Una mujer de carácter 2

Ella se separó un poco y tomo mi rostro entre sus mano, se fue acercando poco a poco hasta que pude sentir como atrapaba mi labio inferior entre los suyos, cerré mis ojos y correspondí el beso. Era un beso suave, lleno de ternura, no sé cuánto duro pero no nos habíamos separado ni para tomar aire.

UNA MUJER DE CARÁCTER SEGUNDA PARTE.

Aún estaba impresionada. Me había dejado perpleja, y digo la verdad,  me había gustado… me había gustado por su arrogancia su personalidad fuerte y poderosa. Aun cuando era una mujer y yo jamás me había fijado en una.


Me las arregle para que mi abuelo me fuera explicando lo que no sabía.  Seleccione los casos y como había algo que no entendía bien, le dije:

-          La llamare de nuevo.

-          Hazlo si quieres, pero  no la molestes ni le hagas ver que estas por encima de ella. Está acostumbrada a dar órdenes y consultar solo conmigo, en cierto modo,  verse ahora con una principiante y encima menor  no creo que le agrade.

-          Que le agrade o no me importa muy poco, abuelo.

-          Ten cuidado es una mujer importante  en la empresa, está muy bien relacionada es importante dentro y fuera del país. No debemos perder ese pilar. Es más quisiera hablar contigo de un asunto.

-          ¿Qué asunto, abuelo?

-          Quisiera pedirte, por ejemplo….

Mi abuelo se quedó mirándome y no termino la frase.  Yo me senté mejor…

-          Dime lo que ibas a decirme, abuelo. Me parece que será una impertinencia.

-          Impertinencia, no pero si una sugerencia que nos conviene a los dos. Hoy día, las situaciones de la empresa no  son positivas, sobre todo si el personal se altera. Hasta la fecha, he podido contener con ayuda de Alexis  a ese personal, te lo digo para que no la molestes demasiado.

-          No es eso lo que me ibas a decir, abuelo, ibas a decirme algo más serio.

-          Bueno, sí.  Las empresas familiares empiezan a ser peligrosas. Verónica tiene todo nuestro poder, clientes que son más suyos  que de nadie, si nos fallara Verónica, Mayorga SL iría al fracaso.

-          ¿Qué dices?

-          Te lo estoy diciendo para que lo entiendas. Yo había pensado, y es lo que te iba a decir, darle a Alexis un paquete de acciones.  Defender su empresa es muy distinto a defender la empresa de los demás. Quiero que lo pienses, lo estudies y lo madures mucho a solas contigo mismo.

-          Es que esa mujer me ha caído mal.

-          Ya. Te ha caído mal porque está encima de ti pese a todo.

-          ¡Abuelo!

-          Sabe más que tú, querida. Déjate aconsejar. No le des ordenes

-          ¿Qué dices?

-          Te lo digo para que te enteres, para que no pises en falso y  que, en vez de avasallarla, la veas como una gran aliada.

Me quede perpleja, pero aun así pensé mucho. Le pedí a Claudia que llamara a Alexis, para que viniera a mi despacho. Oí como Claudia, que estaba en la antesala de mi despacho,  llamaba a Alexis.  Aprecie el respeto y casi el temor en la voz de mi secretaria. Sin duda, aquel carácter de Alexis tenía apabullado a todos los empleados que dependían de ella. Enseguida sentí los nudillos en la puerta y la vi de pie, parada en el umbral.

-          Usted dirá. Creo haber dejado en su poder la carpeta con la que estaba pendiente. No me he quedado con nada.

-          Tome asiento, por favor –le dije- y explíqueme estas cosas. Yo desconozco….

-          Cuando se toman las riendas de un negocio, hay que conocerlo –dijo cortante.

La mire. Tenía unos ojos agudos que desnudaban y una boca de beso, debo decirlo, porque era así. Era una mujer de atractivo poderoso y me dio casi miedo, pero no me dio la gana demostrárselo. En cambio, actué con arrogancia.

-          Usted está obligada a explicarme el contenido de lo que no entiendo.

