Una noche especial (2)

Fue un suave y tierno beso al principio. Pero muy intenso. Nuestras bocas parecían no querer despegar, selladas por la inmensidad de nuestro deseo los besos se fueron trasformando en fuego, me tomó con sus manos el rostro y despegando un momento su boca de la mía me hizo saber que estaba loco por mí, (textuales palabras). Al oírlo y sintiendo aquellas manos acariciándome con delicadeza caí rendida a sus pies. Sin dejarlo de mirar a los ojos entrelacé mis manos a su cuello como si fuera niña pequeña me colgué de él… No fue necesario responder. Aunque creo tampoco él esperaba una respuesta. Mis brazos colgando de su cuello y mis manos acariciando su cabello fueron más evidentes que cualquier palabra que pudiera mencionar en ese momento.

Hicimos un himpas antes de ir por el postre. Su mirada está vez se detuvo en mi escote, y sabiendo que él me observaba, quise seducirlo con mi andar; me puse de pie para ir en busca de él. Con pasos firmes y sensuales me dirigí a la cocina. Estaba abriendo la heladera cuando lo siento llegar por detrás, rodeándome la cintura con sus manos me giró dejándome frente a él, sin pronunciar palabra arrimó sus labios a los míos, me estampó un beso al que correspondí. Soltando la puerta que aún sostenía con mis manos me dejé llevar, pero esta vez a diferencia de la anterior Javi pareció aflojarse, lo sentí más seguro, se afirmó a mí dejándome completamente afirmada contra la heladera.

Fue un suave y tierno beso al principio. Pero muy intenso.

Nuestras bocas parecían no querer despegar, selladas por la inmensidad de nuestro deseo los besos se fueron trasformando en fuego, me tomó con sus manos el rostro y despegando un momento su boca de la mía me hizo saber que estaba loco por mí, (textuales palabras). Al oírlo y sintiendo aquellas manos acariciándome con delicadeza caí rendida a sus pies.

Sin dejarlo de mirar a los ojos entrelacé mis manos a su cuello como si fuera niña pequeña me colgué de él

No fue necesario responder. Aunque creo tampoco él esperaba una respuesta.

Mis brazos colgando de su cuello y mis manos acariciando su cabello fueron más evidentes que cualquier palabra que pudiera mencionar en ese momento.

Estábamos tan pegados que claramente sentíamos el latido del corazón del otro.

Tanto fuego interno nos quemaba… con la humedad de nuestros besos intentábamos apagarlo, pero lo único que lográbamos era avivarlo aún un poco más.

De pronto me tomó firmemente de la cintura con ambas manos, me levantó en el aire y me llevó hasta la mesa que estaba justo detrás nuestro, me sentó sobre ella quedando de pie frente a mí. Nuevamente buscó mi boca, sus besos fueron tiernos y sabrosos, no sé cuánto tiempo habremos estado besándonos, pero fue suficiente para humedecer mi diminuta tanguita, sentí mi entrepierna tan mojada que me incomodaba. Dejó caer el brazo derecho y con un suave movimiento deslizo la mano por debajo de mi pollera rozando mis muslos, siguió avanzando con sutileza escurriendo sus dedos bajo mi tanga, de pronto dejó de escurrirse, alzó su mirada y mirándome tiernamente a los ojos esbozo una sonrisa picara y cómplice, demasiada evidencia para negar lo que me estaba pasando (me sonrojé). Sin quitar la mano de mi sexo, me volvió a besar, beso que provocó que nuestro deseo por poseernos aumentara a pasos agigantados, su bragueta se sentía estallar, mientras con su otra mano libre empujaba hacia arriba la pollera dejando mis muslos expuestos.

De pronto sus dedos cobraron vida propia intensificándolo con generosos movimientos. Como no podía ser de otra manera mi conchita reaccionó impregnando su mano con la miel de mi sexo. Abandonó las caricias que me propinaba en los muslos para introducir un dedo índice en busca de mi clítoris, se posiciono sobre él y lo empezó a frotar frenéticamente arrancándome un orgasmo increíble. Sacó la mano y lamio sus dedos mirándome con devoción a la vez que me susurraba al oído… “mmm que delicioso…”. Mi rostro denotaba la excitación que me causaba.

Comenzó a acariciarme los pechos por sobre la tela haciéndome sentir la firmeza de sus manos sobre ellos, levantó la prenda dejando ver mis senos cubiertos por el corpiño, y continuo acariciando y dibujando con su mano el contorno del mismo, el contacto de la yema de sus dedos me erotizó muchísimo produciendo un fuerte escalofrió que me recorrió cada parte de mi cuerpo.

Al verme tan excitada y alardeando de ello me preguntó si deseaba sentir su lengua en mis tetas, a lo cual asentí con un entre cortado ¡SI! Mi respuesta pareció motivarlo más porque en un ligero movimiento se deshizo de la prenda y sus manos fueron directo a ellas, las apretaba desde afuera hacia adentro queriendo juntarlas una y otra vez, cuando las juntó (como para hacer una turca) pasó su lengua entre medio del surco, subió y bajó reiteradas veces. Continuo lengüeteando la aureola hasta que decidió cambiar para posicionarse de mis erectos pezones, las primeras lamidas se sintieron como una dulce caricia en ellos, paulatinamente se fue intensificando hasta succionarlos con devoción, mi cuerpo estremecido en cada mordisqueo respondía con profundos y electrizantes jadeos.

Sin despegar su boca de mi piel fue alzando lentamente la mirada para encontrarse con mi rostro y ver mi reacción, hallándome con los ojos entrecerrados y mordiéndome el labio inferior manifestando el placer que me causaba. Fue entonces cuando abandonó los senos bajando por el torso humedeciendo todo a su paso con la punta de la lengua, se detuvo en el ombligo un instante lamiéndolo en forma circular, esto hizo que despegara por un momento la cola de la mesa, aprovechó para meter sus manos debajo para con ellas elevarme hasta su cara. Muy lentamente siguió bajando por mi pelvis propinándome pequeños besos húmedos que me hicieron estremecer por completa, (es una de las zonas más erógenas de mi cuerpo).

Nuevamente alzó su mirada y con la voz excitada murmuró: - tu olor me enloquece, no sabes cuánto deseo saborear tu sexo!!

Para cuando terminó la frase - su lengua ya estaba separando los labios de mi empapada vagina, inundando su boca por completo de mis jugos, absorbiendo todo a su paso. Luego se aferró a mi clítoris como endemoniado succionándolo hasta arrancarme incontrolables espasmos e impostergables gemidos entregándole “mi segundo orgasmo”, enbadurnando toda su cara.

No te pierdas la 3ra parte de esta calenturienta historia (en breve)