Una noche en la disco Hysteria(doble penetración)

Los tres miramos al espejo y vimos la escena más morbosa y deliciosa que jamás hubiéramos visto: Yo, Valeria empalada por dos vergas, Eduardo debajo de mí estrujando mis senos a la vez que se empujaba hacia arriba, mis manos apoyadas en su pecho y Antonio aferrado a mis caderas...

Segunda parte

Antonio, Eduardo y yo regresamos a nuestras respectivas mesas. Sentía mi ano adormecido y un ligero dolor al caminar. En mi boca llevaba el sabor del esperma de Antonio. Ambos tenían un semblante de cansancio y relajación. Yo iba enmedio de ellos y Eduardo me llevaba tomada de la cintura. A lo lejos pude ver que Vanessa conversaba con otro tipo.

-Espero que mi amiga no esté molesta conmigo-Dije en voz alta.

-No lo creo-Respondió Antonio-La verdad apenas tardamos 25 minutos allá atrás.-Añadió mirando su reloj.

-¡Hola Nena!-Me dijo Vanessa cuando llegamos a la mesa.-¿Cómo te atendieron ambos chicos?¿Obtuviste lo que buscabas?-Me guiñó un ojo a la vez que me sonreía.

-Pues francamente, ¡sí!-Dije emocionada-¡Los chicos se portaron estupendo!-Añadí mientras me acomodaba en la silla ayudada por Eduardo.

-Valeria, recuerda nuestra propuesta, cuando se vayan a retirar tú y Vanessa avísanos por favor, nosotros las llevamos.-Dijo Antonio mientras se alejaban a sus respectivas mesas.

-¿Propuesta?, ¿qué propuesta te hicieron amiga?-Inquirió Vanessa acercándose lo más que pudo para escuchar mis respuesta.

-Quieren hacerme la doble penetración-Dije sin meditarlo siquiera.

Vanessa abrió los ojos con sorpresa y preguntó:

-¿Cómo dices? ¿Doble penetración? Amiga, me sorprende tal propuesta. ¿Ellos te la hicieron o es idea tuya?-

-¿Cómo crees? ¡Por supuesto que es idea de ellos! Y la verdad, no suena tan mal-Dije suspirando excitada.

-¿Y tú qué les respondiste?-Vanessa se notaba también excitada.

-Les dije que por supuesto, que me gustaría. Y esa es la verdad-Dije guiñándole un ojo.

-¡Caramba amiga!Pues, espero que no salgas lastimada. ¿Cuándo lo harán?-Preguntó entusiasmada.

-Espero que hoy mismo. Me pidieron que les avise cuando queramos retirarnos, que ellos nos llevarán.-

-Pero, ya quedamos con el taxista, el va a regresar por nosotras en cuanto lo llamemos-

-En eso pensaba, en cómo solucionar ese problemita-

Y así nos quedamos deliberando lo que haríamos a la vez que solicitábamos unas bebidas más.

Afortunadamente la habitación estaba alfombrada. Habíamos corrido las cortinas y la luz artificial de la habitación era tenue. Ambos se encontraban desnudos y de pie, yo me encontraba sentada sobre mis piernas enmedio de ellos. Solo me había quitado el leggin y el blusón. Permanecía maquillada y muy bien peinada; mis senos se veían redondos y firmes ayudados por los postizos y el brassier. La tanga se incrustaba entre mis nalgas con más fuerza por la posición en que estaba sentada. Hasta mi culo se veía más grande y redondo según palabras de ellos. El liguero, las medias y las zapatillas también permanecían en su lugar.

Mientras ellos acariciaban y jalaban sus penes yo miraba a uno y a otro miembro: ambos tenían las mismas dimensiones, eran un poco curvos, delgados y con un tamaño aproximado a los 15 cms., tal vez un poco más. Se acercaron a mí y sin esperar invitación deje que fuera Eduardo el primero que metiera su pene entre mis labios, lo mamé vigorosamente succionando todo el tronco.

-¡Muy bien putita, sabes lo que me gusta, así, así, putita, trágate mi verga!-

Antonio acercó su pene a mi mejilla y comenzó a restregarlo sobre la misma. Solté el pene de Eduardo y dirigí mi atención al miembro de Antonio. Lo engullí avidamente y también lo succioné con fuerza. Alcé una mano y tomé el pene de Eduardo comenzando a masturbarlo.

