Una noche con mis amigas

Al ver a mi amiga sin reacción alguna, tome su otra mano y la puse sobre mi pierna. María subió la mirada para verme directamente a los ojos. Al sentir con su mano el roce de mis piernas, su rostro mostró una sonrisa que iluminó todo su semblante. Al ver su reacción, le devolví una mirada tierna y sincera igual a la de cualquier mujer que ha escuchado la confesión de su mejor amiga, y antes de que María pudiera decir alguna palabra, silencié sus labios con un beso dulce y tierno sobre de ellos. María parecía sorprendida, pero su sonrisa no desapareció.

Mi nombre es Denise. Quisiera compartir con ustedes una de las experiencias que tuve durante mi carrera universitaria que ha marcado mi vida para siempre, ya que lo que hice fue algo que jamás imaginé que podría hacer y supongo que mis amigas tampoco, pero fue una experiencia realmente agradable que modificó mi manera de vivir. Creo que lo que pude experimentar es uno de los sueños escondidos de cada mujer. Tal vez esto que estoy diciendo sería difícil de creer para muchas mujeres y no las culparía por ello ya que yo tampoco lo hubiera creído de mí, pero es necesario vivir la experiencia para poder comprender lo que a continuación les relataré, pero antes me gustaría contarles un poco de mí.

Soy una estudiante universitaria de 22 años. Soy bastante delgada y creo estar en muy buena forma ya que procuro ir mucho al gimnasio para mantener mi cuerpo firme y con buena figura. Tengo el cabello color café claro, lacio y largo por debajo de los hombros, piel blanca y unos pechos de buen tamaño creo yo, ni muy grandes ni muy pequeños, que se ajustan perfectamente a la figura de mi cuerpo, son redondos, firmes y muy bien formados, al igual que mis glúteos que son una parte de mi cuerpo que me encanta, ya que tiene una redondez y una firmeza que me ha enorgullecido desde que me comencé a desarrollar como mujer, ya hace varios años, y que hasta la fecha son uno de mis principales atributos femeninos para atraer a los hombres en las fiestas y centros nocturnos.

Estudio la carrera de comunicaciones en un a prestigiosa universidad en mi país, y siempre me ha encantado hacer muchos amigos. La verdad es que me considero bastante bonita. No es por presumir, pero siempre he tenido a muchos hombres que han querido tener algo conmigo y en verdad es algo que disfruto mucho, ya que como a cualquier mujer, me gusta sentirme deseada, pero tampoco soy una mujer que se la pase con hombres de fiesta en fiesta. Simplemente me encanta gustarles a los hombres. Creo que una de las cosas que me ha ayudado a gustarles tanto es que tengo una cara muy tierna, al menos eso es lo que todo el mundo me dice. Tengo la cara redondeada y unas facciones de la cara que me hacen ver como una niña pequeña, tierna e inocente según varios de mis amigos, ya que para ellos soy una niña de 14 años encerrada en el cuerpo de una mujer de 22.

Siempre desde que tengo memoria he sido de las mujeres más populares tanto en la preparatoria como en la universidad, y mis amigas siempre han sido de la misma forma de ser que yo (las típicas niñas bonitas y materiales de cada escuela). No es por que me crea mejor que las demás mujeres, ni que me crea muy bonita y tampoco quiere decir que quiera hacer menos a las demás, simplemente así es la forma en la que he sido desde siempre. Supongo que es el ambiente en el que me crié, y con las personas con quienes he convivido desde siempre.

Mis mejores amigas son dos, y por cierto ambas muy hermosas, de hecho son de las más bonitas de la universidad y siempre andamos juntas para todos lados. Prácticamente toda la universidad nos tiene bien identificadas, y la gran mayoría de los hombres siempre intentan acercarse a nosotras y hacernos plática. Muchos chicos en la universidad quieren ser nuestros amigos, aunque la verdad es que nuestros amigos de verdad son contados.

Mónica es la mayor de las tres, me lleva un año y es la típica niña "Fashion" es una mujer económicamente muy bien posicionada, lo que nos ha permitido salir con ella a los mejores clubes nocturnos. Mónica siempre se ha distinguido por ser muy sociable, y entre los hombres es muy bien conocida principalmente por sus grandes pechos y unos glúteos que serían la envidia para muchas mujeres, incluso para algunas modelos. Sumado a sus atributos físicos, la manera en la que se viste, con faldas cortas arriba de la rodilla, para lucir sus espectaculares piernas bronceadas y relucientes, que muestran una firmeza difícil de imaginar, hace que las miradas de los hombres siempre apunten a sus piernas en lugar de a sus ojos verdes que podrían dejar anonadado a cualquiera a causa de su belleza. Tiene una tonalidad de piel moreno claro, y su cabello es parecido al mío, largo y lacio con una tonalidad café, pero el de ella tiene una forma poco más ondulada que le da un toque especial a su belleza. Mónica, a diferencia de mí, que doy la impresión de ser mucho más chica de edad, a pesar de mis veintidós años, es toda una mujer perfectamente desarrollada en toda la extensión de la palabra.

