Una noche al año (II)
Continuación de Una noche al año (I) Una cita más de nuestra pareja, que dará un paso más.. Espero que os guste....
Han pasado más de tres meses desde nuestro último encuentro tras la cena en casa de Marta y aún no puedo dejar de pensar en tus palabras… “ Mi zorrita, tenemos que hacer esto más a menudo, una vez al año no es suficiente…” Nuestras citas anuales cada vez son más largas, más intensas. Cada vez necesito más de ti, notar más tus manos, tus caricias, tus azotes…
Trato de recordar como empezó todo, debió ser hace unos 5 años. Yo salía con Marcos aún, tú ya vivías con Marta, mi mejor amiga. Solíamos quedar para cenar, salir… pasábamos muy buenos momentos. Creo que todo empezó una noche con unas copas de más. Dicen que con los amigos siempre se acaba hablando de sexo…
Esa noche Marta comenzó a hablar de un programa que había visto en la tele, acerca de BDSM, y lo rara que era esa gente .”Os podéis creer que al chico lo llevaban a cuatro patas con collar y correa ? Y salía una chica atada a una cruz mientras la azotaban!!” Yo no me atrevía a intervenir, la sola idea de contaros que me llamaba poderosamente la atención ese mundo me aterrorizaba.
Mientras Marcos le restaba importancia, diciendo que era un juego más, pude notar un gesto de desaprobación en tu cara. Marta seguía relatando lo que había visto en el programa, poniendo cara de asombro y discutiendo con Marcos porque no entendía que pudiera aceptarlo. A mí todo lo que contaba Marta me excitaban sobremanera y debí disimular mal porque no podías apartar tus ojos de encima. Me mirabas con la ceja levantada, denotando cierta sorpresa, curiosidad e incluso cierta incredulidad.
Comencé a ponerme nerviosa al ver que no dejabas de mirarme y decidí que era mejor irme. Aún vivía sola, así que pensé que lo mejor para que Marcos no me interrogara por lo callada que había estado era decir que me encontraba mal e irme a casa.
- “Me voy a casa chicos, no me encuentro muy bien, ha debido sentarme mal algo…”
- Vaya Jessi, aguanta un rato, con lo bien que lo estamos pasando…- Contestó Marcos con cara de desaprobación.
- No te preocupes, la cerco yo, que me queda de camino y yo mañana salgo de viaje temprano – dijiste seco, con un tono de quien no aceptaría un reproche y mirándome fijamente para que no te contradijera .
Me pusiste una mano en la espalda, y me dirigiste hacia fuera del local, hacia tu coche, que estaba allí cerca aparcado.
- ¿Por qué has dicho que te sientes mal?
- No sé que me pasa, me encuentro mal…
- Déjate de chorradas! Desde cuando te gusta ese mundillo? Estabas poniéndote cachonda como una perra en el bar sólo de oír a Marta…no es cierto?
- Sí, tienes razón…- bajé mi cabeza, no era capaz de mirarte de la vergüenza que sentía.
- No bajes la vista, me gustas más sabiendo que eres así, una pequeña zorra en potencia…y no una más como la amargada que tengo en casa…
Te miré con los ojos húmedos de emoción. El oírte hablarme así y comprender que teníamos eso en común, hizo que me fijara más aún en lo atractivo que eras y deseará besarte con todas mis fuerzas. Debiste darte cuenta porque cogiste con rudeza mi pelo y llevaste mi boca a la tuya, que me esperaba preparada para besarme con furia.
Esa noche, tras ese beso me dejaste en casa, y pasó casi un mes hasta que nos vimos de nuevo. Tras esquivaros a Marta y a ti durante semanas, un día te presentaste en mi casa dispuesto a hablar de lo que había pasado. Te invité a entrar a regañadientes y me dirigí al salón. En cuanto enfilamos al pasillo me agarraste y apoyaste contra la pared, para besarme apasionadamente. Me arrancaste literalmente la camiseta y mientras seguías devorando mi boca apretaste mi pezón desnudo entre tus dedos, haciendo fuerza, retorciéndolo como tratando de probar si iba en serio…
De repente suena el teléfono, y me saca de mi ensimismamiento, vuelvo al presente desganada, pero cuando al descolgar oigo tu voz mis piernas comienzan a temblar de emoción…
- Estás preparada para una nueva experiencia?
- Sí, sabes que sí…
- Pero…harás lo que yo te pida? Quiero ir un paso más allá…
- Sí, lo haré, haré lo que me pidas...