-¿Te imaginas putita?¡En unos momentos más tendrás ambas vergas en el culo!-Dijo Antonio. Escuchar eso provocó en mí una excitación inmensa, gemí placenteramente mientras metía y sacaba el miembro con más rapidez. Volví de nuevo al pene de Eduardo y me estuve alternando en uno y otro hasta que Antonio propuso:

-¡Ya amigo!No vaya a ser que alguno de los dos termine eyaculando en la boca de esta puta.-

-¡Ya, ya mamacita!¡Te vamos a coger el culo!-

Los dos se retiraron y Eduardo se subió a la cama. No se hizo muy atrás, sus piernas alcanzaban a tocar el suelo. Antonio me ayudó a incorporarme a la vez que me decía:

-¡Putita, te vamos a coger el culo! pero coloca un condón en nuestros penes, eso hará más facil la panetración.-

Me acercó un paquete con tres condones y después que lo abrí extrajé uno y me dirigí hacia la cama. El pene de Eduardo palpitaba y de la punta comenzaba a resbalar una porción de sus líquidos. Sin que ambos lo esperaran me abalancé a comer esa rica sustancia. Le dí unas mamadas más y entonces me dispuse a colocar el condón.

Los tres respirábamos agitadamente. Al fin terminé de colocar el condón y Eduardo me extendió los brazos para que me colocara sobre él. Cuando lo hice mis nalgas descansaron sobre su vientre. Me incliné y deposité un beso en sus labios. Antonio me jaló de las caderas para que mi culo quedara un poco más salido de la cama.

-¡Ay mmmmmmmmmm ay! ¡mmmmmmmm aaaaaaayyyyy!-Gemí.

Antonio azotaba mis nalgas alternadamente. Eduardo me aprisionó con sus brazos impidiendo que me incorporara. Era cómplice en el castigo que me estaban dando.

-mmmmmmmmmm ¡si papi, me encanta que me azotes, mi culo es de ustedes!-El castigo había cesado y ahora mis nalgas recibían besos y caricias. Antonio se había acuclillado detrás de mí y consentía mi culo con fiereza.

Pasado un rato escuché que abría un frasco pequeño que contenía lubricante anal. Retiró mi tanga y derramó una porción en los dedos de su otra mano, enseguida me penetró sin dificultad con dos de ellos. Los giraba dentro de mí haciendo que el lubricante se esparciera en el conducto.

-¡Ya putita!¡Ensártate en mi verga!-Suplicó Eduardo.-¡Ya amigo, deja que esta puta se tragué mi verga con su culo!-

Me liberó de su abrazo y yo me incorporé volteando hacia atrás para ubicar su miembro. Lo tomé y desplazándome hacia atrás lo apunté sobre mi ano. Me deje caer un poco y la punta del miembro traspaso sin problema la entrada del mismo. Volteeé de nuevo hacia el frente y coloqué mis manos sobre su pecho. El puso sus manos en mis caderas y fue controlando la penetración empujándome poco a poco.

-¡Mamacita, qué rico culo tienes, me comes la verga muy rico!-Dijo Eduardo. Todo el miembro se encontraba dentro de mí. Comenzamos un movimiento acompasado, lento, suave; yo no sentía ninguna molestia, todo lo contrario, el miembro resbalaba deliciosamente.

Antonio se subió a la cama, abrió las piernas por encima de Eduardo y quedó frente a mí. Su pene quedó a la altura de mi boca y sin dudarlo la abrí para engullirlo por completo. Eduardo se impulsaba con las piernas hacia arriba, yo me impulsaba hacia atrás y Antonio se empujaba hacia el frente.

-¡Qué rica puta nos encontramos! ¿no amigo?-Dijo Antonio.

-mmmmmmmmmm mmmmmmmmmm mmmmmmm-Gemía yo.

-¡Si amigo, por supuesto, escucha cómo gime la muy puta, con dos vergas dentro de ella-Repuso Eduardo.

Antonio me tomó de la nuca y me atrajo con fuerza haciendo que su pene tocara mi garganta. Moví la lengua acariciando el tronco.- aaaaaaaaaaahhhhhhhhhh ¡qué rico lo haces putita!-

Eduardo puso ambas manos en mis nalgas y empujó con más fuerza sus caderas. Los tres estábamos acompasados en nuestros movimientos. Pude observar la escena gracias a los espejos de la habitación. Yo siendo poseída por dos hombres. La fantasía de muchas nenas como nosotras.