María es mi otra mejor amiga. Ella es de mi misma edad, pero cumple años dos meses antes que yo. Es una mujer cuya belleza atrae las miradas de todos los hombres a su paso, e incluso atrae las miradas de varia mujeres que desearían tener ese cuerpo perfectamente moldeado y firme desde cualquier ángulo que la puedan ver. María no es tan delgada como yo, pero no es para nada gorda. Tiene un cuerpo espectacular de gimnasio. Todos los músculos de su cuerpo están perfectamente moldeados, unas piernas y unos brazos de envidia para toda mujer que dejan ver la perfección en cada centímetro de su humectada y tersa piel. María se viste de una forma más conservadora, por lo que no siempre deja ver sus atributos femeninos, pero es muy alta por lo que hace lucir de forma muy especial casi todas las prendas de vestir que porta, principalmente las faldas que al igual que a Mónica le dejan ver sus piernas largas y bien torneadas, acompañadas de un brillo especial a causa de la excelente humectación de su piel. Su cabello es muy largo, y al igual que el mío es muy lacio con la diferencia que el de ella es negro como el carbón, que hace juego con un tono moreno claro de su piel típica de las mujeres latinas. Mónica, sí representa más de sus veintidós años, probablemente a causa de que es la más seria de las tres y que su manera de vestir no siempre es muy juvenil, aunque no la culpamos, ya que en ese entonces era la única de nosotras que tenía trabajo y su ropa tenía que ser más formal.

Era costumbre de las tres salir de noche a divertirnos cada que nos era posible con otras amigas y amigos, aunque no siempre se podía principalmente a causa de trabajos escolares. Cuando se daba el caso de que no hubiera muchos amigos para salir, nosotras tres éramos suficientes para pasarla muy bien, ya que éramos amigas de toda la vida y siempre encontrábamos algo en que entretenernos, ya sea salir a tomar el café o simplemente quedarnos en casa de una de nosotras platicando de las novedades de la universidad.

Un viernes por la noche como era de costumbre todas las semanas nos disponíamos a salir a uno de los centros nocturnos que acostumbrábamos. Normalmente como ya he dicho, siempre salíamos nosotras tres en compañía de otras amigas y amigos que salían con nosotras por que siempre hemos tenido la idea de que mientras más seamos más nos divertíamos además de que muchas veces podíamos repartir los gastos. Sin embargo, aquella noche gran parte de nuestras amistades cercanas que disfrutaban de los mismos centros nocturnos que acostumbrábamos, ya habían hecho planes, por lo que nos quedamos nosotras tres solas. En vista de que únicamente estábamos nosotras, decidimos visitar un centro nocturno diferente para darle variedad a los viernes por la noche, que ya desde hace bastante tiempo se habían vuelto una rutina.

Una vez ya las tres en el coche de Mónica, quien era la que normalmente pasaba por nosotras, pasamos algunos minutos decidiendo a dónde ir mientras recorríamos las oscuras calles de la ciudad vagamente iluminadas por el alumbrado nocturno. Finalmente, tras un largo recorrido lleno de discusiones sobre el lugar a donde iríamos que no llegaban a ninguna conclusión, decidimos que dadas las circunstancias de la noche, el poco dinero con el que contábamos y que solo éramos nosotras tres, se decidió que la mejor opción era ir al cine a una de las últimas funciones.

Llegamos a la plaza comercial más cercana conocida por nosotras a donde pensábamos ir a la última función. Todo estaba cerrado dadas las horas de la noche con excepción de las salas de cine y unos pocos centros nocturnos a los que no fuimos por que no nos agradaba ese tipo de música además de que la mayoría de los chavos que acudían a esos centros eran primerizos de entre 15 y 18 años. Aquellos centros nocturnos dentro de la plaza, eran unos de esos antros a donde vas por primera vez en tu vida a tus primeros fajes y a tomar tus primeras cervezas en compañía de tus amigos. Según nosotras, ya habíamos pasado por esos lugares en nuestro tiempo y no quisimos pasar momentos nostálgicos ya que ahora estábamos en otro nivel, por lo que ignoramos esos lugares y seguimos nuestro camino rumbo a las salas de cine.

Una vez estando en la sala de cines nuestra sorpresa fue que ya no había muchas funciones disponibles. Lo que era lógico ya que era un viernes por la noche cuando todo está lleno. La única función disponible era una película de terror, la cual no era de nuestro agrado por que no es nuestro estilo de película y además las tres éramos bastante miedosas y no había hombres a quien abrazar en el momento adecuado. Fue María la que dijo que no fuéramos miedosas. Lo dijo con tal seguridad y firmeza que su valentía momentánea fue transmitida a nosotras y por alguna razón accedimos a comprar los boletos para dicha función. María argumentó que si no entrábamos todo el viaje iba a ser en vano y perderíamos nuestro valioso viernes por la noche.

María había terminado con su novio hace algunas semanas por lo que al igual que nosotras se había unido al club de las solteras, solo que nosotras no teníamos novio desde ya hace más de dos meses. Nos reímos un poco antes de comprar los boletos y jugando argumentábamos que tanto tiempo sin novio nos había caído bien pero que en situaciones como las de aquel día eran necesario tenerlos junto a nosotras.

