Una mujer normal

Me llamo Carmen, soy una mujer normal que de vez en cuando sale de fiesta con las amigas y en esos días, la cosa se desmadra, terminando bien follada y corrida.

Y os preguntareis quién soy yo, pues bien, os develaré el secreto…

Me llamo Carmen, y soy una mujer normal a la que le apetece salir alguna vez de su rutina de vida y para ese menester, aquel día, decidí ir a aquella fiesta a la que la habían invitado unas amigas.

Empezamos tomando unas cervecitas y comiendo algo, lo ideal para poder tirar toda una noche de fiesta, pero como siempre, no fue una ni dos… unas cuantas cayeron.

Poco a poco la fiesta iba subiendo de tono y decidimos salir a la pista con ánimo de provocar a los hombres que estaban en la fiesta. Que mejor que el morbo de unas mujeres bailando, y contorneándose juntas…. Como estábamos un poquito calentitas de alcohol… nos daba igual lo que hacíamos, por lo que empezamos a sobarnos en la pista de baile y besarnos cual putas lesbianas…

Cuanto más interés veíamos en las miradas de los hombres que nos rodeaban, mas nos sobábamos…. Lo que mas me gustaba de aquello es que mis amigas me sobaran mis pechos, se me ponían calientes pidiendo cada vez más…

Estábamos, en el fondo, cachondas de más… al final yo decidí retirarme de aquel espectáculo y me senté en la mesa donde teníamos las cosas para relajarme un poco y beber algo fresquito ya que con la situación me había entrado mucho calor.

Fue entonces cuando me fije en un hombre con pinta de galante, con cara de pícaro y con esas barbas que a mí me encantan.  Parece que él se fijó en mí también, porque en ningún momento dejamos de mirarnos con deseo, aunque no llegamos a hablar dentro del local.

Pasada ya la media noche decidí irme, porque no me apetecía estar mas tiempo en la fiesta, me despedí de mis amigas y me fui a mi coche.

Fue en el semáforo cuando un hombre con una preciosa moto paró a mi lado, y se quitó el casco, era él, ese galante hombre que había visto en la fiesta, que me saludo, me dijo que se llamaba Saúl  y que si quería acompañarle a su casa, y yo mujer atrevida, simplemente asentí y lo seguí hacia su casa.

Entramos en el garaje  y cuando salí de mi coche ya estaba él esperándome, me cogió por la cintura agarró mi culo y me besó. Ese beso me encogió el estómago, tanto que me puso cachonda nada más rozarme.  Como era mas fuerte que yo, me subió al asiento de su moto, me desabrocho mi vestido y me bajó las bragas y empezó a lamerme el coño consiguiendo darme un placer que hizo que me corriera allí mismo.

Estuvo un rato jugando conmigo en su moto, yo notaba que la situación le había puesto su polla dura como una piedra, me cogió la mano y me llevo a su sillón, allí se sentó y espero a que yo me subiera encima, y yo me subí, pero dándole la espalda. Cabalgaba, gemíamos, disfrutábamos de placer yo curvaba mi espalda, estiraba mis brazos y colocaba mi cuerpo para poder sentir todo el roce su polla en mi interior, no recuerdo cuantas veces me pude correr…. Estaba cachonda muy cachonda y le pedía más…. Él se tumbaba yle gustaba que moviera mi pelvisy que me corriera en su lengua, me daba azotes, me pellizcaba mis pezones que estaban duros como piedras,  y yo estaba que no aguantaba más del placer que Saúl me estaba dando.

Nos fuimos a la cama, pero antes tenía que pasar al servicio, le pedí que me acompañara para que mientras que yo hacía pis pudiera seguir chupando esa polla que tanto me gustaba. Y así fue, él me  miraba cachondo como yo meaba y yo le chupaba una y otra vez esa polla dura, tan cachondo estaba que decidió mear en mis pechos, estaba caliente y daba gusto notarlo,  después de eso tuvimos que ducharnos y mientras que nos duchábamos y nos dábamos gel con la mano cada uno en el cuerpo del otro  otra vez se le puso dura su polla y  me penetró otra vez, mas, mas gemía yo. Terminamos de ducharnos y nos fuimos a la cama, pero el cansancio de las dos horas follando que llevábamos hizo que nos abrazáramos y decidiéramos relajarnos un rato.

No dejamos de follar en toda la noche, descansábamos y otra vez nos calentábamos.

Mi coñito siempre pedía más…y Saúl estaba dispuesto a hacerme disfrutar todo lo que yo pidiera.

Por una noche fuimos dos almas gemelas,  deseosas de sexo con el contrario y totalmente compenetradas….

Nunca me arrepentí de aquella noche.