Una noche con K & N

Este es un relato que hice a medias con una muy buena amiga. Ella me escribía una parte, y yo le escribía lo que pasaba después. Este es el primero que hacemos, pero si os gusta haremos más, of course

Lo primero que hago es sentarte en una silla, delante de la cama. Bien pegado a los pies de la cama. A continuación me acuesto en ella delante de tí, con un vibrador a mi derecha y llevando solamente una de todas esas braguitas que tengo que tanto te molan. Me abro de piernas y empiezo a acariciarme el coño por encima de las bragas, mirándote fijamente a los ojos. Deslizo un par de dedos por dentro de ella y empiezo a acariciarme suavemente el clítoris. Desde su nacimiento hasta la entrada de mi coño... Empapando los dedos con mis jugos y deslizándolos de nuevo hacia arriba para hacer que el movimiento de mi clítoris sea más placentero.

Empiezo a frotarme el coño delante de ti. Aumentando y bajando la intensidad cada poco tiempo. Buscando el orgasmo, pero no. Aún no te voy a dar el placer de que veas como me corro.

Luego me quito las braguitas y te las lanzo a las manos. Me abro aún más de piernas, para que tengas una buena perspectiva de mi coño bien abierto, cojo el dildo que he dejado a mi derecha y empiezo a pasearlo por mi raja. Frotando la punta, ejerciendo un poco de presión... A estas alturas mis caderas están un poco levantadas, pero por ellas mismas, sin hacerlo yo, deseando que por fin entre algo a mi coño. Y creéme que lo haré, oh sí. Lo meto directamente, de un solo golpe, sin miramientos ni contemplaciones... Recuerda, todo esto siempre mirándote a los ojos. Me masturbo a saco con él. Metiéndolo y sacándolo con rapidez con una mano, mientras con la otra me froto rápidamente. Estoy cerca de correrme y lo sabes. Lo notas en mi mirada, en mi pecho agitado, en mis piernas contraídas y en mi culo apretado. Pero no voy a dejarme llegar. Ese es un placer que solo te reservo a tí.

Me saco el dildo del coño, lo chupo como una perra, llenando toda mi boca de mis jugos y me acerco a ti. Caminando como una gatita... A cuatro patas. Acerco mi boca a la tuya y te beso. Pero no un beso cerdo, no... Un beso suave en principio. Quiero que con ese beso notes el sabor de mi coño en mis labios. Luego poco a poco abro la boca, sacando la lengua, buscando la tuya. Tienes que probarlo, lo estás deseando y sabes que yo también lo deseo. Cuando ya tu boca sólo sepa a mi coño, vuelvo gateando de nuevo a la cama. Pero esta vez no me recuesto, no. Me pongo a cuatro patas, pero con el culo muy, muy levantado y la cabeza pegada a la cama. Y con las dos manos me abro las nalgas lo suficiente para que veas todo lo que te ofrezco, mientras mis ojos te miran suplicantes para que entres en escena....

Estás a cuatro patas, como una perra, con el culo muy en punta, con la cara apoyada contra la cama...

Yo me levanto de la silla donde me tenias mirándote y me acerco despacio, disfrutando de la vista. Me encanta esa postura porque es como que te ofreces sin tapujos. Como diciendo “si te gusta lo que ves, cógelo”.

Y lo voy a coger, ya lo creo que si. Me pongo encima tuya, para que sientas mi piel contra la tuya. Caliente y húmeda. Acerco mi boca a tu oído y te digo:

"Eres mía Elisabeth. A partir de ahora eres de mi propiedad. No tienes voluntad. Eres mi juguete, mi divertimento. Solo harás lo que yo diga, cuando yo diga y como yo diga. ¿Lo has entendido puta? Dímelo. Quiero oírte suplicar que no te haga daño, zorra. Vamos."

Y ahí te agarro la nuca con la mano y aprieto tu cabeza contra la cama. Hasta que no supliques no voy a dejar que respires con normalidad. Vas a sufrir un poco, no mucho de momento, solo lo suficiente para que sepas quien tiene el control de la situación.

Me gusta que lleves los ojos pintados, porque así se te corre el rimmel por la cara y te da más pinta de putita que está sufriendo, por las lágrimas.

Tú sigues en la misma postura, ofreciéndote. Te meto dos o tres dedos en la boca para encharcarlos con tu saliva. Y lo hago despacio mirando a los ojos fijamente, diciendo con cara de enfermo: "chúpame los dedos puta. Vamos, saca la lengua, que quiero verla." Y te abro la boca con los dedos y te saco la lengua para poder escupirte en ella. Quiero ver mi saliva goteando de tu lengua y cayéndote por las tetas...

