Una noche en la opera
Yo pensaba que la ópera era aburrida. No sabía lo equivocado que estaba.
UNA NOCHE EN LA ÓPERA
Hola a todos, me llamo Javi y soy un joven madrileño que trabaja como cajero en un importante banco de mi maravillosa ciudad. Me considero simpático y divertido y físicamente soy normalito, mido 1.70, tengo una constitución fuerte y soy moreno de piel, con el pelo castaño y los ojos marrones.
Me gustaría contarles una cosa que me ocurrió hace unos tres años, al principio de estar trabajando en el banco, donde tenía un jefe que me hacía la vida poco más o menos que imposible, mandándome hacer las tareas más pesadas y aburridas por lo que siempre me tocaba quedarme una o dos horas más en el trabajo.
En esa época me gustaba una amiga mía que era muy bonita, tenía carita de ángel, con unas gafas de pasta que eran muy sexys, el pelo moreno rizado y un cuerpo lleno de curvas, con unas grandes tetas y un culo espectacular a pesar de ser un poquito bajita. La chica en cuestión se llamaba Silvia y le gustaba mucho ir a exposiciones, al teatro, etc... Mientras estaba en el banco haciendo todos esos trabajos aburridos que me mandaba mi jefe me imaginaba follándomela de mil maneras distintas.
Un lunes tomando café con ella me comento que le encantaría ir algún día a la ópera, pero que no encontraba nadie que quisiera ir con ella. Esta es mi oportunidad, pensé yo, y me ofrecí a ir con ella el siguiente fin de semana (aunque a mí la ópera me parece un soberano coñazo). Silvia aceptó encantada y quedamos para ir el sábado.
Esa semana se me paso muy lentamente, no hacia mas que imaginármela en ropa interior, mientras me la chupaba y me miraba a los ojos a través de esas gafas que tan sexys me parecían. Lo peor es que mi jefe me encargó muchísima tarea y estuve toda la semana liadísimo, haciéndole encargos y tareas que en realidad eran suyas, pero en fin, esperaba resarcirme el sábado.
Y llegó el esperado sábado, me puse un traje gris de buen corte que tengo con una camisa negra con rayas azul oscuro que me quedaba muy bien. A la ópera hay que ir elegante, además quería causar una buena impresión a Silvia. Me pase a buscarla a su casa y cuando bajo me quede alucinado, iba con unos pantalones negro muy ajustados que hacían que su espectacular culo resultara aún más increíble, además llevaba una blusa roja con escote y una chaqueta negra que realzaba el canalillo de sus tetas que también se veían magníficas.
Fuimos dando un paseo hasta la ópera, mientras yo intentaba sacar algún tema de conversación que fuera algo picante y sexy, pero ella siempre se salía por la tangente, mal empezábamos, pues. Ella sólo hablaba de la actuación que íbamos a ver y de lo guapos que eran los tenores.
Me pase todo el camino intentando cogerla de la cintura pero ella no se dejaba y continuaba hablando de cosas que a mí no me interesaban lo más mínimo, que si la ópera, que si tal exposición, que si... Un rollo vamos, ya pensaba que la noche iba a ser un fracaso cuando llegamos a la entrada del teatro, donde había mucha gente esperando para entrar.
Mis ojos se fijaron entonces en una chica que parecía estar esperando a alguien, un poco apartada de la puerta del teatro. Era realmente espectacular, llevaba una minifalda negra, muy ajustada, tanto que se le notaba la marca del tanga que llevaba debajo. Era bastante alta y tenía unas piernas larguísimas, con unos muslos muy bien torneados y de un tono moreno muy sugerente, su cara era muy bonita, ojos verdes achinados y pelo moreno corto, con un cuello largo y sugerente. Llevaba también una elegante camisa, de color azul de la que sólo llevaba abrochados dos botones. Como yo estaba subido en unos escalones que daban a la entrada del teatro y ella estaba en la acera puede dar un buen vistazo a su escote, donde se adivinaba un sujetador rojo que tapaba como podía unas preciosas tetas. En esas estaba cuando la chica se dio la vuelta y me vio mirándola con todo el descaro del mundo el escote. Yo no sabía donde meterme, pero la chica me miró a los ojos y me sonrió, para después mandarme un beso. Me quede de piedra pero en ese momento Silvia me cogió del brazo y me metió en el teatro mientras seguía parloteando sobre música clásica y tal.