Antonio se acercaba peligrosamente a la eyaculación, sus gemidos eran cada vez más fuertes así que decidí detener los movimientos de mi boca en su pene. Me soltó la nuca y se hizo hacia atrás de un salto. Su pene palpitaba chorreante de mi saliva. Eduardo, que mantenía sus movimientos, se detuvo también en cuanto vió que Antonio se apartaba de mí.

-¿Listo amigo?¿Ya disfrutaste la mamada de Valeria?¡Vamos a penetrarla entre los dos!¿Verdad que quieres eso putita?¡Tener dos vergas en el culo!-Al decir esto Eduardo azotó mis nalgas.

-¡Sí papitos, sí, quiero sus vergas dentro de mí!-Respondí suplicante.

Eduardo se apoyó en sus codos para incorporarse un poco, Antonio se apresuró a alcanzarle las dos almohadas de la cama y se las colocó bajo la espalda. Eduardo quedó levantado de la cama formando un ángulo. Eso le permitió tomar de manera completa mis nalgas.

En los espejos me miré con la espalda curveada y el culo más levantado de lo normal, mis brazos estaban flexionados sobre su pecho.

Antonio tomó de nuevo el frasco del lubricante y se acercó a mí por detrás; abrió el frasco y vació una pequeña cantidad directamente sobre mi ano invadido aún por la verga de Eduardo.

-¡No te muevas putita!¡Tú disfruta!-Y enseguida colocó un dedo entre pene y paredes del ano. Entonces empujó.

-aaaaaaaayyyyyyy mmmmmmmmmmmm ¡papi!¡qué rico siento papi!-

Eduardo gimió y abrió un poco más mis nalgas. Antonio empujó de nuevo y exclamó:

-¡Bien putita, vas bien, ya tienes un dedo adentro y te gusta, ¿verdad?-

-¡Aaaaaaaaaaaahhhhh siiiiiiii, siiiiiiiiiiiii, me encanta!-Eduardo estrujó mis nalgas.

Antonio comenzó a girar su dentro dentro de mi ano, yo sentía una ligera cosquilla a la entrada del mismo y Eduardo gimió diciendo:

-¡Amigo, al tiempo que le estás dándo placer a Valeria, me lo das también a mí. También siento tu dedo!-

Antonio se apresuró a meter un segundo dedo. El lubricante estaba ayudando mucho ya que yo solo sentía la presión en la entrada de mi ano sin sentir molestia alguna.

Antonio comenzó el mete y saca de sus dedos. Eduardo se mantenía quieto disfrutando la caricia sobre su pene.

-¡Putita, un dedo más y después será mi verga la que ocupe ese lugar!-Dijo Antonio metiendo ese tercer dedo.

Por el espejo Eduardo y yo disfrutábamos la visión. El pene de Antonio se veía aún más erecto que al principio. Mi culo levantado y abierto por las manos de Eduardo.

-¡Voy putita!¡Ya no soporto más, te voy a meter la verga en ese culo hambriento que tienes!-

-¡Sí papi, ya te quiero también dentro de mí, este culo es de ustedes!-

Antonio sacó los dedos lentamente, tomó de nuevo el frasco y vació otra pequeña cantidad del lubricante. Tomó otro de los condones y se lo colocó rapidamente. Mi respiración comenzó a agitarse todavía más, mi corazón latía con fuerza. Eduardo movió su cuerpo acomodándose y a la espera de que Antonio se acercara. Miré hacia el espejo y ví como Antonio se acomodaba detrás de mí.

-¡mmmmmmmmmmm papi, papi, mmmmmmmmm qué rica verga tienes papi!-Exclamé para animarlo.

Antonio tomó su pene con una mano y lo colocó a la entrada de mi ano. Empujó un poco, sentí su miembro resbalar hacia un lado. Con la otra mano metió un poco su pulgar y acomodó de nuevo su miembro. Empujó nuevamente y esta vez la punta de su miembro logró penetrarme un poco.

-¡Aaaaaaahhhhhh!¡Papi, ya siento tu verga!-

Eduardo soltó mis nalgas para dejar todo el control en Antonio, éste retiró el dedo y empujó nuevamente, esta vez sentí que toda la punta logró traspasarme. Relajé mi esfinter y otra porción más logró introducirse después de un nuevo empujón.

