Una noche de tentación 2 [Final]

Desabrocho su blusa dejándola abierta sin quitársela, y aun conservaba el gorro de policía puesto, era una vista sumamente excitante y la manera tan ruda en que me castigaba me ponía en demasía.

Dio un paso atrás y se quito el chaleco antibalas con esa brusquedad que la caracterizaba,  rápidamente la prenda ya estaba en el suelo. Ahora era visible por completo la blusa del uniforme policial. La blusa era de color negro con los emblemas oficiales, para ese momento mis manos ya no estaban en alto, sino que descansaban a la altura de mi cintura, pero aun presas por las esposas. Su mano derecha tomo de nuevo esa pequeña cadena entre las esposas metálicas y dando un tirón hacia abajo me obligo a quedar de rodillas en el suelo frente a ella. Mi vista se dirigió hacia sus botas, de gruesa suela, las cuales le llegaban hasta el tobillo quizás un poco mas arriba pero estaban por debajo del pantalón por lo que este los cubría sin dejarme precisar hasta donde llegaban. Saco la pistola de la funda en su costado y la asentó sobre la mesa de cristal, junto al vino y a las copas.

Se desabrocho el cinturón, desabotono sus pantalones y bajo el cierre, con una sacudida de su cuerpo sus pantalones se deslizaron hasta las rodillas, después con ambas manos bajo ese ceñido sexy bóxer negro hasta la misma distancia, dejándome a la vista su húmeda intimidad, me quede inmóvil ante tal perspectiva, hasta que sentí su pesada mano sobre mi cabeza empujándome y casi haciéndome enterrar mi rostro en medio de sus piernas, perdí el equilibrio, no podía acomodarme bien por estar atada, pero ella me sostuvo tirando de mi cabello. Un audible quejido salido de mi garganta, pero ella no se detuvo. –Empieza a comérmela,  me provocaste, ahora tienes que atenerte a las consecuencias- me dijo de una manera tan directa, como severa, como una orden que tenia que acatar.

Mi boca comenzó a deslizarse sobre sus labios íntimos, sobre el contorno de los labios exteriores, y al llegar al centro justo donde a una distancia corta se encuentra el clítoris di una mordida, y esta vez fue ella quien dejo salir un quejido, algo parecido a un gruñido en tono bajo, al tiempo que sus rodillas se flexionaron levemente. Tiro de mi cabello hacia atrás haciendo que mi cabeza se golpease contra la puerta, para después acercar mi rostro a la fuerza nuevamente, esta vez mi lengua recorrió en  totalidad su intimidad, trayendo en mi lengua parte de sus flujos combinados con mi saliva. Al llegar a su centro de placer, lo recorrí en círculos con mi lengua, para después apresarlo con mis labios y rozarlo con mis dientes, ella ya había soltado mi cabeza y estaba sosteniéndose de la puerta, porque sus piernas empezaban a temblar y flaquear ante mis movimientos. Desabrocho su blusa dejándola abierta sin quitársela, y aun conservaba el gorro de policía puesto, era una vista sumamente excitante y la manera tan ruda en que me castigaba me ponía en demasía.

Los músculos de su abdomen se contraían mientras ella se empujaba contra mi boca, ahogándome en momentos, sintiéndome hundida y perdida en aquellos flujos que salían sin control de su intimidad. Moría de ganas de tocar su abdomen marcado, pero atada estaba tan lejos de poder hacerlo. Algunos sonidos salían de su boca, era claro que ella estaba sintiendo placer, sus caderas se movían mas rápido contra mi boca, mientras yo apresaba su clítoris y le brindaba fuertes caricias en círculos, y de vez en vez tiraba de sus labios menores, y dejaba que mi traviesa lengua jugueteara con su entrada también.

De un instante a otro, su cuerpo se arqueo, y emitió un fuerte y descolocado gemido, lo cual indicaba que se había corrido. Con las dos manos se sostuvo de la puerta, mientras su cuerpo aun se movía, los espasmos cedieron y ella mordiéndose los labios vio hacia abajo, se agacho y tirando de mi ropa me obligo a ponerme de pie. Subió sus bóxers y se acomodo los pantalones, pero lo dejo sin abrochar.

Camino unos pasos hacia el comedor y trajo una silla, la puso en la sala donde estábamos y empujándome me hizo sentarme. Se quito la gorra de policía que portaba y la puso sobre mi cabeza, mi cabello castaño largo caía sobre mis hombros y espalda. El cabello de la chica policía era parecido al mío, solo que en un color negro muy vivo. Del bolsillo trasero de sus pantalones, saco un pañuelo de color azul marino y colocándose tras de mi cubrió mis ojos. La incertidumbre me invadió, pero la deje someterme. Ella soltó una de las esposas liberándome una mano, pero fue solo para volverme a esposar pero esta vez con las manos tras la silla tras mi espalda.

