Una mujer de carácter 3

Me estaba tomando el pelo, sin duda. No le conteste y aquella noche, cuando me dejo en la puerta de la casa, me sentía completamente desarmada. Me trataría de usted, seria fría y hasta vanidosa, pero me gustaba y mucho.

Una mujer de carácter tercera parte.

Alexis

Todo iba tan bien en la cena, era la primera vez que me sentía realmente atraída por una mujer aunque yo fuera mayor y ella se comportara como una niña caprichosa, me gustaba que me desafiara.

Era una mujer muy hermosa e inconscientemente quería conquistarla. El beso que nos dimos fue maravilloso por primera vez había sentido revuelto mi estómago, experimentando las tan mencionadas mariposas en el estómago. No quería parar de besarla sentía ganas de detener el tiempo y tenerla así para siempre. Pero lo lindo llego a su fin al escuchar unos aplausos, nos separamos y me encontré con una rubia muy hermosa, era Raquel una de mis tantas aventuras y quizás la más importante.

Por un momento me había quedado en shock no salía de mi asombro, con qué cara venia ahora a decir todo eso después de lo que paso. Del asombro pase a la furia y no pude contenerme y enfrentarla como nunca lo había hecho.

VERONICA

Ella la miró con un desafío apenas disimulado y una oleada de furia a punto de estallar y le dijo:

-          No te permito que vuelvas a insultarla ella es muy diferente a ti. Y que yo sepa no tengo dueña y menos tú.

-          Eso dices solo porque esta ella pero cuando me estás haciendo el amor yo soy tu dueña.

Yo estaba sorprendida me estaba dando cuenta que no conocía en nada a Alexis y que si había pensado que algo podía empezar entre nosotras ahora se daba por terminado. La mujer me miro enojada y me dijo.

-          Ella es demasiada mujer para ti y estoy segura que solo serás una aventura más como todas las que han pasado por su cama.

Solo la mire respire profundo y le dije:

-          Al verla pensé que era una mujer elegante y educada pero veo que es solo apariencia porque educación usted no tiene. Y no pienso rebajarme a su nivel.

-          ¿Rebajarte a mi nivel? Eres una mujerzuela de mierda que claramente solo está interesada en el dinero de mi Alex –dijo evidentemente fuera de sus cabales-

-          Jajajajaja disculpe que me ría señora pero eso es lo más chistoso que me han dicho. Bien ahora con su permiso me retiro –dije sacando unos billetes de mi bolsillo y arrojándolos en la mesa-   lamento tener que irme, quizás otro día conversemos más a gusto. Que pasen buenas noches.

-          Niña estúpida, te voy a enseñar lo que es bueno –dijo tratando de darme una bofetada, pero Alexis la detuvo y le dijo que se calmara-

-           Alexis para la próxima que me invites a salir primero asegúrate de amarrar bien a tus fieras.

Di la vuelta y me retire dejando a Alexis discutiendo con esa mujer, salí del lugar y me dirigí a buscar un taxi. Me sentía defraudada todo iba también y de pronto todo se arruino. Un taxi se detuvo y al abrir la puerta para subirme una mano me lo impidió.

-          Por favor deja que yo te lleve. Tenemos que hablar.

-          Tú y yo no tenemos nada de qué hablar.

-          Yo te traje y yo te llevare –dijo sacando ese carácter fuerte que la caracteriza-

-          Al parecer solo conmigo usas ese carácter. Ya que con tus amiguitas eres muy dócil –le dije evidenciando  mi enojo-

Sonrió al verme enojada, pago el taxi y no me dijo nada más me tomo de la mano y no tan a la fuerza me llevo hasta su auto. Me hablo hasta que íbamos por mitad de camino y cuando el silencio era muy incómodo.

-          Ella no es importante en mi vida, en algún momento lo fue pero ya no más.

-          Yo no te estoy pidiendo explicaciones

-          Pero yo quiero dártelas.

-          Si no fuera nadie importante no habría dicho todo lo que dijo y tú no te habrías quedado callada –dije tratando de contener mis celos-

-          ¿Estas celosa? El beso que nos dimos me hizo sentir que te gusto y que me deseas –dijo sonriendo burlonamente como si supiera todo de mi-

Me estaba tomando el pelo, sin duda. No le conteste y aquella noche, cuando me dejo en la puerta de la casa, me sentía completamente desarmada. Me trataría de usted, seria fría y hasta vanidosa,  pero me gustaba y mucho.


