de sus tetas y después hacia la otra.
-Yo no puedo más. Yo me corro ya -, dijo Esther
-Yo también, dije yo. Su manera de frotar su sexo con el mío se habían convertido en una masturbación intensa de sus labios contra mi polla, dura. Con su maestría de movimientos me estaba a punto de correr.
Finalmente empecé a eyacular en mis pantalones. Ella había relajado un poco el movimiento y la intensidad y me agarraba con fuerza el cuello, soplaba con fuerza cerca de mis oídos y dejaba ir algún grito suave y disimulado. Estaba teniendo también su orgasmo. Los dos nos habíamos corrido a la vez. No dejé de acariciar su espalda y sus senos durante todo su orgasmo y no dejamos de besarnos excepto para respirar y sacar aire. Me corrí intensamente y empapé todo mi pantalón, como un colegial.
Nos relajamos. Los dos teníamos los pantalones empapados. Los suyos eran muy finos y yo me había derramado una importante cantidad de semen en los míos. Nos besamos, nos rehicimos y tomamos oxigeno.
No sabía cómo mirar a Natalia y a Marta. No decían nada. Se habían limitado a observar. Me cerré la camisa, Esther se ajusto toda la ropa y se puso su camiseta, sus sostenes y sus zapatos.
Natalia entonces me acercó un paquete de pañuelos de papel. Respiré mucho mejor, y me recompuse en unos segundos.
Fue entonces cuando Natalia me acercó su cigarrillo para que hiciera unas caladas y lo hizo con un guiño de su ojo. Fui feliz. Le di un beso y me volvió a guiñar el ojo.
Miré a Marta y a Esther. Me miró con ternura, con tranquilidad, me hizo una sonrisa y me dio un beso en los labios. Corto, raso. Yo miré a Natalia y le di un beso en los labios entonces ella dijo una frase que nunca olvidaré.
-Tíos, el beso se os ha ido un poco de las manos no? – Ahora vamos a divertirnos todos.
Encendió el coche y nos fuimos. La noche acababa de empezar…
Fuimos a comer algo rápido. Unos bocadillos, de pié, a un bar de la zona alta. Natalia estuvo muy pendiente y atenta conmigo. Estuvimos comentando jugadas, riendo, recordando anécdotas. Relajadamente, sin comentar la escena, pero con la escena en la cabeza los cuatro.
Cuando entrabamos al Bar de copas Natalia me dio un beso cariñoso y una palmada en el culo, y me susurró al oído… me he divertido mirando. –Yo también, le conteste yo.
En el bar estuvimos una horas sin más que destacar, lo de siempre, salíamos de lunes a viernes, un grupo de amigos y amigas, nos juntábamos máximo 10 personas y alguna vez se añadía algún acompañante o amigo de amigo. Salíamos en familia. Marta se pasó un poco con las copas, en realidad era la que menos se controlaba y algunas noches había que llevarla a casa. Aquella noche un amigo nuestro que retiraba más temprano se la llevó a eso de las 12.
Vi a Natalia con ganas de retirada. Quedábamos cinco o seis en el grupo y veía a Natalia hablar con Esther haciendo gestos para salir. Quizás para cambiar de local.
Cerca de la 1 de la madrugada se me acerco Esther y me comentó - ¿has estado cómodo en el coche, te lo has pasado bien?. No le respondí, si le pregunte.
-¿Tú lo has pasado bien?
-Ya ves, una cosa lleva a la otra. No sé que me ha pasado que me ha entrado un calentón y no he podido evitarlo. Por cierto eres un encanto besando, la verdad es que me ha sentado muy bien el achuchón. -me dijo
-A mi también. Corto, pero divertido. La verdad es que me he quedado con ganas de más –le dije yo sin cortarme.
-Pues yo también –me contestó.
Entonces pensé que había perdido una oportunidad en el coche para llegar más lejos con ella, pero no le di más vueltas. Me entro una sensación de satisfacción por lo que me había dicho y estuve contento de sus halagos.
Natalia se acerco y nos dijo, -nos vamos
Venga, lo que vosotras digáis –contesté
Fuimos hasta el coche de Natalia los tres, el resto se repartieron en otros coches. Yo pregunte a dónde íbamos y Natalia me dejo ir otra de sus frases para el álbum.