Ya con los boletos en mano, estábamos formadas para comprar nuestras palomitas de maíz (como se les dice en mi país), dulces y nuestras sodas dietéticas indispensables cada ocasión en la que uno va al cine. Mientas estábamos haciendo fila para entrar a la sala, nos percatamos de que muchas personas se nos quedaban mirando de una manera extraña y principalmente los hombres cada que nos veían nos pasaban los ojos de la cabeza hasta los pies. Nosotras estábamos acostumbradas a que lo hombres se nos quedaran viendo pero en esta ocasión era mucho más de lo acostumbrado. Después de ser atacadas por las miradas de gran parte de las personas a nuestro alrededor, secretamente nos percatamos de que era la forma en la que estábamos vestidas la razón por la que se nos quedaban mirando tanto. Las tres vestíamos nuestra ropa acostumbrada para ir de antro un viernes por la noche, la cual era ropa bastante atrevida que una no acostumbraría usar frente a sus familiares. Cuando quisimos ir al cine no nos percatamos que estábamos vestidas de una forma bastante provocadora como para ir a un lugar familiar como lo es el cine a pesar de que ya eran altas horas de la noche cuando ya no presentan funciones para niños, pero aún así, ya que nos habíamos percatado de la situación, no nos quedó nada más que reírnos de nosotras y entrar a la función ya que no nos podíamos echar para atrás con los boletos en mano y apunto de entrar a la función.

Era de entender que las personas se nos quedaran mirando, y en especial a María y Mónica quienes desde siempre han sido muy hermosas pero aquella noche en particular lucían realmente bellas en la ropa que vestían. María traía una falda arriba de las rodillas, adornada con lentejuelas doradas que brillaban reflejando la luz del lugar a cada paso que daba. Su falda hacía juego con una blusa negra pegada al cuerpo que resaltaba sus pechos. Mónica llevaba pantalones de mezclilla ajustados que levantaban aún más sus glúteos. Llevaba puestas unas botas negras largas que le llegaban poco debajo de las rodillas, y una blusa blanca sin mangas lo suficiente escotada como para voltear a verla. Finalmente, yo vestía una minifalda color verde esmeralda, junto con mis zapatillas del mismo color y un cinturón blanco que combinaba con mi blusa de mangas cortas que al igual que la de Mónica era de color blanco.

Ya una vez dentro de la sala de cine, nos acomodamos en nuestros lugares y nos preparamos para que comenzara la función. Siempre hemos tenido la costumbre de sentarnos en la parte de hasta atrás ya que siempre hay gente que habla mucho durante la función y eso nos molestaba, aunque en realidad aquella noche la sala estaba prácticamente vacía y la teníamos solo para nosotras, lo cual no era mucho de nuestro agrado tratándose de una película de terror.

Comenzó la película y todo iba bastante bien hasta que iniciaron las escenas escalofriantes que en muchas ocasiones te hacen saltar del asiento. Conforme avanzaba la película estábamos más cerca una de la otra, en la típica posición de cuando una está aterrada. Las tres estábamos entre abrazadas y tomadas de las manos. En ese momento creí ser la más valiente de las tres ya que estaba sentada en medio de mis amigas mientras cada una me abrazaba más fuerte conforme la película seguía avanzando, aunque debo de admitir que yo estaba aterrada también. Así fue nuestro comportamiento durante toda la película entre abrazos y sustos, pero hubo un momento durante la función que realmente me sorprendió y me dejó sin aliento por un momento, ya que en uno de esos sustos, la mano de María en lugar de ir a mi mano y apretarla, fue directamente a una de mis piernas desnudas a causa de la minifalda que vestía. Lo primero que pensé fue que había sido un acto reflejo a causa del susto, pero la escena ya había pasado y su mano no la quitaba de mi pierna. La situación no me molestó ya que era mi amiga y de mucha confianza, pero me sorprendió mucho ya que nunca había hecho algo similar o tenido algún comportamiento parecido. Supongo que pensó que la sala estaba muy oscura y nadie la vería, pero aunque nadie la pudiera ver, ni siquiera Mónica que estaba también a mi lado, yo sí la podía sentir. Pasaban los minutos y me preguntaba si en algún momento retiraría la mano de mi pierna, ya que hacía bastante rato sin que pasara alguna escena como para que me apretara la mano o el brazo después de pegar un nuevo salto a causa del susto, pero para mi sorpresa, a pesar de las escenas que le siguieron a la película, que por cierto también eran de dar mucho miedo, María se mostró bastante tranquila y en lugar de quitar su mano, comenzaba a apretar mi pierna de la misma manera que lo hacía con mi mano cada ves que se asustaba, aunque esta vez lo hacía con mucha más suavidad y ternura. Para ese momento yo ya estaba completamente segura de que María no quitaría su mano de mi pierna a menos que yo hiciera algo al respecto, pero a decir verdad no me surgieron ganas de decirle algo. Realmente no quería incomodarla y tenía una gran curiosidad por saber hasta donde podía llegar María conmigo teniendo a Mónica junto a nosotras que no se había percatado de lo que estaba sucediendo, probablemente a causa del miedo, y además teniendo la incertidumbre de que yo pudiera reaccionar de una forma agresiva o que me fuera a incomodar. Sinceramente no sé lo que estaba pensando María en ese momento. Quizá pensó que no me percataría de sus actos a causa de que las tres teníamos bastante miedo y estábamos muy juntas, ó tal vez pensó que no le daría mucha importancia ya que a pesar del miedo estábamos poniendo bastante atención a la trama de la película, pero cualquiera que haya sido la razón, lo que es un hecho es que debió de haber estado bastante nerviosa por no saber cual sería mi reacción, pero más sorprendente para ella debió de haber sido que no tuviera reacción negativa y que me dejara hacer por tanto tiempo.

