Una noche al año (III)

Después de mucho tiempo la tercera parte de una noche al año,en la que se resuelve la situación que había dejado a nuestra protagonista atada en una silla... Recomendable leer las otras dos partes antes

Abro los ojos y sigues ahí, mirándome, con tu mano aún presionando mi sexo.

- “Creí que no ibas a volver en ti nunca… Llevas un par de minutos como ida”

- “Estoy aquí, estoy bien Amo…”

Centro mi atención de nuevo, tras el orgasmo vivido, y la veo en la cama. Sentada, con los brazos alrededor de sus rodillas. Muerde su labio inferior, quizá por vergüenza, pero más probablemente por la excitación de ver lo que acaba de pasar entre nosotros.

- “Y ahora qué?”

- “Ahora, nuestra amiga, Eva, va a disfrutar de mi putita, y de sus habilidades” - me contestas sonriendo con picardía.

Comienzas a soltarme, acariciando mis muñecas, para reestablecer la circulación. Haces lo mismo con mis piernas, y mientras recupero la movilidad me besas con dulzura.

Pero la dulzura desaparece y cogiéndome por el pelo me haces arrodillarme y caminar a tu lado, hacia la cama, a cuatro patas. Tiras de mí para que me ponga de rodillas y me haces un gesto para que espere. Me coloco con las manos en la nuca, sentada sobre mis talones, con la cabeza baja esperando que me llames.

Te oigo moverte por la cama, imagino que estarás dándole instrucciones a Eva, o colocándola para mí. Estoy nerviosa y excitada, el morbo de estar con una mujer, de la novedad, me provoca escalofríos de placer. Oigo como golpeas la cama y susurras “Ven putita, ven…”

Levanto la vista y la veo. Con los brazos atados al cabecero y las piernas bien abiertas. Me subo a la cama de rodillas y gateo hacia vosotros contoneando mi culo. Me haces un gesto con la cabeza señalando su coño. Así que sin pensarlo agacho la cabeza y con mi lengua lo recorro de abajo arriba con suavidad, esperando las reacciones de mi agasajada…

Es la primera vez que lo hago, así que estoy algo nerviosa y no sé muy bien qué hacer. Te miro y sonríes como animándome a seguir, así que de nuevo acerco mi lengua a su sexo. La poso en la entrada de la vagina y juego con ella alrededor, como si quisiera penetrarla, la desplazo hacia el clítoris y lo acaricio suavemente con la puntita de mi lengua. Más relajada y animada por los jadeos de Eva, poso mis labios sobre el pequeño botón y lo beso, para seguidamente succionarlo no sin cierta violencia. Eva gime alto, lo que me incita a, mientras sigo succionando, introducir dos dedos en su coño. Está empapada, el flujo humedece mis dedos y resbala hacia las sábanas.

Lamo con fruición al tiempo que mis dedos se mueven rápidos dentro de ella… Me sorprende lo agradable que resulta, el olor es suave y el sabor…indescriptible.

Estoy tan concentrada que no noto que te has movido y doy un respingo cuando noto tu lengua jugando con mi ano, que debido a mi postura está totalmente expuesto a ti. Te dejo hacer y te imito, bajo mi lengua paseando por todo su sexo hasta el ano, y comienzo a acariciarlo con ella, a presionar sutilmente para penetrarla un poco mientras tú haces lo propio conmigo.

Paras de lamerme y noto como tu polla se coloca a la entrada de mi coño y comienza a entrar suavemente. La situación ha hecho que me excite muchísimo, así que en seguida me encuentro jadeando entre las piernas de Eva.

“No pares mi zorrita, sigue dándole placer…” Al oír eso Eva aprieta mi cabeza entre sus piernas, evitando que me aleje de su cuerpo y dejándome a duras penas respirar. Mis jadeos dificultan la tarea, pero tus embestidas me empujan contra ella y hacen que mi cara se frote contra su coño, lo que parece proporcionarle un inmenso placer.

Debes estar al límite del orgasmo así que decides dejarnos disfrutar y gruñes un sutil “ Podéis correros ” que acompañas con una palmada en mi trasero. En ese momento Eva se arquea y parece volverse loca, comienza a correrse sobre mi boca, empapándome con sus flujos que yo trago sin cesar, y cuando noto el calor de tu leche en mi interior y como tus manos aprietan mis nalgas, me dejo llevar desplomándome sobre la cama y disfrutando de los espasmos que recorren mi espalda, mis piernas y que me hacen temblar abandonándome al placer…

Me relajo, pensando que ha acabado, pero por tu cara puedo ver que nada más lejos de la realidad. Me mandas tumbarme boca arriba. Has desatado a Eva, que se acerca y junta sus labios a los míos. Comienza a besarme despacio, acariciando con su lengua mis labios, recorriendo mi boca con ella, mordisqueando sutilmente la punta de mi lengua que comienza a corresponder a su beso. Poco a poco la intensidad aumenta, nuestras lenguas se retuercen en una lucha intensa por ver quien domina en el beso, mientras sus manos dejan constancia de que es ella al pellizcar mis pezones con sus finos dedos. Cedo y comienzo a dejarme llevar. Me besa con pasión pero con dulzura, sus dedos recorren mi cuerpo, sólo haciendo contacto con sus uñas, provocándome escalofríos y haciendo que mi piel se erice.

Te miro, sonríes, tienes una mirada lasciva, llena de lujuria, de deseo. Veo como tu mano acaricia tu polla, que recupera su vigor poco a poco viendo la escena que se produce delante de ti.

