Una mujer dando riendas sueltas a sus instintos.
Mi marido se fue de viajes y organicé una reunión de tapersex en nuestra casa. Invité a mis amigas y conocidas a la reunión.
Soy una mujer de 46 años, lo que voy a contar es mi propia experiencia. Mi marido se fue de viajes y organicé una reunión de tapersex en nuestra casa. Invité a mis amigas y conocidas a la reunión. Comenzamos a las 10 de la noche de un sábado. Fue muy divertida. Lidia una chica de 29 años, guapísima, nos explicaba para que servía y como se usaba cada objeto que sacaba de un maletín. Todas contaban sus experiencias y lo pesado que se hacía a veces la monotonía del matrimonio. Unas más atrevidas que otras probaron alguno de los vibradores delante de las demás. Bebíamos sin darnos cuentas entre risas y morbo. Después de dos horas y de que cada una sin excepción comprara algo, la reunión finalizó y nos despedimos hasta una nueva cita. Alguna de mis amigas se fue bien contenta a su casa. Yo tenía lo que se llama un puntito, por la bebida y por las escenas vividas, un poco subidas de tono. Al quedarnos solas Lidia me comentó que tenía por norma hacer un regalo a la anfitriona. Me dio a elegir entre varios…pero lo que más me llamó la atención, fue que entre ellos uno era un boy para mi sola. Le pregunté al respecto y ella me animó a que lo disfrutara. Acepté, hizo una llamada y en media hora lo tenía allí, delante de mí. Me lo presentó.
Era muchacho de unos 25 años, moreno, alto, guapo. Me dio dos besos y sin más comenzó a bailar al son de una música sensual que puso en el equipo de música. Lidia, salió del salón. Yo lo observaba sentada en el sofá. Se quitó la ropa lentamente con movimientos muy provocativos. A mí me daba vergüenza, pero el alcohol hacía el resto. No estaba borracha, pero sí un poco alegre. Se quedó solamente con los bóxers blancos. Lo que tenía delante de mí, era un bombón.
Quedé impresionada por lo que marcaba su pantalón... un bulto muy grande, eso me provocó un tembleque de piernas, no pude evitar imaginar lo que guardaba ese pantalón, estaba impaciente por verlo. Me puse colorada. El me dijo- soy todo tuyo, es tu regalo.
El muchacho se acercó a mí, me susurró al oído me encantan las mujeres como tú...me puso de pie y comenzó a bailar conmigo. Me introdujo la lengua en la boca y me besaba sintiendo una humedad inusual. Sutilmente me desnudaba, me quitó la blusa…desabrochó el sujetador y lo dejó caer con sigilo. Sus labios succionaban mis pechos como ventosas, su lengua jugaba con mis pezones hasta volverme loca, quería tocarle, pero el no me lo permitía, me daba un placer intenso y con solo dedicarse a mis pechos y acariciar mi nuca me provocó un deseo irrefrenable...pegado a mí me hacía bailar rítmicamente al compás de una balada que sonaba muy bonita, con las manos sobre mis nalgas me apretaba hacia él y me rozaba con su bulto en la entrepierna.
Me puse tan excitada que noté como mi tangas se mojaba de inmediato. Sonriendo, me susurró al oído… ahora vamos en serio... vas a saber lo que es el placer..., solo recordarlo se erizan los pelos de mi cuerpo...me quitó las bragas…esto me hizo sentir indefensa…ya no había marcha atrás.
Le acaricié el pecho, mordisqueé sus pezones y vi como se iluminaban sus ojos, le baje los bóxers para contemplar, una verga vigorosa de unos 20 centímetros y bastante gruesa, la primera impresión fue de miedo y excitación a la vez... ¿eso no dolería? nunca había visto un pene de ese tamaño y grosor…me impresionó un poco…los testículos los tenía paralelos, recogidos y no le colgaban como a mi marido. Estaba totalmente depilado.
Nos tumbamos en el suelo sobre unos cojines encima de una alfombra. Sin dudarlo empecé a lamer, succionar, besar y chupar esa estupenda polla mientras el mantenía su mano entre mis muslos, sabía dónde y cómo tocar, mientras acariciaba mi clítoris introducía dos dedos en mi, masturbándome.
Yo incansable y lasciva…llevé mi lengua por toda la longitud del su pene de abajo hasta arriba varias veces y me la metí en la boca chupándola con deseo…estaba deliciosa.
El se giró obligándome a parar y colocándose debajo de mí, haciendo un 69. Los dos nos dábamos placer con nuestras bocas mutuamente. El introdujo nuevamente dos dedo en mi vagina que movía mientras me chupaba el clítoris, frotando su lengua y lubricando aún más mi sexo.
Paré de chupar y comencé a gemir más fuerte, lo que hizo que el acelerara el ritmo con su lengua y su dedo y llegué a tener un orgasmo intenso y duradero que me recorrió todo el cuerpo. Seguidamente continué lamiendo aquel miembro lleno de juventud y lo agité con cierta prisa. Aparté mi boca y moviendo mi mano por toda la extensión de su pene de arriba abajo, noté como se aceleraba su ritmo cardiaco y sus gemidos, obteniendo una corrida larga y abundante.
