Una noche calurosa de verano 2(Parte de Lobo)

Eran ya las 9 de la noche, pero en apenas una hora podía estar allí. Me duché, cené y salí corriendo a buscarla. Recorría los 80 kilómetros lo más rápido que pude hasta llegar al pueblo... ...Me acerqué sigilosamente hacía donde estaba ella sentada y me acerque a ella en silencio...

  • ¿Quién eres?

  • Soy Nina, la amiga de Luna.

  • Hola, y ¿qué querías? Luna se ha ido, no sé si lo sabes.

  • Avisarte donde está.

  • Pues menuda amiga, ¿no?

  • Lo hago por ella. Dice que quiere un cambio de ambiente, pero no creo que sea por eso por lo que se a venido al pueblo.

  • Vale, ahora miro como se llega. Muchas gracias Nina. Te debo una, cuando quieras me puedes pedir lo que quieras.

  • Jajajaja te tomaré la... palabra...

Acto seguido miré en internet como llegar, eran ya las 9 de la noche, pero en apenas una hora podía estar allí. Me duché, cené y salí corriendo a buscarla. Recorría los 80 kilómetros lo más rápido que pude hasta llegar al pueblo, paré y escuché un ruido de música que intenté seguir andando. Había una pequeña fiesta, con cuatro personas apenas bailando música disco como si fuera Paquito el chocolatero. Pero ella no estaba. Di un par de vueltas hasta que vi en un callejón una tía chillona y escandalosa.

  • Vamos, cómeme entera Juan. Lámeme todo el potorro. Oh, como me gusta. Sigue cariño.

Era Nina, solo la había visto una vez, pero no cabía la menor duda. La tía no callaba, con lo que cansa eso. Como si tuviera que dirigirte. Ni que los hombres no sepamos donde les gusta a las mujeres que se les acaricia y chupe. En esos casos es cuando dan ganas de meterle la polla en la boca para que se calle. Me encendí un cigarro, porque me sabía mal molestarles y me quedé un poco mirándoles.

El tío me hizo caso, le metió el rabo por la boca para que así no hablara tanto. Y entonces empezó él.

  • Vamos cielo, cómetela que te cabe toda. Hasta el fondo pero sin morder.

Me pareció algo de lo más variopinto, el tío estaba haciendo lo mismo, se ve que estaban hechos el uno para el otro. Menos mal que se corrió pronto, apenas me acababa el cigarro le había inundado la boca de semen.

Aproveché el momento antes de que se fueran a otro sitio.

  • ¿Nina?

Toda apurada, como si no le hubiera visto medio pueblo con sus berridos escandalosos, intentó taparse bajándose la falda.

  • ¿Quién eres?

  • Soy yo Lobo, me llamaste antes.

  • Coño, si que has llegado pronto.

  • Bueno, llegué hace más de media hora.

  • Y ¿llevabas mucho rato ahí?

  • Si, bueno, no sé. El suficiente para verte como disfrutabas.

  • Y ¿te ha gustado? - me decía con una sonrisa picara.

  • Bueno, me habías dicho que Luna había venido. - tierra trágame, si lo se le digo que no he visto nada.

  • Si, bueno se fue a dar una vuelta, debe haber ido a ver la luna al castillo.

  • ¿Dónde está eso?

  • Espera te acompañaremos.

  • ¿Qué? - dijo Juan sorprendido. Se ve que quería más.

  • Si, hombre le acompañamos que no conoce esto.

La verdad es que el tío se ve que no le apetecía nada, pero como tiran más dos tetas que una maroma de barco, pues tuyo que acompañarnos.

  • No me has respondido si te ha gustado.

  • Hombre, ¿a qué hombre no le iba a gustar follarte? - que tía más pesada, qué más dará si me había gustado o no. - A que sí, Juan. ¿A que es un placer hacerlo con ella?

Juan me hizo un gesto con los brazos como diciendo, Buuuuuuuueno.

  • Si, claro. Es un gustazo hacerlo con ella.

  • Me alegro! - retomó de nuevo ella el protagonismo - Porque como ahora me debes una tengo que ver como cobrármela. Mira allí es.

En los pequeños pueblos de la España profunda, la gente considera distancia a 3 manzanas. Resulta que con que me dijera, ves andando por esa calla 5 minutos bastaba. Pero según ella era tanta distancia que mejor acompañarme. Para mí que era por cotilleo.

Me acerqué sigilosamente hacía donde estaba ella sentada y me acerque a ella en silencio.

  • Hola

  • Hola...

No quería decirle nada, solo le acompañaba y la desnudaba con mi respiración.

  • ¿Estás solo? ¿No vas a la fiesta?

  • No…he preferido hacerte compañía.

  • ¿Nos conocemos?

  • Seguramente de toda la vida… pero parece que no te acuerdes de mí.

  • Pues no sé, no podrías hacerme un poco de memoria?.

Entonces me acerqué a ella y le besé en los labios. Enredé mi lengua con la suya y mezclamos nuestra saliva. La agarré de la cintura y le levanté poco a poco el jersey que llevaba pegado al cuerpo. Solo el roce de su piel ya me endurecía la polla y me la doblaba dentro de los pantalones. Se me torcía porque no cabía allí dentro de excitación. Pasé mis manos por su espalda suavemente, disfrutando de tu piel y soltándole el sujetador.

