Una noche inolvidable 1era parte
Lo que debería ser una noche romántica con mi esposo, terminó en una cogida salvaje con unos extraños.
Mi nombre es Sara, tengo 34 años, soy originaria de Guadalajara, pero vivo en Monterrey desde hace varios años, por cuestiones del trabajo de mi esposo.
Soy mediana de estatura, 1.65mts, piel clara, buen trasero, buenas nalgas, nada espectacular pero tengo todo en su sitio.
Lo que les voy a platicar sucedio hace un par de años, en un momento en el que las cosas se habían puesto monótonas en nuestra relación, cierta noche mi
esposo me invitó a salir para reavivar la chispa de la pasión, me dijo que tomaríamos unos tragos y después iríamos a algún lugar mas "acogedor", quedamos de vernos
cuando el saliera de la fábrica,
en un bar que el conocía y frecuentaba con sus amigos, yo me vestí especialmente sexy para él, llevaba puesta una blusa blanca de botones con escote, sin brasier, una falda azul pegada, no muy corta y una tanguita de hilo dental, que seguramente se podía ver marcada en mi falda. Llegué al bar, me senté cerca de la barra, de manera que quedé enfrente del cantinero, el lugar no estaba muy concurrido por ser día martes, pero era agradable, se acerco un mesero, le pedí un trago y por su actitud coqueta, de inmediato me pude dar cuenta de que tenía "malas intenciones", me preguntó si esperaba a alguien y le contesté que sí, que a mi marid y que estaba a punto de llegar, me sirvió el trag, creí notar que al dejarlo sobre la mesa, me había arrimado un poquito el paquete, no comenté nada, pero sentí cosquillitas, apenas me lo estaba terminando, cuando el cantinero mandó un trago de cortesía a mi mesa, lo sentí muy cargado, pero gratis hasta puñaladas, jijiji, así que me lo tomé.
Al poco rato me llamó mi esposo, que iba a tardar un par de horas más, porque había unos problemas técnicos en la fabrica y necesitaban de su ayuda para resolverlos, pero que ahí me veía en cuanto saliera, mientras yo lo esperaba, el cantinero me mandó otros cuantos tragos y pues ya entrada en copas me los tomé, cada trago que me servía el mesero, sentía un poco mas cerca de mi hombro y de mi cara su paquete, cada vez mas descarado la verdad. Yo nunca le había sido infiel a mi esposo, pero me estaba gustando y además el mesero no estaba nada mal, y pues ya con varios tragos encima, yo me rempujaba un poquitín también, jejeje. En un momento que había poca gente, se acercó a platicar conmigo, se sento a un lado de mi, puso una mano sobre mi pierna, yo la retiré, pero el insistió, no se si fue por lo bebida que estaba, por las ganas que traía o por las dos cosas, pero dejé que me acariciara la pierna, poco a poco la fue subiendo hasta que llegó a mi tanguita, la hizo a un lado magistralmente y comenzó a acariciar mi depilada vagina, para ese entonces yo ya tenía algo abiertas la piernas, noté que el cantinero no dejaba de mirar la escena, lo que me excitó aún mas, así que las abrí un poco mas para dejarlo disfrutar del espectáculo, así siguió un rato más, ocasionalmente se iba a atender otra mesa y regresaba a mi lado, para ese entonces yo también metía la mano dentro de su pantalón para acariciar un pene de un generoso tamaño, perdí la noción del tiempo y cuando me di cuenta ya era la hora de cerrar, ya no había nada de clientes y nada que llegaba mi marido, me levanté bastante mareada, tomada y caliente, para disponerme a salir, pero primero quería pasar al baño, el mesero me tomó del brazo para ayudarme, me llevo al baño, me ayudó a entrar, entró junto conmigo, me bajo la falda, la tanga y me ayudo a sentarme, mientras yo orinaba se sacó el pene me lo metío en la boca le di una primera buena mamada, terminé de orinar y el se encargó de limpiarme el coño con la legua, así sin falda, sin calzones y sin pudor, pero llena de alcohol, me llevó a un lugar que parecía una bodega, porque había unas cajas de tequila, de refrescos, artículos de limpieza y una pequeña cama individual, en la cual me recostó, cerró la puerta, se acercó a mi, desabotonó mi blusa dejando mis pechos a su disposición, en un abrir y cerrar de ojos ya tenía su cara metida entre mis piernas, en ese momento yo ya no era dueña de mi misma, era una esclava del placer y de los deseos de aquel extraño, instantes después de que entramos en aquel cuartito, escuché abrirse la puerta y escuché también unos