Una noche cualquiera

Una noche casi cualquiera en que una pareja empieza a explorar algunos de sus deseos ocultos.

Estas desnuda sobre la cama, boca abajo, tienes los ojos vendados y las manos atadas al cabecero con pañuelos de seda. Voy acariciándote suave, muy suave, con otros pañuelos, pasándolos por tu espalda, rozando tu cuello y tus hombros. Cuando paso bajo tus brazos rozando tus sobacos no puedes evitar un escalofrió. Subes ligeramente el cuerpo y mis manos pasan bajo tus pechos, acarician tus pezones que se hinchan y aunque no quieres hacer ningún ruido se por tu forma de respirar que estás muy excitada.

Continuo pasando mis manos envueltas en los pañuelos bajo tu vientre, rozando tu sexo solo un segundo, y subo hasta encontrar la rotundidad de tu culo, duro y erguido. Yo también estoy excitado y me inclino sobre ti para lamer tus nalgas y morderte suavemente mientras continúo mi camino por tus muslos y tus piernas. Cuando acaricio el interior de tus muslos separas las piernas, invitándome a llegar más allá, hasta el aroma a sexo que sale de tu coño. Pero yo espero, quiero que estés muy caliente, que hables y me supliques que entre en ti.

Vuelvo a repetir el camino al revés, pero esta vez no aguantas y cuando rozo tu sexo te pegas a la cama, atrapando mi mano bajo ti. Cuando ves que no tengo intención de sacarla subes el culo, en una invitación a ser acariciada por todos los sitios. Acerco mi lengua a tus nalgas y muy despacio voy acercándome a tu ano, tu hoyito apretado que palpita de deseo. Sigo acariciándote el sexo con la mano, aprovechando la suavidad del pañuelo de seda.

Sin embargo ya no hace falta, está húmeda y deseosa, llena de jugos, y apartando el pañuelo toco tu clítoris con mis dedos, mientras el índice se adentra en tu interior. No hablas, solo gimes y jadeas, y moviendo tu pelvis me invitas a entrar en ti. Pero yo quiero oírte pedirlo, quiero que me digas que me deseas a mí, que quieres que entre en ti y te haga explotar. Acerco mi lengua al agujero de tu culito y suavemente lo chupo, primero por fuera, y después penetrándote suavemente con la lengua. Te gusta, lo noto porque al principio te has quedado quieta, como sorprendida de la sensación. Tienes los ojos cerrados y tus manos no pueden hacer más de modo que estás mucho más concentrada en tu propio placer que otras veces.

Mientras chupo tu culo y penetro tu sexo con mis dedos noto como te corres, frotándote contra mi dedo gordo que sigue frotando tu clítoris. Estas un largo rato corriéndote, noto como tu sexo aprieta mis dedos y tu ano palpita sobre mi lengua. Cuando acabas te quedas tumbada, relajada. Pero solo dura un minuto. Sigo acariciándote suave y por primera vez hablas. Me pides que entre en ti, que lo de antes te ha gustado pero quieres más, que me quieres a mí.

Yo ya estaba caliente, pero el oír como me lo pides me pone a mil y te complazco. Primero me acerco a la cabecera y te dejo que chupes mi polla, dura y enorme, cubierta de flujos preseminales y brillante. Te quito la venda para que puedas verla y para verte los ojos. Me pides que te desate. Es tu turno. Lo hago y te tumbas sobre mí. Frotas tu coño sobre mi polla y mi vientre y te metes toda mi polla dentro, rápido aunque suave. Me sujetas los brazos con los tuyos y comienzas a cabalgarme. Estoy muy caliente y se que no duraré mucho, sobre todo cuando te agachas y acercas tus tetas a mis labio. Me prendo de ellas y comienzo a correrme en tu interior. Tú también te corres y ahora no es en silencio. Ahora los dos chillamos y estoy en la gloria mientras los espasmos de tu coño exprimen toda mi leche.

Te dejas caer sobre mi y sonriendo me besas, suave. Ahora los dos sabemos que no olvidaremos ese día. "La próxima vez seré yo quien te ate" me dices. Acabas de pedírmelo y ya se me hace larga la espera.

Cualquier comentario o sugerencia (o volutarias para seguir) a miguelangel_66@telepolis.com