Una mujer infiel
Después de muchos años de infidelidad, pasó algo que cambió mi vida para siempre.
Una Mujer Infiel
Mujer Cuernos con pendex.
Me llamo Tessy, llevo18 años de casada, tengo dos hijos adolescentes, cumplí 40 armoniosos años y 21 de fidelidad absoluta hacia un marido, ahora demasiado ocupado con su inmobiliaria.
Era hora de conocer otra cosa y llegó cuando menos lo esperaba.
Todo esto empezó cuando mi marido Julio, insistió en traer a casa a su sobrino Matías de 18 años, el muchacho había terminado sus estudios secundarios y su ilusión era ser director de cine o fotógrafo, como donde vivía no existía la posibilidad de iniciar esos estudios, le dio la posibilidad de alojarlo en nuestra casa y ofrecerle algunas guardias en la inmobiliaria para mantener sus estudios.
Desde que llegó el chico me miraba con una mezcla de calentura y temor. Se ubicó en la habitación de mi hijo Leandro de 15 años. La primera semana pasó sin demasiadas novedades, pero a la siguiente semana como mis hijos estaban en la escuela, pasábamos largas horas solos y charlábamos mucho. Pude enterarme que Matías había tenido una novia y que ahora estaba solo.
Deliberadamente le hacía preguntas íntimas porque me gustaba incomodarlo y provocarlo sutilmente, Matías se avergonzaba mucho.
Así pude enterarme que había cogido con un par de prostitutas y que su novia había tenido muy poco sexo con él.
A veces lograba calentarlo, pero cuando notaba su prominente bulto entre las piernas, él se escabullía con vergüenza de mi lado.
Un día arreglando mi placard descubrí que mi ropa interior estaba revuelta, faltaban algunas cosas y pensé que mi marido las había tocado por alguna razón.
Como Matías no estaba entré en su cuarto y revisé su bolso. Dos tanguitas y un corpiño de encaje que me pertenecían estaban entre sus cosas.
Agarré una de las tangas y observé una mancha notoria, empecé a olfatearla y un fuerte olor a leche rancia embargó mis sentidos.
El pendejo se pajeaba con mis cosas y mi primera intención fue enojarme, sacar todo para lavarlo y advertirle seriamente a Matías. Sin embargo a los pocos segundos empecé a calentarme y no sé como, me encontré recostada en su cama sintiendo el olor a su perfume.
La concha empezó a mojarse y me masturbé furiosamente frotando la tanguita en mi raya. Llegué a un orgasmo brutal y quedé relajada como hace años no lo estaba. Últimamente me costaba bastante alcanzar el orgasmo con Julio.
Decidí dejar todo como estaba y esperar el curso de los acontecimientos. Esa noche estaba muy caliente y no podía sacarme de la cabeza imaginar a Matías con mis tanguitas.
Julio no entendió nada de la manera que le chupé la pija como no lo hacía desde hace tiempo, incluso le permití acabar en mi boca por primera vez. Mientras lo hacía me pajeaba imaginando que chupaba la pija de Matías.
Al otro día estaba a solas con Matías, pero no me animé ni siquiera a hablar con él.
De pronto escuché unos ruidos en su cuarto y decidí investigar. Abrí la puerta muy lentamente y descubrí una imagen perturbadora. Matías se estaba pajeando con una de mis tanguitas en la mano, la pija del pendejo era soberbia y su cuerpo sin rollos era muy tentador.
Disfruté mucho desde mi lugar de espía y casi llego al orgasmo mirando claramente como su leche se disparaba para caer en su cuerpo traspirado.
Cierro la puerta con disimulo y vuelvo feliz a la cocina. Ahora deseaba a ese chico, lo deseaba con locura.
Al otro día se repitió la rutina, pero esta vez decidí ir más lejos.
- ¡Perdón!- Le dije entrando en la habitación cuando se estaba pajeando.
Casi se muere de la vergüenza y me fui feliz de sorprenderlo.
A las dos horas Matías estaba en la cocina y decidí encararlo.
No tiene nada de malo que te masturbes, mi hijo lo hace, es muy normal... Incluso si te calentás con mi ropa interior, lo entiendo-
Te pido perdón por usar tu ropa... Te juro que voy a lavarlas- Se excusó.
