Una noche completa

Estaba totalmente desatada. Su respiración se entrecortaba por la excitación y sus pezones se marcaban como dos deliciosos dulces en el top que apenas contenía sus tetas. Los dos teníamos ... [Hetero; Oral; Anal]

Estaba totalmente desatada. Su respiración se entrecortaba por la excitación y sus pezones se marcaban como dos deliciosos dulces en el top que apenas contenía sus tetas. Los dos teníamos acumulada la tensión sexual de las últimas horas y deseábamos llegar a casa para dar rienda suelta a nuestra pasión. Habíamos ido al cine y nos habíamos pasado toda la película provocándonos el uno al otro, mi mano, su mano, mi culo, su pecho, sus piernas, mi paquete. Después, durante la cena en aquel restaurante, habíamos ido a más, aprovechando cualquier excusa para rozarnos y palpar la carne bajo nuestras ropas.

Durante el viaje en coche nos enganchamos como animales en celo en cada semáforo en rojo, mientras nos besábamos ella acariciaba mi polla por encima del pantalón y yo deslizaba mi mano entre su falda y el tanga, haciendo que su tela se empapase de la humedad de su coño. En el último semáforo antes de casa, ya no pudo aguantarse más y según frené el coche se lanzó a mordisquear la entrepierna de mis vaqueros mientras gritaba que me iba a follar hasta dejarme inconsciente, que me iba hacer tantas guarradas que me iba a dejar loco. Solo el cambio de color del semáforo (y la pitada de aviso del coche de detrás) evitó que me lanzara a follarla sobre el asiento en plena calle.

Conduje con su mano paralizada sobre mi cremallera los últimos metros que quedaban hasta detener el vehiculo en nuestra plaza de aparcamiento. Según apagué el motor ella se volvió a abalanzar, esta vez desabrochando mi cremallera y metiéndose mi polla en la boca antes de que pudiera quitarme el cinturón. "¿Esto es lo que querías?" me dijo "¿Qué te la comiera así? ¿Notar cómo te la como entera? ¿Querías una buena mamada?". Me tenía a mil, ella estaba totalmente desbocada y no le importaba que su ritmo de chupada fuera a hacer que me corriese antes de poder salir del coche. Verla así de caliente me hizo enloquecer aún más y, despreocupándome del hecho de estar en el garaje de la comunidad, empecé a provocarla todavía más "Oh! Si! Chúpala bien! Joder! Si! Chúpala así y déjala bien lubricada que en cuanto te des la vuelta te la voy a meter en ese culito" le dije mientras dejaba que mis dedos se colasen por debajo de la trasera de su falda y apartando su tanga empezaran a restregarse por su ano, dilatándolo fácilmente gracias a la humedad que se había extendido desde su sexo a lo largo del viaje. Ella siguió chupando, incrementando su ritmo cuando noto como uno de mis dedos rompía la resistencia inicial de su culo y empezaba a moverse en su interior. "Oh! cabrón! ¿Esto es lo que quieres? ¿Qué te la deje empapada para que me la metas en mi culo? ¿Quieres llenarme el culo?". Sin sacar mi dedo de su interior, me beso con fuerza en la boca mientras continuaba masturbándome con sus manos. "Joder! Si! Qué bien la chupas! Sigue así y podrás hacer lo que quieras con mi polla! Te la meteré donde me pidas! Sigue!". Ella volvió a bajar su boca hasta mi capullo, envolviéndolo con sus labios y besándolo mientras gemía, disfrutando de mí.

En ese momento notamos como la luz del garaje se encendía, iluminando nuestro coche y señalizando la inminente llegada de algún vecino. Ella se incorporó en su asiento, dejo mi dedo deslizarse fuera de su culo y desabrochando mi cinturón de seguridad y sonriendo de una forma totalmente pornográfica me dijo mientras chupaba sus dedos "no pasa nada, continuemos en casa".