-A casa, que entre tu i la calentorra de Esther me habéis puesto fina.
No dije absolutamente nada. Me sentí bien. Pensé que sería una noche muy intensa con Natalia, pero no podía imaginar lo que se estaba cociendo. Nos abrazamos con naturalidad hasta llegar al coche.
De camino la conversación fue relajante. Compartimos un par de cigarrillos entre los tres. Hablamos suavemente de Marta y de algunos amigos más y llegamos al Parking de Natalia.
Natalia aparco el choche y al estacionar y desconectar el motor, se acerco suavemente hacia mí y me dio un beso fantástico. Natalia besaba de maravilla, con su mano en mi nuca. Nos dimos 4 o 5 besos hasta que Esther nos interrumpió.
-Eoooo. Aquí no me hagáis ningún numerito eh. Y en seguida se sonrió con un par de suaves carcajadas naturales que le salieron, bajó la cabeza y la volvió a subir ordenándose el pelo con las manos.
-Natalia también se rió y le dijo –Tranquila que el numerito no lo vamos a hacer aquí en el coche…
Subimos a casa de Natalia los tres. Entramos y dejamos todo en el recibidor. Después de ir al baño, me acomodé en el suelo, con la cabeza apoyada en el sofá. Esther se fue al baño a darse una ducha y Natalia se cambio para estar más cómoda y preparó tres copas.
Natalia me ofreció una copa y se sentó a mi lado. Brindamos y le di un beso en los labios. Sin más. El beso fue el comienzo de una larga serie de suaves besos y caricias. Nos besábamos y bebíamos como amantes sedientos de suavidad, de caricias y de besos.
Lo estábamos, yo sentía unas tremendas ganas de recorrer todo su cuerpo con mis manos y mis labios y ella también. Nos besamos durante minutos y nos acariciamos suavemente todo el cuerpo. Ya hacía rato que estaba completamente entregado al momento. Le desabotoné blusa pijama y ella me desabotono mi camisa, me acariciaba el pecho y la cintura con sus manos, el cuello. Yo acariciaba todo su cuerpo con las mías. Nos besábamos el cuello y los labios y nos morreábamos con suavidad y ternura.
Natalia era una delicia en cuanto a sexo. Tierna, suave y apasionada, nunca tenía prisa ni por empezar ni por acabar, teníamos largas sesiones de sexo. No niego que el orgasmo rápido en el coche con Esther me gustó, y mucho, sin planificar, sin esperarlo, espontaneo y fruto de un calentón mutuo, me gustó. Pero prefiero el sexo sin reloj, con preliminares, sin prisas y de menos a más: Natalia era la reina. Todo lo que podía imaginar en cuanto a sexo pasaba por ella.
En seguida le quite un pantalón corto que llevaba. No sé como lo hacía pero siempre empezábamos igual: Ella estaba completamente desnuda y yo no me había quitado todavía ni los zapatos. Ahora, con Natalia completamente desnuda a mi derecha, de rodillas, le besaba el cuello y le chupaba los pechos. Tenía unas tetas pequeñas, diminutas, con unos pezones finos, un vientre plano un cuello esbelto y un culo minúsculo. A eso me dedicaba yo a chuparle los pechos, pasar mi lengua por sus pezones, besarle y lamerle el cuello y sobarle el culo a dos manos sin dejarme absolutamente nada.
Natalia se iba dejando a medida que la sobaba mas y mas, dejaba ir su cuello hacia atrás, poniendo en primer plano sus tetas, arqueaba su espalda, en seguida le puse mi mano entre sus piernas, con toda la intención, con la punta de mis dedos le acariciaba su coño, rozando suavemente sus labios y dejando entrar la mitad de uno de mis dedos dentro de su coño, buscando su parte más sensible a la vez que acariciando su clítoris. Poco a poco notaba como se dejaba ir a mis caricias.
Completamente desnuda, de rodillas y abierta de piernas, con la cabeza bien alta, acariciaba su coño, ahora entraban dos de mis dedos completamente dentro de ella, le acariciaba con fuerza el clítoris y a la vez alternaba con fuertes caricias la parte exterior de su ano, lubricando mis dedos dentro de ella, después la acariciaba el clítoris y la entrada de su fantástico culo.