En cada reunión profesional ella se llevaba el triunfo y no porque yo desconociera el tema, sino porque ella lo manejaba divinamente.

Uno de aquellos días, le dije a mi abuelo:

-          Me da la sensación de que Alexis  pretende siempre humillarme.

-          No me digas eso, Verónica, ni se te ocurra Alexis es una mujer respetuosa.

-          ¿Me quieres explicar, abuelo, donde la encontraste y porque te inspira tanta confianza? ¿Por qué le has dado tanto poder?

-          Ya te he dicho que es becaria y entro en esta empresa cuando tú te fuiste a los Estados Unidos. Ella había terminado sus estudios y la universidad, donde estudio me la recomendó. Nunca tuvo un fallo, siempre ha sido positiva su presencia aquí y, sobre todo, tiene un montón de clientes para el bufete y nuestra nueva empresa. El bufete estaba casi arruinado cuando ella entro aquí y yo no tenía bien invertido nuestro dinero.  Yo no te lo dije, Verónica, no quería disgustarte. El resultado, ahí lo tienes. Hoy el bufete es el mejor del país y la empresa va por el mismo rumbo. Todo eso se lo debemos a ella. No te asombres, pues aunque sea subdirectora aparezca en las reuniones como superior a ti porque sabe más que tú, porque tiene más experiencia. Pero no te olvides que algún día tu sabrás tanto como ella y entonces podrás demostrarle lo mucho que vales.

Aquello no me convencía demasiado ni como mujer ni como profesional.

Empezamos a tratarnos más frecuentemente, pero nunca decayó el “usted”.

Al iniciarse el invierno, los Peñalver me invitaron a una fiesta. Era gente muy poderosa y tenían empresas muy importantes y reconocidas a nivel nacional e internacional. Mariela, la esposa de Fausto Peñalver había sido muy amiga mía y le gustaba dar fiestas.

Me puse aquel día muy elegante y me llevo Juan a la mansión de los Peñalver.

-          Vendré a buscarla –me dijo Juan- cuando me lo indique

-          Lo llamare por el celular.

Vestía un traje negro muy escotado. Llevaba una bufanda color plata en torno al cuello. Me sabia elegante y atractiva, con mi pelo color rojizo  y mis ojos verdes.

Entre y enseguida vinieron Mariela y Fausto a saludarme y lo primero que vi fue como si alguien estuviera buscando mis ojos era Alexis, vestida de etiqueta me pareció el ser más poderoso del mundo.

Llevaba su ropa con sencillez, el traje de etiqueta parecía haber nacido en su cuerpo. Me dio mucha rabia y me la dio porque me miraba y avanzaba hacia mí. Hubiera deseado que me tragara la tierra. Era el peor sitio donde podría encontrarme con ella, porque allí no había despacho ni trabajo, éramos solo dos seres humanos que se atraían.

-          Buenas noches señorita Verónica

Mariela dijo:

-          Bueno, por lo que veo, no necesito presentarlos, ¿verdad?

Fausto exclamo riendo:

-          Claro que no, Mariela. Ellas trabajan juntas en la empresa. Verónica es la directora y Alexis la subdirectora.  Que se diviertan.

Nos quedamos solas. Había mucha gente. Marcos me asió por el brazo y me invito acompañarlo, pero no estaba dispuesta a oír una vez más su declaración de amor.

Al dar la vuelta, me encontré con la mirada de Alexis.

-          ¿Bailamos, señorita Verónica?

Y me fui con ella. Me aferro en su cuerpo y me sujeto de una forma especial. Parecía que no me apretaba, pero mis senos se apegaron a los suyos haciéndome sentir las típicas mariposas.

No sé cómo se las arreglo, pero el caso es que pase la noche junto a ella, que baile solo junto a ella y juntas tomamos champán.

Al final, cuando ya se iba quedando vacío el salón, Alexis me dijo:

-          Sino ha traído auto, no llame a su chofer. La llevare yo.

No dije nada. Cuando puso sobre mis hombros la capa de visión no dije nada, continúe en silencio, pero le seguí.