Subimos del garaje prácticamente corriendo y según cruzamos la puerta de casa empezamos de nuevo a abrazarnos. La levanté agarrando su culo con mis manos y dejé que se abrazara a mí con sus piernas, restregándose contra mi cuerpo mientras atravesábamos los metros que separan la entrada de la casa de nuestra cama. Allí nos dejamos caer y seguimos intercambiando besos y saliva, estábamos salvajes y nuestras lenguas entraban y salían en la boca del otro como si lleváramos años esperando estos besos. Cuando rodé para dejarla debajo mía noté como se resistía y me dijo "espera, ¿no querías que te hiciera de todo? pues ahora me vas a dejar a mi encima para que pueda hacerlo". Volvía a girar y me quedé boca arriba mientras ella, sentada sobre el vaquero que cubría mi paquete, se quitaba primero las zapatillas y luego el top y el sujetador a la vez, dejando al descubierto sus maravillosas tetas. Me lancé a agarrar sus tetas con mis manos, a hacer que mi lengua se deleitase con el tacto de sus pezones endurecidos, endureciéndolos todavía más con pequeños pellizcos con mis húmedos labios mientras mis manos acariciaban su dulce piel. Entonces volvió a detenerme, cogió mis muñecas con sus manos y bajando mis brazos a la cama susurró "No. Esta vez mando yo y vas a dejar las manos quietas al menos hasta que te haga un par de cosas".

Intenté calmarme un poco pero era imposible, ella estaba convertida en una vampiresa del sexo y quería disfrutar de mí a su antojo, así que eso me hacía descontrolarme todavía más. Aún así me las apañe para permanecer con las manos fuera de su cuerpo mientras me quitaba la camiseta y las botas, dejándome sobre la cama solo con el pantalón, a esas alturas visiblemente abombado y mojado con su saliva. Se puso de pie sobre mí, con una pierna a cada lado de mi cabeza y terminó de desnudarse, dejando una vista privilegiada de su coño afeitado y húmedo sobre mis ojos. Agachándose un poco abrió un cajón y cogió unos de sus conjuntos de lencería y se lo puso. Era un traje elástico de rejilla sin mangas, que cubría los pies hasta el cuello haciendo resaltar todavía más sus pezones entre los hilos al tiempo que dejaba al descubierto toda su entrepierna, desde el monte de Venus hasta el final del culo. Satisfecha se miró en el espejo y decidió volver a por mi bajando lentamente por mi cuerpo.

Dejó que su lengua trazase todo el camino desde mi cuello hasta mi cinturón y empezó de nuevo a morder mi polla por encima del pantalón ¡Joder! Eso me encanta, hizo que se me pusiera todavía más dura, intentando salir de su prisión de tela para encontrarse con esa lengua juguetona que estaba dejando la cremallera empapada. Por fin sentí como bajaba la cremallera y tirando a la vez del boxer y los vaqueros me dejó totalmente desnudo sobre la cama. Se quedó semitumbada entre mis piernas, con la cabeza cerca de mi sexo y sus tetas fuera del alcance de mis manos y agarrando mi polla con una mano empezó a chupar su lateral como si se tratase de un helado, desde la base hasta el capullo, saboreando cada una de mis venas y besando sonoramente la punta cuando lo notaba conveniente. Cuando vio que estaba suficientemente empapado de su saliva y que ésta ya goteaba desde mi cuerpo hasta el colchón, cogió mi polla con sus labios, la deslizó entera en su boca e inició un suave movimiento de sube y baja con su cabeza mientras sus labios se cerraban alrededor de mi tronco, acariciando en cada movimiento desde la punta de mi miembro hasta su base, haciendo que su nariz tocara mi piel cuando bajaba y hacía desaparecer mi sexo dentro de su boca, tan calida y húmeda como su propio coño. Así permaneció un buen rato, jugando con mi polla como si fuera un dulce mientras sus manos devolvían a mis pezones las caricias que yo le había hecho antes. En un momento me la estaba comiendo con una velocidad endiablada y al rato bajaba el ritmo de sus labios mientras abandonaba mi torso y usaba sus dedos para acariciar mis huevos. De cuando en cuando dejaba que mi sexo saliese de su boca y, mientras subía a besar mis labios con los suyos, hacía que sus dedos se deslizasen sobre mi rabo aprovechando la saliva que acaba de dejar en él. Cuando notaba que la fricción de sus dedos hacía disminuir la lubricación, abandonaba mis labios, volvía a juntar los suyos con mi capullo y dejaba que su saliva volviese a resbalar por mi polla. Me acercó al orgasmo en varias ocasiones, pero cuando me sentía suficientemente cerca, bajaba el ritmo y cambiaba de táctica, ya fuera chupando mis cojones o restregando su coño contra mi abdomen mientras sus manos acariciaban y manoseaban sus pechos por encima de la rejilla.