En ese momento, cuando aflojas un poco la presión en mi nuca y me dejas tomar un poco de aire, te miro fijamente a los ojos y mi boca pronuncia algo así como "Soy tuya, Jack. Soy tu puta. Haz esta noche conmigo lo que quieras, pero por favor no me hagas daño"... Aunque mis ojos lo que te dicen: "Fóllame hasta que me revientes, pequeño. Pégame, azótame, insúltame, humíllame y degrádame a lo más ínfimo que se te ocurra. Hazme daño hasta decir basta."

En ese momento tu polla ya está a reventar, así que en esa misma postura en la que me tienes, te arrodillas en la cama delante de mí y sin ningún tipo de contemplaciones, me dices: "Abre la boca, puta, que te la voy a meter hasta la garganta" y agarrándome del pelo me llevas la boca hasta la punta, y me la hundes entera dentro y la dejas ahí, quieta. Para que pueda notarla entera en la boca. Haciendo presión hasta el fondo. Notas mi arcada y la saliva que empieza a empaparte la polla entera, y te encanta. Luego sigues agarrándome del pelo, tirándome fuerte para moverme la cabeza al ritmo que tú quieres. Primero follándome la boca lentamente, luego cada vez más rápido. Mi baba cae sobre tus huevos, mi pecho y la cama, pero eso no te importa. No hay nada que pueda hacerte dejar de disfrutar este momento. Ni siquiera mis ojos suplicándote que me dejes respirar un poco...

Te miro. Te miro con una cara de mezcla de placer y obsesión. Sé que quieres respirar. Sé que necesitas respirar. No importa, en este momento nada importa, solo dominar y obedecer. Nada tiene sentido lógico. Ni siquiera el apego natural de supervivencia. No importa. Te la saco de la boca goteando saliva y liquido seminal. Respiras profundamente, con angustia, empiezas a coger color normal en la piel de la cara, estás empezando a ponerte violeta y los ojos te lloran del esfuerzo. Los ojos se te están empezando a poner blancos por la presión de mi polla contra tu garganta. Era muy placentero para mí tener a mi puta sufriendo así, pero no quiero reventarla, necesito que siga consciente para todo lo que quiero hacerle.

Sigues respirando, con el rimmel corrido por las mejillas, asustada. No sabes lo que te espera y eso te pone más cerda aún. No puedes evitarlo, sentirte usada te pone muy zorra. Así eres, pero ahora no te preocupa. Solo te preocupa el placer del hombre que te está mirando como respiras. Eres suya y no piensas dejar que tenga ninguna duda al respecto. Quieres sentirla dentro pero no puedes pedírselo. Él manda. Lo hará cuando quiera hacerlo.

La enfermedad empieza a reflejarse en tu cara. Los ojos como platos, la boca entreabierta y exhalando aire sin parar. Te encanta verme así, tan puta. Delante de ti. A tus órdenes. Eres mi amo y lo sabes, y así te sientes. Te encanta tenerme tirada delante de ti, a cuatro patitas, con cara de cerda, el maquillaje corrido, lágrimas en mis ojos y babas resbalando por mi cuello hasta llegar a mi pecho. Me pides que te lama la punta, pero solamente la punta. Me resisto un poco al principio, pero luego saco la lengua y la paso por el capullo. Humedeciéndolo bien. Dejándotela lista para la gran estocada.

Das la vuelta alrededor de mi cuerpo, acariciándome la espalda con tan solo un par de dedos. Te sitúas en mi culo, con la cara bien pegada a él y empiezas a soplar suavemente. El aire frío que sale tu boca junto a la humedad de mi coño me provocan escalofríos que recorren mi espalda y hacen que mis pezones se ericen. De repente noto algo, que se acerca a mi coño peligrosamente. Es tu lengua, que has decidido que es hora de que se apunte a la fiesta. Me he portado bien mientras me follabas la boca, va siendo hora de premiarme con algo y lo sabes. Me lames el coño, lentamente. Pasas la lengua suave desde el clítoris hasta el ano. Haciendo círculos con la punta. Gimo de placer y empiezo a retorcerme en la cama, pero como me muevo demasiado, me das un severo correctivo en forma de azote en el culo, acompañado de un "quieta, zorra". Vuelves con la lengua a mi coño, pero además has decidido que es el momento de acompañarla con un par de dedos. Empiezas a meterme suavemente uno. Como ves que entra estupendamente metes otro más. Y así, otro y otro, hasta que tan sólo queda el dedo pulgar fuera. Con cuatro dedos en mi coño, es el momento de empezar a jugar con el pulgar en el culito. Quieres abrírmelo y sabes que yo lo estoy deseando. Sacas los dedos empapados de mí y me lo lubricas bien, te gusta más saber que el dedo va a entrar suave. Empiezas a metérmelo poco a poco, abriéndolo, hasta que te das cuenta de que mi culo no se resiste y que lo que quiere es que me lo rompas ya.