Nos sentamos y cuando empezó la ópera intente coger la mano de Silvia, pero ella no se dejaba, y no me dejaba comentarle nada ya que estaba totalmente extasiado con la obra, que dicho sea de paso, a mí me parecía un muermo terrible. Tanto es así que a la media hora salí del patio de butacas para buscar el bar del teatro y tomarme una copa, creo que Silvia ni se entero de que me fui.
Después de mucho dar vueltas pude localizar el bar y pedir un cacique con cola. Mientras me lo bebía tranquilamente apoyado en la barra y pensando que esta noche no iba a poder triunfar con Silvia, apareció la chica de la entrada. Genial, pensé yo, por lo menos podré alegrarme la vista. Se acercó a la barra, en la que sólo estaba yo y pidió una ginebra con tónica, y al dar el primer sorbo, levanto la vista y clavó sus ojos en los míos. Dios, era preciosa. Entonces se acercó a mí y me preguntó que como me llamaba y como es que no estaba viendo el espectáculo. Le dije mi nombre y le comente que a mí realmente no me gustaba la ópera, que había venido con una amiga (intente dejar muy claro por el tono de voz que era sólo una amiga). Ella me contestó que se llamaba Isabela (que nombre más sexy pensé) y que había venido con su marido, pero que estaba enfadada con él por haberla hecho esperar y por que realmente a ella tampoco le gustaba la ópera.
Entonces los dos nos reímos a la vez, tenía una risa preciosa y nos pusimos a hablar de muchas cosas, mientras nos íbamos acercando cada vez más. Yo sentía el calor que emanaba de su cuerpo y veía como sus pezones se le marcaban duros debajo de su camisa, parecían tan duros como se me estaba empezando a poner mi polla.
Decidí arriesgarme y mientras la cogía de la cintura le pregunte que que tal le iba con su marido. En vez de darme un bofetón (como yo temía que hiciera) se acerco más a mí y me dijo al oído que su marido era cincuentón que no la satisfacía en la cama y que sólo estaba con él por el dinero. "Seguro que con esto disfrutaría más", me dijo mientras me tocaba el paquete y me mordisqueaba el lóbulo de la oreja.
Acto seguido me cogió de la mano y me dirigió hacia los baños del teatro. Fuimos al de hombres, que era inmenso y muy adornado. Nos metimos en uno de los cuartitos, que eran bastante amplios y me sentó en la taza del water para luego sentarse encima mío y darme un gran beso húmedo en la boca.
Yo recorría con mi lengua su boca mientras le levantaba la falda para poder manosearle a gusto el culo. Era increíble, nuestras lenguas jugaban la una con la otras mientras mis manos tocaban su duro culo y las suyas me revolvían el pelo.
Isabela se levanto para quitarse el tanga negro que llevaba y subirse la falda hasta la cintura y quitarse la camisa. Luego se quitó el sujetador rojo de encaje que llevaba y empezó a masajear sus tetas. Eran grandes, redondas y muy duras con unos pezones erguidos que tenían una pinta alucinante.
Pasó entonces a arrodillarse y bajarme como pudo mis pantalones y mis slip para liberar mi verga, que estaba ya grande y dura. Cuando la vio dijo que le parecía preciosa y que era muy gordota. Entonces se la metió en la boca y empezó a chupármela, lentamente, mientras me sobaba los huevos. Si se cansaba de chuparla la aprisionaba entre sus gordas tetas y me la meneaba entre ellas, para luego pasar su lengua desde la base de mi polla hasta la punta del capullo, donde me daba besitos para volver a metérsela toda en la boca. Le dije que me iba a correr y ella se la sacó de la boca y me la meneó como una loca hasta que me vine en su cara, lo que ella aprovechó para relamer toda mi leche. Era una imagen superexcitante.
