Una noche con mi hermana y sus amigas.
Mi hermana, las cachondas de sus amigas, alcohol, sólos en casa... ¿Qué pasara?
El fin de semana se presentaba muy bien, mis padres se iban a ir al chalet de la sierra con mi hermana y yo me quedaría sólo en casa. Me apetecía un montón quedar con Sara, una chica que recientemente había conocido en la uni y, con un poco de suerte, la noche acabara bien.
Cuando llegué a casa por la tarde, tras las clases, el piso estaba vacío. Mis padres habían dejado una nota informándome de la comida que me dejaban preparada en la nevera. Tenía comida para un equipo de fútbol, cómo son las madres.
Había invitado a Sara “a cenar”, estaba claro lo que buscaba y ella lo sabía. Lo cierto es que no me puedo quejar, tengo bastante éxito con las tías, soy normalito pero me cuido bastante, hago mucho ejercicio, de hecho voy todos los días al gimnasio y sé que calzo una buena polla en comparación con lo que veo por el vestuario.
La semana pasada había sido mi cumpleaños y mis amigos me habían regalado una vagina de látex, medio de broma, medio en serio, se rumorea que soy un follador nato. La verdad es que desde que la tenía no había tenido ocasión de utilizarla. Así que pensé que sería una buena idea “descargar” antes de la cita y me decidí a estrenarla. Me desnudé, puse mi música favorita y saqué aquel coño de plástico. Me puse un condón, apoyé la vagina sobre mi escritorio, estaba cachondísimo sólo con pensar en la noche que me esperaba. Busqué en mi portátil un video porno que me gustaba un y empecé a follarme aquel artilugio como si me fuera la vida en ello.
Era agradable, mucho mejor de lo que me esperaba, era un buen entrenamiento. Poco a poco fui acelerando el ritmo, había comenzado a sudar mientras lo embestía con violencia, mi polla salía y entraba con gran velocidad, llevaba unos minutos dale que te pego cuando vi a mi hermana al final del pasillo observándome. ¿Qué hacía allí? Cuando me di cuenta casi me da algo, menuda pillada, con la música no la había escuchado entrar. Ella me observaba sorprendida, no daba crédito a lo que veían sus ojos. Su hermano en pelotas follándose salvajemente una vagina de plástico. Vaya marrón, cogí una revista que había sobre la mesa y se la lancé mientras añadía:
- ¡Vete guarra!
- Joder, estás mucho más enfermo de lo que pensaba - Respondió ella que permanecía inmóvil.
Saqué la polla de aquel artilugio, con el susto la erección se había venido abajo y corrí hacia la puerta, mi polla morcillona se bamboleaba de un lado a otro. Ella permanecía atónita contemplando aquella imagen, se comía mi miembro con la mirada. Cerré de un portazo. Ella se acercó a la puerta y gritó:
- Esta noche vienen unas amigas a pasar la noche, a ver qué haces guarro, jajaja .
Mi plan se había venido abajo, ¿por qué no se había ido con mis padres? Encima la muy cotilla me había pillado masturbándome y seguro que se lo contaba, el fin de semana no podía empezar peor. Llamé a Sara para cancelar la cita, ella se enfadó bastante pensando que le daba largas. La verdad es que si no me la iba a follar no me apetecía mucho quedar con ella, así que llamé a unos colegas que iban a salir a golfear por la noche.
Para no alargar la historia me ahorraré los detalles de aquella salida nocturna que podrían resumirse en que me encontré con un montón de “calientapollas” de las que no conseguí ni un triste beso.
Llegué a casa algo pedo, no sé muy bien a qué hora pero bastante tarde. Observé a través del cristal de la puerta del salón una luz tenue, entonces recordé que mi hermana había invitado a unas amigas.
Abrí la puerta para saber qué estaban haciendo a esas horas, allí se encontraban mi hermana, Sofía, Lucía y otra chica que no conocía. Sofía se apresuró a esconder una botella vacía pero yo ya la había visto.
