Una noche en la gran manzana
En mi continuo aprendizaje, de la mano de mi marido, os cuento brevemente mi primer contacto con varios chicos a la vez. Con un poquito de todo, como siempre....espero que os guste.
Buenas a todos, espero y deseo que esteis tod@s bien.
Hace algún tiempo ya, llevábamos unos cuantos meses viviendo en New York. Karlo, que es buen conocedor de la ciudad, me explico que en un Roof Top de moda en Manhattan, los jueves por la noche se había convertido en una especie de club de intercambio. Como era en un hotel, la gente se concía en el Bar, y luego se quedaban a montárselo en una habitación del mismo Hotel.
Situado entre la 6a y 7a avenida, en la calle 28, el Roof Top esta cubierto, asi que puedes ir a tomar una copa durante todo el año.
Por aquellos tiempos, mi marido y yo, junto con Mireia, nos solíamos juntar con un grupo de gente, relativamente “cerrado”. Quedábamos siempre o casi siempre en la misma casa, la del organizador, y allí hacíamos auténticas orgías.
Pero como sabéis bien, mi marido es de los que piensan que en la “variedad está el gusto”, y teníamos claro, los dos, que por lo menos teniamos que intentarlo.
Nos vestimos bien guapos para la ocasión. Hacía buen tiempo en la ciudad, así que me podía permitir ir vestida bien cortita y sexy.
Al llegar al club, una chica guapísima nos acompaño hasta el ascensor, y una vez arriba, un chico negro, guapísimo también, nos acompaño a nuestra mesa.
Como los dos habíamos cenado en un restaurante cercano que se llama Feroce (os lo recomiendo totalmente), nos pedimos unas copas para entrar en situación.
El bar o club, no se bien como llamarle, estaba bastante lleno. Eran las once de la noche más o menos. Fijándonos bien en el tema, vimos que efectivamente había algo de movimiento de gente que se cambiaba de mesa, e incluso se iban juntos hacía el ascensor.
Llegados a ese punto, nunca sabemos bien como actuar. Esperamos un buen rato, muchas miradas (he de reconocer que sobretodo yo, me sentía muy observada).
Se nos acercó una pareja, que declinamos, pues el hombre tenía como setenta años, y la chica no debía llegar a veinticinco...y en este plan, hasta bien pasadas las doce de la noche.
Mi marido no le perdía ojo a un grupo de tios que estaban en una esquina del club, muy alejados de nosotros.
-dame cinco minutos, ahora vuelvo-me dijo a la vez que se levantaba y se iba, dejándome sola en la mesa.
Karlo fue disparado hacía el grupo de chicos, con su copa en la mano. Se presentó, le dió la mano a dos de ellos, conversaron unos minutos, y de repente, todos se giraron para mirarme.
Mientras ellos, se esforzaban por mirar que tal era yo, Karlo volvió a la mesa.
-he invitado a estos chicos a tomar una copa en nuestra mesa.
Justo al momento se levantaron y vinieron hacía nosotros. Eran cuatro chicos, que debían rondar los treinta. Tenian más estilo que guapura, pero en general no estaban mal. Yo estaba echa un lio, pués no tenía claro que papel jugaría mi marido en ese hipotético encuentro. Y sólo de pensar en que los cinco estuviesen pendientes de mi, me ponía nerviosa. Nunca había estado con tantos hombres a la vez, para mi sola.
-estas seguro de esto?-le pregunté a mi marido en catalán, mientras la camarera nos tomaba nota de una ronda de copas.
-completamente, somos muchos pero estás conmigo, tranquila.
Tranquila lo que es tranquila, no lo estaba mucho, una mezcla de miedo y excitación corrían por mi cuerpo a partes iguales.
Karlo llamó a la chica que nos había acompañado hasta el ascensor, y delante de todos, le dijo que nos prepararan un habitación. Pasados cinco minutos, una camarera se le acercó, con un datáfono y unas llaves en forma de tarjeta.
-os gustaría tomaros una copa con nosotros en nuestra habitación?-les preguntó a los nuevos amigos.
Uno de ellos preguntó si era una broma, mirándome a mi a la cara. Mi marido, se giro, y me miró, como esperando mi respuesta. Dudé unos segundos, y al final me decidí a contestarles con un sensual cruce de piernas.
-bien, por nostros encantados-contestó otro de los chicos.
Nos levantámos los seis. Uno de ellos se encargó de la cuenta, y nos fuimos al ascensor.
Bajámos en la planta número quince.
Entrámos en la habitación, nos habían preparado una bandeja con copas y un par de botellas de Proseco. Abrímos y brindamos.
Mi marido me cogió de la mano, y me puso en medio del cuarto. Había un par de chicos sentados en la cama, uno en el sillón, y el otro de pie al lado mi marido.
Para ser justa, y explicar las cosas bien, la verdad es que se trataba de gente muy educada. En todo momento se comportaron respetuosamente conmigo, y tratando siempre, de que me sintiera cómoda. Quizás la preséncia de mi marido ayudo a que fuese así.