No lo hagas, me encanta el olor de tu pija... Y no comentes nada con nadie... Dejemos que sea nuestro secreto-
-¿Como... Y Julio?- Me preguntó.
- Desde que vos llegaste, Julio no existe- Me sinceré.
Matías miraba sorprendido como me bajaba la tanga que tenía puesta y la sacaba bajo mi minifalda.
- Toma esta... Es un regalo- Le dije mientras me acercaba.
Lo abracé con ternura y le llevé la mano a mi concha empapada. Fui retrocediendo hasta sentarme en el borde de la mesa para abrir las piernas.
Matías me besó con furia, mientras me pajeaba con ternura y me permití gozar como nunca. Acabé entre gemidos y lagrimas de felicidad.
Matías sacó la pija y quería cogerme recostada en la mesa.
- No acá no... En mi casa no- Le rogué con culpa.
Pero era tarde, la pija buscó mi concha con torpeza y se sacudió furiosa sin penetrarme, largando chorros de leche sobre mis muslos.
- Perdóname... Me volvés loco te lo juro- Se excusó y se fue al baño avergonzado. Me encantó su timidez y su acabada precoz.
La cortamos ahí, ya que seguí con mi negativa de coger en la casa.
Una semana después encontré la solución perfecta. Matías tenía guardia por una semana en un departamento amueblado que se alquilaba por Caballito. Decidí sorprenderlo y le caí como una clienta más.
Cuando se sobrepuso de la sorpresa fui muy directa y le dije:
- Acá estamos seguros, en diez minutos termina tu guardia y nadie sospecha que estoy acá, Julio tiene una escritura en Pilar, no viene hasta muy tarde-
Matías no me contestó, se desabrochó la camisa y estiró los brazos hacia atrás. Bajó un poco el cierre de la bragueta y se asomaron algunos pendejos. Su torso estaba bronceado y entre las piernas, se le marcaba una gran pija parada.
Lo miré en silencio y suspiré sin querer, parecía un modelo de Calvin Klein.
No dijo nada y sacó la pija afuera... Era espléndida y me detuve a mirarla, bajé la vista con ansiedad. El corazón me latía con fuerza, deseaba tocarlo... Chuparlo... Cogerlo.
Me acerqué sin dudar, llevé mi mano a su pija y lo masturbé despacio.
- Solo quiero hacerte gozar- Le aseguré.
Sentí deseos de besarlo, mientras acariciaba su pecho. Ahora quería lamer todo su cuerpo, para sentir el inconfundible sabor de su piel.
Estaba descubriendo que mi calentura, me hacía alcanzar un placer que no había conocido nunca con Julio.
De pronto sentí sus manos rodeando mi cuerpo, deseaba besarlo en la boca. Me insinué, aceptó mi beso de lengua. Aflojé el beso y bajé la cabeza hasta alcanzar su pija.
- Voy a tragarte la pija- Le dije antes de meterla en mi boca.
Tenía todo el sabor delicioso que esperaba, trataba de chuparla con devoción y solo pensaba en sentir su lechita, quería convertirme en su puta
Mientras tanto Matías me había desprendido la mini y me metía sus dedos en mi concha, continuando su modo muy suave. Me gustaba su forma de tocarme, quería entregarme por completo a sus deseos, cualesquiera sean. Lo deseaba con locura y estaba dispuesta todo.
- No te reprimas... Acabá así... Dame tu leche en la boca- Le pedí.
De repente una serie de corros de leche inundan mi boca y me apuro para beber ese esperado jugo. Sus dedos en mi concha me trasmiten su pasión incontenible y llego al orgasmo como en cámara lenta.
- Nos bañamos juntos... El baño está copado, después yo lo limpio- Sugirió Matías.
No acepté porqué quería disfrutar mirando su cuerpo desnudo mientras se duchaba. Parecía un ángel, su pija colgaba semi al palo y sentí deseos de que me cogiera en ese momento.
Fuimos al dormitorio completamente desnudos y Matías me alzó antes de entrar como si fuera su novia.
- Voy a cogerte por donde vos quieras, quiero que me sientas toda tuya- Le dije.