Lo hizo.  Lo hizo con una frialdad espeluznante.  Me explico lo que yo quería saber y no me permitió volver hacerle ninguna pregunta. Uso pocas palabras, pero contundentes y explicitas. Después se levantó.

-          Si necesita saber algo más, ya sabe dónde  estoy.

Y se fue.

Ese día no volví a verla, pero, al atardecer, subí al pequeño cochecito de golf. Allí estaba. Jugaba al golf con mi abuelo y Marcos el cual al verme, corrió hacia mí.

-          ¡Querida! ¡Qué gusto verte! –y me beso en ambas mejillas-

-          ¿conoces a nuestra jefa? –le grito-

Y ella que tenía el palo, saludo y lanzo la bola muy lejos. Después se fue a buscarla.

Marcos dijo entre dientes:

-          Es así… más seca que una palmera –y bajo aún más la voz−, pero en el fondo es una buena persona admirable, una mujer que merece la pena.

No dije nada solo me fui donde mi abuelo a saludarlo.

-          Jamás pensé que ella jugara golf ese es un deporte para hombres

-          Acaso no lo juegas tu hija.

-          Sí, pero es diferente. Yo lo juego porque tú me has enseñado desde que era una niña ya que pasábamos juntos algunas tardes.

-          Igual a ella le enseñe.  Veníamos hablar de trabajo y me molestaba jugar solo y que ella me siguiera mientras hablábamos así que decidí enseñarle.

Volví a ver atrás y Alexis volvía caminando con el palo al hombro y golpeo la bola metiéndola en el hoyo. Se acercó a nosotros y la saco de aquel. Se quedó con la bola en la mano.

-          Marcos, ¿tiras o no?

-          Jugara con nosotros, ¿te importa? –mientras me veía lista para jugar-

-          A mí me da igual. –Respondió de manera indiferente-

Pase la tarde con ellos, hasta el anochecer. Alexis bajo en mi coche porque Marcos se había ido primero en el otro.

-          ¿Y ahora que se hace en esta zona

-          Ver la tele e irse a la cama.

-          ¿Usted lo hace?

Se alzó de hombros.

-          Yo hago lo que puedo

-          ¿Y no se aburre?

Era una forma como cualquier otra para romper el hielo, pero era imposible, porque ella replico sin siquiera mirarme.

-          Si me aburro, me aguanto.

Podía considerarse descortés, pero no lo era. Era fría y déspota.

Cuando me dejó ante mi casa, se despidió de mí.

-          Mi casa está un poco lejos de aquí.

-          Es cierto, mi abuelo me habló de los pabellones. Me gustaría ver alguno dice que son muy lujosos y sobre todo cómodos.

-          Marcos es su amigo. Dígale que le enseñe donde él vive.

-          Usted no se considera amiga mía, ¿verdad, Alexis?

-          Yo sólo soy su subordinada.

Y se fue tranquilamente.

Al día siguiente y toda la semana, trabajé mucho y apenas la vi. Les daba órdenes a través del dicta fondos y ella la sequía al pie de la letra. Debo confesar que estaba impresionada. Nunca me había enamorado, mis aventuras habían sido pasajeras. La última vez que había hecho el amor con un estudiante y había sido decepcionante. No me gustó. Nunca más volví  acostarme con nadie.

Un día, el abuelo me dijo:

-          Oye, verónica, tengo que decirte que invite a Alexis a comer. Ha hecho un negocio redondo.

-          ¿y por qué no supe nada?

-          Porque vino directamente a mí, se trataba de mucho dinero.

-          Me parece muy mal, abuelo, que hayas aceptado que me ignore.

-          No es que lo haya aceptado, es que y Alexis entendió que yo podría aceptar o rechazar el negocio que me presentaba. Y además le he hablado del paquete acciones que lo voy a dar.

-          O sea, que sigue pensando en darle acciones –dije molesta.

-          Sí, no tengo más remedio, me ha hablado de una empresa americana que anda tras sus servicios que le ofrece un contrato indefinido y sobre todo le darían 10% de acciones a los dos años de laborar para esa empresa. Es la competencia y no puedo consentirlo, tú sabes que como abogada es muy buena y manejando mis otros negocios es la mejor.

