Una Noche De Sexo Duro

¿Tienes a esa persona a la que llamar esas noches en que te provoca una buena sesión de sexo?. Yo, Skarlet, si. Describo aquí una noche de esas, tal cual como se lo prometí a esa persona.

Una Noche De Sexo Duro .

Eran las 10 de la noche del sábado 2 de enero del nuevo año 2021. Las ganas de sexo duro me invadían como nunca.

Me llamo Skarlet. Tengo actualmente 35 años muy bien llevados gracias al metabolismo rápido que siempre me ha caracterizado y del cual tampoco es que suela abusar mucho, y por supuesto, una buena genética apoyada por una vida muy activa en el terreno del cuidado personal y actividad física como lo son los ejercicios, el baile, y por supuesto el sexo.

Considero que para mi edad he vivido muchas experiencias en mi vida. Más de las que debería, muchas buenas, muchas otras malas pero que no negaré que les he sacado goce a pesar de, y muchas otras peores que han puesto en riesgo mi vida. Todas darían pie a una extremadamente larga saga de relatos autobiográficos, pero consumiría mucho de mi tiempo.

De hecho, estas experiencias me han servido de inspiración para todos los relatos que he escrito, los cuales tienen una carga de realidad (unos más que otros) y que pueden ir desde una trama con elementos añadidos para que sean más morbosos. Como mi relato de dos capitulos de "Fin De Semana De Fiesta"  al cual le añadí algunas cosas he hice más morbosas otras, o como mi saga "Esclava Universitaria" en el cual, desde un hecho de mi vida real que dio pie a una larga lista de fantasías de dominación y sadomasoquismo, logré sacar uno de los relatos más queridos por mi pequeño pero muy querido público recurrente, o al menos así me lo han hecho saber, al menos los que han ido más allá de solamente contactarme para intentar tener sexo, ya sea cyber o real, pensando que por escribir relatos porno soy una chica fácil. Intentos que, por supuesto, han sido en vano.

En otros casos, he reunido algunas situaciones específicas de mi vida y las he adaptado a tramas inventadas por mí, modificándolas en algunas ocasiones para que sean más morbosas y que encajen a la perfección con la mencionada trama. Un ejemplo de varios que he narrado podría ser cuando lavé un autobús en mi relato "El Día Que Me Pegó La Luna", escena que sucedió de forma distinta en mi vida real, pero que logré adaptar a ese relato. O cuando me metí debajo de una mesa en un restaurante para hacerle la mamada a mi hombre de turno, situación que logré adaptar a la historia de "Pobre Niña Rica 3", una saga que sé que esta inconclusa y cuyas continuaciones me han costado escribir, pero que estoy tratando de desarrollar en estos tiempos en que logrado conseguir inspiración y tiempo para ello.

Y es que sí, he tenido una vida muy sexual.  He pasado por muchas situaciones en mi vida para mi edad, y he cometido muchas locuras que han puesto mi vida en riesgo de una forma u otra, como la narrada en "Loca Lujuria", el segundo relato totalmente real y el que significó mi vuelta a la escritura porno y su consiguiente publicación, tras algunos años fuera de esto por múltiples problemas personales que consumieron mi tiempo, además de mis ganas de escribir.

Y lo que nos trae hoy aquí, es, precisamente un encuentro sexual que se dio el segundo día del presente año, y el cual, a orden de mi amante de turno, escribo a continuación.

Como bien dije en las primeras líneas, las ganas de sexo duro me tenían invadida ese día. Lo que es curioso, ya que el 30 tuve un trío MHM, y el mismo primero de enero, otro HMH, las cuales fueron unas experiencias bastante gratificantes y deliciosas, no lo voy a negar. Pero necesitaba algo más, algo de sexo más duro, algo un poco más guarro, degradante. Disfruto del sexo en casi todas las formas, desde lo más vainilla y romántico hasta lo más duro y guarro. Y era esto último lo que mi cuerpo pedía esa noche.

Así que llamé a un amigo, al cual, para efectos del relato, llamaré Juan Carlos. Tiene 35 años igual que yo, y es uno de mis amantes ocasionales. Es un hombre de cuerpo más o menos atlético, con musculatura definida sin llegar a ser algo exagerado en este ámbito. Es de mi estatura (1.75 metros) y tiene un güebo de 21 centímetros que sabe usar MUY bien. Tiene un rostro bastante agraciado.

Muchas de mis amigas que conocen mis secretos más íntimos, y que saben la clase de puta que he sido y que soy, me han preguntado por qué no tengo una relación seria con él, ya que es bastante guapo y parecemos tal para cual, y además ambos somos solteros y no tenemos compromiso alguno. Y es simple: Juan Carlos podrá ser muy bello y todo lo que quieran, pero tiene cierta actitud de fanfarrón, es engreído a veces y sé que me tendría como un trofeo más que como una pareja sentimental, además, su principal defecto es que no es serio con sus relaciones serias, y yo la verdad no estoy para andar detrás de alguien todo el tiempo recordándole los compromisos que deben tenerse en toda relación.

Tranquilos, él sabe lo que pienso de él, y la verdad no le importa, con tal de poder cojerme de vez en cuando pues todo bien.

En fin, lo llamé esa noche a esa hora y cuadramos para que viniera a mi casa para que nos diéramos rico. Me dijo que más o menos en una hora estaba aquí, en Caricuao, parroquia de Caracas en la cual vivo desde hace un año. Vivo sola, así que podríamos dar rienda suelta a nuestras ganas sin problemas.

- Eso si mami -Me dijo él al terminar la llamada -Ponte una ropita de putica como me gusta verte, y cuando bajes a recibirme en la entrada del edificio, quiero que lleves bien metido en esa cuquita un consolador y en el culito uno de esos plugs anales que tienes, de esos que parecen tener una piedra preciosa.