Ves que estoy cachondísima, que necesito sentirte. Lo sabes y eso te excita más. Así que sin mediar palabra, te vuelves a incorporar, me agarras de las caderas y de un solo empujón me clavas la polla entera en el coño. De mi boca sale un grito mitad de placer, mitad sorpresa. Me la dejas dentro un poco. Estás sintiendo los latidos de mi coño en tu polla, y a su vez yo estoy sintiendo los tuyos.

Por fin lo has conseguido. La tienes dentro. La notas caliente y dura. No me muevo. Solo la aprieto contra tu coño para llegar lo mas hondo que puedo. Sé que el tamaño hace que me acerque al fondo de tu coño. Como estás a cuatro patas, te cojo del pelo de la nuca y tiro de tu cabeza hacia arriba. Quiero que la notes dentro pero tener tu cabeza cerca d mi boca. Tiro fuerte del pelo. Gritas un poco, y yo me enfado. Te susurro al oído: "¿Por qué gritas, puta de mierda? ¿Te he dicho yo que grites? ¿Te ha dolido?”. Te meto la mano en la boca y me acerco mas a tu oído: "Si vuelves a gritar sin mi permiso, te rompo la boca zorra. ¿Lo has entendido? Si lo has entendido asiente con la cabeza, zorra."

Me miras con la cara deformada por los dedos de mi mano dentro de tu boca que aprietan contra la parte interior de tus carrillos. Asientes. Con miedo. Sabes que cumpliré mi promesa. Sabes que quiero cumplir mi promesa. Estoy deseando que me desobedezcas para abofetearte y hacerte sangre en la boca.

Mientras pasa todo esto, mi polla no ha salido del fondo de tu coño. Empiezo a bombearte. Lo hago con golpes en los que saco prácticamente toda la polla y la vuelvo a meter de golpe. Otra vez. Mpf. Y otra. Y otra más. Mpf. Mpf.

Emocionado por la situación, te tapo la boca con una mano, quiero joderte un poco. Solo puedes respirar por la nariz, y lo haces con dificultad porque estas muy excitada. Necesitas más cantidad de oxígeno que el que puedes coger solo por la nariz. Empiezas a pasarlo mal. Notas que te estoy follando como un animal desesperado. Como alguien que acaba de salir de la cárcel está pagando contigo el enfado que tiene con el mundo. Sigo follándote. Otra embestida. Mpf. Y otra más. Cada una es más fuerte que la anterior. Te estoy destrozando con los golpes las ingles. En mi cara ves que no me importa. Eres como un ser inerte que está para que yo haga lo que me de la gana. Eres mi puta y así te hago sentir. Creo que por fin llega el momento de romperte ese culo de zorra barriobajera que tienes.

Me falta el aire, necesito respirar, pero no quiero que pares. Estoy a punto de correrme como una cerda mientras bombeas tu polla en mi coño. Lo sabes. Sabes que me viene. Arqueo mi espalda, abandonándome al placer del orgasmo, pero a ti eso no te hace NADA de gracia. Al menos no aún. Me sacas la polla justo cuando voy a empezar a chorrear. Paras mi corrida en ese momento, dejándome con las ganas. Me azotas el culo fuertemente. Grito de dolor, y te vuelves a enfadar. No me has pedido que grite y lo he vuelto a hacer. Una me la perdonas; no habrá una segunda vez para mí. Me empujas violentamente contra la cama, me das la vuelta agarrándome de los hombros, me abres las piernas y sin mediar palabra me la vuelves a hundir fuertemente en el coño y justo en el momento en el que abro la boca para gemir de placer por una nueva embestida, me cacheteas en la mejilla. Muy cerca de la comisura de los labios. Una lágrima recorre mi mejilla a la misma vez que una gota de sangre baja por mi labio. Al principio te asustas un poco, pero enseguida notas como mi coño se ha encharcado aún más al hacer lo que has hecho. Sonríes con la boca ladeada, con cara de cerdo. Sabes que me ha gustado el golpe tanto como a ti y lo repites, aunque esta vez un poco más suave. Cae otra gota de sangre y te has llevado en tus dedos un poco de la anterior. La sangre empieza a llegar a mis tetas, así que te acercas y suavemente la lames y recorres con tu lengua el camino que ha ido bajando la gota, pero en sentido inverso, hasta llegar de nuevo a mis labios. Hundes tu lengua en mi boca, me haces probar mi propia sangre. Todo esto, con tu polla ensartada hasta el fondo de mi coño, claro. Vuelves a bajar tu boca por mi pecho, necesitas atacar de nuevo mis tetas. Me lames los pezones. Primero uno y después el otro. Los mordisqueas, juegas con ellos. Te gusta cogerlo entre los dientes y mientras, pasar la lengua por la punta de ellos.