Pateo mis pies para separarlos y subió un pie a la silla en medio de mis piernas, en un espacio vacio. Se inclino hacia adelante abriendo mi blusa, y desabrocho mis jeans sin quitármelos. Lo siguiente que sentí, fue algo metálico sumamente frio recorriendo mi mejilla y me asuste al instante tensándome. -¿Qué pasa?- rio burlándose de mi. –Dijiste que esto te calentaba- ahora tenia una idea de lo que era, se trataba del arma que cargaba en un costado. Ahora la restregaba contra mi oreja. Una especie de adrenalina recorría mi cuerpo. -¿Eso no esta cargado verdad?- pregunte titubeante con algo de nerviosismo.

-Siempre lo esta- respondió como si fuera lo mas obvio del mundo, al tiempo que yo me sacudía intentando zafarme, pero era inútil estaba inmovilizada. Sentí el arma en medio de mis pechos, ella bajo su pie de donde lo tenia, y su boca jugueteaba en mi cuello, llenándolo de besos húmedos y mordidas bruscas y provocativas. –Espero que no te importe, pero no quiero que me dejes marcas, no quiero que mi novia se entere de esto- respondí como pude dejándome llevar por sus caricias,  uno de mis puntos débiles es el cuello y lo estaba haciendo de maravilla. –Me importa muy poco tu novia, pudiste haberlo pensando antes- y mordió con fuerza mi cuello, estaba segura que eso me dejaría una marca descomunal, pero no dije nada mas, a cada queja su forma de resolverlo era con rudeza, era su manera de decirme que por esta noche le pertenecía por completo, como si fuera su propiedad en este momento. Mi cabeza se arqueo hacia atrás con sus mordidas y besos en el cuello, mi respiración se tornaba acelerada, deseaba mucho más.

Deslizo el arma por mi cuello, y luego por mis pechos, movió el bra hacia arriba y empezó a morder los costados de mis pechos, para luego prenderse de mis pezones, mordía y luego pasaba la lengua de manera circular, o los raspaba con los dientes, aquella sensación me arrancaba suspiros y gemidos, no estaba conteniéndome, a cada estimulo, le dejaba saber cuanto placer me provocaba. De repente algo me hizo sobresaltar, mientras ella le brindaba esas violentas caricias a mis pechos, hurgaba en mi intimidad con el arma que tenia en la mano, la deslizo por mi abdomen hasta llegar entre mis piernas, lo metió dentro de mi ropa interior, me levante un poco, ella movía el arma suavemente como un vaivén en el cual la punta chocaba contra mi clítoris y se deslizaba hacia afuera y de esta manera nuevamente, el contacto del frio  y duro metal se estaba sintiendo tan bien que me arrancaba gemidos mas audibles, ella subió hacia mi oreja mordiéndola y se prendió de mis labios provocándolos con un frenesí que me hacia pensar que tenia mucha pasión contenida.

Con aquel movimiento de su arma en mi intimidad, hizo que me corriera al instante, de un tirón el pañuelo ya no estaba cubriendo mis ojos, ella lo había desatado y arrojado, ahora lo que vi fue esa mirada, esos ahora encendidos en lujuria ojos grises sobre mi, haciendo contacto con mi mirada, y de una manera muy sexy paso la lengua por la punta de su pistola, de la cual escurrían mis flujos manchando incluso hasta la cacha y el gatillo.

Dejo la pistola en la mesa y  con la llave soltó mis manos, sobe mis adoloridas muñecas y me puse de pie, solo para encontrármela tan cerca que respiraba su aliento, me quito la blusa y el sostén arrojándome hacia el sofá, me quito los tenis y tiro con fuerza de mis jeans, deslizándolos por mis piernas hasta sacarlos, e hizo lo mismo con mi ropa interior, dejando mi intimidad expuesta, era imposible ocultar lo mojada que estaba. Pero esta vez fui yo quien hizo el siguiente movimiento, al acercarse puse mis manos tras su cuello atrayéndola hacia mi y la bese mientras le iba quitandole la blusa y el bra hasta quedar en igualdad de condiciones. Nos besábamos con pasión, con cierta furia que desata la lujuria, una de mis manos se coló en sus bóxers jugueteando con su hinchado clítoris y penetrándola con dos dedos con algo de violencia.

Ella se apartado un momento, quitándose las botas, los pantalones y por ultimo los bóxers. Subió al sofá colocando su cuerpo sobre el mío, la calidez de su entrepierna me hacia perder la razón, era una sensación indescriptiblemente placentera el sentir su calor, al igual que nuestros flujos entremezclarse a cada movimiento de cadera. Nos seguíamos besando jugando con nuestras lenguas, las cuales se acariciaban entre si, mientras su cadera se movía rápidamente, esa chica estaba embistiéndome con una rudeza que me enloquecía de sobremanera. Mis manos estaban acariciando por momentos su cabello y por momentos su espalda, a medida que sentía el orgasmo acercarse,  rasguñe su espalda sin medirme, pero ella no se quejaba solo se movía con mas frenesí parecía disfrutarlo por lo que no me estaba conteniendo, mordía, rasguñaba, nos poseímos mutuamente, y tras varios minutos de caricias desmedidas me corrí y al poco tiempo ella también exploto en un placentero orgasmo, cuyos espasmos tardaron en cesar.