-¡Amigo, ya siento tu miembro sobre el mío!¡Estamos dentro de esta putita!-Dijo Eduardo al tiempo que me aprisionaba nuevamente con sus brazos.

Antonio mantenía agarrado su miembro y volvió a empujar, esta vez con un poco más de fuerza, quitó su mano y entonces el miembro se abrió paso penetrando casi por completo.

-¡Ahhhhhhhhhhhhhhhh!¡mmmmmmmmmmmmmmmm!-

-¡Aaaaaaaaggghhhhhhhhhh-

Eduardo y yo gemimos a coro.

¡Ya putita!¡ya, con lo que tienes dentro basta!¡Mira nadamás cómo te tenemos empalada putita!-Dijo Antonio mientras me tomaba de las caderas.

Sin esperarlo siquiera Antonio comenzó el movimiento de mete y saca provocando que Eduardo y yo gimieramos por el placer inmenso que sentíamos. Mi ano estaba muy abierto y un poco adormecido. Eduardo me apretaba contra su pecho. El diría después que la sensación era de lo más rico que había sentido en su vida, que en determinado momento ambos miembros se sentían calientes por la fricción con los condones.

El pene de Antonio se abría paso sin problemas a lo largo de todo mi conducto. Le pidió a Eduardo que me soltará y puso sus manos en mis hombros jalándome con fiereza. Sus muslos chocaban contra mis nalgas.

Pasado un rato detuvo sus movimientos y se quedo quieto pidiendo a Eduardo que ahora fuera él quien moviera su cadera. Eduardo comenzó a impulsarse hacia arriba y la sensación dentro de mi ano fue aún más placentera, yo sentía una rica cosquilla y una extremada sensibilidad.

Antonio y yo comenzamos a gemir con cada embate de Eduardo. Los tres miramos al espejo y vimos la escena más morbosa y deliciosa que jamás hubiéramos visto: Yo, Valeria empalada por dos vergas, Eduardo debajo de mí estrujando mis senos a la vez que se empujaba hacia arriba, yo con las manos apoyadas en su pecho y Antonio aferrado a mis caderas y completamente pegado a mí.

Sentía el pene de Eduardo resbalando sin dificultad. Antonio se miraba disfrutando la fricción de su pene con el de él. Esa extraña y rica cosquilla dentro de mi ano iba creciendo poco a poco al grado de que mi pene, que se había mantenido flácido hasta ese momento, despertó provocando un poco de molestia al estar prisionero de la tanga.

Entre suspiros y gemidos les pedí que se detuvieran un momento para liberar mi pene. Cuando se detuvieron llevé mi mano al frente y lo liberé acomodándolo sobre el vientre de Eduardo. Antonio pidió a Eduardo que ahora lo dejara a él moverse dentro de mí.

-Amigo, espero que ambos llenemos de leche a esta putita al mismo tiempo asi que deja que yo culmine esta cogida con mis movimientos. ¿Escuchaste putita? ¡Tú ocupate de apretar nuestras vergas para llenarte de leche!¡Disfrútanos reina, como lo estamos haciendo nosotros!-

-¡Sí papi, hagan conmigo lo que quieran, llenen mi culo con su leche!-Y me incliné sobre Eduardo para abrir aún más mi culo.

Antonio comenzó sus movimientos en forma acompasada, Eduardo y yo gemíamos suavemente. Antonio azotó una de mis nalgas. Se aferró nuevamente de mis caderas y sus movimientos se aceleraron. Los tres gemíamos sin control, perlas de sudor aparecieron en nuestros cuerpos. Las respiraciones se agitaron. Eduardo me aprisionó nuevamente evitando que yo me moviera. Antonio aceleró aún más, apretaba mi esfinter regalando una presión extra sobre ambos penes. Eduardo me apretó aún más. Antonio se pego por completo a mí y entonces gritó mientras su pene palpitaba descargando semen. Eduardo grito enseguida y también sentí el palpitar de su pene mientras eyaculaba. Mi pene se había dormido de nuevo. Antonio descansaba sobre mi espalda esperando los últimos espasmos de su pene. Al fin sentí un poco de dolor en mi ano.

-¡Qué cogida tan rica me han dado!Pero yo no he teminado mi placer, ¿me harían un favor?-Pregunté esperando la respuesta de cualquiera de ellos.