- Esta tarde a las 16h. Hotel Central.
Y sin más cuelgas el teléfono. Mi respiración acelerada, acompasada con mi corazón que pugna por salirse del pecho. Mi cabeza que no deja de dar vueltas y no se cree lo que acaba de suceder… ¿Vamos a quedar?¿Nuevas experiencias?¿Un paso más?
La sola idea de pensar en ponerme en tus manos me vuelve loca…
Sin perder el tiempo me preparo una ensalada y la como pensativa en la cocina. Tras recoger los platos me encamino al baño y preparo la ducha. Me relajo bajo el chorro mientras imagino que me tendrás preparado. Exfolio mi piel, lavo mi pelo con delicadeza y arreglo mi coñito para ti. Sé que te gusta totalmente depilado, con ese tacto tan suave. Me echo crema hidratante con un ligero aroma a coco y seco mi pelo con esmero, ondulado como tanto te gusta.
Elijo una camiseta negra, ceñida, escotada, la acompaño con una minifalda vaquera. Zapatos de tacón negro y ropa interior sencilla, negra. Un toque de colonia detrás de cada oreja y en el canalillo, pero no demasiada. Un poco de rimel y un rojo cereza en los labios y lista. Son las 15.30h tengo el tiempo exacto para ir caminando hasta el hotel.
Llego al Hotel Central, tomo aire y me encamino a la recepción. Como siempre pido la llave de la habitación 207, pero el empleado me dice que mi compañero ya está en la habitación. Me sorprendo, esto es completamente nuevo, nunca estás en la habitación, aunque también es cierto que es la primera vez que quedamos sin ser al salir de la fiesta de Marta.
Cuando entro está todo medio en penumbra y tú estás en el sofá. Apenas te veo la cara, tus brazos apoyados en los reposabrazos, las piernas cruzadas en un gesto desenfadado.
“Desnúdate y ponte esa venda en los ojos, más te vale no ver nada…luego ven aquí” tu tono, algo sarcástico, provoca cierta inquietud en mí. Comienzo a desnudarme, lentamente. La camiseta y la falda, la ropa interior... Dejo puestos mis zapatos, sé que te gusta. Cojo la venda que hay a mi lado y me tapo los ojos. Aprieto fuerte, no quiero que se caiga y me castigues por ello.
Me pongo a cuatro patas y con cuidado ya que no veo me encamino hacia donde estás. Noto tu mano en mi mejilla, suave, tu dedo pulgar acaricia mis labios mientras me coge por el mentón y con un suave movimiento me invita a levantarme.
Tus labios se posan en los míos, fugazmente y tus manos me empujan hasta sentarme en una silla. Llevas mis manos hacia atrás y las sujetas entre ella y a la silla. Haces lo propio con mis pies, atándolos a las patas traseras, de esa forma mis piernas quedan totalmente abierta y yo expuesta sin remedio ante ti.
Me besas en la boca, ahora sí nuestras lenguas se entrelazan en un apasionado baile. Tus manos acarician mis pechos y de vez en cuando juegan con mis pezones mientras tu boca se dedica a lamer y mordisquear mi cuello, sabes que es mi punto débil, sabes que no podré resistirme…
- “Muerde esto” me dices mientras me amordazas con algún tipo de pañuelo o tela. “No quiero oírte”
Noto entre mis piernas tus dedos, me acarician por encima de los labios, estoy empapada ya y acabamos de empezar. Se mueven ágiles separándolos y rozando la entrada de mi vagina. Se humedecen con mi flujo y vana a mi clítoris, estimulándolo directamente, con un ritmo rápido y preciso. La mordaza ahoga mis jadeos, pero si pudiera gemiría alto y fuerte. Estoy muy excitada, no sé que va a pasar y tú estás dándome placer sin rodeos, no quieres tomártelo con calma como siempre y eso…no deja de extrañarme. Estoy a punto de correrme, tus manos me han llevado al clímax demasiado rápido, no seré capaz de aguantar el orgasmo si no me das permiso. Notas que estoy a punto porque me preguntas “Quieres correrte, puta?” Sorprendida ante tu pregunta y a la vez agradecida asiento con la cabeza, pero justo en ese momento, cuando creo que voy a estallar de placer, tus manos se separan de mí y oigo como te alejas.
No puedo quejarme y no puedo moverme, pero estoy tan caliente que trato de rozarme contra la silla para no sentir esa quemazón en mi entrepierna. Pero mientras lo intento oigo como abres la puerta y entra alguien más en la habitación.
