Una mudanza que me estremece al recordarla

Jamás imagine ser culeado tan hermoso y con tanta delicadeza por aquel rudo muchacho de una mudanza que me dejo recuerdos imborrables y una exquisita miel tanto en la boca como en las entrañas.

Una mudanza que me estremece al recordarla

El otro dia contraté una camioneta que hace mudanzas para trasladar algunos muebles desde una casa que tengo en un barrio alejado de la ciudad. Decidí alquilarla y venir a vivir mas cerca de mi trabajo. Era un sábado caluroso por la siesta.

Desde que salimos desde la empresa, el chofer, un muchacho alto muy bien fornido, con gastada ropa de trabajo, medio inculto pero callado, manejaba fumando nervioso. Me contó que se había peleado con la novia y para tranquilizarlo le sugerí que dejara pasar unos dias para hacer un balance. Manejaba un poco rápido.

-Tranqulizate, le dije, que no tengo apuro.

Al pasar por un cruce de avenidas el semáforo se puso en amarillo y avanzo para ganarle. Otro vehiculo hizo lo mismo y casi chocaron. Empezaron a insultarse desde sus asientos.

Le puse la mano en el hombro, rozandole ligeramente con mis dedos la barbilla y le pedí que dejara pasar la bronca, que el tipo del otro lado no tenia la culpa de su problema, etc.…. Me escuchó sin mirarme a  los ojos. Se calmó enseguida.

Cuando llegamos a casa lo venia muy nervioso todavía y se sacó la camisa para ayudar. Estaba muy acelerado.

-Querés que te invite una pastilla de tranquilizante, te va a venir bien, le dije. Acepto.

Cuando fui a la cocina, vi que se sentaba en una banqueta, se aflojó el cinturón y casi imagine que deslizaría hacia abajo sus pantalones. Aperecieron lops bordes de un short color verde muy sugerente.

-Hace un calor espantaso, le dije, por qué no tomamos una gaseosa helada y nos ponemos comodos para trabajar.

Yo me quede en short y remera, descalzo y al buscar en mi billetera no tenia la pastilla que le había ofrecido, solamente tenia un preservativo y un viagra celeste. El morbo me apareció de golpe. No pensé ni un minuto. Le di la gaseosa y le puse la pastilla en la mano que la tragó sin mirarla.

Empezamos a trabajar. Cada tanto, sacábamos un mueble e íbamos cargando la camioneta. Le propuse quitar la cama al final, porque es bastante complicada de desarmar. Quería estirar el mayor tiempo posible la visita del muchacho –de unos 25 años- que ya me parecía más alto fuera del vehículo. Todo sudoroso, hermosos para lamerlo entero. Rogaba que no s eme notara lo desesperado que estaba yo, para que se le empiece a parar la pija.

A la media hora el muchacho me pidió mas gaseosa y transpiraba. No dejaba de mirarle la verga que bajo del pantalón empezaba a crecer despacio, mucho más lento que mi ansiedad. Al rato ya la tenia tremendamente parada. Y directamente le dije:

-Estas pensando solamente  en tu novia. Debe ser hermosa o muy sexy, no…

-Si, la verdad que me dejó con unas ganas tremendas de cogerla.

-Por qué no la llamamos y te la culias aquí. Yo te dejo la llave, la coges tranquilo. Te espero donde tenés que bajar los muebles. La llamó por telefono pero ella no le atendia el celular. El desconsuelo del chico era tremendo. Y la pija terriblemente parada.

-Cóomo estás de caliente pibe, le dije.

-Te importa si me hago una paja aquí, me pidió.

-No hay problema querido pero te aviso que me estás poniendo re caliente a mi.

-Y entonces por qué no pelas vos tambien tu garcha me dijo de frente.

-La verdad que hacerme la paja y que me vean me da vergüenza.

-Dejate de hinchar las bolas y pelá que quiero verte la pija, me dijo, con ese vulgar modo de expresarse que tiene la gente de esos servicios, medio inculto, pero auténtico en la forma de ser. Sin vueltas.

-No puedo creerlo, a vos también te gusta ver porongas, le pregunte.

-Yo no le hago asco a nada viejo.

-Y tanto te culiás minas como putos o machos, le dije. Les tocas la verga o te gusta mamarlas.

-Por su puesto, el tema está en gozarla.

Entonces pelé mi pequeña pija y quedó desencantado.

No te preocupes nene, a mí también me gusta verla y tocarla.

-Veni entonces acomodate me exigió.

Me acerqué al sillón y mientras se hacia la paja me pidió que le ponga a pija en la boca. Empezamos a tener sexo a lo loco. Me tragaba la pija mientras le tocaba la cabeza y se la acariciaba. Después me fui agachando y me senté en el brazo del sillon, para tomarle la chota y ayudarlo con la paja.