Los minutos siguieron pasando, y ya se acercaba el final de la película, aunque para esos momentos yo estaba más interesada en las acciones de María que en la trama de la película.

María, al percatarse que después de unos minutos de tener su mano sobre mi pierna y estar jugando con ella, y al ver que no había ninguna reacción negativa de mi parte, tomó más confianza ya que la notaba menos nerviosa.

Durante todo el tiempo que su mano estuvo acariciando mis piernas, en ningún momento volteó a mirarme. Supongo que no lo hacía por miedo a que con la pura mirada le dijera que no quería que lo siguiera haciendo ó que le dijera directamente que dejara de hacer lo que estaba haciendo.

Casi al final de la película, y en un acto de valentía por parte de María, lentamente movió la cabeza para mirarme directamente a los ojos, con una rostro lleno de ternura y nerviosismo. Para sorpresa de María, mi reacción al devolverle la mirada fue una tierna sonrisa como para decirle – No te preocupes, esta bien, no estoy molesta - María pereció comprender el significado de aquella sonrisa, por que me devolvió la mirada con una sonrisa aún mas tierna que la mía e inmediatamente terminó de relajarse. Una vez que nuestras miradas habían terminado con la tensión entre nosotras, recargué mi cabeza en el hombro de María como para terminar de aclarar que no había ningún problema conmigo. María una vez más pareció comprender muy bien el mensaje por que sentí como los masajes de María sobre mis piernas iban incrementando su intensidad sin dejar de ser suaves y tersos. La mano de maría subía cada vez más por mis ya bastante descubiertas piernas. Sus caricias subían y bajaban desde mis rodillas hasta la parte alta de mis muslos, y en ocasiones su mano le daba un suave apretón a mi entrepierna. Mientras más subía la mano de María por mis piernas, los latidos de mi corazón también iban en aumento. Si todo continuaba como estaba sucediendo, tarde o temprano su mano llegaría a una zona más peligrosa ya que si llegara a acariciar mi concha sobre mis interiores no sabría como reaccionar.

La película llegó a su fin y la sala de cines prendió las luces como es costumbre. Yo estaba bastante agitaba y necesitaba un espejo para mirarme ya que no sabía que rostro tenía después de haber tenido semejante experiencia. María lucía bastante tranquila pero mostraba un semblante de alegría similar al de una mujer después de haber tenido un sexo increíble. Me acomodé la falda rápidamente antes de levantarme de mi asiento sin que Mónica se percatara e inmediatamente después nos dirigimos al auto ya para ir a nuestras casas.

Una vez en el auto, un extraño silencio invadió la atmósfera que nos rodeaba. No era un silencio del todo incómodo ya que Mónica se concentraba más en mantenerse despierta mientras manejaba y seguramente pensó que el extraño silencio era a causa del cansancio de las tres (que era en parte cierto) así que no se imaginaba lo que en realidad había pasado durante la película. María y yo por el contrario, sabíamos perfectamente la razón del silencio. Yo no sabía que decirle a ella y seguramente ella tampoco podía creer lo que había sucedido. Sinceramente yo nunca pensé que la dejaría jugar tanto conmigo o más bien con mis piernas, pero durante el tiempo que sucedió, sentí un placer extraño pero sin dejar de ser muy agradable ya que de otra manera no le hubiera permitido hacer lo que hizo. Probablemente María sabía que por mi cabeza estaban pasando muchas cosas por lo que no quiso hacer ningún comentario al respecto.

Ya eran pasadas las dos de la mañana y Mónica estaba en realidad cansada. Yo era la que más lejos vivía y María vivía relativamente cerca, así que dijo a Mónica (sin antes consultarme) que yo me quedaría a dormir con ella para que no fuera tanta vuelta y no llegara tan tarde a su casa. Ante la situación, y al ver a Mónica realmente cansada accedí inmediatamente. Yo no tenía ningún problema ya que en otras ocasiones me había quedado en su casa, pero hoy era diferente después de lo que había sucedido.

Ya en casa de María nos despedimos de Mónica. Ella no podía quedarse por que sus papás le exigían siempre llegar a su casa, así que sin más ni menos nos despedimos de ella.

Entramos a las casa, pero el silencio entre nosotras seguía presente. Nos dirigimos hacia su recámara por que siempre me había quedado a dormir en su cama por que no había más recámaras y a pesar de que sus papás habían salido de viaje, nunca nadie se quedaba en esa habitación. No hubo mucha plática entre nosotras más que lo necesario. Las dos seguíamos bastante nerviosas e inseguras. Finalmente apagamos las luces y nos metimos a la cama.

A pesar de la situación me quedé dormida inmediatamente, aunque no por mucho tiempo por que pasados unos minutos una dulce voz me habló al oído que me decía:

Denisse, ¿Estás despierta?

Sí- le contesté.

Quería pedirte disculpas por como me comporté en la sala de cine, no debí de hacerlo. No sé en que estaba pensando.

No te preocupes – le contesté con voz entre dormida y despierta.

