Una noche
Lo que ocurre una noche que una perrita es un poco descuidada.
Aquella noche yo ya estaba durmiendo, me había acostado temprano pues al día siguiente tenía una reunión importante. El teléfono sonó, asustándome. Solo oí una orden:
Te espero, ya sabes dónde y como.
Con eso bastó para que me despejara completamente, y en quince minutos estaba duchada, ligeramente maquillada y "vestida". El como a que mi Señor hacía referencia era un sujetador de encaje negro, medias con costura y liguero de encaje también negro; encima de esto sólo podía llevar un abrigo (tampoco era cuestión de que su perrita pillase una pulmonía en pleno enero) y por supuesto, zapatos negros de tacón, mi Señor es todo un clásico, por eso me gusta ser su perrita, es un caballero.
A esas horas, un día laborable a las once de la noche, fue complicado encontrar un taxi que me llevara rápidamente a casa de mi Señor, cuando llegué eran ya las once y media y parecía un poco enfadado, así que puse mi mejor sonrisa y me pegué a El para darle un beso.
Date la vuelta perrita, me dijo, hoy no te mereces mimos, has tardado mucho.
Yo no me atreví a replicar y me di la vuelta, me puse derecha, con las piernas abiertas, como a El le gusta, empezó a desabrochar el abrigo y me hizo sentir su aliento en el oído, sabe que eso me pone a mil, me hablaba mientras me quitaba la única prenda de ropa que tapaba mi cuerpo, me decía lo que iba a hacer con su zorrita y lo excitado que estaba, aunque eso ya lo estaba sintiendo yo en mi culito a través de su pantalón. Acababa de llegar y yo ya estaba mojada, sentía mis labios empapados.
Pegado a mí por detrás, puso mis manos en la espalda y ató los brazos por encima de los codos, empezó a acariciar mis pechos por encima del sujetador y cada vez lo hacía ejerciendo ms presión, al final los estrujaba y miraba mi cara por encima de hombro
¿Te gusta perrita? Dime que si, me susurraba al oído
Acabó sacando mis pechos por encima del sujetador, le excita verlos así, el encaje negro por debajo y mis tetas ofrecidas para El, atacó mis pezones, rozándolos, apretándolos y estirando, a esas alturas yo ya no estaba a mil, había rebasado la velocidad del sonido y el líquido resbalaba por mis muslos. Con una de sus manos bajó acariciando mi vientre, pasó sobre el liguero y se dirigió a mi coñito, en ese momento abrí los ojos desesperada y recordé que con las prisas y que estaba medio dormida se me había olvidado revisar si estaba bien rasurada, no le gusta ver ni un solo pelito en mi cuerpo por debajo del cuello.
Oh, oh, aquello no iba bien, se iba a dar cuenta y .seguro que una parte de mi cuerpo iba a sufrir el castigo.
Perra!!!!, seguía susurrando en mi oído, no levanta la voz jamás, pero yo ya estaba temblando, ¿Qué es esto? ¿Cuántas veces te he dicho que no quiero ver pelos en tu coño???
Se separó de mí, me dio un azote que restalló en toda la habitación y me dijo que lo esperara sin moverme. Cuando volvió venía con una maquinilla de afeitar y espuma, me tumbó sobre la cama y se dedicó a rasurarme, enfadado, pero con todo el cuidado del mundo, siempre trata a sus posesiones con mucho cuidado. Después me pidió que me sentara sobre mis piernas y echara el cuerpo hacia delante (por algo se empeñó en fuera a clases de yoga) para dejar mi culito bien abierto e inspeccionar si por allí había sido también descuidada.
Cuando acabó me dijo que después hablaríamos de mi castigo, que por ahora se iba a seguir ocupando de mi higiene, yo sabía a que se refería y era la parte que menos me gustaba, quiere que para su uso y disfrute, yo este limpia por fuera ..y por dentro.
Del cuarto de baño volvió con todo lo necesario, una bolsa para el líquido del enema y unas cánulas que había comprado conmigo en un sex shop, no eran tan finas como las cánulas normales ni tan gruesas como un consolador, pero ..a mi no me hacía mucha gracia sentir mi vientre lleno de agua. Me hizo colocarme de rodillas y con los hombros y la cara apoyada en la cama y empezó a introducir la cánula, esta vez estaba enfadado de verdad, porque no utilizó ningún lubricante ni me dilató un poco antes. Cerré los ojos, intente relajarme lo más posible y me mordí los labios, no quería enfadarlo más. Soporté litro y medio de agua invadiendo mi intestino y sus caricias en el estómago para aliviar los calambres que estaba sintiendo, cuando creyó que ya habría hecho efecto, me desató los brazos y me dejó ir sola al baño y después de asearme, volví a salir.