-          Eso es chantaje, abuelo, y pienso decírselo así.

-          Conociéndote no deberías meterte en este asunto te llevaras muchos disgustos.

-          Este otro negocio que tenemos, se trata de muchos millones y sólo faltan ni firma y la tuya para que este negocio salga adelante. Esto no daría un auge mundial y necesitamos Alexis, porque es ella quien tiene las relaciones.

-          Abuelo, el dueño de esto es tú eres tú, pero yo también y ambos tenemos el deber y el poder de decidir.

-          Esta vez no –dijo mi abuelo muy sereno- y tienes que entenderlo, Verónica. El negocio  es de Alexis, y a ella se lo dan, y puede hacerlo aquí cómo puede ir a hablar con cualquier otro empresario y proponerle negocio al fin que ya tiene amistades muy reconocidas en todo el país y fuera de él. Si perdemos esta oportunidad, y ella se va disminuirá nuestro prestigio.

-          Y dices que viene a comer.

-          Sí. La invité para que hablemos los tres, claro. Estarás presente.

-          De acuerdo –le dije.

Pero, con mi soberbia, o el poder que creía tener, esa misma tarde fui a la oficina de Alexis. No la llamé al mío, fui al suyo. Al verme en la puerta, se levantó de deprisa. Aquel día, no vestía de traje como siempre, por el contrario, estaba completamente casual, llevaba pantalón jeans muy ajustado, color negro al igual que sus botas y una blusa blanca. Llevaba el cabello suelto se veía simplemente espectacular y eso que no llevaba maquillaje estaba natural. Yo me quede hipnotizada por su belleza tanto que me había quedado en la puerta hasta que ella me habló:

-          Usted dirá, y por favor, avance, no se quede en la puerta.

-          Creo que el domingo ira comer a nuestra casa.

-          Sí, su abuelo me invitó.

-          Y llevar a usted el contrato de la propuesta que le hizo mi abuelo.

-          Así es.

-          Eso quiere decir que usted está chantajeando mi abuelo.

-          ¿cómo?

Y la vi conmoverse, un poco sorprendida y luego molesta muy molesta.

-          ¿cómo dice? –volvió a repetir- mire, sino los firma usted, el negocio no se llevará a cabo. Yo tengo mis amigos –dijo ya más calmada- y le ofrecen esta oportunidad. La he comentado con su abuelo y a él le parece fabulosa.

-          Y a cambio mi abuela le ofrece un paquete de acciones.

-          ¿y bien? ¿tanto le molesta?

-          Muchísimo. Es el patrimonio de mi familia y no tiene por qué entrar usted en él.

-          Señorita Verónica, me parece que se está sobrepasando. Puedo marcharme de aquí en el momento que lo crea oportuno, y por supuesto me llevaría a mis clientes. No voy a cometer la estupidez, después de trabajar tanto en mi vida, de entregarle a usted lo que consideró mío.

-          O sea, que el afecto que pueda sentir por mi abuelo, no cuenta.

-          Pues sí cuenta, pero al margen de mi trabajo y mis ganancias.

-          La desprecio, señora Alexis.

-          Es cosa suya. Pero ir a comer con su abuela el dominico para cortar si este negocio se lleve a cabo por el contrario le tocará llevarlo a otra parte. Y tiene razón lo hago cambio del paquete acciones que me ofreció su abuelo. No he trabajado tantos años aquí para irme con las manos vacías.

-          Está dispuesta a llevárselos a otro lugar suponiendo que mi abuelo no le el paquete de acciones.

-          Pues algo así. ¿por qué voy a despreciar algo que consideró natural?

-          ¿le he dicho –le grité muy enfadada- que no me gusta usted?

-          No, porque mentiría.

-          ¿cómo?

Y me quedé mirándola desconcertada.

-          Yo le gusto señorita Verónica, pero no soy Marcos y no le pediré nunca su amistad.  A mí no me interesa su amistad, me interesa el negocio únicamente.

Me retiré sin decir nada, y como una niña pequeña busque a mi abuelo.