Ella giro mi cuerpo poniéndose debajo de mí, dejando que yo descansara sobre ella. Nuestras respiraciones estaban agitadas por la intensidad del momento, ya un poco mas calmada no pude contener el impulso de darle otro beso, este mas suave, no estaba lleno de lujuria, sino de ternura, de amor puro. Ella correspondió sonriéndome, y algo de rudeza se evaporo y me transmito el cariño que siente por mí. Ella siempre ha sido algo reservada, seria, pero conmigo cambia radicalmente y es capaz de demostrarme sus sentimientos, quizás por ello no le fue difícil regalarme a esa policía ruda.

-Te amo, feliz aniversario- me dijo y sonreí abrazándola dándole un beso en la comisura de los labios.

-También te amo, gracias, igualmente linda, feliz cuarto aniversario- si que ha sido un noviazgo muy duradero pensaba.

-Pensé que no me seguirías el juego y me cerrarías la puerta en la cara apenas me vieras o que no me detendrías al decir que me marchaba-  negué con la cabeza

-No podría haber hecho eso, además desde que te vi en ese uniforme, desee que me hicieras tuya- le guiñe coquetamente

Ella se ruborizo ligeramente y tomando entre sus manos mi rostro me dio un beso profundo. -¿Te gusto la sorpresa?-

-Me encanto, perdona lo que sucedió, no quería pelear contigo anteriormente, soy una idiota- escondí mi rostro en su cuello para evadir su mirada

Acaricio con suavidad mi espalda –Quería darte una sorpresa, además pudiste haber seguido enojada y no cooperar con la autoridad- rió

-¿Cómo no cooperar con tan sexy policía?- bese su mejilla y con algo de curiosidad pregunte -¿Cómo conseguiste que te ayudaran con esto?-

-Chica curiosa- beso mi nariz. –Hace poco me encontré con un buen amigo de tiempos de la prepa, platicamos y entre tonterías se me ocurrió esta loca idea, el accedió a ayudarme, no le dio mucho trabajo conseguir la ropa y las cosas, su esposa también al igual que él es policía, así que me presto uno de sus uniformes,  fue un buen cómplice, lo hizo parecer tan natural- rió, y al hacerlo se le marcaron esos lindos hoyuelos en la mejilla, que me enamoraron.

-Que ingeniosa eres, eres la mejor- la abrace recostándome sobre su pecho. –Dime ¿Cómo estuvo tu día de trabajo?- mi chica trabaja en una empresa, en el área de contaduría. –Un poco pesado, pero siempre tendré tiempo para ti-

-Lo se, guapa- me incorpore poniéndome de pie y ella se sentó, serví vino dándole una copa a ella y tome otra yo. –Salud- choque mi copa con la de ella.

-Salud- por los muchos años que vendrán a tu lado.

-Muchos amor- bebí y la bese percibiendo ese sabor a vino que emanaba de su boca.

-Por cierto hay algo que me preocupa- me dijo en tono de inquietud

-¿Qué pasa?- respondí alarmada

-Tu novia va a molestarse- señalo mi cuello y de reojo vi que se veía un moretón, era claro que fue por las mordidas, reí

-Eres una chica ruda cuando te lo propones- le sonreí con complicidad –Serias una policía excepcional- la bese y bebí otro trago

Ella negó con la cabeza. –Me gusta ser quien soy, pero para ti puedo ser quien quieras, la imaginación es el límite-

Brindamos, nos abrazamos y besamos, subimos a la recamara, donde seguimos demostrándonos nuestro amor un par de horas mas hasta muy entrada la madrugada, mi chica  había hecho esta ocasión mas especial que la aburrida cena que yo proponía, sin duda me había sorprendido demasiado, era uno de los detalles que en verdad apreciaba, pequeñas cosas o grandes como esta que me hacían darme cuenta de cuanto me amaba, de cuantos nos amábamos, y sin duda me re enamoraría mil veces de ella, de esa seria chica de oficina, que puede ser la mas ruda y sexy policía, o lo que ella quiera. Pero a fin de cuentas ella es solo mía y yo solo suya, sin duda será un aniversario que recordaremos por mucho tiempo.

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Espero les haya gustado la conclusión de la historia, me gustaría que me dejaran comentarios o me escribieran al correo, para leer sus opiniones al respecto. Y agradezco a quienes me dejaron saber sus opiniones en el anterior capitulo. ¡Hasta pronto!~