Quisiera hablar contigo al respecto- Me dijo con tonalidad seria y decidida.- me gustaría explicarte bien lo que sucedió, no quiero que te lleves una mala imagen de mi o que mal entiendas las cosas.

Al ver la preocupación de María por tener una conversación seria conmigo, decidí sacudirme el sueño que tenía para dejar las cosas claras entre nosotras. Yo sabía que nada de lo que pudiéramos decir interferiría con la gran amistad que llevábamos desde ya hace muchos años, por lo que estaba dispuesta a hablar de cualquier tema.

De verdad no te preocupes- dije con voz tímida- No se lo diré a nadie, y pues supongo que tu tampoco hablarás con nadie de lo que sucedió al respecto. Ni siquiera a Mónica se lo pienso decir por que no sé de que forma podría tomarlo. Además,- Continué ya un poco más tranquila- lo disfruté bastante. No sé por que dejé que lo hicieras pero lo que pasó ya está olvidado.

De eso justamente te quiero hablar – tomó una gran suspiro y continúo igual de temerosa su conversación- Sé que somos amigas desde hace mucho tiempo y me dio gran temor atreverme a hacer lo que hice por que no sabía cual sería tu reacción. Realmente me encantó que te dejaras hacer tanto, pero no es eso lo que te quería decir.

Mi mirada cambió al escuchar tales palabras ¿De que más me podría hablar después de lo que había sucedido esa noche?

¿Qué otra cosa podrías decirme?- Con cara de angustia continué diciéndole- Es decir, sí me sorprendiste mucho con tu actitud, pero como te mencioné, realmente lo disfruté. También me sorprendió el saber que te gustan las mujeres y me sentí un poco mal (independientemente del placer que sentí) al enterarme de esa forma. Es decir soy tu mejor amiga ¿no?

Sí, claro que eres mi mejor amiga, y lo sabes bien. Por eso es que quiero hablar contigo y aclarar las cosas, pero también te quiero decirte algo que probablemente te sorprenderá más de lo que ya estás y espero que no te enojes con nosotras.

¿Con nosotras?- pregunté anonadada.

Sí, con nosotras, Mónica y yo.

¿Qué tiene que ver Mónica en todo esto?- volví a preguntar con desesperación e incertidumbre.

Todo- Me dijo con voz firme y a la vez temerosa- Mónica y yo somos responsables de lo que ha pasado, ya que aunque tu no te diste cuenta, Mónica sabía exactamente lo que estaba sucediendo en la sala de cine. De hecho, ella ya sabía que iba a suceder desde el principio por que todo esto ha sido idea de las dos.

pep pep pero.. ¿Cómo? ¿Cuándo y por que? No entiendo lo que me quieres decir- Con una mayor incertidumbre seguí escuchando.

Te lo contaré todo descuida, no te preocupes, pero promete que dejarás que te explique todo y antes de decir cualquier cosa deja que te explique y después puedes decir o preguntar lo que quieras, pero por favor procura no enojarte, recuerda que somos las mejores amiga ¿verdad?

Sí sí sabes que somos amigas de toda la vida y nada de lo que me digas hará que dejemos de serlo pero por favor cuéntame todo que no entiendo nada de esto que me dices.

Sin muchas opciones accedí a las condiciones de María y no dije ni una palabra mientras me contaba como en realidad habían sucedido las cosas. Después de unos minutos me había quedado sin palabras después de escuchar todo lo que me había explicado y muchos sentimientos y sensaciones nuevas invadían mi cuerpo además de sufrir de una gran excitación mientras María continuaba su relato. Al final, no tuve palabras para contestar a lo que me había dicho.

María me había explicado que desde el comienzo de aquella noche ellas ya habían planeado todo. Sabían que no iríamos a un centro nocturno y que acabaríamos en una de las últimas funciones de cine. También me dijo que habían planeado que a la primera oportunidad que tuvieran, cualquiera de las dos intentaría seducirme de alguna forma, pero que en realidad las dos tenían miedo por mi posible reacción, y que ambas estaban muy contentas de que yo había tomado tan también aquella situación. Además de todo, me explicó algo que me tomo de sorpresa, y que a pesar de todas las cosas fuera de lo común que habían sucedido esa noche, no me lo esperaba. Me dijo que ella y Mónica habían estado saliendo desde hace ya hace más de año y medio y que de alguna manera lo habían logrado mantener en secreto.

Al escuchar esas palabras no pude evitar las condiciones puestas por María y la interrumpí diciendo con voz muy alterada:

¡!! ¿Cómo? ¡USTEDES¡ ¿Cómo han podido ocultarme algo a sí? hemos sido siempre las mejores amigas de toda la vida, y algo como esto era para que me lo contaran desde un principio.

Sí lo sé, creo que tienes toda la razón pero, - trató de calmarme un poco y continuó explicándose- a pesar de que somos casi de la misma edad, nosotras siempre te hemos visto como la más pequeña del grupo, y más que eso, tu para nosotras siempre has sido como una hermana pequeña y siempre hemos sentido la responsabilidad de cuidarte y creímos que contarte lo de nosotras no era lo adecuado.

Yo no podía creer sus argumentos, de hecho me sentía algo molesta con ellas después de haber escuchado toda la verdadera historia. Sin embargo, al ser mis mejores amigas y al reconocer su nerviosismo y valor al contarme todo, yo sabía que me estaba diciendo toda la verdad.