Se lo conté todo a mi abuelo no omití nada. Me sentía bastante decepcionada de Alexis, esa es la verdad. Mi abuelo, por su parte, me miraba y daba algunas cabezaditas cómo desaprobando lo que había hecho. Él estaba de acuerdo con Alexis.

-          Mira, ella lleva muchos años a cargo de mis negocios si ella se fuera hoy, nuestros clientes se irían con ella. La vida es así y el negocio también. Alexis es una mujer que viaja, trae contratos y clientes, mantiene relaciones, ha logrado que nunca falte trabajo en el bufete y que mis otros negocios marchen de maravilla. Esto es importantísimo, hay que tenerlo muy en cuenta. Y te voy a decir algo, he tardado mucho en ofrecerle acciones, necesitamos una mujer cómo ella. He mandado a uno de los notarios que se encargue de la venta. Una venta falsa, por supuesto.

-          ¿y qué le vas a dar?

-          Le daré lo que merece. Cuando tengamos la próxima reunión, lo veras por ti misma. Yo faltare un día cualquiera, soy mayor y te dejare sola. Si Alexis es socia seguirá velando por este negocio. Si es una simple empleada, se irá por donde más le convenga, quiero que pienses en esto.

Esa noche, pensé mucho en todo lo que me había dicho mi abuelo. Tenía razón, sin duda, pero a mí me hería que fuese precisamente Alexis mi socia. Ya sé que iba ser una socia minoritaria, pero al fin de cuentas, era un socio con el cual tenía que contar para todo lo que se moviera en los negocios.

Por la mañana desayuné con mi abuelo y me fui al trabajo. Alexis se presentado en mi oficina con la carpeta de aquel trabajo pendiente y me dijo con su frialdad habitual.

-          Es indispensable que firme aquí. Su abuelo ya firmó y yo también.

-          O sea –le dije mirándola- que ya tiene usted el paquete de acciones.

-          Me llamo el notario y tengo que ir a recogerlo por la tarde.

Firme con rabia, como si pretendiera romper el papel con la pluma. Pero firmé. Ella cerró el libro y se fue dándome me las gracias.

Al día siguiente era la famosa comida. Dominga, vestida con el uniforme negro y delantal blanco rizado, nos sirvió la comida. Antes, Alexis había tomado el aperitivo en la terraza con mi abuelo.

Vestí mi ropa moderna, falda negra arriba de la rodilla y una blusa blanca. Llevaba un cinturón ancho marcando mi cintura y con zapatos negros de tacón alto entre en el comedor con aire desafiante.

Mi abuelo me miró como diciéndome:

“Deja atrás tu altivez”. Pero no lo hice. Salude a la invitada.

Mi abuelo tenía la costumbre de retirarse a descansar después de comer y yo sabía que lo haría. Estaba pensando que haría Alexis.

La conversación giró sobre el próximo trabajo. Los amigos de Alexis eran unos millonarios que querían invertir en el país. Alexis viajaría la semana próxima a  Irlanda. Llevaba los poderes de mi abuelo y si bien era subdirectora, se comportaba como si fuera la dueña y Señora, sin embargo, me preguntaba con una sonrisa sarcástica esto o aquello. Yo respondía lo que sabía.

Al final, se retiró mi abuelo. Mire a Alexis y le dije cortante:

-          Supongo que usted se irá también.

-          Pues no. No tengo prisa. Es tarde de domingo si quiere, la invito a jugar golf, para distraernos. La esperare aquí a que se cambie de ropa –me dijo.

Y yo como una tonta, fui y me cambie. Cuando bajé de nuevo al comedor, ella me esperaba de pie en la puerta.

-          Ahora, sino le importa, me cambiare yo. Vamos a mi casa. El otro día me dijo que sentía curiosidad por saber cómo era mi casa. Vamos entonces.

El viaje fue corto apenas unos quince minutos ya que no había mucho trafico no hablamos  en todo el trayecto.  Al llegar salté del automóvil a la par de ella  la seguí hasta la puerta de su casa y con un ademán me indicó que entrase primero.

El vestíbulo se confundía con otro mayor, lleno de plantas y con un gran espejo. Me vi reflejada en él y también a Alexis, que estaba mi lado. Era mucho más alta.