-Chupamela un poco.

Claro querido, le dije.

Me arrodillé y él estiró las piernas, comencé a mamarle la pija como si yo fuera su novia. Al rato de chupársela le pregunté.

-Estás extrañando a tu piba.

-Ya no, me estas mamando divino.

Le bese las bolas hermoso, se las chupé con hambre y le comi la poronga una media hora sin que él acabe.

-Podés contenerte todo lo que quieras.

-Claro, yo acabo cuando quiero, me dijo.

Hagamos un 69, te parece. Fuimos a la cama y nos pusimos de costado. Primero empecé a chuparle el orto con toda la lengua hasta adentro y le encantó. Me tragó la pija completamente y le acabé en un segundo. Toda su garganta estaba llena de leche hasta que muy caliente le rogué:

-Tratá de sacarme toda la leche y no la tragues. Dame un poco. Hizo un esfuezo y la volvio hacia la boca, se enjuagó los dientes y me dio un jetazo de película. Me pasó toda la leche mientras yo le seguia hacieno la paja. Tenia una poronga descomunal.

La verdad es que yo estaba muy inquieto porque no estaba seguro de poder aguantar semejante pija cuando tenga que culearme.

Me fui directo a la cabeza del choto y empecé a comérmelo desaforadamente. La verdad estaba chupándole la pija muy bien y me aseguró que se lo hacia mejor que su novia, quien le rozaba los dientes y no aprendia a tragar la poronga solo con las paredes de la garganta. Era un experto, porque me dio vuelta y me sentó con el ano sobre su boca para empezar a culearme con la lengua y agrandarme el hoyo para prepararlo para la gran cualiada.

Había acertado con la pastilla del viagra y con el momento, aprovechando la situación. Me elogió la manera como le mamaba la verga y me dijo que iba a hacerme un regalo inolvidable por lo feliz que lo estaba haciendo y porque lo consolaba del tema de la novia.

-Tenes algo de crema o de algón aceite para que no te duela el orto, me dijo.

-Nada, le expliqué. Solo un preservativo. Bueno, ponemelo para que aprovechemos el lubricante me dijo. Era un experto. Le puse el forro con mucho cuidado y le entro con cierta dificultad, es que su poronga era muy pero muy gruesa.

-Tenés un hoyo hermoso para cogerlo, me  dijo. Te haces culiar mucho.

-No tanto, la verdad que gozo mucho con consoladores caseros, a veces me hago coger con un pequeño paraguas envolviendolo en una tela gamuzada para que sea mas blanda y le pongo un forro con mucho gel. Y me hago unas pajas de biografo. Pero te gusta más la pija, supongo.

-Claro por supuesto. A ver, ponete a cuatro patas con el cuerpo en la cama y las rodillas en el suelo, vamos a ver si te hago el orto sin que sufras.

Me clavó tres dedos en el orto que me dolieron, escupió mucho y metió cuatro dedos. Me metió la mano en mi boca y saco saliva para pasársela por la cabeza de la pija. Poco a poco fue hablándome el hoyo con muchisima paciencia. Cuando me notó desesperado por la pija me puso la cabeza en la puerta.

-Agarrate fuerte del borde la cama porque te la voy a mandar de golpe me adelantó. Le agradeci la delicadeza de advertirme que se venía un verdadero terremoto en mi cabeza.

-Dale estoy preparado, le dije. Y cuando crei que yo estaba dominando la situación, senti una puñalada en el hoyo y luego muchas otras en el fondo de mis intestinos. La pija me habia entrado apenas por la mitad y ya estaba descompuesto del dolor y del miedo.

-Huy sacámela un segundo, sacala que me duele horrores.

-Sí.  esperate, mejor te lo voy a chupar un poco mas, me dijo y se agacho a mamarme el ano. La lengua fue una bendición. Divina, suave, lujuriosa entraba y salia, mientras me apretaba rudamente con sus manos de macho y de obrero.

Descansé muchisimo. Pero a la vez queria la pija hasta el alma.

-Dáamela ahora, damela de nuevo por el orto por favor,  no aguanto más cómo la estoy deseando. Le rogué y entonces tomó envión y me la clavó totalmente hasta el máximo;  quede totalmente empalado,  petrificado del dolor. No me podia mover por la angustia de no saber cómo iba a seguir la culiada. Quedé paralizado de miedo y de incertidumbre, hasta cuando aguantaria el dolor.

Pero el muchacho sabia coger. La sacó casi del todo, escupió más, me acomodó el ano que se me había salido totalmente hacia afuera, lo trató hermoso para que me tranquilice y la volvió a meter, se deslizó divino en el  momento que sentía aquellas rudas manos acariciandome suavemente el rostro, me tocaba los ojos, la cabeza, el cuelo con verdadero cariño en el momento que la poronga recorria vertiginosamente los 25 centimetros dentro de mi recto hasta llegar casi al estomago..