-Tengo uno azul y otro verde, ¿Cual quieres verme? -Le pregunté, excitada. Me gustaba que me diera esas órdenes, dado que soy de naturaleza sumisa en el sexo. Y por eso lo llamaba, él sabía bien como tratarme en la cama.

- Antes tenías más. ¿Qué pasó? -Me preguntó

-Tuve que deshacerme de ellos en la mudanza... -Le dije. Mi situación de vivienda es un caso crítico, pero no entraré en estos detalles ahora.

-Bueno métete el azul. -Me dijo.

- Ok bebé aquí te espero...

-¡Ah! ¿Tienes las pinzas esas con cadenas? Sabes, esas que te pusiste para mi hace tiempo, la vez que fuimos al Yare. -el Yare es un hotel de Caracas, uno de los que aquí en Venezuela llamamos "Mataderos", porque sirven para eso, para matar las ganas…y al “ganado” (si saben lo que quiero decir…)

- No, no las tengo, también las tuve que desaparecer de mi vida por el rollo de la mudanza.

- Coño que cagada. Bueno, pero como sé que eres bien puta, algo encontrarás para ponerte en esas tetotas. ¡Ya sé! Unas pinzas de esas de ropa.

- Jajaja ok ok. Si va . -Le dije.

- Dale perroncha, te veo en un rato.

-Dale bebé, ten cuidado -le dije y colgué.

Pasé la siguiente hora bañándome para recibirlo fresca y limpia además de aplicarme un buen enema, ya que conmigo, el sexo anal es obligatorio. Me sequé el cabello, aunque con el poco tiempo que tenía para arreglarme me quedó algo húmedo, pero pude sacar un lindo peinado igual. Me maquillé remarcando bien mis ojos con delineador y me pinté la boca de negro, sé que a él le dan morbo las chicas que llevan ese color de pintura de labios en la boca. Por último, me apliqué bastante perfume, me metí el dildo y el plug como él me había ordenado y me puse las pinzas en los pezones. Luego procedí a buscar que ropita ponerme para él.

De entre varias opciones, opté por un top blanco de cuello en V que se anudaba en el centro de mis tetas. Al ser yo toda una "pechonalidad" (mis tetas, como bien he dicho siempre en casi todos mis relatos, son mi mayor orgullo, tengo unas de 105 centímetros, talla 36 o 38, copa DD, bastante firmes y paradas a pesar de toooodo por lo que han pasado. Mucha gente jura y perjura que las tengo operadas, pero no, son naturales), el escote se me veía bastante puto y morboso. Las pinzas se notaban claramente en los pezones y me hacían ver ridícula, pero órdenes son órdenes.

Elegí ponerme un liguero negro con medias pantis a medio muslo de encaje color negro a juego también. Soy blanquita y el contraste de color entre la piel de mis piernas y las medias siempre me ha resaltado bastante las piernas, más aún tomando en cuenta que las tengo bien bonitas, moldeadas por tanto baile y ejercicio. Me puse además una minifalda de color blanco como el top, que me llegaba apenas un dedo por debajo de mi culo y como 4 dedos por debajo de mi ombligo. Parecía más un cinturón ancho que una falda, y me quedaba de escándalo, ya que mis caderas son algo anchas en contraste con la delgada cintura, aunque las curvas de ambas partes estaban bien proporcionadas y complementadas una con la otra, pero sin duda lo que más morboso se me veía era el culo, el cual lo tengo de nalgas bien moldeadas, firmes y duritas, bastante paraditas también a pesar de ser generosas en carnes. Por último, un buen par de tacones cerrados negros de plataforma, con un tacón de 18 centímetros que me hacían ver como una jirafa.

Me vi en el espejo rápidamente. La vista era muy morbosa. El top bien ceñido realzaba mis enormes tetas de forma muy llamativa, haciendo que quedaran bien juntitas, tanto, que parecía que sobresalía un culo del escote. Mi abdomen plano estaba casi al desnudo, de no ser porque en su parte más baja tenía el liguero negro ajustado, y más abajo la mini (o mejor dicho, micro) falda dejando que el liguero se viera por arriba y por debajo, lo que me daba un aspecto muy exhibicionista. Para terminar, las medias y los tacones me daban el aspecto porno. Esa forma de vestir era el equivalente a pedir a gritos "VIOLENMEEEEEEEEE".

Me tardé preparándome lo justo, ya que al terminar de arreglarme, me llegó un mensaje de Juan Carlos, diciéndome que estaba cerca y lo esperara abajo. Debo admitir que me sentía muy nerviosa, soy una ferviente seguidora de ese dicto que dice "No cagues donde comes" y si algún vecino me veía pues, podría desatarse un escándalo que sería como tirar mierda por todo el restaurante. Muchos vecinos me conocen, tengo buen trato y amistad con ellos.

Lo que no saben es que soy tremenda perra sucia y que he pasado por mil y un situaciones morbosas en mi vida. Es lo que tiene el intentar sentar cabeza, queriendo dejar esa vida de perra arrabalera detrás y tratar de llevar una vida más tranquila, ya que por los tiempos que corren, el estilo de vida anterior que tenía era muy peligroso.

Pero mi naturaleza a veces me llama y me hace actuar así. Para muestra un botón, ya llevaba dos tríos en una semana y ahora me disponía a exponerme vestida como la más barata de las putas para satisfacer tanto los caprichos de un hombre como mis propias ganas de una pequeña aventura.

