Una noche de tentación

-Preparare café, ya regreso- fui a la cocina y tras un momento regrese. Pero en lugar de café traje dos copas y una botella de vino. –Espero no te moleste, ¿No me despreciaras cierto?-

Escuche el teléfono sonar, corrí a toda velocidad a contestar, era ella; mi chica,  sonreí tontamente al escuchar su voz, era increíble que a pesar del tiempo que ha pasado sigue produciendo ese efecto en mi. Pero en instantes mi rostro pasó de tener una sonrisa a decepcionarme ampliamente en una mueca de tristeza. Esta noche había reservado en un restaurante, seria una ocasión especial, pero me dijo que tendríamos que cancelarlo,  hoy tendría mas trabajo que nunca, ya antes se había tenido que quedar varias horas extras, yo tenia que comprender, pero no se que paso que termine gritándole totalmente enfurecida.

-¡¿Y que quieres que te diga?! ¡Siempre es lo mismo contigo!... sabes que hoy quería más que nunca estar a tu lado- enojada le gritaba sin importarme si no era un momento apropiado.

-Lo siento amor, sabes que es algo fuera de mi control, yo no hago las reglas aquí, si por mi fuera, todo el día lo pasaría a tu lado- estaba tratando de que me calmara, cuando se escucho otra voz que le decía que tenia que atender una junta de inmediato. –Perdona, debo irme ahora, nos vemos mas tarde, iré a tu casa, y para el fin de semana podemos posponer esa cena, te amo-

-Ni te molestes en venir hoy, ya te llamare - y colgué el teléfono con enojo, tanto que reboto en la base.

No soy una persona volátil, muy rara vez le había armado escena semejante, creo que la razón me abandono y un cumulo de emociones me hicieron explotar de aquella manera, pero hacia días que llevaba preparando lo de la reservación para cenar, luego quería estar con ella, pero todo estaba estropeado. Me deje caer en el sofá tratando de tranquilizarme, encendí la televisión quizás eso apaciguaría mis nervios alterados. No se en que momento me quede dormida, al despertar vi mi celular, habrían pasado dos horas, creo o un poco más.

Empecé a procesar que mi reacción fue por demás inmadura, y tomando en cuenta que mi novia me lleva un par de años, me estaba sintiendo totalmente idiota por no comprender la importancia de su trabajo, y solo armarle tal escena que me hacia sentir caprichosa. Marque a su celular  en repetidas ocasiones, pero en ninguna respondió, eso en lugar de hacerme sentir mal por mi comportamiento anterior, me hizo sentir algo de cólera nuevamente, claramente lo apago para que no siguiese molestando, aunque no es mi estilo interrumpirla en sus labores de todos modos.

Cancele la reservación, y salí a comprar algo de cenar, no me apetecía preparar nada, comprar algo callejero no me caería mal, compre en un sitio cercano una hamburguesa y regrese a casa, cene sola como en los últimos días, siempre añorando su presencia. Encendí la tv, mientras cenaba, a la vez que me mensajeaba con algunos compañeros de la universidad y revisaba cosas sin importancia en las redes sociales, siempre me preguntaba si lo que veía allí era real, toda esa gente feliz posando en las fotos, pasándola bien con sus amigos o familia, o solo eran gente triste fingiendo tener una vida plena y no una oscura y vacía.

Termine mi cena, y deje en paz mi celular, ya no tenia ganas de platicar con nadie, de pronto empecé a sentirme particularmente triste. Pude haber subido a mi habitación, pero preferí acostarme en la sala y abandonarme a lo que pasaba por mi mente. Poniendo mis brazos tras mi cabeza me relaje, decidí que no dejaría que ella estropeara mi día de nuevo, ya eran varios días en el pasado donde había tenido que lidiar con su ausencia y esta vez no tenia porque ser la excepción, aunque no pude evitar que unas cuantas lagrimas traicioneras resbalaran por mi mejilla, las limpie con mi brazos y respire profundo.

Un ruido persistente me saco de mis pensamientos, una sirena de policía, eran alrededor de las 9 pm., era algo normal, últimamente se implemento un rondín por seguridad de la ciudad, aun así me costaba trabajo acostumbrarme a que hicieran tanto escándalo, pero supongo que lo hacían para que constara que hacían su trabajo. Debo admitir que sentí curiosidad, por lo que me asome a la puerta, la patrulla estaba en esta calle, de allí el ruido tan cercano, justo estaban platicando en el poste de alumbrado que esta a unos pasos de mi casa, dos policías, un hombre y una mujer. El sonido dejo de escucharse paulatinamente, ahora solo eran esas luces las que no dejaban de verse intercaladas rojo y azul parpadeante.