Perrita, hoy no has sido muy buena, así que serás una perrita de verdad, vuelve a ponerte de rodillas y apóyate en la cama.
Me ató otra vez las manos a la espalda y con un foulard de seda negra me tapó los ojos, sabe que eso me pone muy nerviosa.
Cuando volví a oirlo, sentí en mi culo un golpe suave, con un látigo corto con muchas colas, uffffffffffffffff, ya sabía lo que tocaba hoy, esa es mi colita de perra, El mango del látigo es de látex y está formado por seis bolas, en tamaño creciente hacia la cola y que termina en una corta pollita pero bastante gruesa (oh, oh, no se le pasa el enfado, suele ser delicado con su putita, pero hoy ).
Empezó a dilatar mi ano, primero con la lengua, después con un dedo, y a ese añadió otro. La primera bola, después de eso, casi no la sentí, la segunda ya tuvo que empujar un poco y yo respirar fuerte para dejarla entrar, a la cuarta mi ano ya no daba más de sí y cuando llegó la parte final, necesité todo mi autocontrol para no gritar, conseguí solo gemir, pero mi espalda ya estaba llena de sudor y las rodillas me temblaban.
Mueve la colita para tu Amo, perrita , me dijo con una gran sonrisa
Solo pensar en moverme ya hacía que me doliera, pero no me quedó más remedio que mover las caderas para que las colas del látigo que ahora era mi cola de perrita se movieran. Con cada movimiento, sentía las bolas moverse en mi intestino, no sabía si llorar por el dolor o gemir por el placer, mi coñito volvía a estar inundado.
Mientras me movía mi Amo me puso mi collar de perrita, con una placa que decía "TAILA", me sujetó por la correa y me llevó de paseo por toda la habitación. Me hizo recoger de entre sus cosas una fusta y llevarla en la boca otra vez hasta la cama.
Ahora ya estás preparada para tu castigo, la próxima vez, te acordarás de venir como sabes que a mí me gusta.
Me volvió a apoyar en la cama y empezaron a llover los fustazos sobre mi dolorido culo, ahora no sé si me dolía más por dentro o por fuera. Por dentro ya se había habituado al invasor, pero por fuera me empezaba a arder, no se cuantos fustazos me cayeron, pero cuando parecía que había parado y que ya se había acabado todo, me mandó abrir las piernas y me dijo:
Como tu principal descuido había sido en tu coñito de zorra, ahora ha de ser él el que sufra el castigo. Para que no se te vuelva a olvidar, te daré cuatro azotes en tu coño.
Yo ya estaba volviendo a sudar, nunca había estado tan enfadado, y mi coño nunca había probado los azotes. Con el primero se me cerraron las piernas involuntariamente, fue un acto reflejo, me mandó volver a abrirlas y me dijo que ese no contaba. Dios!!!!!!!!! Intenté aguantar como pude, pero no pude evitar gritar y que las lágrimas se me saltaran.
Cuando acabaron los azotes mi Amo se acerco a mi, me acarició la cara, secó mi sudor y me dijo que me había portado muy bien, sentí su polla muy dura, acercándose a mi castigado coño y como la introducía de un sola embestida, no se si vi las estrellas por lo sensible que estaba o por el placer que me produce siempre sentir la polla de mi Amo al entrar en mi, es un privilegio que me hace correrme casi inmediatamente, mi Señor es benevolente y no me pide que me contenga.
Mientras me follaba se tumbó sobre mi y se agarró a mis pezones, los acariciaba, los retorcía y seguía embistiéndome como un poseso, sintiendo El en su polla las bolas que estaban en mi culo y seguía excitándome diciéndome lo mucho que le gustaba follarme. Cuando estaba a punto de correrse sacó de un tirón todas las bolas que estaban en mi culo y yo ya no pude conterme y me volví a correr mientras gritaba, metió su polla en mi ano y con cuatro embestidas acabó por explotar y castigado culo se suavizó con la leche de mi Amo.
Después a mi me tocó hacerme cargo de su higiene, limpiarle la polla con mucho mimo con la lengua, quitarle todos mis flujos y limpiar también sus testículos. Yo sé que le gusta que baje con mi lengua, acariciándole el camino que va de los testículos al ano y que juguetee con el, intentado introducir la lengua, y que después, con cuidado le dé un masaje en su próstata mientras se folla mi boca, no le gusta dejar ninguno de mis agujeritos sin que pruebe manjar tan exquisito. Me gusta sentir su polla volver a crecer en mi boca mientras excito su ano con mi dedo, cuando se va a correr sujeta mi cabeza y hunde su polla hasta mi garganta y se corre en ella.
Mmmmmmmmmmmmm, estoy volviendo a excitarme mientras lo escribo, tendré que dejarlo ya .y ponerme a sus pies. Esta vez seré buena y estaré preparada cuando me llame.