Tenía un deportivo color azul marino. Me ayudo a subir y después dio la vuelta al automóvil y se colocó ante el volante.

-          Si quieres tomar una copa –me dijo y me extraño el tuteo- podemos hacerlo en mi estudio.

-          No gracias –dije yo-, tal vez otro día. Ha sido una noche preciosa.

-          No estuvo mal, no.  Tal vez le quite a Marcos la compañía

No respondí a esto. Seguía pensando en el tuteo. Cuando llego a la casa de mi abuelo, descendió con prontitud. Abrió la puerta del auto, me dio la mano para bajar y salí presurosa. Ni siquiera le di las buenas noches. Realmente, ya casi amanecía.

Ella se fue y yo entre en casa. Estaba nerviosa y excitada… Aquella mujer lograba dejarme en ese estado aunque yo no quisiera.

Al día siguiente no madrugue. A las doce baje a tomar un jugo de naranja. El abuelo me dijo.

-          Alexis estaba en la oficina diez minutos antes de las ocho

Me acerque a él un poco violenta.

-          ¿Qué quieres decir abuelo?

-          Nada. Sufro de insomnio y estaba en la ventana cuando llegaron. ¿Cómo va la amistad entre ustedes?

-          No va, abuelo.

-          Claro que va, pero tú no lo sabes y ella quiere ignorarlo.

-          ¿Qué estás diciendo, abuelo?

-          Lo que oyes, ya sabes el refrán, mas sabe el diablo por viejo que por diablo.

-          No me gustan los refranes.

-          Verónica, Verónica… No nos engañemos, ¿quieres? A mí no me disgustaría

-          ¿Por qué dices eso, abuelo?

-          Ya hablaremos.

Después de eso me fui al bufete.  Vestía un pantalón negro y una blusa blanca de seda. Al cuello llevaba una bufanda negra que me colgaba hasta la cintura.

La vi enseguida tal se diría que me esperaba. De un tiempo para acá me la encontraba en todos lados.

Al cruzar junto a ella me detuvo y me dijo:

-          No, hemos madrugado, ¿he Verónica?

La mire un poco furiosa y le dije:

-          Preferí dormir.

-          Lo sé.

Y sonrió apenas. Cuando sonreía, lo hacía de una forma algo sarcástica. Era una mujer de un atractivo indescriptible.

Había una reunió así que me dirigí a la sal de juntas. Alexis había citado a varias personas de la empresa para entregar el informe mensual.

Me senté junto a Marcos y mi abuelo llego después. Note que las mujeres se sentaban junto  Alexis. Era la mujer más arrogante que había conocido en toda mi vida.

Me dolía un poco la cabeza y no preste atención a lo que dijeron en la reunión después de todo me darían un informe escrito el cual revisaría luego con más calma.

Al terminar  la reunión me dirigí a mi oficina. La vi de pie en el pasillo.

-          Si quieres te invito a un café.

-          Gracias, pero no me apetece.

Entre en la oficina como si me empujaran. Estaba perdida. No sé si estaba enamorándome de Alexis, pero, desde luego, me sentía traída de forma brutal.


Un sábado mientras desayunábamos mi abuelo me dijo:

-          Me gustaría invitar Alexis a almorzar mañana. Tengo temas que tratar con ella.

-          ¿No puedes tratarlos conmigo?

-          También contigo, con las dos. Tengo unas acciones en una empresa en el exterior y el socio mayoritario me ofrece comprar mi parte. Pretendo que Alexis vaya y se encargue de todo lo referente a ello y que deposite el dinero en tu cuenta personal.

-          ¿Y eso porque? ¿Es mucho?

-          Sí, es una operación muy importante, y hay que asegurarse de que todo este correcto.

-          Voy a salir. Trátalo con ella.

Me miro severo.

-          No se puede huir de la realidad Verónica. Si quieres ser la directora de todo tendrás que estar con Alexis.

-          Está bien, abuelo, está bien.

-          ¿Por qué huyes?

-          ¿De qué huyo, dímelo?

-          Te veo te observo y quiero que sepas que no me disgustaría en absoluto… tal vez sea lo que más me gustaría en la vida.

-          ¿Qué es abuelo?