Agarré parte de mi saliva y embadurné con delicadeza, su pija, mi concha y mi culito. Sentí una rara mezcla de placer y poder.
- Te la pongo... Quero cogerte y hacerte enloquecer de placer... Nos sabés cuanto me gustás Mati... Te quiero- Le confesé, mientras él esperaba mi arremetida.
Por fin su adorada pija llegó hasta mi concha. La cabeza se fue deslizando con facilidad, hasta que su troncó se abrió paso entre mis labios vaginales. Empujé con mucha fuerza y me moví cogiéndolo, mientras le sostenía los brazos.
-Ahhggg... Ayyy... Es hermoso- Me dijo con dulzura.
En unos segundos Matías empezó a temblar y sentí las contracciones de su pija.
No acabes ahora, aguantá... Seguí gozando- Le rogué y detuve el movimiento.
Que conchita hermosa... Te quiero... Que linda que sos- Me adulaba.
Ahora la pija estaba metida toda en mi interior y me estaba haciendo gozar mucho.
Controlé mis movimientos, ya que empezaron suaves y fueron creciendo en intensidad. En minutos lo estaba cogiendo con fuerza y movimientos de pelvis sostenidos. Continué la cogida, levándome y ayudado por mis brazos conseguí un ritmo óptimo, gemía todo el tiempo y mis quejidos parecían alentarlo más.
No aguanto más... Salí... Salí... Te voy a acabar adentro- Me rogó.
Dame la leche... Dame la leche- Le exigí mientras alcanzaba mi orgasmo.
Por fin sentí los chorros de leche penetrar mi interior sin pausa y lo abracé con ternura, mientras yo seguía acabando entre gemidos de placer. Nos mimamos y besamos deseando continuar con este vértigo.
Fui al baño a lavarme. De mi concha salían muchas gotas de leche y las llevé a mi boca para seguirlas disfrutando. Me lavé y sentí lo caliente que estaba recordando como lo había cogido.
Matías hizo su presencia en el baño y la verga seguía muy parada.
- No puedo creer que este tan dura ¿Querés seguir cogiendo?- Le pregunté.
Expresando sus deseos me contestó:
- Sigo muy caliente... Con vos descubrí el paraíso-
Sin decirme nada más se metió en la ducha y me abrazó.
Nos dimos un excitante y comprometido beso de lengua, yo levanté mi pierna y me penetró la concha con todas las ganas.
Al sentir su pija, supe que me esperaba otra experiencia extraordinaria. El agua de la ducha jugaba con mi culo. Esta experiencia me enloquecía y sentí un nuevo orgasmo llegar a mi concha.
Acabé con fuerza y él seguía moviéndose, el agua seguía dándome una exquisita cosquilla en mi culo que me mareaba de placer.
Su pija era un mástil, la acompañé con la mano y la apoyé en mi culo.
- No sabés que ganas tengo... Que me cojas por el culo- Le susurré muy caliente.
Matías se puso como loco y se descontroló.
- Abrí bien el culo... Me volvés loco- Anunció.
Comenzó a perforarme el orto mientras yo me pajeaba y eso pareció llevarlo a convertir su pija, en un martillo neumático dentro de mi ojete.
Me metía la verga hasta los huevos como un salvaje, olvidando su delicadeza anterior. Matías era un macho excelente, me hizo vibrar un tiempo prolongado y acabó salvajemente, cogiendo mi culo. Sentí sus espasmos y su leche se derramó caliente y muy líquida.
Caímos cansados bajo la ducha y nos besamos con ganas.
Desde ese día se estableció una pasión morbosa entre los dos. Cogíamos todos los días en cualquier lugar, estaba tan obsesionada con el pendejo, que Julio llegó a sospechar que algo nos pasaba ya que cuestionaba por igual a su sobrino y a mí.
Matías se quedó todo un año y fue unos de los más excitantes de mi vida, casi me cuesta el matrimonio.
Volvió a su casa y lo extrañé con locura. Amaba a ese pendejo tan tierno.
Al quedarme sin su poronga, me convertí en una puta, buscando situaciones con pendejos... A veces son insoportables, pero reconozco que son mi gran debilidad.
Les mando un besito a todos y una foto que me sacó el último pendejo que me dio pija.