- ¡Hola chicas! No recordaba que había reunión de crías en casa- Les dije.
A juzgar por sus caras no les sentó nada bien. La verdad es que no eran tan crías, alguna ya había cumplido los diecisiete. Tenían su pequeña fiesta, música bajita y se habían pillado un par de botellas pero sólo quedaba una casi llena. Estaban bastantes ligeras de ropa, sentadas sobre los sacos, salvo mi hermana que se encontraba adormilada dentro de él, era una reunión a lo boy-scout.
Sofía se agarró los pechos y moviéndolos añadió:
- ¿Acaso las crías tiene esto?
- Vaya si es el hermano pajillero - Me contestó Lucía.
Estaba claro que la zorra de mi hermana les había contado lo sucedido. Lucía no se llevaba bien conmigo, me tenía entre ceja y ceja. Sofía era una golfa y a pesar de no ser muy guapa tenía buenas peras. Lo que me faltaba que unas niñatas me vacilaran a esas horas…
- ¡Vete de aquí! ¡Déjanos en paz! - Añadió mi hermana, por su voz se le notaba bastante perjudicada.
- Ya veo quién se ha bebido la botella que habéis escondido - Dije mientras me sentaba entre Sofía y la chica desconocida.
Todas se rieron.
- Ponedme una copa que, por lo que veo, os sobra bebida.
- No sé lo que os habrá contado Laida (mi hermana) pero ya era hora de que la muy mojigata viera una polla de verdad .
Se quedaron sorprendidas con mis palabras, acaso pensaban que me iría sin más…
- Seguro que ya se ha comido, digo visto, muchas otras- Dijo Sofía.
- Por quién nos tomas, a nuestra edad el sexo es algo normal- Añadió la chica desconocida.
- ¿Cómo te llamas?- Pregunté.
- María- Respondió.
- Verás María, no me cabe la menor duda de que habrás visto alguna “pilila” de tus compañeros del instituto, pero yo hablo de una buena polla como la mía, seguro que con toda la experiencia de la que presumes no sabrías qué hacer con ella.
-¡Que nos la enseñe! ¡Que nos la enseñe!- Coreaba Sofía.
El alcohol ya comenzaba a hacer estragos en ellas. Yo me estaba poniendo muy cachondo de escucharlas, más aún de lo que venía, aquellos cuerpos tiernos, de curvas sinuosas, aquellos pechos redonditos como melocotones maduros. Mientras, mi hermana estaba dormida como un tronco.
-¿ Y qué gano a cambio?
-Tal vez podríamos enseñarte… - Añadió María con voz provocativa.
- Está bien, mostrarme vuestras tetas y yo os la enseñaré - Contesté sin ninguna vergüenza, fruto de que llevaba alguna copa de más.
Igual la noche no terminaba tan mal y veía algunas tetas. Aquello estaba llegando más lejos de lo que había pensado, tenía a tres de las mejores amigas de mi hermana a mi merced. La verdad es que les hubiera enseñado la polla “gratis” sólo por lo morboso de la situación y porque estoy muy orgulloso del miembro que calzo, pero mejor si obtenía algo a cambio.
Pensé que se iban a rajar pero, estuvieron hablando entre ellas y, de repente, María se levantó deprisa la camiseta y casi instantáneamente se la bajó. Fueron segundos, tenía unas tetas muy bonitas, redonditas, con los pezones de tamaño medio y color rosado, desafiantes apuntando al frente, quién chupara unas tetas así de firmes.
Sofía se quitó la camiseta, sus pechos me tenían obsesionado, el sujetador negro con puntillas parecía minúsculo conteniendo aquellas enormes berzas, jamás hubiera pensado que las vería en todo su esplendor pero el momento estaba realmente cerca. Se desabrochó el sujetador y con sus manos sujetó, como pudo, sus grandes tetas. Se puso en pie y soltó las manos, sus tetas cayeron y salieron a la vista sus enormes pezones, más oscuros que los de María. Todos nos quedamos impresionados, creo que ni las chicas habían visto antes unas tetas así.