Así que bajé vestida de esa forma. Hacía mucho frio, pero eso me ponía más excitada todavía. Tomé el ascensor y lo esperé en la entrada del edificio. Eran las 11 de la noche ya, y por suerte para mí, todo estaba desierto a esa hora. Lo vi llegar en un carro, y él se bajó del puesto de copiloto. Lo había traído alguien más, un hombre, quién al verme me dedicó un silbido y unas palabras que la verdad no llegué a entender. Abrí la reja para que Juan Carlos entrara, y al ver que el.que manejaba no se iba, seguramente por quedarse viéndome, le hizo una seña para que arrancara, aunque éste no le hizo caso, sino hasta que Juan me agarrase por el brazo y me llevara hasta los ascensores, perdiéndonos de su vista.

Nada más doblar al pasillo de los ascensores, Juan Carlos me pegó a una de las paredes. Me detalló de arriba abajo con ojos sádicos y una sonrisa maliciosa, y me plantó un buen beso con lengua en la boca que me hizo temblar de lujuria. El beso duró lo justo para darle tiempo de desanudar el top, separándose de mi cuando terminó, para verme las tetas.

-Que obediente...te ganaste el derecho de hacerme una rusa, nena . -Me dijo.

- Que generoso... -Le contesté. - ¿Que otros derechos me tengo que ganar?

- Averigüémoslo... -Me dijo, se acercó a mí y me rompió la micro falda son mucho esfuerzo.

-¡Oye! -Le reclamé.

- Shhh cállate. Tú sabes que te gusta. -Me dijo. Y razón tenía, la adrenalina de estar ahí semidesnuda y poder ser descubierta se mezclaba bien rico con mi calentura. Juan Carlos terminó de quitarme el top, dejándome solo con las medias, el liguero, y los tacones, además de las pinzas y los juguetes en mis agujeros. Luego rompió el liguero, tanto en la cintura, como del broche que sujetaba las medias. -Mmmm así. Así me gustas más. Te ganaste el derecho de mamarme el güebo. -Me dijo. -A ver, muéstrame el bollito -Me ordenó. Yo obedecí abriendo ligeramente las piernas y adelantando mi pelvis. Podía verse la base del dildo sobresalir ligeramente de mi vulva. -Buena chica, buena chica...te ganaste el derecho de que te coja por ahí...a ver el culo -me ordenó. Yo me di la vuelta y le paré el culito, aún más si cabe, ya que con los tacones el culo me quedaba muy realzado. Abrí las nalgas para mostrarle la base del plug. - Me gusta, te ganaste el derecho de que te meta el güebo por el culo...apoya las manos en la pared con los brazos alzados . -Me dijo. Obedecí, excitadísima. - Que rica visión -Me dijo. Volteé mi cabeza para ver que hacía ya que oí un ruido raro, y era que se estaba quitando el cinturón de su pantalón, doblándolo por la mitad. -Te ganaste el derecho a que te azote esas nalgas . -me dijo, y me azotó allí mismo, fuertemente, tres veces en cada nalga, haciéndome gemir rico por el dolor y la ya incontrolable calentura. Esos tres azotes en cada nalga fueron suficientes para dejármelas marcadas y ardiendo. - Dame las gracias. -me ordenó.

- Gracias papi -Le dije en tonito meloso. Ya hasta se me había olvidado la situación de estar desnuda en la planta baja del edificio y los riesgos que eso suponía.

Afortunadamente para mí, Juan Carlos se acercó y me puso el cinturón en el cuello, cerrándolo hasta quedar perfectamente ajustado. Haló del mismo y me llevó de la correa al ascensor. Sin duda no me equivoqué al llamarlo a él para matar mis ganas esa noche. Entramos en el ascensor y marqué el piso en el que vivo.

-Estás como muy alta, vamos a rebajarte a un nivel más acorde a ti. Quítate los tacones y ponte en cuatro . -Me ordenó. Yo obedecí, me descalcé dejando los tacones juntos y me puse en cuatro a su lado, el seguía teniendo la correa en la mano - Agarra los tacones con el hocico . -Me ordenó y yo obedecí, tomando ambos calzados de un bocado por los bordes unidos.

Las puertas se abrieron y él se asomó por el pasillo para echar un vistazo. Al ver que no había nadie haló la correa y me hizo salir detrás de él. Le di las llaves, las cuales tuve todo el tiempo en una mano, para que abriera las rejas y la puerta, y mientras el adivinaba cuales eran las llaves correspondientes a cada una de las cerraduras se me cayó un tacón de la boca. Él se agachó, lo tomó con su mano y lo lanzó lejos, cerca de la puerta de una vecina. - Ve y búscalo -me ordenó. Yo obedecí y fui a cuatro patas a buscarlo y tomarlo con la boca, para luego volver a cuatro patas de nuevo. Para ese momento ya las rejas y la puerta del apartamento estaban abiertas, así que entramos y el cerró todo con llave.

Una vez adentro, dejé los tacones en la entrada según él me ordenó . -Párate del piso y ve a lavarte las manos, y traerme un vaso de agua -Me ordenó y yo obedecí. Al ponerme de pie me dio una sonora nalgada que me hizo dar un brinquito gracioso. Fui, me lavé las manos y le serví su vaso de agua. Cuando volví él ya estaba sentado en el sofá de la sala.

- No has cambiado nada...sigues igual de puta obediente que siempre -Me dijo.

-Bueno bebé...no tan puta como antes...pero hoy me provocó serlo... ¿Algún problema con eso? -le dije, mientras él bebía su agua y yo le quitaba los zapatos y las medias arrodillada ante él.

-Jajajaja sabes muy bien que no. Con tal me des culo y me hagas gozar, todo bien...

- Y con tal tú me hagas gozar a mí, todo bien también -Le respondí, desabrochándole los pantalones para bajárselos. Él me puso un pie en las tetas y me empujó con él para apartarme.

-Aún no te ganas el derecho a desnudarme perrita. -me dijo. -Dame un masaje en los pies primero.