-          Perdone, me voy a mi cuarto y me cambio en un segundo. Puedes ver la casa mientras lo hago.

Puede verse toda la casa, muy bonita y elegante, personal y muy femenina. Ella bajo enseguida.

-          ¿le agrada? –me pregunto.

Era absurdo que entre dos personas jóvenes nos tratáramos de usted, pero ella no cedía y yo tampoco…

Al salir, distintas ambas deportivamente para jugar, tropezamos en la puerta pues las dos habíamos querido salir al mismo tiempo.

-          Perdone –me dijo.

Su contacto me dejó algo turbada, pues era la primera vez que la tenía tan cerca, levante mi rostro para mirar el suyo y me encontré con sus hermosos ojos negros tan profundos como la noche, de sus ojos baje a ver sus labios era una mujer realmente hermosa sentí el impulso de besarla y me asuste con este pensamiento alejándome de golpe.

El viaje hasta lo alto del campo fue en silencio pero notaba que las dos nos encontrábamos nerviosas.

-          Espero –me dijo- que no le haya molestado demasiado que su abuelo me haya regalado un paquete de acciones.

-          Ahora mismo –replique- no estamos hablando de negocios.

-          ¿De que quiere que le hable?

-          De nada. No se esfuerce conmigo. Dele a la bola que yo le seguiré.

Así estuvimos jugando hasta el anochecer. Cuando descendíamos en el cochecito me dijo como si me hiciera un favor:

-          Me gustó mucho su compañía. Juega usted muy bien,  ¿Dónde aprendió?

-          Mi abuelo me enseño, pero también perfeccione mi técnica en los Estados Unidos. Allí el golf es como aquí el fútbol.

-          Lo sé.

-          Ha viajado usted mucho –le dije-

-          Si, lo suficiente.

-          Ya sé que usted domina 5 idiomas. Yo también hablo varios.

-          Entonces cuando quiera podemos hablar en otro idioma. El que más le guste.

Me estaba tomando el pelo sin duda, quizás solo quería molestarme. Pero me sorprendió su propuesta cuando me llevaba de regreso a casa.

-          Tengo hambre. La invito a cenar conmigo.

-          Si lo desea lo invito yo a cenar seguramente Dominga ya tiene preparada la cena así que no habrá problema.

-          No me lo tome a mal pero yo la invite primero, y me gustaría cenar en algún restaurante de acá. Usted dígame que se le antoja y yo la complazco.

Su invitación, sus palabras me tenían desconcertada era como si estuviera con otra persona completamente diferente a la que conocía.  Quizás me estaba equivocando con ella y la estaba juzgando sin conocerla. Su voz ronca me saco de mis pensamientos…

-          ¿te pasa algo?

-          Disculpa, me había quedado pensando en que tendré que avisarle a mi abuelo que no cenare con el esta noche, pero no traje mi celular.

-          Tranquila puedes usar el mío.

Me ofreció su celular y yo llame a mi abuelo y le explique que cenaría con Alexis, a él le encantó la idea pues era obvio que la adoraba sin duda quería que hiciéramos las pases y nos lleváramos bien.

Una vez termine de hablar le devolví el celular y ella volvió a preguntar:

-          Y bien ¿Qué te gustaría comer?

-          La pasta  me gusta mucho.

-          A mí también me gusta, así que iremos al restaurante donde preparan la mejor pasta de la ciudad.

-          Pues gracias.

Me llevo a un restaurante que no conocía. Era un lugar muy bonito y sobre todo muy elegante, todos llegaban con ropa de vestir, éramos las únicas con ropa deportiva.

-          La próxima vez que me invites a comer aquí recuérdame cambiarme de ropa así no nos quedarían viendo todos los aquí presente –dije sonriendo-

-          No te preocupes nos miran porque somos las mujeres más bellas de toda la ciudad jajajaja –dijo sonriendo-

Yo correspondí su sonrisa y me quede impactada que se veía más hermosa aun sonriendo.

Nos sentamos en una mesa algo alejada de los demás en un espacio algo discreto. Ella pidió un vino y me pregunto si podía ordenar por mi yo accedí.