- Y de regalo - Añadió Sofía mientras se quitaba el pantaloncito corto.
Era sin duda la más golfa de todas, se debía comer las pollas a pares. Tenía un enorme trasero, algo flojo pero sin celulitis, su gordura era bonita. Aunque estaba algo entradita en carnes, tenía un buen polvo. Llevaba un tanga a juego con transparencias y un lacito rosa por lo que se adivinaba perfectamente el pubis recortado. Qué golfa era, le gustaba ser el centro de atención, sentirse admirada, aquello era un desmadre total, la polla me iba a estallar.
Lucía no sabía qué hacer, estaba dubitativa, pudorosa, tenía vergüenza.
- Venga Lu, no nos jodas que a todas nos da vergüenza pero una polla es una polla y si es cierto lo que nos han contado habrá valido la pena- Dijo Sofía.
Como sus amigas habían cumplido parte del trato ella no iba a ser menos. Se quitó el suéter y se bajó un tirante del sujetador, luego el otro, hasta que se lo quitó, y se quedó tapando sus pechos.
- Te toca- Dijo Lucía, estaban locas por verme la polla.
- Me temo que no habéis cumplido el trato al completo- Añadí yo que deseaba ver todas sus tetas al aire.
- Está bien- Dijo María entre risas y se sacó sin pensárselo de un tirón la camiseta, cada vez estaban más cocidas.
Me quedé hipnotizado con sus tetas, vaya preciosidad, ella se dio cuenta y me preguntó:
- ¿Te gustan?
- Como no iban a gustarme, tienes unas tetas muy bien puestas.
Ya sólo faltaba Lucía, me miró fijamente a los ojos, desafiante, y soltó sus manos dejando a la vista sus dos pequeños pechos, en uno de sus pezones llevaba un pequeño piercing. Era el momento de cumplir mi parte.
Me levanté, me quité la camisa para presumir de abdominales, me desbroché el cinturón y me quité los vaqueros, los calzoncillos marcaban mi gran paquete y, sin pensarlo, de un tirón me bajé el bóxer. Ellas aplaudieron despertando así a mi hermana que no entendía muy bien lo que estaba pasando, tampoco tenía mucha lucidez para pensar. Mi miembro se mostraba en todo su esplendor y sus amigas eran las culpables de aquella tremenda erección.
- ¡Qué grande!- Exclamó María.
-Laida no nos había engañado. ¡Vaya mástil!- Dijo Lucía.
Permanecí de pie un rato para que me observaran, con las manos sobre la cadera, presumiendo de mi nabo, mi gruesa polla permanecía paralela al suelo apuntando a sus caras. Sofía que estaba justo a mi lado me la tocó un par de veces. Yo estaba orgulloso, mientras aquellas niñatas admiraban mi miembro viril, se la comían con la mirada. Me quité del todo los calzoncillos y me senté en el sofá en pelotas. Estaba en la gloria mientras las amigas de mi hermana hacían comentarios sobre mi polla, estaban impresionadas.
- Habrá que hacer algo para que se te baje - Dijo Sofía que era, sin duda, la más espabilada de las tres.
- ¿Podrías traer esa vagina de plástico que tienes? Nunca he visto una- Dijo Lucía en tono jocoso.
María y Sofía rieron, no me quitaban ojo, mi polla era el centro de atención. Ambas tenían los pezones erectos, creo que estaban bastante cachondillas por la situación.
- Se me ocurre algo mejor, es toda vuestra, a ver qué sabéis hacer- Añadí.
Lucía y María se miraban con sorpresa, estaban dubitativas, no sabía qué hacer. Era un órdago por mi parte pero no podía desaprovechar aquella oportunidad. Estaba desnudo frente a tres adolescentes en topless, la noche había girado por completo y la suerte me sonreía.