-Si papi -dije para acto seguido obedecer su orden. Tomé su pie derecho y procedí a sobarlo y masajearlo con cariño, ejerciendo presión en diversos puntos relajantes. Masajear los pies de alguien es un acto de amor natural, pero en algunas ocasiones puede ser humillante. Ésta era una de esas ocasiones. Y me excitaba mucho.

Luego de un largo rato así, me hizo cambiar de pie, con el cual duré otro largo rato. Él me veía complacido y relajado, yo lo veía sumisa y suplicante de verga. En un momento dado él se inclinó hacia mí para tomar la correa que aún estaba asegurada a mi cuello, para halarla con cierta brusquedad y hacerme subir hasta su pantalón -Ahora sí, te ganaste el derecho, quítamelos . -Me dijo, y yo, con suma diligencia y hambre de güebo se los terminé de desabrochar y se los quité. Debajo, tenía unos boxers ajustados que demarcaban muy bien y contenían con dificultad su enorme verga erecta. Era tan grande, que sobresalía la punta un par de dedos por arriba.

Me tomó por el cabello y me llevó la cara a su paquetote. El olor a hombre me excitó muchísimo más por difícil que parezca. Comencé a besar y morder suavemente el tronco, lamiendo también a veces por encima del boxer, el cual a los pocos segundos bajé con desespero para dejar libre ese enorme falo erecto. Él, guiándome por el cabello me restregó la cara contra su miembro de forma ruda y morbosa, y yo me dejé hacer, sacando la lengua y besando como pude ese grandioso güebo, oliendo el delicioso aroma de macho que impregnaba mi cara.

No duramos mucho tiempo así. Me separó de su güebo y me soltó el cabello -Mámamelo . -Me dijo, yo obedecí y hambrienta me abalancé sobre ese güebote imponente. Recorrí el tronco con una buena lamida desde la base hasta la punta que estaba mojadita y brillante por el líquido preseminal, y me lo metí en la boca. El sabor almizclado que tenía me volvía loca, y me hizo chupar con deseo, cosa que, a juzgar por sus suspiros y gemidos, a él le gustaba mucho. Traté de metérmelo lo más que pude en la boca, llegándome hasta la garganta, provocándome arcadas y que salivara en exceso, haciendo de su entrepierna un desastre baboso al poco tiempo. No soy muy buena haciendo gargantas profundas a miembros de más de 19 centímetros, pero me gusta intentarlo cuando se presenta la oportunidad. Además, se muy bien cuanto le divierte a Juan Carlos verme con las arcadas. Eso le alimenta el ego.

Me saqué ese güebo de la boca luego de unos minutos, y bajé restregando mi cara por toda su extensión hasta llegar a sus bolas, las cuales comencé a lamer con gusto. Estaban algo sudadas pero el sabor de su hombría me embriagaba de una manera única, volviéndome más y más perra. Las lamidas pasaron a ser mamadas de bolas, las cuales no hice con tanta fuerza como con su verga, ya que él tenía cierta sensibilidad en ellas. Pero por la forma de gemir y suspirar supe que le gustaba bastante, y más aún lo supe cuando volvió a tomarme del cabello y me restregó las bolas en la cara, llenándomela más de la mezcla de babas y su esencia masculina.

-Aahhh siiihh...maldita Skarlet no has perdido el toque, guarra -Me dijo. No podía contestar ya que me mantenía bien pegada a sus bolas restregándomelas y lamiéndolas. Sin embargo, esto no duró mucho. Me soltó y me acercó su mano a la boca, inclinándose hacia adelante y haciendo que yo me inclinara hacia atrás, apoyándome en el piso con mis manos. Metió 3 dedos en mi boca y me la folló suavemente, para sacarme más babas y que estás fueran a parar a mis tetas. Una vez estas estuvieron bien chorreadas, especialmente el canalillo entre ambas, me soltó. Me azotó ambas tetas con las manos para quitarme las pinzas, lo que me hizo dar un par de grititos que le parecieron graciosos. -Ahora la rusa perra -me ordenó. Y yo me puse manos (y tetas) a la obra.

Él se recostó en el sofá, no sin antes quitarse la Camisa. Yo me volví a erguir de rodillas entre sus piernas y tomé mis dos tetas desde abajo, para acto seguido atrapar esa enorme verga entre ellas, y así comenzar un rico masaje moviéndolas, primero de arriba abajo de manera uniforme y luego cada una de forma distintita. Aproveché que dos o tres centímetros de punta asomaban por arriba para bajar la cabeza y darle chupetes ricos. Era un poco incómodo para mí pero no me importaba, quería darle mucho placer.

Estuvimos unos minutos en esa posición, minutos que me excitaron más aún si cabe, ya que mis tetas son bastantes sensibles, tanto que el hecho de hacerle la paja rusa a Juan me dejó muy mojada y lista para lo que vino a continuación.

- Vente mami, súbete y haz lo tuyo -Me dijo. Yo me puse de pie y me subí al sofá, arrodillándome con él entre mis piernas. Sentía la punta de su verga apoyada en la raja de mi culo, lo tomé para dirigirlo hasta la entradita de mi cuca, que como dije ya estaba bien mojada, y comencé a bajar lentamente para írmelo clavando poco a poco.

Sin duda era uno de los más grandes y gruesos güebos que conozco. Además de tener bastante relieve, y como yo soy algo estrecha, pues la sensación de ir siendo abierta por él era muy, muy divina. Podía sentir su respiración pausada mientras que la mía se agitaba poquito a poco, soltándole ricos gemidos que para él era como música para sus oídos.

Seguí bajando lentamente, quería disfrutar al máximo todas esas sensaciones que acabo de narrar, hasta que, por fin, su glande comenzó a abrirme el cuello uterino. Para él era fácil llegarme allí, y fue en ese momento en que comencé a sentir como perdía el control de mi cuerpo, el cual comenzaba a temblar de pies a cabeza, sintiendo fuertes corrientazos a lo largo y ancho de éste.