- “Apártate Eva, ahora te digo lo que has de hacer”

Sólo con oírte deja de tocarme y se hace a un lado, se queda arrodillada sobre la cama, expectante. Su mirada revela que está excitada, no es su primera vez, eso seguro, pero está disfrutando y mucho la situación.

Te acercas y me ayudas a levantarme. Me besas la frente y susurras a mi oído:

- “Ahora voy a sentarme  y quiero que te des la vuelta y seas tú la que te claves mi verga y te folles. Tú eliges por donde mi perrita. En función de cómo lo hagas tendrás un premio o un castigo el próximo día…”

Te sientas y me miras fijamente. Yo no sé que hacer, sé que te gusta el sexo anal, pero ¿Hacerlo yo? ¿Ser yo la que marque el ritmo? No me siento capaz, al menos no hoy… Así que a sabiendas de que quizá me espere un castigo, me giro y apoyo la entrada de mi coño sobre ella. Estoy tan excitada por la sesión de caricias de Eva que resbala con facilidad y sin apenas molestarme. Comienzo a moverme arriba y abajo, mientras tú me ayudas aferrándote a mis caderas.

Eva se acerca y se coloca de rodillas a nuestros pies, has debido hacerle un gesto para que lo haga. Con decisión separa mis piernas y mete su cabecita morena entre ellas.

Comienza a lamer con habilidad y rapidez, acaricia mi clítoris y aprovecha para dedicar una caricia a la base de tu polla cuando me levanto de ella. Con tus manos haces que me mueva más despacio, dejando que ella se detenga en ambos, primero en mí, después en ti… Nunca había experimentado algo igual, veo que una de sus manos se cuela entre sus piernas y comienza a acariciarse sin dejar de darnos placer con su boca. Una de mis manos acaricia su cabeza, tratando de indicarle que no pare, la otra, que acaricia mis pechos con fuerza se encuentra con la tuya que venía a lo mismo. Comienzas a mover mi mano, eres tú el que la dirige y hace la fuerza que quiere con ella.

Tu boca recorre mi cuello arrancándome ya no gemidos, sino gritos de verdadero placer. Te siento jadear en mi oreja, cada vez más rápido, cada vez con un sonido más profundo, más primitivo y noto la respiración cada vez más acelerada de Eva entre mis piernas…

Me giro y busco tu boca, sin dejar de moverme sobre ti, de cabalgar sobre tu cuerpo. Noto como comienzan a fallarme las piernas a causa del esfuerzo, y por qué no también de la excitación, debes notarlo porque pones las manos bajo mis nalgas y comienzas a acelerar mis movimientos. Sé que no aguantaré mucho, noto cada una de tus embestidas intensamente, como se clava hasta el fondo… Y entre cada una de ellas siento la lengua de Eva, que juguetona y experta, me provoca latigazos de placer en mi entrepierna. No puedo evitar arquear la espalda bruscamente a cada contacto de su lengua, y al hacerlo se intensifican las sensaciones que me produce tu polla al entrar y salir.

Busco con mi mirada tus ojos, profundos y brillantes y, sin dejar de besarte, emito una súplica silenciosa que entiendes a la perfección. Te separas un instante de mis labios y leo en tus labios “Adelante”.

Una sola palabra que me da la señal para dejarme ir, así que cierro los ojos y continúo besándote, abandonándome al millar de diferentes sensaciones que recorren mi cuerpo.

Tu mano izquierda pellizcando mi pecho, tu boca en la mía, ahogando mis gemidos, la boca de Eva que recorre mi sexo hinchado y a punto de estallar, tu mano derecha que se ciñe sobre mi cuello, dificultando un poco el acceso al aire, lo que hará que mi orgasmo sea aún más intenso. Reposo mi cabeza sobre tu hombro, y noto como el calor va subiendo por mi vientre, cómo chispazos de placer recorren las distintas partes de mi cuerpo como descargas eléctricas que me obligan a convulsionarme. Aprieto las paredes de mi sexo para retener la sensación y que el placer se prolongue un poco más, lo que provoca que estalles dentro de mí. Siento tu semen dentro, es una corrida intensa a pesar de ser la segunda, porque tus manos aún aferradas a mi cuerpo aumentan la presión. Eva por su parte, jadea como una loca debajo de mí, está teniendo un orgasmo intensísimo, pero aún así no se olvida de nosotros y sigue lamiendo nuestros jugos, haciendo que sigamos disfrutando del placer que produce el contacto de su cálida y húmeda lengua…

Por fin, apoya su cabeza en mi muslo, ya no puede más, la acaricio al igual que tu haces conmigo, mientras me besas. Me ayudas a levantarme mientras sales de mí, y te metes en la cama. Nos llamas a ambas, que nos acercamos a ti. A pesar de lo que cabe esperar, Eva no se tumba a tu lado, sino que se acurruca a mi espalda dejándome a mí en el centro y me cubre con un brazo.

Yo, no puedo dejar de mirarte, nunca pensé vivir una experiencia así, y aquí estoy, acabo de disfrutar de ella, y sobre todo acabo de hacerlo por ti. Me besas con dulzura, sé que es tu modo de agradecérmelo, de demostrarme lo orgulloso que estás de mí.

Creo que es una de las cosas que más me gustan, que me beses, es algo muy simple, pero que me hace sentir tuya, hace que me abandone, que me deje guiar, en esos momentos de complicidad sé que haría todo lo que me pidieras, porque soy tuya, porque sin ti... sin ti, no soy nada.

(continuará)