Sin embrago, Sofía no dio tiempo a terminar mis palabras cuando ya tenía su mano sobre mi falo de nuevo. Esta vez lo agarraba con fuerza, subía y bajaba su mano lentamente mientras me miraba con cara de auténtica guarra, estaba disfrutando de lo lindo, a pesar de lo que decía seguro que no había tocado una polla como la mía. Para empezar una pajilla, veríamos como acababa aquello.
- Déjame probar a mí- Dijo María que ahora ya no se mostraba tan tímida.
- Seguro que no es como la de tu novio- Añadió Sofía y le cedió mi polla.
Se arrodilló y continuó con el trabajo que había empezado Sofía, mientras se reía como si estuviera nerviosa. Me la agarraba fuertemente con ambas manos, aquellas pequeñas manos con las uñas pintadas de rojo, parecía que no daba crédito a lo que estaba viendo. Yo estaba en la gloria, tres “yogurines” me estaban haciendo un pajote de campeonato. Menudas peras tenía María, extendí mi mano y empecé a tocárselas, al principio intentó quitármela pero al final cedió, unas de las mejores tetas que tocaba hasta el momento. Intenté dar un paso más y empecé a lamerle y mordisquearle el cuello pero entonces se retiró y llamó a Lucía, al final mi verga iba a pasar por todas sus manos. Estaba salidísimo. Lucía no se movió de su sitio.
- Anda tía, no seas tonta, nosotras ya se la hemos tocado - Dijo María.
Entonces, ella se incorporó y me agarró de las manos e hizo que me levantara, comenzó a rodearme, observándome y empezó a acariciarme el culo con las dos manos y acercó su boca a la mía; cuando iba a lanzarme a morrearla se agachó. Tenía mi polla a la altura de su cara, la cogió con sus manos, evaluándola, entonces me miró y segundos después comenzó a lamérmela como si de un polo de fresa se tratara, su húmeda lengua la recorría de arriba a abajo. Vaya sorpresa, no pensé que la antipática de Lucía llegaría tan lejos pero no pudo resistirse a un pollón como el mío, apenas duró un instante porque luego se separó y se regresó donde estaba. Joder, ahora sí que estaba a cien, esperaba que no me dejaran así.
- Alguna me la va a comer ya o es que no sabéis-
Sofía se levantó como un resorte y se lanzó a chupármela como si no hubiera otra polla en el mundo.
- Como sabía que no se iba a escapar- Dijo Lucía a María.
Se puso junto a mí, de rodillas, de modo que sus amigas pudieran ver perfectamente cómo me la comía. Comenzó a lamerme el capullo suavemente, después empezó a dar pasadas con su lengua a lo a largo del tallo de mi pene hasta que poco a poco fue introduciéndolo en su boca mientras succionaba. Vaya, la noche iba a acabar mejor de lo que me esperaba. Sólo me chupaba el glande mientras con sus manos movía la piel arriba y abajo. Empezó a pajerame pero entonces agarré su cabeza para que continuara la mamada y surtió efecto. Apenas se introducía un tercio de mi polla en su boca cuando comencé a moverme lentamente hacia adelante y hacia atrás, follándome su boca; mientras sujetaba su cabeza con mis manos, la tenía mi merced.
Poco a poco fui acelerando el ritmo a la vez que empujaba su cabeza desde atrás con una mano para que se tragara más polla, con la otra le estaba sobando aquellas tetazas, eran enormes, como sus pezones que, a estas alturas, estaban duros como piedras; ella mientras tanto tenía sus manos sobre mi culo. María y Lucía se habían acercado más para observar el espectáculo en primera fila, continuamente se dedicaban miradas cómplices mientras sonreían, no daban crédito a lo que estaba pasando.
Como no quería agobiarla, la chupaba muy bien, dejé que fuera ella la que llevara el ritmo y con mis manos libres aproveché para tocar los pechos de las otras chicas que, a estas alturas, no pusieron ningún impedimento. Nunca había tenido tres pares de tetas sólo para mí, vaya pasada. María aprovechó para sobarle las tetazas a su amiga, es difícil encontrar unos pechos de su tamaño, mientas su amiga se pegaba un buen festín con mi polla. Lucía se animó y empezó a comerme los huevos, era mi primera mamada a dos bocas. Vaya golfas estaban hechas las amiguitas de mi hermana. Como estaban disfrutando con mi cipote.