Comencé a moverme suavemente de arriba abajo para él entre tantos temblores, intentando prolongar la sensación orgásmica, los gemidos de ambos se mezclaron y viajaron por todo el apartamento. Él puso sus manos en mis caderas e intentaba marcar el ritmo, pero desistió en el momento que comencé a moverme más frenéticamente, con más deseo, con más pasión. Y es que yo ya estaba fuera de mis cabales, muy, muy excitada, y movía mis caderas cada vez con más ímpetu, y ya no solo de arriba abajo sino también meneándome de forma circular.

-¡Ah! ¡Ah! ¡Si mami así, sigue asíhhhhaaaahh! ¡Esa es mi batidora sigue sigue! -Decía Juan entre gemidos. Me detuve un momento para dejar de estar de rodillas y pasar a estar agachada, sin sacarme ese güebo de la cuca, y comencé a hacer sentadillas sobre él de forma frenética y ruda, mientras él me amasaba las tetas con deseo, lo que me espoleaba a moverme más rápido.

Duramos unos minutos así, hasta que, entre temblores y fuertes gemidos comenzó a explotar, ahora si a rienda suelta, mi primer orgasmo. -¡ahhhhggaaaaaasiiiiiisiiiiiiihhhh -era lo que salía de mi boca, estaba totalmente perdida mientras una ola de calor y fuertes corrientazos recorrían mi cuerpo entre espasmos y temblores que para mí duraron una deliciosa eternidad.

Una vez yo calmada Juan me bajó de encima de él, haciéndome a un lado, cayendo yo sentada en el sofá. Se puso de pie ante mí y tomó de nuevo la correa para dirigirme mediante ella a su verga, completamente embadurnada en una mezcla de jugos vaginales y mis babas. Me la metí con mucho gusto en la boca, saboreando con hambre de morbo y guarrería mis jugos y tragándolos como la perrita sucia que soy.

No duramos mucho en eso, un par de minutos como mucho, para luego él sacarme su güebo de la boca y llevarme a cuatro patas al pequeño balcón de mi apartamento. Una vez allí, me hizo escupir en su mano un par de veces para luego untarme esas babas en mi ano, abriendo con la otra mano una de mis nalgas. Yo ayudé abriendo la otra con una de las mías.

Sentí el friito rico de mis babas en mi entradita anal. Él lo esparció a conciencia con sus dedos, hasta que me metió uno de ellos, no se cual, en el culo. No le hizo falta hacer mucha presión, ya que desde que empecé a masturbarme ya jugaba a meterme cositas por ahí, lo que me llevó a ser una degustadora del sexo anal como pocas en este mundo. Me dolía, si, especialmente porque soy muy estrecha de culo también, pero debe ser porque soy masoquista que ese dolor me encantaba, tanto, que he llegado a tener orgasmos anales en múltiples ocasiones. No es solo el dolor lo que me excitaba, sino las implicaciones psicosociales que conlleva el sexo anal, lo que me ayudaba a llegar al clímax. Al ser un símbolo de entrega, rendición y sumisión total por parte de quién lo da, además de llevar en cierta forma una humillación implícita, y de vez en cuando ser degradante, me excitaba mucho, ya que como he dicho mil veces yo soy masoquista y me gusta ese tipo de tratos. Mientras que para quien lo penetra representa un acto de total empoderamiento, conquista y control.

Así que entonces, ese dedito en mi culo hacía de las delicias no solo en mi cuerpo, sino también en mi mente. Luego de meterme un dedo, Juan Carlos forzó un poco para meter el segundo, y comenzar a jugar con ambos, girándolos y moviéndolos dentro de mí a su antojo, mientras que yo andaba loca perdida de tanta carga de excitación.

Luego de un buen rato de hacerme gemir como puerca con sus dedos metidos en mi culo me los sacó, para meterlos en mi boca, y yo recibirlos con mucho gusto y morbo. Y mientras el jugueteaba ligeramente con ellos en mi boca, se puso en posición y me fue metiendo su enorme y grueso güebo lentamente, forzándolo bastante para que mi agujerito anal se abriera.

Comencé a gritar de forma ahogada mientras el me penetraba por ahí con su verga. Incluso se me salieron las lágrimas, era habitual que sucediera con él, ya que el grosor era descomunal, sentía que me partía a la mitad. Por mucho que yo llevaba practicando sexo anal, siempre habían vergas que me hacían llorar de gusto. La de Juan Carlos era una de ellas.

Él no se detuvo hasta que estuvo totalmente dentro de mí. Tanto, que sus bolas chocaban con mi vulva. Me sacó los dedos de la boca, para así poder tomarme por las caderas con mucha firmeza y empezar a bombearme por detrás, primero de forma suave, pero poco a poco aumentando su intensidad, hasta el punto en que me tenía chillando de dolor y placer.

-Ahhjj si perra, que rico, tu culo no pierde cualidades... -Me decía, con voz tranquila, aunque con respiración agitada.

-¡AAAHHH AHHHH Y T-TU GUEEEEEHHHBOOO NOJHH PIER...OOHHHP...NO....NO PIERHHHHGGGGDE CUAAAAHHHLIDADEEEEEGGSNNNNN TAMPOOOHHHCOOOOHHH -le dije yo entre gritos fuertes.

- Perdona, ¿Que dijiste? ¡Habla bien coño! -Me dijo de forma jocosa.

-¡¡¡CO-COOOHHMOH Q-QUIEREGGGGGS QQUE...QUEEEEHHHH HAAAABLEEEEHHH BIEN BIEN BIEEEEENNNGGG AAAYYYY ASI PAPI QUE RIIIIIICOOOOOHHHH!!! -le medio atiné a decir entre gemidos. La verdad no estaba para pensar mucho, más que para gemir.