Cuando sabes que de nuevo me tienes cachonda y deseosa de sentirte duramente, me la sacas de dentro, vuelves a darme la vuelta y colocarme en la posición inicial. Ahora sí que ha llegado el momento. Me acaricias desde el coño hasta el culo. Lubricándolo bien. Quieres que cuando la polla entre nada pueda frenarla. Me abres las nalgas con las dos manos extendidas y el culo con los dos pulgares. Escupes en él. Me vuelves a meter la polla en el coño de nuevo, empapándola entera de mis jugos. La sacas y sin contemplaciones y al grito de "sufre, zorra" me la metes entera de un solo golpe en el culo. Instintivamente mi culo se contrae, apretándote la polla duramente. Te encanta, pero prefieres que lo relaje y lo suelte. La única manera que conoces para que me relaje y haga lo que tú quieres es haciéndome daño, así que abres bien la mano, la lanzas hacia atrás y con toda la palma abierta me golpeas en la nalga derecha. Me contraigo del dolor, pero ya no grito, he aprendido bien la lección.

Estás sometida. Mucho. Nunca es demasiado cuando estás tan cerda. Empiezas a perder el sentido de la decencia. No sientes vergüenza de lo que sientes. Te sientes muy puta. Eres muy puta. Ya nada importa. Solo quieres sentir mi polla rozando tus entrañas. Lo necesitas. Quieres pedírmelo, pero no sabes cómo. La humillación empieza a tornarse peligrosa. No sabes como va acabar esta sesión. Necesitas sufrir. Lo que has sentido al sentirte obligada a saborear tu propia sangre no tiene nombre. Eres como un animal. Solo piensas en sentirte muy zorra. Muy usada.

Mpf. La notas destrozándote los intestinos. Mpf. Otra vez. Sin delicadeza. Sin apego. Solo dominación anal. Mpf. Mpf. "Eres mi puta Elisabeth, lo sabes. Voy a destrozarte, zorra, me importa una mierda cuanto te duela..."

Mis palabras no hacen más que ponerte peor. Te está doliendo. El dolor es embriagador. Me notas muy fuera de mis cabales. No tienes límite. Mpf. Mpfff.

Notas mi capullo muy hinchado dentro de tus tripas. Sabes que estás a punto de conseguir el tan ansiado premio. Mpf. Sigo bombeándote. Incansable. Animal. Primario. Mpf.

"¿Quieres que me corra, puta? ¿Lo quieres?". Me miras suplicante. Asientes con la cabeza, con lágrimas en los ojos de la presión.

Te la saco de un golpe. Te agarro del pelo de la nuca. Acerco mi cara a la tuya. Estás jadeando como una perra salida. Te miro. Te observo. Sabes que me encanta esa cara de puta. Estoy disfrutando del momento. Mucho.

"¿Qué creías, zorra de mierda?, ¿que me iba a correr dentro de ti? Hum. Estás flipada."

Te llevo a rastras de la cabeza, por el suelo, como una perra. Te llevo hasta el baño. Me arrodillo sobre el mármol y te pongo la cara en el suelo. Enfrente de mí. Te obligo a mirarme. Notas el mármol frío en la cara. Deseas que meta la polla en tu boca. Lo necesitas. Pero no. Empiezo a masturbarme con la polla muy cerca de tu cara. Intentas acercar tu boca a ella, pero yo lo impido tirando de tu cabeza hacia atrás. Tirando del pelo. Apretando contra el suelo. Estás cachonda perdida. No puedes evitar mirar fijamente como froto ni polla a pocos centímetros de tu cara. No puedes más. Empiezas a meterte varios dedos en el coño empapado. Te hago sentir muy puta. Estás muy salida. Quizá demasiado.

Se me ponen lo ojos en blanco. Voy a correrme. "Dios, zorra, mírame. Mírame a los ojos, ¡puta! ¡Vamos!". Notas que al correrme empiezo a aplastar más fuerte tu cara contra el mármol. Metes más hondo los dedos en tu coño que está chorreando. Ves mi semen salir a borbotones de mi polla. Dios cuanto querías esto. Empiezo a restregarte la cara contra el esperma. Tú sacas la lengua intentando lamer lo máximo que puedes. Te sientes más puta que nunca. Empiezas a correrte como una zorra. Muchísimo. Sigues lamiendo. Te escupo en la cara. Me miras. Te suelto la cabeza y me quedo mirándote. Tú sigues lamiendo el esperma caliente del suelo frío mientras me miras y sigues con los dedos metidos en el coño. Tus caderas siguen moviéndose. Disfrutas el momento. Este es mi premio. Has sido mía. Y solo mía.

¿Qué pasará en nuestra próxima sesión? No lo sabes, pero anhelas que llegue. Por Dios, que sea pronto.

FIN (del capítulo uno, por supuesto)

K&N