Se percataron de mi presencia por lo cual ambos se acercaron. –Disculpe señorita, ¿Últimamente ha notado alguna anomalía en este vecindario?-  me pregunto amablemente el policía, mientras recibía una mirada bastante fuerte por parte de la mujer policía a su lado. Su mirada se sentía como aquellas que pesan, que harían voltear a alguien a distancia solo de sentirlas aun de espaldas.

Titubeante respondí –No, todo ha estado tranquilo, oficial-

-Se han reportado algunos casos en vecindarios cercanos,  se han detenido delincuentes en posesión de estupefacientes- me comento con algo de preocupación en su tono de voz.

-No lo sabia- estaba alarmada al respecto, pero por lo mismo trataba de no salir muy tarde y menos sola.

-En todo caso, siempre podrá contar con que la protegeremos- respondió esta vez la chica,  poniendo su mano sobre la mía que reposaba sobre la reja de la entrada. Y con una delicadeza que me sorprendió acarició mis falanges, retirando su mano.

Su mano dejo en mí un contraste extraño, fue cálido ese contacto y ahora algo de frio me invadía.

-Debemos retirarnos- hablo esta vez el oficial, mirando su reloj de pulso, prestando a la vez atención al radio comunicador que tenia en un costado. Justo en ese momento hice una locura, quise retener como diera lugar a la mujer policía, con cualquier excusa eso no me importaba. –Si, ahora recuerdo- fingí estar realmente asustada –Hace poco a altas horas de la madrugada, escuche pasos en mi patio- este no conectaba con el de los vecinos, pero había forma que alguien se colara saltando la barda o por medio de las demás azoteas.

-No puedo quedarme a revisar- dijo el oficial –debo entregar el ultimo reporte antes de media noche o mi superior se molestara- no me decía aquello a mi, sino a ella.

-Mi turno ha terminado- dijo con seriedad la chica a su lado. –No me importaría revisar su vivienda, y evaluar la situación, tú date prisa, nos vemos mañana-

-¿Estas segura?- pregunto algo inquieto el policía y ella asintió tranquilamente, lo último que vimos fue un aun inseguro oficial despidiéndose. –Hasta mañana, de ser necesario levanta un reporte, y a usted que pase buena noche- se  subió a la patrulla emprendiendo su camino, dejándome en compañía de aquella misteriosa mujer policía.

-Pasa, ¿Puedo tutearte, cierto?- dije haciendo una seña de que podía pasar, y posteriormente cerré la reja tras ella.

-No me molesta- ya una vez dentro de mi pequeña propiedad, se centro a observar los pocos alrededores hasta ahora accesibles a ella. Encendí el foco de la entrada y el de un pasillo que estaba a un costado, el cual es el único por el cual se puede acceder al patio trasero y a la azotea.

La  acompañe manteniéndome a pocos centímetros de ella en todo momento. -¿Este es el patio en el cual escucho pisadas sospechosas?- cuestiono viendo que todo estaba cercado en esa parte y que seria imposible. Negué

-Es por acá- señale un largo pasillo. Ella iba delante de mí, supongo que era algún tipo de sentido de protección de los policías para con los ciudadanos. –Sigue derecho- indique y al ir yo atrás, no pude evitar que mis ojos se dirigieran justamente a ver aquel trasero frente a mi, uno bien formado, estaba perdiendo la poca cordura en mi, sentí unas ganas inmensas de darle una nalgada. Casi que podía adivinar que bajo esos pantalones se hallaban unas piernas torneadas, su figura se podía adivinar aun bajo ese uniforme, el cual para mi suerte le quedaba algo ceñido.

Tropezó con algo que estaba mal puesto en el pasillo, unos cacharros viejos que tenia que haber tirado hace mucho, pero agradecía mi mala memoria al no tirar eso, ya que automáticamente de forma imprevista choque contra ella, y termine cayéndole encima de espaldas, ella por acto reflejo se sujeto de la pared aventándome con fuerza hacia atrás haciéndome caer de sentón, fugaz fue el tiempo que pude sentir su cuerpo cerca del mío. –Disculpa- Me tendió la mano, de la cual me apoye y rápidamente me ayudo a ponerme de pie.

-Es mi culpa, debería tener este lugar despejado- me avergoncé por lo ocurrido pero seguí. Llegamos al patio donde terminaba el pasillo. Y ella procedió a revisar concienzudamente. Incluso subió las escaleras que llevaban a la azotea, la seguí buscando estar tan cerca como me fuera posible, esa chica me atraía con un magnetismo increíble que me hizo olvidar todo lo demás. La veía estar tan concentrada revisando.

Tras un largo momento regreso situándose a mi lado –Revise, por ahora esta despejado, dime ¿Te robaron algo? ¿Hace falta algo de valor o en si cualquier cosa?- bajo la luz de la luna trate de adivinar el color de sus ojos pero me fue imposible, pero me quedaba claro que no eran como los míos, no eran de un café claro, sino de un tono mas enigmático.