-¡Cláro putita, lo que quieras!-Dijo Antonio.

-Aprovechando que sus ricas vergas se mantienen erectas dentro de mí quiero que me hagan espacio para que yo me masturbe, quiero hacerlo teniendo sus vergas dentro de mí-

-¡Buena idea putita!-Dijo Eduardo con renovados bríos.

Antonio dejó de recargarse en mí y se incorporó, pude levantarme yo también y mi pene erecto descansaba sobre el vientre de Eduardo. Lo tomé con mi mano y comencé la masturbación, el esfuerzo que realizaba provocaba que mi ano se contrajera masajeando los penes que lo invadían. La extraña y deliciosa cosquilla regresó a mí ocasionando que escaparan fuertes gemidos.

-¡Bien putita, qué rico apretón le estás dando a nuestras vergas!-Dijo Eduardo acariciando mis costados. Antonio se mantenía quieto aferrado a mis nalgas. Sentí que se movía lentamente. Mis jadeos se incrementaron y la velocidad de mi mano también.

-Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh mmmmmmmmmmmmm aaaaaaaaaaaaaaaaahhhh-Grité mientras mi pene disparaba chorros de semen en el vientre de Eduardo. Los espasmos del mismo me hacían apretar el esfinter provocando que la cosquilla estuviera en su máximo. Mi ano estaba en su mayor punto de sensibilidad y cualquier movimiento de las vergas dentro de el provocaban jadeos intensos y prolongados.

-Mmmmmmmmm ay, ay mmmmmm ahggggggggggggggggg-Gritaba yo sin control.

-Putita, pero qué rico te has venido!De verdad que has disfrutado con dos vergas dentro de tí-Mi espalda estaba perlada de sudor, mi corazón aún latía con fuerza cuando sentí que Antonio comenzaba a retirarse de mí, su pene recorría con suavidad el camino a la salida.

-mmmmmmm ¡papi, estabas todo dentro de mí!¡no termina de salir tu verga papi!-De repente ya no lo sentí y mi ano se relajó lentamente. Eduardo me regaló unos pequeños empujones de verga mientras que yo por el espejo veía la verga de antonio completamente bañada de su semen.

-¡No quites tu condón, yo quiero hacerlo papi!-

Antonio se acercó lo suficiente como para que yo alcanzara su miembro, lo tome por la base y comencé a retirar el condoón cuidando que el semen que contenía no se derramara. Cuando lo retiré por completo lo puse en mis labios y los fui embarrando con el contenido. Antonio y Eduardo me miraban embelesados y extasiados.

-¡Pero qué puta más golosa nos saliste reina, sí que te encanta la leche!-Dijo Antonio.

Pasado un rato y después que no deje rastro de semen en el condón, me dispuse a separarme de Eduardo. Hacia rato que su pene había vuelto a la flacidez. Mientras el pene salía de mi ano yo sentía un poco de dolor. Cuando me retiré por completo me deje caer boca abajo en la cama. Mis piernas temblaban de la emoción y el dolor en mi ano se hizo más evidente, sin embargo era soportable.

No tarde mucho en repornerme y entonces hice lo mismo con el condón de Eduardo, lo retiré yo misma pero la diferencia fue que le pedí que lo derramara sobre mis nalgas. Volví a recostarme y el obedeció extasiándose con la tarea. Por el espejo alcancé a ver cómo disfrutaba repartiendo su semen.

-mmmmmmmmmmmmmm ¡sí, papi, ahí esta bien!-Antonio había subido a la cama y con sus manos abrió mis nalgas para que el resto de semen cayera directamente sobre el ano.

Todavía disfrutamos un par de horas más bebiendo y bailando con diferentes tipos que se acercaron. Muchos de ellos igual pretendían tener un encuentro con nosotras pero ya no hubo más. Disfrutamos el show de media noche y entonces decidimos retirarnos.

-¡Bueno Nena!Entonces haremos lo que decidimos hace un rato. Tú te vas con Antonio y Eduardo y yo me voy con el taxista. En cuanto llegue al hotel subo por mis cosas y me iré para dejarte la habitación y que disfrutes lo que deseas. Ya mañana me contarás cómo te fue, ¿de acuerdo?-Me dijo Vanessa.

-Está bien Preciosa, así lo haremos...mañana te contaré cómo me fue con los chicos-

Ustedes, lindos lectores, ya leyeron cómo me fue...