Karlo, me desabrocho el vestido, que con un par de corchetes sueltos, cayó al suelo. Me quedé con el tanga y el sujetador puesto, al menos durante unos segundos.
El chico que estaba de pié, por detrás mio me lo desabrochó y lo dejó caer al suelo también. Como el chico me empezó a tocar los pechos, abrazándome por detrás, pase mi mano por su paquete. Se adivinaba una polla bien dura.
Otro de los chicos se me acercó, y empezó a besar mis pechos, mordiendo ligeramente mis pezones, que reaccionaban rapidamente poniéndose muy duros. Ni corto ni perezoso, hundió su mano en mi entrepierna, y con sus dedos empezó a masturbarme el clitoris. Mi piel se puso rapidamente de gallina.
En un abrir y cerrar de ojos, estaba rodeada por cuatro chicos. Ocho manos sobando mi cuerpo por todas partes. Me sentia extasiada y super caliente.
Me moví con delicadeza, hasta sentarme en la cama. Uno de ellos, el más rápido, se desabrochó la bragueta, y dejando caer sus pantalones, me acercó su duro pene.
Lo cogí por la base y me lo llevé a la boca. Empecé a lamerla con ganas. En un momento que paré para coger aire, pude ver que hacían cola los otros tres esperando su turno.
Karlo, miraba atento, sentado en una butaca.
Mis amigos me invitaron a cambiar de posición, ayudándome a ponerme a cuatro patas, en un extremo de la cama. Uno de ellos me penetró rapidamente, y cogiéndome por las caderas empezó a empujarme fuerte. Otro de sus amigos, se sentó delante mio para que siguiera chupando su polla.
Uno de ellos no dejaba de tocarme las tetas y el culo, como si le fuese la vida en ello. Los gemidos de los cuatro, eran constantes.
El chico que me penetraba se tomo un descanso, aún sin correrse. Uno de sus amigos ocupó su lugar rapidamente.
-su culo no se toca-dijo mi marido en voz alta, al observar que el chico que me sobaba todo el cuerpo, me empezaba a meter un dedo por el culete.
Los chicos le hicieron caso, muy a mi pesar (la doble penetración me encanta, pero respeto las decisiones de mi pareja).
Me tumbé boca arriba, y otro de los chicos, me levantó las piernas y continuó follándome. Otros dos, me daban lijeros golpes en la cara, llamando mi atención....pero como solo tengo una boca, lo tenía que hacer por turnos...
Sin dejar de gemir, y disfrutando de lo lindo, alcancé a ver a Karlo, sentado en la butaca, masturbándose. Le pone a mil verme entre muchos tios, lo sé.....
Me tomé un respiro de unos segundos, puede que algún minuto, notaba que me faltaba aire. Aquellos chicos llevaban un buen rato usándome a su antojo, y aún no se había corrido nadie. Bueno, a parte de mi.
Los chicos me esperaban, con sus penes entre las manos, ansiosos. Decidí ponerme “fuerte”, y empezar a recojer mis frutos....estaba sedienta.
Giré mi cabeza y le hice un guiño a Karlo, que entendió perfectamente.
Me levanté de la cama, y cogiendo al que tenía más cerca, le puse un preservativo con la boca, y le pedí que se tumbara. Me senté encima suyo, de espaldas a él, y empecé a moverme arriba y abajo. No tardó mucho en correrse.
Se moverme, os lo aseguro.
Karlo se levantó, y le cogió el preservativo al chico, que se quedo asombrado.
Me tumbé boca arriba en la cama, y Karlo derramó el semen del preservativo. Empecé a repartirlo por mi cuerpo. Uno de los chicos se tumbó en la cama, y me empezó a follar duro. Cuando iba a correrse, se quitó el preservativo, y se corrió encima de mis pechos. Continué repartiendo mi premio por mi cuerpo. A ellos les volvía locos.
Estaba pegajosa perdida. Giré la cabeza, y vi a Karlo chupándo la polla de uno de ellos. El chico le agarraba la cabeza, y se la metía hasta la garganta. Cuando quise mirar un poquito más, otro de ellos, me estaba levantando las piernas, para follarme de nuevo. Me olvidé de mi marido, y continué con mi misión.
Ayudándome con mis manos, mi boca, y mi entrepierna, y bueno, el culito de mi marido también tuvo algo que ver, en poco rato, los tres chicos, más o menos a la vez, se corrieron encima mio.
Esta vez, ayudada por Karlo, me repartí el semen por todo el pecho y la barriga. Me sentía completamente embadurnada de leche, y la verdad es que la sensación me encantaba.
Mi marido, se acercó a mi. Faltaba su corrida. Él si uso mi culo, y ante la atenta mirada de nuestros cuatro amigos, me lo folló de lo lindo, hasta que me dio su leche....que para deléite de los mirones, tragué con mucho gusto.
Karlo y yo, caímos rendidos en la cama. Los cuatro chicos, educadamente, se despidieron y se fueron.
Nos revolcamos un buen rato por la cama. Juntando nuestros cuerpos, que se quedaban pegados por culpa de lo embadurnada que estaba yo.
Después de la ducha, un Uber y para casita....