Aunque María me hablaba con sinceridad yo aún tenía un millón de dudas en mi cabeza pero forzosamente le tuve que hacer unas preguntas:

Te entiendo, aunque no dejo de estar sorprendida y si debo de hablar con la verdad, sí estoy algo decepcionada de ustedes.

Tienes razones para estarlo, y espero nos perdones por haber planeado todo esto y por haberte ocultado lo de nosotras por tanto tiempo.

Ya te he dicho que no hay ningún problema- Conteste con voz tranquila y ya más calmada continué diciendo- como te dije antes realmente lo disfruté, pero tengo que preguntarte algo que a estas alturas parecerá obvio pero aún así te la debo de hacer.

Adelante, pregúntame todo lo que quieras estas en tu derecho

Son dos preguntas en realidad, la primera es algo tonta pero… ¿Las dos son lesbianas? – Pregunté con voz suave y tímida al hacer semejante pregunta a mi mejor amiga- y la segunda pregunta sería ¿Por qué ahora me lo dicen y por que decidieron hacerme esto para decirme su secreto?

María tomo una gran bocanada de aire y se dispuso a contestar todas mis preguntas en el orden que las dije:

En realidad las dos somos bisexuales, aunque yo conozco bien a Mónica y sé que le agradan más las mujeres- Dijo maría con seguridad- Ambas nos dimos cuenta de nuestras preferencias desde ya hace algunos años y poco a poco comenzamos a experimentar entre nosotras y hasta hoy es algo que seguimos haciendo pero ya salimos más en plan de pareja en estos últimos meses –la voz de María perdía fuerza, realmente se sentía mal por habérmelo ocultado- pero hoy decidimos contarte todo y las dos queremos que nos perdones.

Sí, no te preocupes ya te lo he dicho varias veces, todo esta bien entre nosotras- volví a decir con voz insistente.

A tu segunda pregunta, esa es más difícil de contestar. Lo que pasa es que como ya te comenté nosotras siempre te homos viso como nuestra hermana menor pero en estos días hemos pensado que ya eres toda una mujer y que era el momento adecuado para decírtelo.

Las respuestas de María me dejaron aún más sorprendida, no sabía si seguir molesta con ella (aunque en realidad ya no lo estaba) ó sentirme alagada por la protección que habían querido darme y por considerarme ya como toda una mujer.

Ya había pasado mucho tiempo desde que llegamos a casa de María y que habíamos comenzamos a platicar. En una hora o dos comenzaría a amanecer. María se veía muy agitada por todo lo que me había contado pero no dejaba de verse hermosa en su atuendo nocturno, ya que ninguna de las dos nos habíamos quitado la ropa que teníamos puesta.

María ya no sabía que más decirme. Se le habían terminado los argumentos y su rostro tenía una mirada llena de ternura y arrepentimiento que esperaban una respuesta de mi parte. Yo también me había quedado sin palabras después de lo que ambas dijimos esa noche, pero ahí estábamos las dos. Sentadas en la misma cama una junto a la otra tomadas de las manos en gesto de que todo estaba bien entre nosotras.

Después de un momento de silencio un poco incómodo finalmente le dije:

Realmente no creo que haya sido la forma adecuada para contarme su secreto, pero a ti que eres mi mejor amiga debo de confesarte que lo que pasó, todo lo que me hiciste en la sala de cine se sintió muy bien. No sé si sea normal todo lo que sentí. Tu bien sabe que nunca he tenido nada con mujeres y sin embargo lo que sentí mientras tus manos pasaban por mis piernas fue algo que jamás había sentido y realmente lo disfruté, de otra forma no lo hubiera permitido. Tal vez soy yo la que deba de darte las gracias.

María quedó sorprendida ante mi respuesta. Se quedó callada por algunos segundos. No sabía si verme directamente a los ojos o mirar hacia abajo mientras seguía escuchándome. Ninguna de las dos nos habíamos movido de la cama. Ahí seguíamos las dos una junto a la otra y nuestras manos seguían estrechadas.

Al ver a mi amiga sin reacción alguna, tome su otra mano y la puse sobre mi pierna. María subió la mirada para verme directamente a los ojos. Al sentir con su mano el roce de mis piernas, su rostro mostró una sonrisa que iluminó todo su semblante. Al ver su reacción, le devolví una mirada tierna y sincera igual a la de cualquier mujer que ha escuchado la confesión de su mejor amiga, y antes de que María pudiera decir alguna palabra, silencié sus labios con un beso dulce y tierno sobre de ellos. María parecía sorprendida, pero su sonrisa no desapareció. Le di otro beso inexperto en los labios como una mujer que jamás había probado el sabor de los labios de su mejor amiga, pero a pesar de mi inexperiencia María recibió mis besos con ternura y placer. Terminado el beso y nuevamente no le permití decir palabra alguna al decirle al oído: "Hay algo que dejaste inconcluso", solté su otra mano que tenía estrechada y la coloque sobre mi pierna al igual que lo hice con la otra. Ahora sus dos manos tocaban mis piernas y yo me sentía tremendamente excitada ante la situación, además de que era una experiencia totalmente nueva para mí. Subí un poco más la ya bastante corta falda que aún tenía puesta en señal de que mi amiga podía hacer lo que ella quisiera con mis piernas y con todo mi cuerpo.