Afortunadamente ella se dio cuenta de mi complicación y desasosiego y soltó mi cinturón y la cremallera del pantalón. Agarró mi verga firme y empezó a masturbarla.

Yo pase mis manos por delante, desde su vientre, subiendo hasta dejar caer salir sus pechos fuera del sujetador. Lo tiré todo hacía arriba y dejé su pechos al aire.

Juan, estaba poniéndose cachondo, fue ver los hermosos senos de patricia y se puso a mil. Cogió a Nina, que estaba mirando en plan cotilla, de la cintura y le desabrochó el pantalón. Como siempre ella no paraba de hablar, pero Juan ya ni la escuchaba.

  • ¿Has visto la cabrona, como le menea la polla? Uy, Juan, que es lo que. Ooh! Juaaaannnn.

Juan, caliente, excitado, no paraba de mirar cómo le lamía los pechos a Luna. Que grandes y preciosos tenía los pechos. Y con la enorme erección que le producía, estaba penetrando a Nina, como en la vida lo había hecho. Aquella enorme verga estaba más hinchada y excitada que nunca. No paraba de mirarnos y de follas a Nina sin parar.

Baje mis manos a sus piernas, las separé y empecé a subir mis manos por sus suaves muslos, poco a poco por esa suave piel que me hacía emerger semen de mi cuerpo. Me excitaba y me enloquecía, mientras lamía sus pezones duros y grandes. Mis dedos llegaron llegaron a sus labios abiertos de par en par con el tanga metido en medio, que apenas lo cogía y estiré de él se rompió dejando que mis dedos exploraran su húmeda raja.

  • Juan, ¿dónde te escondías ese enorme instrumento de placer?

  • Nina, cállate por favor.

Le puso la mano en la boca y con la otra rodeándole la cintura la envistió nuevamente viendo como mi verga tiesa dejaba salir pequeñas gotas de semen que caían poco a poco por las manos de Patri mientras ella empezaba a vibrar con espasmos de las caricias en su clítoris. Levantó mi camiseta la metió en su boca para no hacer tanto ruido y acarició mi pecho peludo enganchando uno de mis pezones y tirando de él.

Se levantó y me hizo sentar en el banco, Se colocó de espaldas a mí y se sentó encima haciendo que mi verga entrara completamente dentro de ella. Empapada, chorreando, caliente, derretía mi dura polla dentro de ella con el calor de su sexo. La agarré de la cintura para no caerme de placer hacía atrás. Mientras sus pechos botaban sin parar y nuestros espectadores gozaban de nuestro polvo. Subí mis manos para agarrarle los senos que tanto me gustaban, que tanto me excitaban y ahora lo hacían también a otro hombre. No podía parar de disfrutar de aquellas embestidas cuando sentí que su mano se colaba entre mis piernas. Las separé ligeramente y noté como pasaba sus uñas bajo mis testículos, acariciaba poco a poco más al rededor del esfínter y yo separé más las piernas. Sentí como introducía su dedo explorando por dentro con mi dura erección. Yo hice lo mismo. Mojé mis dos pulgares dentro de su floreciente bosque, separando las paredes de su vulva y empapando mis dedos de su flujo y se lo coloqué en el ano, y ella misma los dejaba entrar dentro. La primeras dos veces lento, pero luego volviendo a acelerar el ritmo.

Montse estaba completamente abrazada al árbol gimiendo con las grandes embestidas que Juan le daba. Agarrándose para que entrara y saliera con aquella enorme verga sin que la tirara al suelo. Y Juan al ver nuestros juegos se propuso imitarlos. Y se la clavó de un golpe por el culo a Nina. Esta no podía más, se mordía la lengua para no decir lo que tenía tantas ganas. Como siempre que estaba diciendo, fóllame potro, embísteme con tu arnés y atraviésame. Pero se callaba y gozaba de la folla de que le estaban propinando.

Nosotros tan absortos en nuestros orgasmos no nos dimos cuenta de su presencia. Seguíamos metiéndonos uno dentro del otro y saliendo. Hasta que al final en una de sus embestidas, la levanté y la dejé caer su ano sobre mi verga. Entrando entera hasta quedarse enganchada hasta el fondo con mi verga dentro. Mis manos le rodearon, bajando por su ingle, separando sus labios de par en par y empecé a recorrerlos acariciando su clítoris jugoso, con mi dura polla metida dentro de ella. La oía gemir y gozar y me corrí dentro de su ano sin movernos por esos gemidos que soltaba de placer. Me encantaba oírle correrse y me excitaba más aún que penetrarla, con sus gemidos mi semen le rellenó su culo hermoso.

Juan también se corrió y Nina disfrutó de su primer anal sin darse cuenta de que Juan no paraba de mirar a Luna, a sus curvas, a sus senos, a su precioso cuerpo. Juan, la sacó, pero Nina quería más.

  • No, aún no. Por Dios!!! Quiero más!!!

Salió corriendo de detrás del árbol hacía nosotros, asustándonos un poco de qué coño hacía ella allí.

  • No, por favor, no paréis, seguir qué sino Juan se corta.

Se arrodilló delante de mis piernas y metió mi polla en su boca.

  • ¡¡¡ Vamos, Juan, ven corre, que mi culo es tuyo, yo la mantengo tiesa para ti!!!

  • ¡¡¡ Vamos Juan, por favor, no pares, fóllame que sigue estando caliente y empapada para ti!!!