Cuando trajeron el vino el mesero nos sirvió y ella propuso que brindáramos.

-          Porque este día sea el inicio de una linda amistad. ¡Salud!

-          Salud –respondí sonriendo-

Sin duda ella  podía hacer que pasáramos un rato agradable o bien hacerme llorar del enojo.

La comida estaba deliciosa y la compañía exquisita por primera vez me gustaba estar con ella y me sentía feliz al igual que ella. No sabía bien que sentía pero sin duda me encantaba tenerla cerca. En un momento dado ella me miro y sonrió luego me dijo:

-          Tienes un poco de pasta en los labios, por favor déjame limpiarte

Dijo mientras se acercaba cada vez más a mí. Podía sentir su respiración en mis labios, saco la punta de su lengua y la paso sobre mis labios, yo me quede inmóvil. Ella se separó un poco y tomo mi rostro entre sus mano, se fue acercando poco a poco hasta que pude sentir como atrapaba mi labio inferior entre los suyos, cerré  mis ojos y correspondí el beso. Era un beso suave, lleno de ternura, no sé cuánto duro pero no nos habíamos separado ni para tomar aire. Nos separamos de inmediato al escuchar unos aplausos, volví a ver y era una mujer rubia, alta y muy elegante quizás tendría unos 38 años. Me sorprendió su actuación pero sin duda a Alexis no le sorprendió, al parecer la conocía.

La miraba con sorpresa o enojo no sabría definir bien  lo que expresaba su mirada. La mujer hablo y para mí fue como si me echaran un balde de agua fría.

-          Ahora veo porque no has llegado a buscarme mi amor. Debí imaginarme que tendrías alguna zorra nueva. Pero óyeme bien maldita mujerzuela –me dijo mirándome directo a los ojos- ella es mía y por más que te revuelques con ella siempre vuelve a mi cama.

Me sentí morir y no pude evitar que una lágrima se me escapara y bajara por mi mejilla. Era la humillación más grande que había recibido en toda mi vida. Y el maldito nudo en la garganta no me dejaba articular palabra para defenderme.

Alexis

Todo iba tan bien en la cena, era la primera vez que me sentía realmente atraída por una mujer aunque yo fuera mayor y ella se comportara como una niña caprichosa, me gustaba que me desafiara.

Era una mujer muy hermosa e inconscientemente quería conquistarla. El beso que nos dimos fue maravilloso por primera vez había sentido revuelto mi estómago, experimentando las tan mencionadas mariposas en el estómago. No quería parar de besarla sentía ganas de detener el tiempo y tenerla así para siempre. Pero lo lindo llego a su fin al escuchar unos aplausos, nos separamos y me encontré con una rubia muy hermosa, era Raquel una de mis tantas aventuras y quizás la más importante.

Continuara…


Bueno espero que ahora si salga lo había subido anteriormente pero no salió así que lo volvía a publicar.

Espero que mi relato les guste sé que es un poco corto y que los estoy haciendo esperar mucho pero este relato solo lo publicare los 20 de cada mes así será hasta que lo termine.

Pero estoy trabajando en otro que publicare en compensación de la tardanza de este.

Sé que en estos dos capítulos no hay nada de momentos íntimos pero el próximo capítulo tendrá alto contenido sexual jajajaja….

Los próximos capítulos serán más largos y explicare el punto de vista de Alexis y Verónica.

Gracias por tomarse la molestia de leer mis relatos y sobre todo gracias a los que comentan, me motivan a seguir escribiendo…

Los amo….

Les mando besos y abrazos desde mi tierra de lagos y volcanes….

Atte.: Rossy.

Pd: Necesito una amiga psicóloga, si alguna lee esto le pido que me escriba.

Este es mi correo… ros4sol4@gmail.com

Pd2: Las consultas tienen que ser gratis porque no tengo dinero jajajajaja….

Pd3: Disculpen que sea tan loquilla. Vez que necesito urgente una psicóloga XD

Te dedico esta canción mi mexicanita. Vivo añorando el pasado, quisiera detener el tiempo.

Quisiera detener el tiempo canción de Marisela http://youtu.be/m7J3ZAAaE_k