No respondió, solo me abrazo.

Al día siguiente llego Alexis.

-          Buenos días, estoy invitada

-          Sí, eso me dijo mi abuelo.

-          No te he visto mucho estos días, te metes tanto en tu oficina… pero recibes mis cosas  a través de mi secretaria.

-          Si. Todo bien.

Apareció el abuelo y se saludaron efusivamente. Me di cuenta de muchas cosas que me estaban pasando inadvertidas. El abuelo apreciaba tanto a Alexis como si fuera alguien de su familia.

Fue una comida más bien de negocios; el abuelo expuso la operación y ella se ofreció enseguida a irse al extranjero.

-          Puedo salir mañana en su avión privado. Podré incluso llevar el avión con un acompañante y no se preocupe, Don Edouard.

-          Entonces te ocuparas de eso.

-          Si, completamente. Salvo que Verónica tenga algo que objetar.

Yo lo tenía porque el figuraba allí como si fuera ella la directora, pero me alce de hombros y me despedí de los dos. Me fui a mi cuarto me tire a la cama de golpe con la cara apretada entre las manos y lloré

Alexis se fue al extranjero en el avión de mi abuelo. Mi abuelo confiaba plenamente en ella y lo que Alexis hiciera le parecía perfecto. Eso me incomodaba muchísimo y se lo dije:

-          Estás tratando a esa mujer como si fuera tú autentica heredera.

El abuelo se movió inquieto, me di cuenta de que estaba convencido de que un día Alexis y yo seriamos más que amigas.

-          La aprecio mucho, es verdad, pero mi nieta eres tú. No tengo hijos, tu padre murió demasiado pronto. Tengo algunas esperanzas…. Alexis y tu son iguales, orgullosas, arrogantes… van a tardar en reconocer que se necesitan, pero un día eso ocurrirá.

-          ¿Qué dices, abuelo?

-          Ya lo veras, ojala viva para verlo y se fue riendo.

Me quede tan inmóvil que, de repente di una patada en el suelo y salí corriendo. Llegue a mi cuarto y llore de rabia, porque era verdad lo que decía mi abuelo. Estaba enamorada de Alexis. Si ella estaba enamorada de mí, no me lo demostraba, pero tampoco yo se lo demostraba a ella y en cambio yo la deseaba como una loca. Había sorprendido su mirada fija en mi muchas veces.

Evidentemente, había nacido entre las dos un deseo mutuo, una pasión oculta que vivía aun en la nebulosa de nuestros sentimientos. Aquella nebulosa no solo levantaba bajo ningún concepto, por orgullo, por dignidad, o por tantas cosas juntas que no sabría ni siquiera descifrar.

Por el ruido del avión supe que Alexis estaba llegando. Aunque no cruzáramos palabras me gustaba verla, tenerla cerca, oler su loción de siempre, muy femenina por cierto.

Muy acorde con su personalidad.

No la vi en el momento, pero en la noche, me dijo el abuelo:

-          Regreso Alexis, vendrá a tomar café con nosotros.

-          Abuelo, no me consultas nada

-          No creo que sea preciso. Alexis es como de la familia.

-          Será de la tuya, no de la mía

-          Verónica, querida, que somos abuelo y nieta –y se hecho a reír-

Llego de pantalón jeans azul muy ajustado y una camisa negra igual de ajustada, con un suéter atado al cuello.  Sin duda estaba muy guapa la ropa que llevaba le marcaba su hermosa figura y no mentiré diciendo que no la mire al contrario se me fueron los ojos al ver su prominente trasero uuuufff  además de tener un rostro de ángel tenía un cuerpazo de diosa. Al escuchar sus palabras desperté de mi ensoñación.

-          He venido muy apurada –dijo saludándome de lejos con una sonrisa y moviéndome la mano-. Aquí traigo la documentación.  Todo está en orden.

-          Supongo que quedarían contentos

-          Si.

Hablaban entre los dos. Yo no pintaba nada allí, por eso me levante.

-          ¿Es que te retiras? –me pregunto.

-          Si. El asunto lo están tratando mi abuelo y tú, nada más.

-          Perdona, Verónica, pero no has preguntado nada.

-          Buenas noches.