Ella respondía a mis movimientos arqueando su espalda, cada vez que mis dedos entraban en su coño, ella me acompañaba empujando para sentirlos más profundamente y cada vez que empezaba a acariciar la entrada de su culo arqueaba su espalda y me mostraba de forma evidente la entrada, a lo que yo ya introducía una parte de mi dedo índice bien lubricado dentro de su culo.
En seguida su respiración se convirtió en un ruido suave y rítmico. Natalia era una mujer a la que le gustaba dejarse hacer, la encantaban los masajes y el sexo oral y era muy habitual que se entregara completamente a los juegos de “haz conmigo lo que quieras” que tanto nos gustaba a los dos.
De repente note como una mano me acariciaba la polla por encima de mis pantalones y me besaba el cuello. No era Natalia, os lo aseguro. Me sobresalte un poco, sinceramente, miré a mi izquierda, era Esther, completamente desnuda, totalmente sin una sola pieza de ropa y con su cuerpo lleno de crema o aceite hidratante, la imagen más deseada por cualquier hombre me tenía a mí de protagonista. Natalia, la reina de los placeres sensuales y Esther el mejor cuerpo que mis ojos, y ahora también mis manos, habían conocido nunca.
Esther me había abierto el pantalón completamente y me estaba masajeando de forma soberbia con suavidad y con un tacto increíblemente suave, Natalia tenía mis dos dedos dentro de su coño y medio dedo mas dentro de su culo, se movía suavemente. Esther no perdía el tiempo la tenía a mi izquierda y sin dejar de trabajarme con sus manos, me puso sus tetas al alcance de mi boca. Yo las chupaba y lamia sus pezones, de forma suave pero ruidosa.
Natalia se estiró a mi derecha, sin dejar que mis manos parasen, se arqueó suavemente e hizo que mi dedo índice entrara completamente dentro de su culo. Con mi dedo enteramente dentro de su culo, lo movía suavemente y yo le acariciaba también, con la palma de mi mano los labios de su coño. Cuando se encontró totalmente cómoda, se introdujo mi polla entera, en su boca, sin más. Normalmente jugábamos a un juego con nuestras lenguas, pues pasábamos largos ratos de sexo oral. Esta vez no. Tenía toda mi polla dentro de su boca. Que escena!
Esther me acariciaba suavemente los huevos con una de sus manos y con la otra me apretaba mi nuca contra sus tetas y llevaba mi lengua donde quería. Por otro lado Natalia, con toda mi polla dentro de su boca, no dejaba de mover su lengua. Natalia era un 10 chupando polla, además me la chupaba única y exclusivamente por placer mutuo. Le gustaba chupar y se le notaba. Ahora Esther también se fue hacia abajo.
Respiré un momento y me senté en el borde del sofá. Natalia se vino al sofá conmigo, se puso a cuatro patas completamente abierta, arqueó su espalda y volvió a colocar suavemente mi polla dentro de su boca. Esther se quedó en el suelo, sin saber qué hacer. Entonces, Natalia le acarició suavemente el cuello y acerco su boca a mis huevos. Natalia chupaba como mejor sabia y Esther se había introducido mis dos huevos en su boca y los chupaba con mucho interés. Yo alucinaba de placer. La mejor estampa de mi vida. El placer me hizo recostarme hacia atrás, me coloqué un par de almohadas en la espalda para no perder ni un solo detalle de aquellas dos mujeres dedicadas a mí. Cómodamente podía seguir masturbando a Natalia y fallándole el culo con mi dedo, cosa que le encantaba.
A Natalia no le gustaba el sexo anal, le gustaba tener la boca, el coño y el culo colmados de atenciones. Y yo no iba a negarle ese placer.
Mientras Esther me chupaba cariñosamente los huevos, Natalia subió a morrearme y a poner sus tetas en mi boca. Entonces Esther empezó a chuparme. Dios mío! Pensé. Esther era una auténtica delicia. Natalia oyó mis gemidos y si fijo en que Esther ahora estaba dedicando su boca por completo a mi polla y a mis huevos. No tardó mucho en volver a bajar. Las dos chupaban intensamente y yo miraba con todo detalle, cada vez que Natalia se introducía mi polla en su boca me miraba a los ojos, Esther y ella competían para ver cual e las dos chupaba mejor, cuando Esther chupaba Natalia me acariciaba los huevos y el pecho, cuando Natalia chupaba Esther la miraba fijamente esperando su turno y alguna vez chupaba también mis huevos.