Al rato su hambre pareció calmarse y se deslizó juguetona sobre mi cuerpo, juntando nuestras bocas en una parte de la cama mientras nuestros sexos se juntaban en otra. Mis brazos se cerraron sobre su espalda mientras sus manos agarraban mi culo y me hacían girar hasta quedar yo encima de ella. Mi polla entró fácilmente en su interior y empecé a moverme sobre ella mientras observaba su cara de vicio. En un momento, movió una de sus manos desde mi culo hasta la almohada y sonrió mientras sacaba de debajo de uno de sus consoladores ¡Joder! ¿Cuándo lo había sacado del cajón? Ni me había dado cuenta! ¿Qué más habría dejado de la almohada mientras me había estado comiendo la polla?. Sonrió de nuevo y comenzó a chupar su juguete de la misma manera que antes se había comido mi polla, primero deslizando su lengua por el lateral y luego cerrando los labios para usar su boca como un coño en el que el rabo púrpura desaparecía una y otra vez.

Verla así me dio un nuevo subidón de excitación e, incorporándome un poco para agarrarla de las caderas, empecé a embestirla como un animal, moviéndola sobre el colchón, entrando y saliendo de su lubricado coño como antes había entrado y salido de sus deliciosos labios. Al cabo de varias embestidas, abandonó su juguete y mientras mordía mi cuello me abrazó y me hizo soltar sus caderas volviendo a quedar tumbado sobre ella al tiempo que bajaba mi ritmo de penetración al pegarse totalmente a mi cuerpo. En ese momento deslizó sus manos hacia mi culo y agarrándolo comenzó a dirigirme en un lento pero constante ritmo de penetración mientras gemía. "Oh! Me encanta comerme nuestros juguetes, pero me gusta aún más notar el sabor de tu polla! Mmm!". Tras varios vaivenes en esa posición noté como una de sus manos abandonaba la parte más suave de mi culo y se desplazaba hacia mi ano. Allí se quedó jugando con un dedo sobre mi agujero mientras seguía gimiendo y mordiéndome el cuello, las orejas, los labios, otra vez el cuello. Yo estaba en el límite, deseando que ese dedo suyo se introdujera en mi interior y me ayudase a llegar al orgasmo. Con mi cabeza pegada a su cuello, devolviéndole los mordiscos con los que antes había marcado mi piel sentí como la mano que no estaba jugando con mi ano se movía y escuche el sonido de apertura del bote de lubricante.

Al cabo de unos pocos segundos, noté como el líquido fresco se deslizaba por mi culo y llegaba hasta mi ano, facilitando la entrada de su dedo hacia mi interior. Volví a embestir con lentitud pero con fuerza mientras notaba como con cada una de mis embestidas su dedo entraba más y más en mis profundidades haciendo aumentar hasta el máximo la dureza de mi polla. En un momento dado sentí como su dedo abandonaba mi cuerpo dejando mi lubricado culo vacío solo para notar como, antes de que pudiera decir nada, se volvía llenar, esta vez con el conocido tacto de nuestra tira de bolas anales. Las primeras bolas, más pequeñas, sustituyeron a su dedo con facilidad y a partir de ahí ella empezó un movimiento con el que con cada una de mis embestidas en su coño, una de las bolas entraba o salía de mi culo, entrando más veces de las que salían y haciéndome notar cada vez más el juguete en mi interior, lo que me llevaba a embestir con todavía más fuerza su cuerpo.

Deslicé mis manos sobre sus tetas y, a través de la rejilla, comencé a manosearlas y a jugar con sus pezones entre mis dedos. Seguí un buen rato respondiendo con una embestida a cada bola que entraba o salía de mi culo y tras unos cuantos movimientos sentí como se deslizaban ya con facilidad en mi cuerpo las bolas de tamaño intermedio. Continué empotrando mi polla contra su coño cada vez más deprisa y cuando noté como una de las bolas de mayor tamaño se abría paso en mi interior no pude contenerme más y gritando me derramé en su interior con un orgasmo que me cortó la respiración. En cuanto ella lo notó, sacó el juguete de mi interior y con sus manos apretó todavía más mi cuerpo contra su coño al tiempo que prolongaba mi orgasmo unos segundos con los movimientos de su cadera y la contracción de sus músculos vaginales.

Cuando me recuperé vi como ella sonreía a mi lado mientras, acariciando de nuevo su consolador con la punta de su lengua, preguntaba "Ahora me echarás una mano a mi, no?".