Y, después de besar a mi abuelo, me fui a mi cuarto, de nuevo me tire en la cama y sollocé con rabia. Me había enamorado de tal modo, que me daba vergüenza mirarla.  Cuando mis ojos tropezaban con los suyos los retiraba rápidamente.


ALEXIS.

Mientras conducía rumbo a mi casa empecé a recordar mi vida, mi pasado

Crecí en un orfanato teniendo solo lo necesario, jamás fui adoptada así que empecé a trabajar desde los 15 años  y me propuse estudiar mucho para ser siempre la mejor y llenar de orgullo a María Teresa la monja que me cuidaba desde que tenía memoria. Además ayudaba en lo que podía al orfanato. Fui creciendo sin el cariño de unos padres y me fui volviendo dura y fuerte, sin expresar mis sentimientos y ganándome día a día el pan diario con el sudor de mi frente decidí dedicarme al máximo a mis estudios.

A mis 22 años ya era toda una licenciada había estudiado mucho y había logrado graduarme con honores  así  que el director de la universidad me había recomendado en un bufete de gran prestigio.   Pero no por ello deje de estudiar al contrario me propuse estudiar más aun, y opte por estudiar idiomas pero esta vez por las noches.

En cuanto salía de trabajar me iba al orfanato a comer para luego tomar mis cosas y salir para la universidad, el director me apreciaba mucho y era muy amigo de María T, así que esta vez me había regalado una beca completa en la mejor universidad del país, además de tener otra beca en la Academia de Ciencias comerciales donde había metido una carta pidiendo la beca para poder estudiar un curso de computación, el curso era los días domingos de 8 a 12 del mediodía. Después regresaba al orfanato a ayudar a María T en lo que pudiera.

Todo mi dinero se lo daba a ella para las cosas que se necesitara en el orfanato, me quedaba con apenas lo necesario, era su orgullo y eso me hacía feliz porque para mí ella era como la madre que nunca tuve.

En el amor me iba bien tenía muchas chicas interesadas en mi pero yo no ofrecía mas que aventuras ya que no tenía tiempo para dedicarle a una relación. Siempre me dije que  más adelante habría tiempo para el amor y si este aún no había llegado a mi vida era porque aún no me correspondía vivirlo.

Todo hasta que la conocí a ella Raquel Mendieta una mujer mayor de 35 años casada con un importante empresario del cual pensaba divorciarse, ahí es donde entro yo pues era la abogada que se encargaría de su divorcio para no hacer el cuento largo termine enredándome con ella y por años mantuvimos una relación a escondidas porque no quería que nadie se diera cuenta y todo estaba bien hasta que la encontré engañándome con su secretaria en su consultorio.

Si, era una doctora muy reconocida en el país y no quería manchar su reputación, según ella por eso no hacia formal lo nuestro. De eso ya hace 3 años en los cuales me dedique a tener aventuras para tratar de olvidarla y no volví a saber de ella ya que me aleje completamente y la amenace con armarle un escándalo si me volvía a buscar.

Pero justo tenía que volver aparecer hoy que por fin me volvía a sentir feliz como nunca me había sentido

Continuara

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Espero que mi relato les guste sé que es un poco corto y que los estoy haciendo esperar mucho pero les tengo una buena noticia ya no publicare los 20 de cada mes sino que el próximo capítulo será pronto.

Sé que les dije que este capítulo tendrá alto contenido sexual jajajaja…. Y no lo tiene, lo sé pero el número 4 es mi favorito así que el siguiente capítulo lo tendrán antes de fin de año y pienso hacerlo más largo y con más ganas.

Gracias por tomarse la molestia de leer mis relatos y sobre todo gracias a los que comentan, me motivan a seguir escribiendo

Lo prometido es deuda y por eso la semana pasada publique un nuevo relato en compensación de la tardanza de este. Espero que les haya gustado como a mi me encanto escribirlo para ustedes.

Los amo….

Les mando besos y abrazos desde Nicaragua, tierra de lagos y volcanes….

Atte.: Rossy.

Pd: Que mala onda solo porque no les iba pagar no me escribió ninguna sicóloga jajaja.       Pero agradezco infinitamente a todas las personas que me escribieron, son personas maravillosas que me ayudaron muchísimo

Eternas Gracias de verdad...