-No, todo esta en su lugar, solo esos pasos me tienen intranquila- una vez mas tuve que fingir preocupación, no quería que descubriera que todo era un tonto pretexto para tratar de conocerla.

-Tu azotea colinda con las casas vecinas, demasiado, tanto que cualquiera pudo haber usado esto y bajar hasta el patio, tratando de buscar una salida, pero ciertamente no la encontró y tuvo que regresar por donde vino en primer lugar, debe ser un ladrón muy inepto si de por si nada se llevo- menciono apacible –De todos modos, estaré atenta a lo que pueda pasar, llama si hay alguna novedad- Bajo las escaleras y yo tras ella –Gracias por tomarte la molestia-

–Es mi trabajo, no hay de que- recorrió el pasillo rápidamente y de pronto ya estaba en la puerta de la entrada, donde empezó la aventura y donde tan pronto terminaba, no podía permitir que se fuera por lo que sujete su brazo, su gélida mirada se poso sobre mi de nuevo, ese contraste entre su amabilidad y su mirada tan fría y severa la hacían tan deseable para mi, es extraño pero es la manera en que reaccionaba mi cuerpo.

-Es tarde, se que tu turno termino, porque no te tomas un café, ya sabes, por las molestias que te di, antes que tengas que marcharte- solté su brazo y una sonrisa se reflejo en su mirada

-Bien, pero solo será un momento, mañana no será un día fácil-  la invite a pasar al interior de mi casa, a sentarse en la sala, ya que hasta ahora solo había recorrido el exterior.

-Preparare café, ya regreso- fui a la cocina y tras un momento regrese. Pero en lugar de café traje dos copas y una botella de vino. –Espero no te moleste, ¿No me despreciaras cierto?- ella se puso de pie rápidamente

-No se cual es tu intención con esto, pero te aseguro que te equivocas- dijo con una seriedad que en una pared se podría apreciar mas calidez.

Asenté las cosas en una pequeña mesa de cristal que estaba frente al mueble. –Espera, no te vayas- corrí a su lado acorralándola contra la puerta antes que la abriera y escapase.

Mi mirada se poso en esos ojos que ahora expresaban confusión. Por fin atine a descubrir su color, eran grises, que color tan especial y a la vez tan misterioso, tan único. –Me gustan tus ojos- mi voz sonaba suave, pero ella seguía a la defensiva.

-Gracias, supongo, pero ahora me marcho- pero no la deje moverse,  mi mano derecha se poso sobre su cintura y recorrió hasta el contorno del arma que portaba en la funda en un costado.

-No tienes idea de cuanto me excita esto- susurre en su oído y la sentí estremecerse unos segundos ante ese contacto, pero se recompuso rápidamente. Mientras mi otra mano hurgaba en las esposas que traía ella al otro lado e intentaba quitárselas. Justo lo logre, me quede con ellas y me tente a ponérselas.

-Estas equivocada, el simple hecho que sea policía y de genero femenino, no te da derecho de creer que soy lesbiana- sostuvo mi mirada y arrebato las esposas de mis manos. –No puedes jugar con mis herramientas de trabajo-

-Vamos  relájate, solo será una noche- aunque era rápido como se habían dado los hechos, podía decir que la lujuria empezaba a hacerme prisionera, y estaba decidida a no dejarla escapar, por lo que me aferre a su cuello besándolo, ella ladeo el rostro,  puse una mano sobre su entrepierna acariciando sobre los pliegues de su pantalón que era algo ceñido. Su respiración se escuchaba acelerada y con fuerte empujón me aparto.

Tomándome de los hombros me empujo con fuerza contra la puerta donde segundos antes me atreví a acorralarla. Un quejido broto de mis labios. Con un hábil y rápido movimiento me esposo ambas manos, y tiro de la corta cadena entre estas bruscamente apresando mis manos sobre mi cabeza con una sola de sus manos. En ese momento me sentía tan sometida, tan a su merced. -¿No sabes cuando parar, cierto?- dijo amenazante. Colocándose aun mas cerca y sin dejarme bajar los brazos, beso mis labios, un beso frenético, mordió mi labio inferior hasta hacerme sangrar en un beso profundo, el cual me robó el aliento, pero tan deseable. Al separarse de mi rostro, broto un pequeño hilo de sangre de mi labio inferior donde había mordido con rudeza hace unos instantes. Mientras mantenía una de sus piernas entre las mías ejerciendo algo de presión.


Después de algún tiempo sin escribir, he regresado con este pequeño relato que he dividido en dos partes, espero que les agrade, cabe destacar que se trata de una historia ficticia. Me gustaría que me contaran que les pareció, si quieren pronto la continuación, cualquier comentario será bien recibido, ya sea aquí o al correo. Hasta muy pronto~