Él se echó a reír, pero en ningún momento bajó el ritmo del enculamiento al que me tenía sometida. Mas bien aprovechó que yo estaba en las nubes para colocarme su pie derecho en la cabeza, empujándola hasta que la pegué del piso para mantenerla ahí pisada como en varias películas porno que he visto. Aproveché esto para con mis manos abrir mis nalgas lo más que pude para él, quién continuó bombeando salvajemente mi culo durante un largo rato.

Y siguió, y siguió, hasta que me comenzó a temblar de nuevo como una cerda en celo, gritando fuertemente. Este nuevo orgasmo hizo que me sacudiera tan fuerte, que se salió la verga sin que ninguno de los dos quisiera. Él se quedó de pie a un lado de mi contemplando mi cuerpo convulsionante. Yo tenía los ojos volteados hacia atrás casi, y caí sobre mi costado derecho, en posición casi fetal. en el piso frio.

Tuve unos segundos de paz. No podía moverme para nada. Mi mente estaba en blanco. El culo me dolía horrores, supe que lo tenía abierto porque sentía el frio entrar por el agujero anal. Pero esa paz no duró mucho. Sentí que Juan Carlos tiraba algo en el piso detrás de mi, una tela. Y se recostó, pegándose a mi espalda a modo de cucharita.

-E-espera...- Dije con voz temblorosa. - Da...dame u-un mi...minuto por fis .

-¿Pa qué? -Me preguntó él.

-Q-qui...ero to...mar aire. -Dije, aún con voz temblorosa.

-¡Coño! ¿Estás fuera de forma? -Me preguntó. No contesté . -Pues te jodes perrucha, yo todavía no acabo. Y estoy aquí para eso. -Me dijo. Puso su miembro de nuevo en mi castigado ano y comenzó a penetrar con fuerza. No le costó mucho esta vez tenerme totalmente empalada de nuevo, entre grititos míos de dolor y mucho, muchísimo placer.

Me empezó a cojer así de ladito por el culo, de una vez de forma rápida y frenética. Yo me abracé a mis piernas, pegando mis rodillas a mi cara, mordiéndolas a veces, mientras todo mi cuerpo temblaba al ritmo de las embestidas de Juan.

No se cuánto tiempo me tuvo en esa posición, pero fue suficiente para que yo, a pesar de seguir recibiendo mi buen castigo anal, pudiera recobrar fuerzas. Hasta que noté que él disminuía la fuerza de las embestidas poco a poco. Terminando por cansarse, sacándomelo del culo y quedando acostado boca arriba en el piso boqueando.

-¿Qué pasó? ¿Ya te cansaste ? -Le pregunté por joderlo mientras me ponía de pie. Él no me respondió, solo me hizo una seña grosera con el dedo medio de una de sus manos. Al ponerme de pie sentí un fuerte dolor que empezaba en mi culo y me recorría la espalda. Sin duda la cojida que me había pegado por el culo había hecho estragos en mí. Ahí noté que la tela que él había tomado para acostarse en el piso era el cobertor de uno de los muebles. Pero eso no me importó en lo más mínimo. Quería mi ración de leche, e iba a conseguirla. - Aquí como que el que está fuera de forma eres tú jajajaja -Le dije burlonamente para arrodillarme entre sus piernas abiertas.

-Cállate estúpida perra, usa esa boca pa lo que sabes hacer mejor con ella y mámame el güebo. -Me dijo. Yo obedecí y agarré su güebo con mi mano derecha, para mamárselo, lubricándolo de nuevo con mi saliva.

No demoré mucho mamándoselo y lamiéndoselo. Ya que una vez bien lubricado, me puse de sentadillas pero esta vez dándole la espalda a él, y sosteniéndolo con firmeza me fui agachando hasta metérmelo de nuevo en el culo, que me seguía doliendo full, pero me tenía muy, muy excitada.

Una vez empalada por mi culo, en mi mente comencé a pensar en la canción "Smoke Weed Everyday" de Snoop Dog, pero en el remix hecho por Rasmus Hedegaard, y comencé a hacer twerking con esa vergota bien hundida en mis entrañas al ritmo de esa canción. Durante un buen rato estuve en esas, cerraba y abría las piernas, y recogí mi cabello con una mano manteniéndolo arriba en mi cabeza agarrado mientras que con la otra me apoyaba de mis piernas para no perder el equilibrio y seguir bailando para el placer de él. Volteé a ver su cara, y me sentí bien al verlo con expresión de satisfacción, con sus manos en la nuca disfrutando del show que yo le daba. No pude evitar sonreír por esto mientras cantaba la canción y lo miraba con lujuria.

Luego de un rato bailando, hice un mal movimiento que me hizo doler fuertemente la parte baja izquierda de mi espalda, lo que me arrancó un buen grito de dolor, pero un dolor nada placentero.

- ¡AAAAYYYY COÑO DE LA MADREEEEE! -Dije.

-¿Que pasó Skarlet? -Me preguntó, levantándose rápido para quedar sentado en el piso.

-¡AY AY AY...MI DUELE! -Logré decir con voz chillona, poniéndome de pie aunque quedando doblada hacia adelante. - ¡ME MOVÍ MAL MI LUELE! -Volví a decir.

-Jajaja estás vieja ya para la gracia... -Me dijo, poniéndose de pie detrás de mí. - Pero no te preocupes, tengo un buen remedio para eso -Me dijo, tomándome de las caderas y metiéndome el güebo, pero esta vez por la cuca, que seguía bastante húmeda.

-¡OOOOHHHHMMMMMMMSSSSSIIIIIIHHH! -dije gimiendo alto entre temblores de placer al sentirlo atravesando mi cuquita.