Lucía quiso adquirir más protagonismo y sacó mi verga de la boca de Sofía y empezó a mamármela con ansia, lo de antes le debía haber sabido a poco. Lo hacía bastante peor que su amiga, se le notaba más inexperta. Mientras ella me chupaba la punta, Sofía lamía todo el tronco delante y atrás, sentir dos lenguas sobre mi falo era impresionante. Entonces se le escapó mi polla a Lucía de su boca, quedando libre, ambas comenzaron a juguetear con ella y sus lenguas. Como aquello continuara mucho tiempo no sabía lo que podría aguantar. Lucía se la metió de nuevo en la boca, me estaba haciendo daño con sus dientes así que empujé su cabeza con las dos manos hasta que mi verga rellenó por completo su boca, le sobrevino una arcada, y se la sacó rápidamente.
- ¡No ves que no me cabe!- Me recriminó.
- ¡Menudo semental!- Añadió Sofía, que estaba muy cachonda.
Con la intención de hacer triplete acerqué mi polla a la cara de María, la erección no era ya tan fuerte, y empecé a darle golpecitos con ella, o mejor dicho “pollazos”, ella se separó con cara de asco, no quería participar en el festín. Sofía agarró con fuerza mi pene desde la base y se lo introdujo de nuevo casi por completo mientras lascivamente miraba a sus amigas que no daban crédito de cómo le podía caber. Fue entonces cuando apartó a las chicas para ganar espacio y se quitó el tanga dejando su sexo finamente depilado a la vista. Las otras dos chicas estaban alucinadas, creo que jamás pensaron que su amiga llegaría tan lejos.
Me incorporé un poco y le dije al odio: “en la cartera tengo condones”.
-No tan rápido vaquero- Me contestó ella que ahora era la que dominaba claramente la situación.
El espectáculo continuó y, muy a pesar, no pretendía follarme (al menos por el momento), empezó a bailar sensualmente restregando su sexo con el mío y ofreciéndome sus enormes pechos. Estaba fuera de mí, sólo intentaba tocar, acariciar y chupar aquellas tetas. Como ya os comenté, a pesar de estar un poco rellenita Sofía era una tía de bandera, con curvas y unos pechos enormes como su culazo. De repente, se subió sobre el sofá de pie y me puso su coñito en la cara. Me esforcé en hacerla disfrutar aunque no me gusta mucho “bajar al pilón” pero debía recompensarla por la mamada de campeonato que se estaba marcando delante de sus amigas. Poco a poco fui introduciendo mi legua entre aquellos labios húmedos e hinchados, estaba tan cachonda como yo.
Las chicas mientras bailaban sensualmente, se daban besitos, estaban super pedo, se agarraban las tetas o se bajaban el pantaloncito enseñando aquellos culitos que pedían guerra. De repente, Sofía pidió a las chicas que le acercaran mis pantalones, sacó mi cartera, pilló un preservativo y tras dos o tres lametazos me lo puso sin dificultad.
- Al final se lo tira- Dijo María.
- Que cabronazo, como te estás poniendo hoy- Añadió Lucía mientras me guiñaba un ojo.
Yo estaba en la gloria después de una mamada con espectadoras y al final iba a mojar, qué más podía pedir. Me tumbé en el suelo como me indicó y permanecí inmóvil, con mi polla enfundada apuntando hacia el techo, creo que nunca la había tenido tan dura. Sofía estaba más rodada de lo que parecía, se la notaba confiada y experimentada. A pesar de su corta edad, seguro que ya se debía haber tirado a unos cuantos.