Esto no iba a durar mucho. Soy de corrida fácil y no iba a cambiar ahora. – Me voy a correr. Natalia entonces colocó una de sus manos en mis huevos, suavemente y la otra me masturbaba intensamente, preparándose para acompañar mi orgasmo.
Esther me acariciaba el pecho y me besaba a la vez que, de reojo miraba hacia abajo. –Me corro, dije yo. Entonces Esther, al ver que Natalia acompañaba mi orgasmo con sus manos, bajo rápidamente y se introdujo mi polla en su boca. Empecé a correrme, de forma abundante, Esther no se saco mi polla de su boca, la chupaba con su lengua y respiraba por la nariz, sin dejar escapar ni una gota. Una detrás de otra, mis explosiones de semen llenaban su boca, mi corrida era abundante, Natalia me masajeaba y Esther retenía todo el liquido en su boca, lo tragó un par de veces y no paro de chupar y de acompañar mi orgasmo con su boca. Era soberbia. La forma en que me acompañó fue fantástica, hasta que mi polla no reposó completamente no dejo de acariciarla con su lengua, a Natalia le encantaba escucharme y mientras Esther se concentraba en mi corrida subió a morrearme suavemente mientras yo emitía gemidos de placer al expulsar mi semen una y otra vez.
Mis manos reposaban, mi cuerpo completamente relajado expulsaba los últimos latidos de mi orgasmo en la boca de Esther, la cual seguía recogiendo cada gota en su boca, tragando y lamiendo cada rincón de mi entrepierna, mientras Natalia disfrutaba viendo mi cara disfrutar con los ojos cerrados y a la vez que me miraba, miraba a Esther con su fenomenal habilidad y me besaba de forma totalmente desencajada.
Las dos se sentaron a mi lado. Yo estaba completamente relajado y ellas más calientes que nunca. La verdad, la situación me superaba, yo siempre me esforzaba por dar placer a Natalia en todo lo que me pedía y en todo lo que se me ocurría, pero esta vez tenia a dos mujeres en mis manos y tenía que dar la talla.
Dadme un minuto les dije a las dos. Me levanté y me fui a la habitación de Natalia. Era una amante perfecta y me había enseñado todo sobre el sexo con juguetes. Tenía un cajón en su armario con una caja de color negro con algunas cosas que me apeteció coger.
Volví al sofá. Ambas estaban sentadas, Natalia me miraba y Esther estaba recostada en el sofá con los ojos cerrados, intentando relajarse.
Invité a Esther a acercarse más a Natalia, sus hombros ahora casi se tocaban, una al lado de la otra. Cogí una pierna de Esther y la pase por encima de la pierna de Natalia. Natalia subió su otra pierna al sofá y acercó su culo al borde del mismo, abriendo completamente sus piernas y recostando su espalda y su cabeza hacia atrás. Eso en nuestro lenguaje íntimo significaba “…ya me tienes, haz lo que te apetezca”. La tenia completamente entregada, ahora, a mis caprichos.
Abrí la caja que había colocado en el suelo, saque un trozo de tela negra fina y vendé los ojos a Esther, no dijo nada, simplemente sonrió. Ahora estaba un poco más calmada, Natalia también. Le coloqué sus manos detrás de la espalda y le di unas esposas a Natalia para que le atara las manos atrás. Esther ahora no podía ver nada ni hacer nada con sus manos.
Pobre Natalia, desde las 8 con sexo en la cabeza y nada de nada. Tenía que dedicarme a ella rápidamente para intentar calmar un poco sus deseos de orgasmo. La conocía bien y sabía que ahora no me iba a perdonar que no le dedicara mis atenciones.