Hemos hablado de probar con más gente, pero al imaginarlo aparte de la excitación por cumplir tus deseos un escalofrío de miedo me recorre. Imagino unas manos de hombre fuertes tocándome como tú acabas de hacerlo y usándome a su antojo, imagino mi boca lamiendo otra polla que no sea la tuya…pero, qué papel jugarás tú? El miedo comienza a desaparecer y comienzo a notar como me excito de nuevo.
Pero para mi sorpresa pasa el tiempo y nadie se acerca a mi, noto como tú y tu acompañante os sentáis en la cama, oigo como cae la ropa la suelo, y lo que parecen…besos?? “ No puedes estar besando a un hombre!!!” pienso, así que deduzco que has traído a una mujer. Nunca lo he probado pero pensé que preferirías que nos dedicáramos a darte placer las dos.
Noto tus pasos, te aceras a mí imagino que para desatarme y jugar, pero en cambio me destapas los ojos y me dices:
- Disfruta de la vista perra, quiero que aprendas a disfrutar viendo como tu Amo disfruta…aunque sea sin ti!!
Y con una risa vuelves a la cama, con ella. No puedo dar crédito a lo que está pasando, trato de protestar pero la mordaza ahoga, convenientemente para ti, todos los sonidos que salen de ella. Así que resignada trato de apartar la vista, me niego a disfrutar de ese espectáculo. Pero no puedo evitar oir tus jadeos y he de mirar. Ella es guapa, morena, con le pelo largo y muy liso. Tiene buenas curvas y unos pechos redonditos de pezones marcados. Está arrodillada a tus pies, lamiendo tu polla, y alterna sus miradas de tus ojos a los míos. Me hago la ofendida y retiro la vista, pero al poco vuelvo a mirar y ella sigue ahí, comiéndote a ti y devorándome a mí con los ojos.
Tú acaricias su cabeza y poco a poco vas marcándole el ritmo y haciendo que se la meta entera en la boca. Estás disfrutando y yo noto como mi entrepierna comienza a humedecerse con solo contemplar tu cara. Con una sonrisa pícara y una ceja levantada me miras y me guiñas un ojo cómplice, creías que disfrutaría de esto, y una vez más has acertado…
Ella sigue aplicada, tragando todo lo que puede, hasta el punto de casi atragantarse a veces. Alguna lágrima cae de sus ojos. Conozco la sensación, esas lágrimas que te hacen saber el placer que le estás proporcionando a la persona a la que te entregas, pero por una vez comprendo el placer que un dominante siente al ver las lágrimas de una sumisa al darle placer. Esa sensación de poder al ver lo que ella está dispuesta a hacer por él… Curiosamente me excita, pero a la vez daría tanto por ser yo la que estuviera arrodillada a tus pies…
La tomas del pelo y la levantas, tumbándola en la cama boca arriba. Empujas sus piernas sobre sus hombros y comienzas a follarla con cierta rabia, con embestidas violentas que hacen que tus huevos choquen contra su culo. El sonido del golpeteo resuena entre los gemidos, uno suave de ella y esa especie de gruñido tuyo que tan bien conozco, perfectamente acompasados y, de fondo, un jadeo ahogado que sale a través del pañuelo que tapa mi boca y que delata el estado de excitación en que me encuentro. Estoy convencida de que me correré de un momento a otro sin siquiera tener que tocarme…
Veo como sales de ella, y comienzas a masturbarte. Te giras y te vuelves hacia mí, sonríes al ver la cara de placer que tengo y sin dejar de masturbarte te acercas y me desatas el pañuelo, dejando mi boca libre.
- Cabr…
- Shhh! No seas mala perra y lo estropees. Estas mojada como una cerda, así que no finjas que no te ha gustado.
- Pe…
- Cállate y toma mi leche!
Y sin más, presionando mis mejillas para que abra bien la boca, comienzas a correrte en mi lengua. Noto como los chorros de semen dan contra mi garganta y mi paladar, mientras tus ojos no se apartan de los míos y me miran con cierta lujuria.
Mientras limpio tu polla de los últimos rastros de semen, sin saber muy bien como, noto como la quemazón que sentía en mi clítoris comienza a ascender por todo mi cuerpo. Apoyas tu mano en mi vulva para notar el calor y los jugos que suelto, y yo me dejo llevar por uno de los orgasmos más intensos que creo haber vivido nunca…
(continuará)