Se puso en cuclillas sobre mí y con gran habilidad se fue introduciendo mi pene, luego apoyó sus manos sobre mis abdominales. Comenzó a subir y bajar lentamente y poco a poco fue acelerando el ritmo, su cara reflejaba placer. En un par de ocasiones bajó hasta que su gran trasero se apoyó sobre mis muslos, quería sentir toda mi polla dentro. Como se movía la niña, sabía muy bien lo que se hacía, cada vez empiezan a follar más pronto. Yo parecía un muñeco de trapo a sus órdenes, hipnotizado con sus tetazas que no paraban de botar y botar. Yo estaba acostumbrado a marcar el ritmo y no a que me follaran, aquella situación me resultaba muy extraña pero altamente placentera.
Al poco tiempo se cansó y apoyó las rodillas sobre el suelo y continuó follándome, ahora sus pechos golpeaban contra el mío y recorría mi cuello con sus suaves labios, comencé a azotarla mientras sus jadeos iban en aumento. Entonces me percaté que las chicas se habían metido en sus sacos y nos observaban desde la distancia; aquello les debió parecer demasiado fuerte. También me di cuenta que mi hermana estaba despierta, observándonos, y decidí tomar las riendas del asunto, no podía desaprovechar que fuera espectadora de aquel polvazo con su amiga.
Cogí a Sofía en brazos y la recosté sobre el sofá, mientras mi hermana no perdía un detalle de aquella escena, mi pene estaba duro como un mástil apuntando al frente. Comencé a metérsela a toda velocidad, ofreciendo una buena perspectiva a las chicas, como gemía la muy perra, nos debieron escuchar todos los vecinos. Sus tetazas se movían rápidamente arriba y abajo, sus ojos reflejaban puro vicio y me agarraba tan fuerte el culo que me estaba clavando las uñas. Yo sí que la estaba clavando bien a ella. Era mi primer polvo con espectadoras y me resultaba especialmente morboso, tal vez después de ver cómo me lo monto alguna más se decidía, quién sabe…
- Más, más, quiero más- Gritaba mientras no paraba de follarla.
Bombeaba lo más deprisa que sabía, el sudor deslizaba sobre mi frente y también caía por mi pecho. Francamente aquello me estaba agotando así que decidí cambiar de posición para tomarme un respiro. Le indiqué que se pusiera a cuatro patas sobre el sofá para metérsela desde atrás. Me sequé un poco la frente con mi camisa y el pecho. Y empecé la tarea de nuevo, aquello era sexo salvaje, mis huevos chocando contra su culo mientras trataba de agarrar sus tetas. Su trasero rebotaba con cada una de mis embestidas y sus berzas colgaban como racimos de uvas.
- Te voy a reventar la vagina.
La rodeé por debajo del pecho con un brazo y con violencia le obligué a levantarse, quedando de rodillas, mientras continuaba follándomela. Sus pechos descansaban sobre mi brazo, con la otra mano le tiraba hacia atrás del pelo para que se mantuviera erguida.
- Ah, ah, no seas bruto - Se quejo.
- Lo estás deseando - Añadí.
Movía la pelvis a gran velocidad, mi polla entraba y salía rápidamente de aquel maravilloso agujero. Era un polvo brutal, se escuchaba perfectamente el sonido de mis testículos chocando contra su cuerpo. Le encantaba sentir toda mi polla dentro.
- Más rápido, más rápido- Jadeaba mientras la penetraba todo lo deprisa que podía.
Sus jadeos y gritos iban en aumento así que la empujé con fuerza hasta que su cabeza quedó aplastada contra los cojines. La imagen de su culo en pompa moviéndose delante y atrás era maravillosa. Entonces continué bombeando con fuerza todo lo deprisa que podía, ella se retorcía, hoy se iba a llevar buena ración de polla. Ambos sudábamos a raudales, el olor a sexo ya había impregnado el ambiente. Seguro que nunca le habían echado un polvo como éste. Permanecimos así durante unos minutos, aquello era agotador para mí pero ella parecía insaciable, su trasero empezaba a estar rojo de los golpes que a toda velocidad le propinaba.
