Una noche de cumpleaños
Este es un relato verídico, algo que me pasó con un amigo mientras mi novio no estaba, una noche de desenfreno y mucho alcohol, una persona que despierta mi deseo...
Esta historia es distinta de lo que suelo escribir, por que este relato, es real, es algo que me pasó hace poco y me carcome por dentro, algo que necesitaba contar, y bueno, creo que esta página me brinda la oportunidad.
Me llamo Erika, soy española, la comunidad no importa demasiado, soy una chica bastante normal, rubia, con una melena por los hombros, ojos oscuros, cara un algo afilada, estatura media, y un cuerpo muy normal, ni muy gorda ni muy delgada, lo único que suele gustar a mis parejas es mi trasero, que no es muy grande pero si redondeado y prieto.
Hace un par de semanas, coincidiendo con la ola de calor, celebramos una fiesta en la finca de un amigo, un buen chalet, por el cumpleaños de otro chico del grupo, mi novio no pudo asistir por que estaba de exámenes, aunque no le preocupó ya que haremos otra muy similar en poco tiempo.
La fiesta fue maravillosa, hicimos barbacoa, bailamos y bebimos, sobre todo bebimos mucho alcohol, aunque hubo un par que son abstemios y por suerte tienen carnet, por lo cual la gente se pudo ir a su casa a eso de las cinco de la mañana.
Yo me quedé ya que había ido con mi coche para ayudar a la mañana siguiente al dueño de la parcela, que es uno de los mejores amigos de mi novio, a limpiarla y ordenarlo todo.
Cuando se marcharon todos Héctor, el chico en cuestión, me ayudó a cerrar la cancela de la puerta y fuimos al interior de la casa a sentarnos un rato a descansar en el sofá y tomarnos alguna copa más ya más relajados.
Mi amigo es un chico muy normal también, algo más alto de la media (1,80) con pelo castaño y constitución media, lo único que tiene que destaque son los ojos, que son verde intenso, tengo que reconocer que ese color de ojos me encanta, pero en general no es un chico que me llamara la atención al principio.
Cuando le fui conociendo algo empezó a cambiar, no es que me enamorara de él sencillamente empezó a despertar en mí deseo, un ardor sexual que yo creía que tenía controlado y nadie conocía.
Comenzamos hablar mientras bebíamos las copas, como nos pasaba últimamente acabamos hablando de esta misma página, de los relatos que más nos habían gustado, yo notaba que una parte baja de mi despertaba y se acaloraba, pero seguía creyendo tenerlo bajo control. De repente Héctor empezó a reírse
-Se te ha desabrochado la camisa
Yo mire y en efecto un par de botones se habían desabrochado, por culpa del alcohol y las hormonas (para rematar esa semana estaba ovulando y llevaba varios días sin nada) le dije:
-¿Y? Total, tengo poco pecho, lo único que te des cuenta de que no son iguales
El me miró sorprendido y le explique que, como muchas mujeres, mis pechos no eran iguales, uno era más grande que el otro.
Mirándolas me preguntó si podía tocarlas y contesté que sí. Primero empezó por encima del sujetador, he de reconocer que en ese momento en su cara se mostraba curiosidad, yo de forma natural le sugerí que tocase por debajo que así descubriría cual era la pequeña, ese fue mi error.
Desde el momento en que la carne hizo contacto un escalofrío recorrió mi cuerpo y tuve que avisarle
-Como sigas así me voy a poner muy tontorrona
El me susurró
-¿Más de lo que estoy yo?
Yo miré a su pantalón y efectivamente el bulto era ya notable, no pude evitar conducir mis manos a su botón para liberarla, en ese momento apartó las manos de mi pecho y me miró
-¿Erika, que haces?
-Sólo voy a ver que tienes ahí... ¡Caray!
Tenía una buena arma, quizás no la más larga pero era ancha y no tenía pelos
No pude evitar agarrársela
-¡Oye!- se “quejó” él- como toques más voy a empezar a tocarte yo a ti
Mis hormonas contestaron por mí:
-Si quieres jugamos a un juego, a ver quien consigue que el otro acabe más caliente, aunque te advierto que vas a perder, no es fácil que llegue solo con las manos
El se rió y comenzamos el juego, estuvimos un buen rato masturbándonos mutuamente, el no solo tocaba mi clítoris de vez en cuando jugaba con mi pecho, he de reconocer que eso me vuelve loca.
-¿Puedo usar cualquier técnica?-preguntó él juguetón
-Mientras no me penetres lo que sea- le contesté en el mismo tono
Para mi perdición total mi novio le había confesado hacía un tiempo que los besos en el cuello me hacía perder la cabeza, acercándome todavía más a él empezó a darme besitos por el cuello, y de repente bajo hasta mi pecho, empezó a jugar con el pezón, pasaba su lengua una y otra vez, después volvía a subir y de repente me besó, fue un beso cargado de pasión, simple y llanamente, deseo, como el que yo sentía.
Mi camisa yacía en el suelo ya olvidada por lo que le quité la camiseta “igualdad de condiciones” bromeé.
Durante el beso aprovechó para tumbarme del todo en el sofá, yo ya perdida en el deseo le deje hacer, y empezó a bajarme el pantalón pirata que llevaba, le tiró al suelo en compañía del resto de mi ropa, ahí estaba yo solamente con unas braguitas totalmente empapadas, él encima de mía aún con el vaquero, al cual yo extendí la mano para bajarle y él terminó de quitarse
-Diría que he ganado- Dijo mientras sonreía encima de mí
-Aún no- contesté incorporándole y bajándole el calzoncillo del todo me metí su pene en la boca, Héctor me miraba sorprendido, mientras yo ensalivaba toda la base de su polla deteniéndome especialmente en el capullo, jugando con mi lengua, tenía un sabor muy suave, él no podía hacer nada salvo gemir, pero cuando empece a masturbar su tronco mientras seguía jugando con el glande él me apartó y sonriendo me quitó las bragas y empezó a besarme allí abajo mientras me sujetaba para que no pudiera contraatacar.
Yo sentía que aquello ya me ardía, el maldito lo hacía muy bien, y no pude evitarlo, lo siguiente que dije fue:
-Métemela ya ¡Joder!
Y fue dicho y hecho, no esperó más, por suerte tomo la píldora por lo cual no me tenía que preocupar y además sabía que el chico no tenía nada que me pudiera pegar.
Empezó suavemente, pero debido a mis movimientos pélvico empezó a bombear cada vez más fuerte, mientras me besaba y me susurraba
-¡Joder! ¡Qué ganas tenía de probar este coño tuyo!
Cuando creía que ya iba a llegar se paró, él quería ponerme en la postura del perrito, pero fui mas rápida, tumbándolo y comencé a cabalgarle que es algo que me encanta, notar la toma del control, imprimir la rapidez que me gusta, y sobre todo ver las caras de placer, mientras Héctor alternaba sus manos entre mis tetas y mi culo.
Finalmente acabó y nos fuimos a duchar, todavía había algo de alcohol en nuestras venas, aunque ya no tanto.
Ya con los pijamas puestos hablamos sobre lo que había pasado, por suerte él estaba como yo, hacía mucho que tenía ganas de acostarse conmigo, pero era sexo puro y duro.
Acordamos no decir nada, pero también hablamos sobre la opción de repetirlo, eso si esta vez que también estuviera mi novio y poder experimentar un trío por primera vez.
Ya os contaré si eso pasa...