Me embistió unos largos minutos más así, sosteniendo con una de sus manos las dos mías detrás de mi espalda mientras con la otra me daba unas buenas y sonoras nalgadas que acompañaban nuestros gemidos y el chapoteo de su verga entrando y saliendo de mi cuca, así como el sonido de aplausos que emitía su pelvis estrellándose contra mis nalgas en un concierto sexual que inundaba todo el apartamento. No duré mucho así, ya que tuve un tercer orgasmo bastante explosivo, que me hizo separarme de él entre temblores y ricos espasmos, cayendo sentada en el piso.

Y si, se me quitó el dolor de espalda, al menos de momento. Santo remedio.

Él se sentó delante de mí, y cruzó su cuerpo con el mío. Sin mediar palabra alguna me alzó sin mucho esfuerzo por mis brazos y me hizo sentarme de frente a él, metiendo su güebote en mi culo. De nuevo, me dolió muchísimo pero no me importó, por lo que comenzamos un rico movimiento acompasado, que me daba un inmenso placer anal y a juzgar por su cara, el también disfrutaba.

Pasamos un buen rato bailando juntos en esa posición hasta que sus movimientos comenzaron a ser más rápidos, más angustiosos...hasta que se vino dentro de mi culo.

No sé si él tenía tiempo sin acabar o qué, pero sentí como mis entrañas se inundaban con su lechita caliente y espesa. Duró varios segundos acabando dentro de mí, lo que prolongaba esa rica sensación de sentirme llena y plena. Tanto, que me eché hacia atrás, recostándome del piso, relajada.

-Aahhhh... que rico -dijo él entre largos suspiros. Yo no dije nada, me quedé callada sintiendo como esa monstruosa verga se volvía fláccida dentro de mi culo. Él aprovecho la posición para llevar uno de sus pies a mi cara, cacheteándome con él un par de veces y luego meterme el pulgar en mi boca. Yo reaccioné chupándolo y lamiéndolo humildemente. Luego de un par de minutos Juan se puso de pie, y me ayudó a mí a ponerme de pie también.

-Vamos a la cama -le propuse cuando vi la hora, eran las 2:30 de la madrugada. Disfruté tanto de todo que el tiempo se me pasó rápido

-Espera -Me dijo, agarrándome de un brazo. -Falta algo gatita . -Me dijo. Llevó su mano a mi culo. -Haz fuerza -me ordenó.

- Espera, ¿Qué haces? -Le pregunté.

-Quiero que cagues la leche en mi mano. -Me dijo.

-¿Y eso? -yo ya había hecho esa clase de cosas antes. Pero era muy inusual que me lo pidieran.

- Tu haz caso y ya . -me dijo. Así que obedecí, hice un poquito de fuerza y toda la lechita cayó en su mano. Era una cantidad considerable. Al terminar la llevó a mi cara, y me la restregó a lo largo y ancho de ésta mientras reía. Cuando terminó, me dio una fuerte cachetada que me volteó la cara. -Eso por puta -Me dijo, para tomar la correa y llevarme caminando detrás de él a mi habitación, donde se acostó en mi cama. Yo hice ademán de acostarme a su lado, pero me detuvo con un pie en mi pecho. -¿ Qué crees que haces? -Me preguntó.

- Me acuesto a tu lado... -Le respondí.

-De eso nada, las putas cochinas como tú no duermen en la cama, duermen en el piso -Me dijo. Esas palabras resonaron en mi cuca, excitándome. - Y ya que estás, te ganaste no el derecho, sino el deber de darme un masaje en los pies mientras me duermo. Así que ponte en eso . -Me ordenó.

-Si papi -le dije sumisa. Sus palabras me excitaron de nuevo. Me arrodillé al pie de la cama mientras él se arropaba, y me dispuse a masajear sus pies...

Al día siguiente me desperté. Eran las 9 de la mañana. Me quedé ahí dormida a los pies de Juan Carlos, quien aún dormía profundamente. Me paré rápidamente, busqué mi cepillo de dientes y me fui al baño a lavarme la boca y hacer mis necesidades.

A cada paso que daba el culo me dolía, recordándome cada una de las embestidas que recibí anoche por ese agujerito. De hecho, el cuerpo me dolía dado todo el ejercicio físico del sexo. Pero era un dolor gratificante.

Me vi en el espejo. Mi aspecto era bastante deplorable, con el pelo todo alborotado, la cara con el rímel y la pintura de labios chorreados, y olorosa a semen, con pegostes de este líquido resecos por toda la cara. Sonreí al verme así.

Me bañé rapidito para acicalarme un poco, quitándome las medias a medio muslo. Salí del baño completamente desnuda y descalza, con el cuerpo chorreando agua por todo el apartamento. Fui a mi habitación, me sequé, me perfumé, me puse un camisón que me llegaba a media cadera, sin ropa íntima y me fui a la cocina a hacer el desayuno.

Estaba calentando unas arepas en el budare, cuando sentí que Juan Carlos salió del cuarto para el baño. Unos minutos más tarde estaba yo rellenando las arepas, cuando él me abrazo por la cintura desde atrás, dándome un susto. Tenía una toalla alrededor de su cuerpo, se había bañado.

-Juaaaan jijijiji ¡chico me asustaste! -Le reclamé en broma.

- Ay Skarlet...por favor...si sabes la clase de depredador que soy debes saber que siempre estoy al acecho de mi gacela favorita... -Me dijo mientras me abrazaba más fuerte y me besaba el cuello, lo que me daba un cosquilleo excitante.

-Jijiji Juaaaaan jijiji cuidado que estoy rellenando las arepaaaas jijijiji -Alcancé a decir entre risitas nerviosas y con la piel de gallina.