Fue entonces cuando paré y me senté en el sofá, ella se colocó sobre mí a horcajadas con las rodillas flexionadas, cogió mi polla y se la introdujo sin dificultad. Comenzó a follarme de nuevo, lentamente, arriba y abajo, cómo se movía mientras mis manos acariciaban su vientre. Comenzó a acelerar el ritmo, alcancé sus pechos con mis manos que apenas los sostenían. Mientras ella había ido acelerando el ritmo y botaba sobre mi miembro. Las chicas tenían buena vista, su amiga arriba y abajo metiéndose cada centímetro de mi falo. La agarré de los brazos, ella se inclinó y comenzó a moverse hacia delante y hacia atrás.
- Fóllame más fuerte, quiero más, más polla - Gritaba sin parar.
Retomó la posición inicial, mis manos recorrían todo su cuerpo: aquella piel tersa, aquellos enormes pechos jóvenes, sus pezones erectos y su voluptuoso trasero. Era una noche irrepetible. Agotada se tumbó boca arriba sobre el sofá, quería más y más era inagotable, sus ojos clavados en los míos, esperando que continuara la fiesta. Le indiqué que se recostara sobre un cojín y se abriera de piernas, apoyé su pierna sobre mi hombro mientras sujetaba la otra para ofrecer un buen espectáculo, no me había olvidado de las a las chicas, e introduje mi miembro y empecé a penetrarla de nuevo. Ella mientras miraba como salía y entraba mi polla lentamente se agarraba con fuerza al sofá. Aquello era agotador, no podía mantener el ritmo así que continué follándola más lentamente. Ella sonreía, se agarraba los pechos, se los chupaba y me pedía más guerra:
- Métemela, métemela - Jadeaba.
Poco a poco fui recobrando fuerzas, necesitaba cambiar de postura para poder acelerar el ritmo así que nos levantamos y ella se agachó agarrándose al respaldo del sofá mostrándome su culito que movía lentamente. Agarré mi polla y busqué a ciegas el orificio.
- No, no, no, por ahí no- Dijo refiriéndose al culo.
Al final acerté y se la introduje de golpe en la vagina, del primer golpe casi se sobre el sofá. La agarré por las caderas y la penetré con fuerza, acelerando en cada embestida. En una de las embestidas se me salió la polla y deslizó sobre su trasero. Se la introduje de nuevo y continué metiéndosela mientras la agarraba con una mano y miraba para que no se me saliera de nuevo.
No llevábamos mucho tiempo así cuando ella se puso de rodillas sobre el sofá con la cabeza entre sus brazos, aquella posición no le debía parecer muy cómoda, ofreciéndome su coñito. Mientras la penetraba, la azotaba, aquel culazo me tenía obsesionado.
- Fóllame más fuerte - Me pedía.
Ella estaba disfrutando al máximo, se retorcía de placer. Yo parecía una locomotora y no paraba de embestirla, sólo se escuchaban sus jadeos y el ruido de mis pelotas que chocaban contra su trasero a gran velocidad. Yo ya no aguantaba más:
- Me corro, me corro - Le advertí.
Rápidamente se puso de rodillas y me brindó sus tetas para que lo hiciera sobre ellas. Me quité el preservativo y empecé a disparar cuatro o cinco chorros de leche que chorrearon sobre su torso desnudo. Cuando ya sólo salían algunas gotitas, cogió con decisión mi polla y comenzó a restregársela sobre sus berzas. De repente, para mi sorpresa, se introdujo mi verga morcillona en la boca y empezó a mamármela con ansia. La verdad es que era toda una experta en sexo oral, su cara reflejaba puro deseo. Me miraba fijamente a los ojos mientras me pajeaba con fuerza. Después se concentró en el glande cómo lo lamía y succionaba, yo le retiraba el pelo de la cara para ver bien sus profundos ojos. Hubiera necesitado un milagro para empalmarme de nuevo. Me la dejó bien reluciente. Vaya polvazo acababa de pegar, no me lo creía ni yo. Recogí mi ropa y desaparecí del salón, antes le susurré “espero repetir”.