Una noche caliente con mi compañera de piso
Salimos de fiesta mi compañera de piso, un amigo común y yo, y acabamos muy calientes ;)
Hola, mi nombre es Katy, soy española y quiero contaros una historia que me ha pasado recientemente con mi compañera de piso y un amigo común. Todo empezó cuando decidimos salir de marcha a una discoteca. Esa semana nuestras amigas estaban algo ocupadas y solo saldríamos Julia (mi compañera) y yo. A última hora nos llamó nuestro amigo Jesús que no tenía nada que hacer y se venía con nosotras.
La verdad es que todo comenzó sin que lo tuviéramos previsto. El alcohol del botellón hizo que nos deshinibieramos un poco antes de salir del piso, pero no pasó de un tonteo en el que Jesús bromeaba con la posibilidad de un trío al final de la noche y nos lanzaba piropos inocentes a las dos, que los recibíamos con risitas y miradas picantes, pero nunca pensamos que fuese a más.
Llegamos a la discoteca bastante borrachos y nada más entrar nos motivamos con la música y nos pusimos a bailar. La verdad es que dimos un espectáculo en la disco bastante importante. Yo siempre había tenido curiosidad por probar cómo sería liarme con otra chica, pero Julia nunca quería pasar de picos y yo no quería que pensase que era homosexual porque realmente solo quería probarlo y ver si, además de chicos, estaría bien follar con tías. Pero ese día fue grande, y conseguí llegar más allá.
Para empezar, en la discoteca empezamos a bailar Julia y yo super provocativamente, rozandonos, mirandonos y riendonos de la cara de estaba poniendo Jesús, que no hacía más que decirnos:
Estais poniendo cachondos a toda la discoteca con cara de vicioso.
Él también se unió a nuestros bailes, se metía en medio, de frente a Julia y de espaldas a mí, con una mano me agarraba el culo y me apretaba contra el suyo, con la otra agarraba la cintura de Julia y la rozaba contra su pene, contorneándonos los tres al ritmo de la música. Tanto Julia como yo tenemos novio, pero estábamos cachondísimas de ver el corrito de gente que se había formado a nuestro alrededor y nos miraba con una mezcla de envidia y deseo, sobretodo los chicos que no nos quitaban ojo.
Ahí seguimos toda la noche, cuando Jesús se separaba un poco, yo agarraba a Julia, le cogía el culo (además ella llevaba una minifalda muy corta y casi todo el mundo estaba viéndole el comienzo de las nalgas, con lo que yo aprovechaba con el movimiento de mis manos al sobarla para que se le subiera aún más y ella se viniese arriba sintiendose deseada por todos los tíos del lugar), hacía como que la besaba, pero no me atrevía a hacerlo de verdad por lo que pudiera ella pensar, ya que vivía conmigo y se podría crear una situación incómoda. Así estuvimos hasta que a mí me empezaron a doler los pies de los taconazos que llevaba y me senté en el sillón a observar y madre mía lo que observé! Jesús intentaba comerle la boca a Julia, pero ella se resistía porque eso era como traspasar una línea, ahora bien, sí que se dejaba agarrar entera, por debajo de la falda, los pechos, el pelo, la agachaba, la levantaba estaba casi ida, pero intentando no besarle. Luego llegó mi turno, cuando ella se sentó, yo sí que no me resistí a besar a Jesús, de hecho tomé la iniciativa, pero como sabía que tenía novio paró, aunque siguió tocándome entera. Yo llevaba unos pantaloncitos cortos, así que no me podía hacer nada con el coñito sin que se diera cuenta todo el mundo, pero sí que pasaba su mano por esa zona por encima del pantalón mientras apretaba mi culo contra su pene erecto y con la otra mano me tocaba las tetas por debajo de la camisa, pero por encima del sujetador. El chico, que era cortado
Como las dos habíamos estado sentadas viendo a la otra sobarse a muerte con nuestro amigo, se creó una especie de complicidad en la que las dos estábamos tan cachondas que haríamos lo que fuese y sabíamos que ninguna lo contaría a nadie jamás, que eso quedaría entre ella y yo. De esa guisa seguimos toda la noche, hasta que el cansancio hizo su aparición y nos sentamos los tres en el sofá de la discoteca, bajo la atenta mirada de las pocas personas que allí quedaban, las cuales estoy segura de que se habían quedado para ver como acababa la historia.