pasos, tal vez de más de una persona, intuí que era el cantinero, pero no abrí los ojos ya que justo en ese momento estaba teniendo un orgasmo en la cara de de aquel extraño, dejé que siguieran pasando las cosas, estaba yo en mi disfrute cuando sentí algo duro y caliente en mis labios, el delicioso aroma de un pene, me hizo abrir de inmediato la boca y meter aquel delicioso trozo de carne en mi boca, abrí los ojos para descubrir que no era el cantinero, era otro de los meseros, que se había unido a la fiesta, me dediqué a chupar y recorrer con mi lengua aquel gran trozo de placer, me pusieron en cuatro y el mesero que me estaba haciendo el oral, acercó su polla a mi cara, para que ahora se la chupara a el y su compañero me retacó toda la reata de un jalón en mi coñito, seguido por un mete y saca sin piedad, en eso estabamos cuando sentí un líquido caliente entre la rayita de las nalgas, volteé un poco y de reojo vi al cantinero que me estaba untando una especie de aciete de coco en el chiquito, me metio un dedo caliente, aceitoso y después dos, o rayos, eso sentía muy bien, instantes después el cantinero pasó una pierna por encima de mi espalda, se puso detrás de mi, justo entre el mesero y yo, acomodó su verga en mi bien lubricado y dilatado culo, poco a poco me lo fue metiendo, al principio solo la cabeza, para abrir bien la puerta de atras, después empezo a bombear, primero lentamente y enseguida aumentando la velocidad, al principio dolió un poco mientras me fui acostumbrando, hasta que llegó el momento en que ese dolor se volvió placer, y de tanto gozo me hacía desear que me metieran algo mas grande y mas duro, por delante y por atrás, o Dios, estaba siendo cogida por tres machos, de manera salvaje, deliciosa, yo que solo había sido mujer de mi marido y que nunca había entegado el culo, ya que a el no le gustaba (solo me había metido mis propios deditos) ahora estaba como perra en celo, con todos los agujeros llenos de verga y deseando prolongar aquel momento hasta llegar otra vez al clímax.
El primero en terminar dentro de mí, fue al que le estaba dando la mamada, su pene de unos 16 centímetros, cabezón, moreno, comenzó a palpitar cada vez mas duro, sentí unas contracciones y de pronto explotó en mi boca, su leche estaba deliciosa, justo estaba terminando de exprimirlo con mi lengua cuando el otro mesero se vino adentro de mi puchita, claramente sentí que me dejó chorreando de tanta cantidad que había expulsado, al mismo tiempo volví a sentir los espamos que me llevaron a tener un nuevo y prolongado orgasmo, ya solo quedaba el cantinero, que me tenía ensartada como su puta, y me preguntaba ¿te gusta lo que estas haciendo puta? ¿Quieres mas de esto?, yo solo me limitaba a decir que si, que me encantaba ser la perra de los tres, mientras me volvía a correr, mientras continuabamos pegados como los perros, el aroma ahí adentro era un disfrute, se podía percibir el olor de sus tres vergas, el olor de mi vagina, el olor de mis fluidos, el olor a esperma, el olor que salia de mi culo al tener ea verga entrando y saliendo mezclado con el olor del aceite de coco, el olor del sudor de los cuatro, el olor de mi aliento alcohólico, era algo increíblemente excitante, estaba disfrutando todo aqullo cuando el cantinero me tomó de la cintura, me la metió lo mas dentro que pudo, hasta las anginas la sentí, empezó a temblar y pude percibir el momento exacto en el que explotó en mi culo, sentí los chorros de leche caliente dentro de mi, me la sacó y yo le terminé de extraer el esperma con la boca, estaba deliciosa la mezcla de sabores de la crema de coco con su leche y el sabor de mi ano, al estarlo chupando me di cuenta que era la verga mas grande de las tres, de unos deliciosos 18 centímetros y bastante grueso, eso explicaba el porque me dolió un poco al principio y porque después lo disfruté tanto. Estaba borracha, cansada, cogida, escurriendo semen, pero me sentía relajada, me sentía una perra, una puta y me sentía muy satisfecha después de aquellos deliciosos orgasmos
Momentos después me quedé profundamente dormida, lo extraño sucedió al dia siguiente al espertar, ya que desperté en la cama de mi casa, Dios mío ¿como había llegado ahí? ¿quien me había llevado? ¿dónde estaba mi marido?
En un próximo relato les cuento, solo les puedo decir, que todo salió muy bien, como el lo había planeado...