María, al entender todas las indirectas que le daba y al comprender lo que le quería decir con mi mirada y mi sonrisa, sin dudarlo comenzó a masajear mis piernas de la misma forma que lo hizo en la sala de cine, pero en esta ocasión yo estaba dispuesta a cooperar con todo lo que me hiciera. Le dije con voz sonriente – Quiero que me digas todo lo que debo de hacer- pero ella me respondió con voz dulce y a la vez agitada – Tu no debes de hacer nada, déjamelo a mi- Me recostó sobre la cama, y después de haber pasado sus manos por mis piernas que tanto le gustaban a ella, se puso sobre de mi y me dijo que me daría mi primer beso verdadero de mujer a mujer. Yo estaba nerviosa pero estaba decidida a cooperar con mi amiga ya que no podía estar en mejores manos. Con ternura dejó caer su cuerpo sobre mí y acercó sus labios a los míos. Me dio un beso dulce y lento. Ella sabía que era mi primera vez y que tendría que ir despacio conmigo y así fue como lo hizo. Al principio solo sentí tibia y suave lengua sobre mis labios ya que en un inicio no quería abrir por completo la boca pero conforme la excitación seguía en aumento y sentía las suaves caricias de María sobre mi cuerpo poco a poco fui abriendo la boca hasta que por fin María terminó por darme el más grande beso que alguna otra persona me haya dado. Nunca antes había sentido tal suavidad, ternura y amor en el beso de una persona. El beso era aún más excitante al venir de mi mejor amiga. A partir de aquel beso, María se adueñó por completo de la situación y de mi cuerpo. Yo no tenía que hacer nada más que disfrutar de todo lo que María hacía conmigo y las únicas "palabras" que salín de mi boca eran los gemidos de placer que María me provocaba.

María recorría todo mi cuerpo con sus manos y yo sentía que explotaba de placer por dentro. Se puso de rodillas frente a mí mientras yo yacía recostada mirándole a los ojos. Con sus manos tomo mis piernas de los tobillos y con delicadeza juntó mis piernas, acarició con sus dos manos mis piernas desde mis tobillos hasta llegar a mis muslos y finalmente tomó mis interiores y con un suave movimiento los retiró. Me sentí nerviosa en aquel momento pero la excitación podía más que yo y no podía hace más que sucumbir ante sus caricias. De nuevo tomó mis tobillos y me abrió de piernas para dejar al descubierto mis partes femeninas. Sentí su cabeza entre mis muslos mientras con su lengua le daba un masaje profundo a mi concha que ya no podía estar más húmeda. Con movimientos de subir y bajar mi clítoris sentía el mayor placer que jamás le habían dado.

Después de haber recibido los masajes de maría en mi zona íntima, retiró su cabeza de entre mis piernas y se dirigió a mis labios para darme otro de los mejores besos que jamás he recibido. Muy delicadamente, como si yo fuese su más valioso objeto, retiró mi blusa y la puso sobre la cama. Ahí estaba yo. Nuevamente sentada junto a María, despojada de mis interiores y de mi blusa. Únicamente vestía mi frágil falda sin nada por debajo. La madrugada era fría, pero el calor de María a mi lado me era suficiente para mantenerme en calor. María se acercó a mi oído cautelosamente y después de pasar su tibia lengua por mi oreja me dijo con voz suave "quiero que te quites la falda para mi" y sin pensarlo dos veces me levanté por un instante de la cama para retirar la única prenda que quedaba en mi cuerpo para quedar completamente desnuda ante los ojos de mi amiga María. Mientras ella contemplaba mi cuerpo, me dijo con voz fuerte y segura de sí misma: "Mónica y yo teníamos razón, ya eres toda una mujer" Yo me sonrojé ante sus palabras. Realmente me sentía alagada por que me considerara toda una mujer. Me sentía verdaderamente desnuda ante los cautivadores ojos de mi amiga quien no dejaba de mirar mi bien desarrollado cuerpo.

María todavía estaba totalmente vestida, lo que me hacía sentirme completamente descubierta ante ella y su mirada penetrante. Al ver a María ahí sentada sobre la cama con sus piernas cruzadas y sus brazos recargados sobre la cama mientras miraba mi cuerpo desnudo parado frente a ella, confirmé que María era dueña de una gran belleza y que yo era muy afortunada en que fuese ella quién me enseñara como eran los placeres de una mujer con otra mujer.