Jesús estaba sentado entre nosotras y, aunque intentabamos desviar la mirada, las dos estabamos viendo perfectamente el bulto que había en su pantalón, además de que tenía una mano en sus piernas y la otra en mis muslos, por la parte de dentro y rozando de vez en cuando la zona de mi coñito. Estábamos los tres muy excitados, pero a la vez lo intentábamos disimular para que los otros dos no lo notaran, lo que hacía que nos pusiéramos peor aún. En este momento, Jesús empezó a bromear de nuevo con el trío y Julia le decía que ella no podía hacer nada conmigo, pero como dando a entender que era yo la que no quería. Él intentaba convencernos de que nos diéramos un beso, y nos dimos algunos picos justo delante de su cara, a escasos centímetros, pero no le bastaba. De repente, me agarra la cara y me mete un morreo delante de Julia. Me quedé embobada cuando sentí su lengua dentro de mi boca, pero le seguí el rollo y nos liamos. Cuando acabamos, Julia estaba con la boca abierta, no se lo podía creer, pero el hecho de que yo hubiera besado a Jesús teniendo novio la tranquilizó y la hizo sentir menos putilla. Yo por mi parte, me sentía más puta que nunca, cosa que me encanta, y ya me vine arriba. Jesús nos dijo:
Eso es lo que quiero que hagais entre vosotras
Y yo sin pensarmelo dos veces, agarré a Julia, puse nuestras caras delante de la de nuestro amigo y empecé a comerle la boca, primero suavemente, solo chupando sus labios, y luego apasionadamente, rozando nuestras lenguas y abriendo mucho la boca para que Jesús tuviera una vista privilegiada de lo que estábamos haciendo. Ella me siguió y él empezó a acariciarnos el pelo a las dos, como que estaba muy caliente y no sabía que hacer. Yo, sin parar de besar a mi amiga, cogí su mano y se la puse en el bulto del pantalón de Jesús, mientras con la mía le acariciaba todo el torso (tengo debilidad por los musculitos y la verdad es que el chico está muy bueno).
Cuando paramos de besarnos ya no había vuelta atrás, estábamos los tres muy metidos en el sexo y el trío era algo obvio. Ya el espectáculo en la discoteca era pasarse, y como él vivía muy cerca nos fuimos a su casa.
Nada más entrar yo tomé las riendas, lo llevé hasta su cama, empujé a Julia al lado suyo y le eché una mirada de ¡ayúdame!. En ese momento fue cuando lo desnudamos. Recuerdo su polla erecta rebotando del calzoncillo cuando se los bajé del tirón, y también recuerdo las ganas locas que sentí de comérsela. En ese momento me sentí poderosa, estando mi amiga y yo vestidas y con los taconazos y teniendo a un hombre completamente desnudo en una cama. Ahí lo dejamos, haciendo que observara y empezamos a enrollarnos entre nosotras de nuevo, de pie. Poco a poco nos quitamos la ropa la una a la otra. El mejor momento fue cuando le desabroché el sujetador y ví que sus tetas salían con los pezones erizados al roce de mis manos. Se las sobé, nunca había tocado unas tetas que no fueran las mías y fue una sensación de suavidad deliciosa, tanto que sentí un impulso de chupárselas, así que, olvidándome de mi amigo, la tumbé en la cama, me puse encima suya a cuatro patas y empecé a chuparle y a apretarles ambos senos. En esas estaba, mientras ella ponía cara de estarle encantando, cuando empecé a sentir algo caliente y mojado en contacto con mi coño. Claro, era Jesús, que me estaba chupando el conejo desde atrás con su cara casi metida en mi culo porque yo estaba a cuatro patas. Empecé a gemir y chupar las tetas de mi amiga me parecía poco, ella tenía que sentir lo que estaba sintiendo yo, así que bajé hasta sus partes (por cierto, depiladas) le abrí las piernas y metí ahí abajo la cabeza, imitando lo que mi amigo me hacía a mí. Sentí ese líquido diferente y viscoso en mi boca, mientras Jesús sentía el mío y Julia me tocaba las tetas pegando grititos de placer.
Yo ya no podía más, necesitaba ser penetrada, pero también sabía que Jesús se merecía que le hiciéramos algo nosotras. Así que lo pusimos de pie en el suelo, y nos agachamos delante suya. Él tenía que estar en la gloria, viendo desde arriba como dos chicas se metían alternativamente su polla en la boca. Cuando la tenía yo, Julia me metía un dedito por el coño o me acariciaba el clítoris. Se notaba que no tenía experiencia con mujeres pero su torpeza hacía que me llegara el placer por sorpresa. Cuando vimos que estaba a punto de correrse, pusimos a Jesús a cuatro patas de nuevo en la cama y Julia se tumbó debajo de él, pero en sentido contario, y le chupó la polla hasta que se corrió en su boca. Mientras tanto, yo estaba metiéndole un dedito en el culo a mi amigo, que nunca lo había probado, pero pegaba respingos con una mezcla de placer y dolor que me encantaba. Tanto le gustaba, que aunque se había corrido en la boca de Julia, consiguió poner su polla erecta de nuevo. Yo ya estaba desesperada, necesitaba que me follaran y me tumbé en la cama boca arriba y con las piernas abiertas. Jesús entendió lo que quería y empezó a follarme. Yo no quería que Julia se quedara afuera, así que la coloqué agachada con su coño delante de mi boca y se lo comí otra vez, llenándome la cara de líquido brillante a la vez que me llenaba Jesús el coño de semen.
Después de eso quedamos exhaustos, pero estabamos muy sucios y nos metimos los tres en la bañera, donde entre jueguecitos con los chorros empezamos a enrollarnos Julia y yo de nuevo, haciendo que por tercera vez se empalmara Jesús. Esta vez le tocó el turno a Julia de ser follada, mientras intentaba masajearme el clítoris.
Todo acabó cuando vino un vecino a quejarse de los gritos que se escuchaban desde hacía horas, pero desde ese día, vivir en mi piso con Julia se ha convertido en la mar de divertido. ;)