Le ayudé a ponerse cómoda, abrí sus piernas y acompañé su cuerpo. Natalia se puso cómoda, -relájate, ahora vas a correrte tú- le dije. Ella contesto –si, si- y re recostó completamente hacia atrás. Cogí un gel de la caja, me embadurné ambas manos y pasé mi dedo gordo por sus labios de arriba abajo, dejando bien lubricado desde su culo hasta su clítoris. Le frote completamente el coño con una de mis manos, dejando ese gel deslizante entre sus piernas. Se acomodó aún más y abrió sus piernas aún más.
Hice lo mismo con Esther, le puse ese liquido en su coño, en sus labios y en su clítoris, con mi dedo gordo acariciaba a ambas su clítoris, a Esther le metía mis dos dedos dentro de su coño y frotaba con fuerza su punto más sensible, ella estaba completamente abandonada al tacto de mis manos en su cuerpo. No dejaba de entrar y salir de su coño con mis dos manos, ella se relamía los labios y soplaba suavemente. Natalia escuchaba a Esther y reclamaba mi atención, no se conformaba con mis manos y tomó mi cabeza y la empujo contra su entrepierna. Le encantaba el sexo oral, más que nada.
Una mano era para Esther. El resto, todo para Natalia. Le separé con mis dedos los labios abriendo completamente su coño. Pasé mi lengua mis labios y mi nariz por su clítoris. Dos dedos entrando y saliendo de su coño, en ocasiones un dedo entero, bien lubricado, entrando en su culo, entero y mi lengua presionando su clítoris y chupando la parte superior de sus labios. Sin parar, de forma continuada durante unos minutos chupaba a Natalia y masturbaba a las dos. Esther se conformaba con eso. Aunque quise darle algo más. Me separé un momento y me acercaba a Esther cuando Natalia cogió mi cabeza y se la acercó a los labios, me beso, me morreo y se acerco a mi oído y muy flojo me dijo – Ni se te ocurra follártela, disfruta y haz lo que quieras, pero hoy no te la follas.
Nunca llevo la contraria a una mujer. Mucho menos en ese momento. Entendí exactamente lo que me estaba diciendo Natalia. Sin preguntas. Cogí un enorme artilugio de plástico que Natalia guardaba en su caja. Nos había servido alguna vez para subir el tono de nuestra diversión en alguna de nuestras veladas. Me levanté un momento le cogí el cuello a Esther, deje de masturbarla y le introduje, sin más, mi polla en su boca. Chupo y chupó todo lo que sabía. Vi como a la vez que con una mano me acariciaba los huevos y me la chupaba, con la otra mano se frotaba su clítoris. Que monumento a la sexualidad era Esther.
Levanté también a Natalia, también le introduje la polla en su boca. Moví mi culo y folle su boca durante unos segundos. A Esther le cambié mi polla por aquel enorme consolador de látex, bueno, enorme comparado con mi talla, nada del otro mundo. Le puse el dildo en la boca y lo succionó. Le puse un poco del gel lubricante que habíamos utilizado y, pasando mi lengua y uno de mis dedos de forma suave por su clítoris, empecé a introducirle ese aparato completamente. Más de la mitad entró fácilmente y Esther frotaba ahora su clítoris, junto con mi lengua a la vez que con mi mano penetraba con aquel consolador. Le fui dando el ritmo necesario y Esther empezó ya a gemir de placer.
Natalia cogió de la caja otro aparato, muy pequeño, del tamaño de un dedo con una punta y con una base redonda. Le dio un poco de crema y sin que Esther lo advirtiera me dio un poco de gel en los dedos y me puso la mano en el culo de Esther. Lo entendí inmediatamente. Entre primero un dedo, la mitad. Esther acomodó su culo en el borde del sofá, cambié el dedo índice por el anular y se lo metí, entero en el culo, completamente lubricado. Después le introduje aquel pequeño aparato en el culo y me concentre en presionar su clítoris con mi lengua. Ella hacia el resto.