Después de pasar varias veces la mirada por mi cuerpo me dijo que me sentara sobre sus piernas. Yo no podía esperar para saber lo que María tenía preparado para mí. Me aproximé a ella y dejé caer mi cuerpo sobre sus muslos que eran muy suaves y a la vez firmes. Con sus brazos rodeo mi cuerpo y me dio un fuerte abrazo mientras sus labios buscaban mi cuello para darme besos grandes y pequeños acompañados de un cosquilleo provocado por las caricias que su lengua proporcionaba. Yo me dejé llevar nuevamente por la situación al sentir el calor que María me daba. Sentía sus suaves y bien formados pechos que hacían presión en mi espalda. Sus pechos eran bastante grandes y sus muslos muy cómodos por lo que no podía estar en una posición más cómoda. María dejó de abrazarme, una de sus manos bajó hacia mi concha que no podía estar más mojada, mientras la otras subió a uno de mis pechos que para ese momento estaban firmes, con unos pezones perfectamente redondos y excitados que recibían las caricias de la delicada mano de María que con movimientos circulares continuaba proporcionando masajes a mis ya bastante excitados senos. Mientras una mano jugaba con mis pechos, la otra introducía sus dedos femeninos en mi bien lubricada concha que no dejaba de escurrir de la excitación. Sus dedos eran suaves al igual que la totalidad de su cuerpo y mientras más profundo entraban sus dedos en mi concha mayor placer sentía. Yo ya no podía contener mis gritos de placer, lo intentaba pero no podía AHH AHHH AHHHHH SÍI SII MÁS MÁS MARÍA MÁS OHH SÍ MÁS ADENTRO MÁSS. Decía mientras sus dedos estaban cada vez más dentro de mí.

Al ver que el placer que sentía era demasiado para mi, María dejo de hacer lo que hacía y me recostó sobre la cama boca arriba, pasó varias veces su lengua por mi cuerpo mientras yo yacía recostada sobre la cama sufriendo de un gran placer y agitación. Pasados unos minutos, me levantó de la cama para quedar sentada frente a ella con las piernas semiabiertas. Retiró sus interiores pero no su falda. Subió a la cama conmigo y se puso en la misma posición frente de mí. Nuestras piernas se entrelazaron para que nuestras conchas pudieran rozar una con la otra y con un movimiento de vaivén provocado por maría, nuestras conchas se rozaban mutuamente como si se estuvieran dando los más lindos besos mientras los brazos de María nuevamente me rodearon. Sus senos chocaban con los míos. Eran más grandes y sentía como amortiguaban los repentinos choques de nuestros cuerpos. Sus manos acariciaban mi espalda y sus labios alimentaban mi boca con los más dulces besos.

Yo me sentía desconectada, todo mi cuerpo estaba poseído de placer y excitación y no pensaba más que en lo que maría hacía con mi cuerpo. Nunca nadie me había hecho sentir así. La excitación y el placer habían llegado al límite. Después de múltiples orgasmos y un gran cansancio provocado por frecuentes gritos de placer, María terminó con un largo y tierno beso que había saboreé como los demás.

María soltó mi cuerpo que tenía abrazado y lentamente nuestras conchas se separaron. Las dos nos recostamos sobre la cama boca arriba. Descansamos y esperamos a que nuestro ritmo cardiaco volviera a la normalidad. María tenía un semblante lúcido y brillante que reflejaba una alegría difícil de describir. Yo estaba recostada sobre la cama. Estaba realmente cansada y mis ojos comenzaban a cerrarse pero recuerdo que una gran sonrisa acompañaba mi sueño. Se que esa noche dormí sin que la sonrisa desapareciera de mi rostro.

Aunque mis ojos estaban ya cerrados esperando quedar completamente dormida, todavía alcanzaba a escuchar los ruidos que María hacía en la recámara. La escuché poniéndose de nuevo sus bragas, que fue la única prenda que se quitó mientras estuvimos juntas. No sé por que lo hizo. Quizá había decidido darme mis primeras lecciones con la ropa puesta, no lo sé. Lo que sí sé es que eso no impidió que me diera el mejor sexo que he tenido en mi vida.

Escuché a María dirigirse a la cocina para tomar algo de agua. Lentamente estaba cayendo en un sueño profundo. Todavía antes de quedar inconciente por el sueño, alcance a escuchar sonar el teléfono. Era Mónica que hablaba para ponerse al tanto de la situación, o al menos eso me imaginé. Lo único que alcancé a escuchar fue a María decir "No te preocupes amiga, todo salió bien ya estamos completas" esas fueron las últimas palabras que le escuche decir a María antes de quedar profundamente dormida invadida por el sueño, mientras ella estaba ahí parada junto a la cama hablando con Mónica mientras contemplaba mi aún desnudo cuerpo que estaba recostado sobre la cama.

Yo caí en un sueño profundo con una sonrisa en el rostro. Mi cuerpo yacía ahí, desnudo y tranquilo sin que ninguna cobija cubriera mi cuerpo que seguramente seguía siendo contemplado por María.

Desperté algunas horas después y vi a María recostada junto a mí aún con su ropa puesta pero despertó a los pocos minutos. Ninguna de las dos hablaos mucho de los sucedido, pero sí nos mirábamos con ojos brillosos y risueños.

María pasó a dejarme a mi casa ese mismo día horas más tarde. Seguíamos sin hablar mucho pero nuestras sonrisas decían lo suficiente.

Al llegar a mi casa nos despedimos con un tierno beso en los labios y sin más que decir nos despedimos y no nos vimos hasta el siguiente lunes en la universidad.

No he vuelto a tener una experiencia similar con María o con Mónica, pero ahora sé que mis dos mejores amigas tienen una relación y que tuvieron la confianza para decírmelo y además me invitaron a tener una experiencia nueva que me fascinó. Ahora cada que salgo con ellas participo en pequeños besos inocentes y caricias.

No sé si vuelva tener una experiencia similar con alguna de ellas pero espero un día devolverles el favor.

Esta es una experiencia que les he querido compartir.

Les dejo mi correo para comentarios y opiniones. Solo respondo correos serios al respecto.