Se levantó y fue al baño a lavarse. Yo me quedé tumbada plácidamente, reposé aliviada, dando por finalizado el encuentro. Me quedé con las ganas de ser penetrada por aquel miembro delicioso. Pero me pareció hasta lógico que aquello hubiera terminado ya, pues yo había tenido un orgasmo.
Pero mi sorpresa fue que al salir del baño venía con la verga en la mano masajeándola para no perder su erección. Se echó en el suelo nuevamente delante de mí, me abrió y levantó las piernas para dejar al descubierto mi sexo, apoyó su capullo sobre mis labios vaginales…lo frotó varias veces sobre mi clítoris avisando de lo que iba a ocurrir. Yo deseosa, miraba su cara, apoyó su verga en el orificio de mi coño nuevamente lubricado por la excitación y la introdujo toda con un ligero empujón que me hizo ver las estrellas. Sentía un dolor, que se fue transformando en placer.
Me pareció maravilloso sentir aquella gran verga dentro de mí. Lo sacaba y lo metía bombeando mi sexo. Yo sentía como entraba y salía en mi vagina una y otra vez, sentía como al rozar mis terminaciones nerviosas por dentro, me recorrían unos calambres intensos por todo el cuerpo hasta la cabeza.
Me estuvo follando en varias posturas durante largo rato. Me besaba, me lamía, me hizo de todo y yo a él también, incluso me atreví a meterle un dedo en su culo rosado y virginal, le gustó…él aguantaba con su miembro rígido como al principio. Me decía cosas al oído. Yo estaba ensimismada y cuando quise darme cuenta vi a Lidia detrás de la puerta del salón, no se había ido, tenía su mano metida por debajo de sus bragas y se estaba masturbando mirando a nosotros.
Seguía el acariciándome y sobando mis pechos, era evidente que llegaba a todas partes, en un momento me levantó, y me sentó encima de él, por primera vez lo iba a cabalgar, mientras me movía el chupaba mis pechos, les daba pellizcos, los mordía, palmeaba mi culo, estaba ya chillando de placer y sentí dentro de mí una humedad y un calor que me hizo recordar la sensación ya vivida tantas veces con mi marido. Nunca nadie antes fuera de mi marido me había inundado por dentro, pero en esta ocasión, sentí más cantidad de semen. Con su polla dentro, masajeándome el clítoris, estaba como loca y me corrí de gusto.
Nos quedamos los dos exhaustos en el suelo, me abrazó y me besó despidiéndose de mí.
Lidia, entró y me dijo- te envidio, nunca vi follar de esta manera. Se han juntado el vigor de la juventud con la pasión y la experiencia de una mujer madura sin perjuicios.
Yo estaba abrumada por el alcohol y la situación vivida.
Ella se echó a mi lado y me dijo- no te asustes, esta es otra experiencia más, si no te agrada, me lo dices y lo dejamos. Me dio un beso suave seguido por otros más profundos mientras que poco a poco comenzó a acariciar mis senos desnudos. Era una sensación rara. Una mujer me besaba y rozaba mi piel. Yo no me resistía. Besaba todo mi cuerpo, mis pezones estaban muy duros… Poco a poco me fue abriendo las piernas, yo cerré los ojos para sentir todas sus caricias, me besó el cuello, los senos y al llegar a mi sexo estaba a punto de correrme en su lengua. Ella se daba cuenta y acariciaba mi clítoris mientras que poco a poco comenzó a jugar con mi ano. Era muy excitante. Antes de poder pensar más, la excitación fue tanta que estuve a punto de tener un orgasmo. Ella levantó su cabeza para sonreírme – bien…bien, disfruta, veo que te gusta - me dijo mientras yo gemía de placer.
Cuando me tranquilicé un poco ella abrió las piernas, por lo que supuse que lo que quería era que yo le besara el sexo, así que puse mi cabeza entre sus piernas y comencé a acariciarla con mi lengua. Primero pensé que me daría mucho asco pero cuando comenzó a gemir y a estar más húmeda me gusto tanto que la hice tener un orgasmo tan rico que me dio un poco de envidia porque yo seguía muy excitada. Con una de sus manos me tomó de la cabeza para que no pudiera separar mi boca de su clítoris, y con la otra abrió el bolso que tenía en el suelo a su lado y sacó un consolador muy grande. – Mira lo que tengo para ti, estoy segura que te va a gustar, abre tus piernas. Cuando tome posición ella lo fue metiendo a mi vagina. Aquel miembro era increíble, era de un grosor exacto y me lo metió hasta adentro. Me sentía toda llena de aquello. Cuando lo vi bien yo tenía metido la mitad y quedaba otro tanto para ella – Es para las dos al mismo tiempo – se puso enfrente de mí y comenzó a metérselo hasta que su raja toco la mía. Yo no podía emitir palabra, lo único que hacía era gemir y mecerme para que se moviera el consolador dentro de mí. El roce de su raja contra la mía era tan fuerte que las dos nos vinimos con un gran orgasmo que nos dejo tendidas exhaustas un gran rato.
Se levantó y me dijo-sé que no vas a olvidar esta noche nunca, y yo tampoco, no lo cuentes a nadie…ni a tu marido, quédatelo para ti. Adiós.
Aquella noche no pude dormir pensando en todo lo que me había pasado…fue un sueño.