-Mami pero ya va... -Dijo él, dejando caer el paño y haciéndome sentir su mega güebo recostándose y restregándose en mi culo prácticamente desnudo. -Ven para yo rellenarte ese culito que se lo mucho que te gusta perrita.

Para cuando me terminó de decir eso, ya su güebo estaba entrando entre mis nalgas. Yo sumisamente me dejé hacer, colocando las arepas en el plato sobre el mesón de la cocina que tenía en frente, para inclinarme hacia adelante y apoyándome sobre el mencionado mesón, abriendo ligeramente las piernas. Juan seguía abrazándome desde atrás por la cintura besando mi cuello y haciendo presión con su güebo ya en la entradita de mi ano, el cual seguía adolorido e incluso irritado, pero que estaba cediendo poco a poco a la penetración.

Yo emití unos gemiditos de dolor al sentir como mi agujerito anal se abría ante su invasor, momento en que Juan Carlos me quitó el camisón para apoderarse de mis tetas con sus manos, amasándolas a gusto.

-Ay...ay...ay....siiihhh...papihjjsssiiiguehhh sigue...- Le dije en voz baja. El seguía empujando mientras me amasaba las tetas con deseo, y me mordía y chupaba el cuello.

Pasaron pocos segundos hasta que mi culito cedió a los deseos de su invasor, entrando éste sin ningún miramiento de nuevo en mis entrañas, momento en el que pegué un gritito de dolor y se me salieron las lágrimas. No paró de amasar mis tetas ni de morderme el cuello a gusto, lo que me hacía sentir en el séptimo cielo.

Comenzó a bombear con furia mi culito adolorido pero complaciente. No bajó la intensidad en ningún momento. Y no pasó mucho tiempo así, para que de nuevo se corriera dentro de mi culo, llenándome una vez más las entrañas de su cálida y abundante leche.

Dejó caerse sobre mi espalda unos segundos, recuperando el aliento, para luego sacarme la verga e ir al cuarto. Yo me quedé ahí en la cocina, desnudita y descalza, y me empecé a frotar el clítoris con ansias. No tardé en acabar yo tampoco, el tiempo justo para que Juan Carlos saliera de mi habitación, vestido.

- Bueno perrita, ya me voy. Estuvo rico todo . -Me dijo.

-¿Ya te vas? ¿No vas a desayunar? Te hice una arepa... -Le dije.

-Aaww no nena, tengo que irme...pero ven acá, tengo una idea que sé que te excitará -Me dijo acercándose a mí. Me volvió a poner la mano en la entrada de mi culo. - Anda, haz fuerza, como anoche -Me ordenó. Yo obedecí y expulsé toda la leche en su mano nuevamente. Acto seguido agarró una de las arepas que había hecho con su otra mano, la abrió, y derramó todo el semen en ella. Luego la tapó y la llevó a mi boca -Ahí viene el avioncito, abre el hociquito, que las cerditas deben estar bien alimentadas, especialmente las sucitas como tu -Me dijo.

-Nunca pierdes el tiempo para degradarme... -Le dije, para abrir la boca y darle un mordisco a la arepa rellena de semen. Pude sentir el saborcito de la masa mezclada con el elixir de la vida.

-No, siempre tengo tiempo para una humillación más. Es lo que provocas putita. -me dijo. -Ahora, toma la arepa y cómetela. Yo me tengo que ir. Daniela me está esperando.

-¿Quién es Daniela? -Le pregunté, agarrando la arepa con mi mano y darle otro mordisco. Me excitaba comerme esa arepa.

- Mi novia . -Me dijo.

-¿¿QUE?? -Dije sorprendida.

-Si, tengo novia ahora…¿por qué? ¿Celosa?

-¡Ja! No mi vida, para nada...Es solo que no me gusta meterme con hombres que tengan relaciones serias. De haberlo sabido no te habría llamado. -Le dije. Y le di otro mordisco a la arepa.

-¿Y perderme este bonche? Jajaja nooo que va Skarlet. Tu culo no lo pelo jamás...además, ella es admiradora tuya. Quizás si se entera que te cojo hasta le gustaría venir a ver.

-¿Como así? -Pregunté intrigada.

- Pues que lee tus relatos. Y se inspira en algunas cosas de ellos para hacerlas cuando tiramos. Es más, escribe esto y publícalo. Me dará morbo que lea lo que te hice aunque sin saber que fui yo, deberás cambiar los nombres claro...jajaja ya me la imagino haciéndose la paja leyendo lo que paso entre nosotros sin saber que fue conmigo que lo hiciste…

-Jajaja estás loco -Le dije.

- Nooo para nada. Es más no te lo estoy pidiendo, tómatelo como una orden de despedida por hoy...me tengo que ir, ahí hablamos puta. Ah, y quédate ahí tranquila desayunando, te dejo las llaves en la entrada del apartamento, ya alguien me abrirá la reja de la entrada del edificio...y termínate esa arepa, que la rellené con mucho gusto para ti... -Me dijo, para darse media vuelta e irse, no sin antes agarrar mi camisón del piso y limpiarse la mano con la que recibió la leche de mi culo minutos atrás. Abrió la puerta y las rejas del apartamento, tiró las llaves en una mesita y se fue cerrando todo detrás de sí.

Me quedé terminando de comer mi arepa, la cual devoré completa. Me senté en el sofá de la sala, viendo al infinito por la ventana, desnuda y con el rico dolor post sexual en mi cuerpo. Tiene novia y es una de mis lectoras. Me eché a reír pensando en eso. Pero bueh, son cosas de la vida.

¿No les dije? Pobre Daniela. Él es muy mentiroso para una relación seria.

Solo sirve para Una Noche De Sexo Duro .

Fin.

Como siempre, gracias por leerme, espero que hayas disfrutado de este relato tanto como yo lo gocé viviéndolo.

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Besitos.

Skarlet.