Pasó entonces a sentarse otra vez encima de mi, me quitó la chaqueta y me fue desabrochando la camisa mientras me daba besitos por el pecho y el cuello. A la vez movía su chochito sobre mi polla que se iba poniendo otra vez dura. "Quiero que me folles" dijo, con lo que mi verga se acabo de poner dura del todo, lo que ella aprovecho para cogerla y guiarla hasta dentro de su coño. Se levanto un poquito, apoyo mi capullo a la entrada de su cueva y se dejo caer, clavándosela toda de un golpe y dando un grito (menos mal que todavía estaba la actuación y no había nadie en el baño).
Se pusó a botar sobre mi polla, como una loca, mientras me miraba a los ojos y me arañaba el pecho. Era increíble. Aproveche para chupar sus tetas, eran deliciosas, muy duras y sabrosísimas, le mordí los pezones mientras ellas no para de pedir "mas, mas, mas". Apretaba mi polla con los músculos de su vagina, moviéndose en círculos y matándome de gusto.
La cogí de las caderas para poder marcar yo el ritmo, estábamos sudando y jadeando, ella no paraba de decir "la siento toda, dame más, eres genial". Mi boca recorría sus pechos mientras mi polla entraba y salía de su coño una y mil veces.
Metí un dedo en su culo aprovechando una de las veces que ella bajaba para clavarse mi polla hasta lo más hondo. Soltó un grito, para después comerme la boca en un beso apasionado y salvaje. "Me gusta Javi, párteme, hazme tuya", me susurraba al oído mientras yo movía mi dedo dentro de su culo en un ritmo alternativo al de mi polla en su coño.
"Quiero sentir tu polla en mi culo" me dijo mientras se levanta y se ponía de espaldas a mi. Acercó su culo a mi cara, y yo pase la lengua desde su coño hasta su ano, de arriba abajo y de abajo arriba, mientras ellas gemía de gusto. Le metí dos dedos en el culo y le eche un poco de saliva. Cuando estuvo bien lubricado, la cogí de las caderas y puse mi polla a la entrada de su culo, donde la fui sentando, de espaldas a mí, poco a poco.
Ella resoplaba y me dedique a acariciar su clítoris mientras se empalaba con mi gorda polla. Al final se sentó sobre mí con toda mi verga en su culo y empezó a subir y bajar, mientras mis manos se ocupaban de sus pezones, de meter dos deditos en su coño. No paraba de gemir, de gritar, de decir "me llenas toda, es genial, sigue cariño".
Yo estaba a mil, lamía su espalda y mordía su cuello mientras sentía como su culo apretaba mi polla. Mis dedos exploraban el interior de su coño. No podía más iba a correrme.
Ella lo noto y empezó a moverse más y más deprisa, hasta que se corrió gritando mi nombre mientras mi leche le inundaba el culo. Fue genial, uno de los mejores polvos de mi vida.
Mientras nos arreglábamos para volver a la sala, me dio una tarjeta con su número de teléfono, por si quería llamarla para repetir otra vez. Genial.
Volví a mi asiento, con la ropa un poco arrugada, justo para ver el cuarto de hora final de la ópera y mirar como Silvia aplaudía extasiada el final de la obra.
Mientras salíamos me dijo que estaba un poco cansada y que si no me importaba que nos fuéramos a casa. Mejor pensé yo, además seguro que yo estoy mucho más cansado.
Cuando estábamos en la calle, enfrente del teatro esperando un taxi par ir casa, noté que tocaban la espalda. Al darme la vuelta vi al gilipollas de mi jefe (joder, no me libro de él ni los fines de semana, pensé). El muy patán quería saludarme y presentarme a su mujer, que estaba un poco apartada, de espaldas a nosotros. La llamó y.... resultó ser Isabela, que me sonrió de un modo muy pícaro mientras mi jefe me presentaba y me daba dos besitos en la mejilla, lo que aprovecho para decirme al oído, sin que nadie lo notara, que todavía sentía mi polla en su interior.
Yo me quede un poco cortado, pero pensé, "bueno, si este me jode a mi en el trabajo al menos yo podré joder a su mujer en la cama". Me estuve viendo con Isela durante dos años, pasados los cuales se divorcio de mi jefe, dejándole sin blanca. Lo malo es que se fue a vivir a su país (era mexicana), y no la volví a ver, pero guardo muy buenos recuerdos de nuestras sesiones de sexo salvaje y de los grandes cuernos que le pusimos al cretino de su marido.