Natalia ahora se acomodó en el sofá y me cogió de las manos para que me recostase sobre ella, abrió sus piernas y con una de sus manos cogió mi polla y se la acerco frotando su clítoris con ella. Enseguida hizo el gesto de querer introducirla, yo la cogí de las caderas, la baje del sofá y le di la vuelta. Le separé las piernas, completamente, ella, arqueó su espalda y abrió su pequeño culo. Cogí el consolador que Esther tenia dentro, se lo retiré con una de mis manos, se metí los dedos y le frotaba su punto más sensible y con la otra mano le introduje el aparato a Natalia en su coño. Con el dedo gordo le daba movimiento y mi dedo índice busco rápidamente penetrar totalmente en su culo. Las estaba follando a las dos y las dos lo estaban disfrutando sin ninguna prisa.
Enseguida vi que Natalia arqueaba más su espalda y gemía con más fuerza. Acerque a Natalia al sofá y cogí a Esther y la estiré encima del sofá al lado de Natalia. Le quite a Natalia su consolador y lo introduje en el coño de Esther a la vez que le ajustaba los dos aparatos. Esther no decía nada, se limitaba a disfrutar y a frotar su clítoris con su mano.
Natalia me ofreció totalmente su culo. Con las rodillas apoyadas en el suelo y la cabeza recostada también en el suelo abrió completamente sus piernas y me dijo –estoy a punto de correrme. –Yo también dijo Esther. Cogí a Natalia con las dos manos en su precioso culo, le introduje mi polla, sin pensarlo y la empecé a penetrar con fuerza. Su estrecho coño hizo el resto.
Empezó a gemir con fuerza, Esther también, una de mis manos empujaba el consolador de Esther dentro de su coño con fuerza y ritmo, mi otra mano completamente abierta en la espalda de Natalia empujaba su culo contra mí. La follaba con todas mis ganas y gemía con fuerza, note como estrechaba sus piernas y giraba su culo contra mí.
Ahhhhh! Gimió con la boca cerrada, signo inequívoco de que estaba corriéndose y apretaba su culo aún más contra mí.
Esther apretó con fuerza el aparato de su culo y movía las caderas con ritmo, con el mismo ritmo que yo la penetraba y también empezó a correrse.
Vi como las dos se cogían de la mano. Con fuerza y disfrutaban de su orgasmo a la vez. Natalia con más intensidad que Esther.
-Yo me corro también –dije yo. Aquella escena no podía darme más tregua. La saqué de Natalia iba a regarle su culo con mi corrida cuando Esther dijo –Espera.
Bajo del sofá y con un movimiento ágil se sentó a mi lado y sin dejar de masturbarse suavemente, pues estaba terminando con su orgasmo, se introdujo, otra vez, toda mi polla en su boca. Intenté aguantar al máximo, disfrutando de su boca. Me regalo otra increíble mamada con sus labios y su lengua en mi polla, recorriendo cada centímetro y sin dejar de acariciar mis huevos.
No dije absolutamente nada. No abrí ni la boca. Ni tan solo un gemido. Una, dos, tres explosiones en su boca, dentro de su boca. Me estaba corriendo, los tres orgasmos encadenados el de Natalia, el de Esther y ahora el mío dentro de su boca. El final más intenso que podía desear.
Y qué final. Esther no tragó. Dejo que mi semen regara su boca y se deslizaba por la comisura de sus labios. Mi semen le caía sobre las piernas, frotó sus senos con la punta de mi polla y dejo algunas gotas en sus pezones, en su barbilla, en sus manos. Natalia me morreaba intensamente, separada de Esther y me acariciaba la nuca, yo la besaba intentando acompasar mi respiración y mi orgasmo, mis dedos en su coño acompañaban el final de su orgasmo y los besos de Natalia junto con la delicada mamada de Esther acompañaban el mío. Siguió chupando hasta la última gota, hasta que caí, completamente entregado sobre la alfombra.
Las besé, las acaricié y las abrace a las dos. Con suavidad, con ternura y con todo el cariño que en aquel momento me quedaba. Natalia me cogió de la mano y me llevo a su dormitorio. Esther se dio otra ducha y se fue a dormir. Natalia me dijo –¿Tienes sueño? Y yo le conteste –Ni hablar, hoy no dormimos.
No volvimos a hablar de ello. Estuvimos saliendo durante muchos meses, todas las noches, pero no volvió a pasar nada entre los tres. Seguí unos meses saliendo con Natalia y pasando con ella largas sesiones de amor, placer y sudor. Disfruté con ella y la amé hasta el último día que estuvimos juntos.