Luego empezó a cogerme furiosamente, metiéndome sin piedad esa bella escultura de carne hasta el fondo de mis entrañas. Que espectáculo era verlo bufar como un toro, y culiarme velozmente como un caballo, tratandome como si yo fuera su novia.

Yo tenia un espejo enorme al frente de mi cama y veía con lagrimas en los ojos, la manera como entraba y salía esa pija de película desde mi pequeño ano horriblemente estirado

Quedé enamorado de mi propio culo y de la verga que me taladraba. La adoraba, ya la soñaba para siempre y todavia no me la habia sacado del todo. Le rogué que me culie una hora mas para no olvidarme jamás de é . Y me dijo que tratara de gozarla por que nunca más nos veriamos. El tampoco queria compromisos.

-Seguime culiando papito, cogeme tan hermoso como hasta ahora. Asi, dámela, mas, más, cogela a tu puta, cogeme mas fuerte le gritaba.

Cada vez que le decia esto, me empujaba las entrañas y me dejaba sin repiración. Culeaba y me culeaba como un semental. Que maravilla el viagra, que maravilla la pija que tenía, no se le caía en ningun momento. Cada rato, estiraba una mano y le tocaba la base de la pija, durisima y gorda.

-Ya tenés el orto destruido, esta todo rojo como un fuego, me quemas la verga…  me dijo.

Estoy feliz, culeame más, culeame mas por favor.

-Tranquilo. Date vuelta me dijo y me puso las piernas en sus hombros, se arrodilló en el borde la cama y me la clavó de nuevo hasta el alma.. Y otra vez y otra vez el taladro entró hasta la garganta pero por atrás.

-Que hermosa culiada estaba recibiendo. Me estaba cogiendo hacia una hora y cuarto y jamás el choto se le habia bajado, incluso mi pija creció otra vez.

Le hice un chiste. Con ésto no se si pidria cogerte yo..

-Tranquilo, que mi hoyo es muy estrecho de modo qe vas  a hacerme feliz seguro, me dijo, estaba muy caliente por la situación y supongo, por el ciagra. .

Se salió un momento y empezó a chuparme la pija, cuando la tuve durisima, se me sento en la cabeza y empezó a culiarse él solo. Seguramente no le hacia daño mi pequeña verga, pero parecia disfrutarla o quiso ser gentil, se la clavó totalmente mientras me volvía a acariciar la cara como agradeciendome el momento que estaba pasando en mi cama..

Era completo el muchacho. Se estiró sobre mi cuerpo, m tomó la cara, me beso los ojos y su ano me trago mis minúsculos 14 centimetros en un segundo. Se acomodó y se movió hermoso mientras iba culiándose con mi pequeño instrumento, mientras yo estaba quieto tratando de no acabar. .

Luego se salio, se dio vuelta, se me sento en la pija y se estiro de espaldas a lo largo de mi cuerpo para que lo franelee, le acaricie el cuerpo y la verga, para que le toque la cabeza, los ojos, la boca, el cuerpo, las tetitas, el choto, la panza. Le encantaba la franela mientras sentía mi pija pija adentro.

-Acabame en la boca me pidió. Y se agacho luego para que le acabe totalmente en los ojos y los labios.

Se los chupé como si fuera mi mujer. Su pija era tan extrardinaria que parecia crecer y crecer. Se arridilló en el medio de la cama y me pidio que me agarre del respaldar y me le fui sentando despacio en la cabeza del choto. Me entró fácilmente hasta la mitad mientras ahora él me empezo a franelear mi cuerpo me agarraba el cuello, la cabeza, el pelo, la espalda, me besaba y me culeaba despacio.

Luego, a medida que el se iba calentando, me clavaba unos centimetros mas, paso a paso, sin apuro. En pocos segundos, ya los 25 centimetros estaban felizmente –para  los dos- descansando en el fondo de mis entrañas. Sentia la cabeza del choto en mi estómago

Cuando empecé a gozar y a acalorarme mucho de tanta felicidad, cuando se dio cuenta que mis visceras ardían y mi respiración se entrecortaba,  y mi cuerpo despedia un olor muy fuerte a hembra o macho, por la calentura, me dijo si estaba dispuesto a tragarle la leche o queria que yo sintiera el chorro de leche en lo mas hondo de mis intestinos.

-Hermosa idea mi amor… dejame elegir y segui cogiendome hasta que yo te diga. Cogeme más, ahora mucho mas fuerte y cuando ya estés por acabar anunciame para que espere el chorro y pueda disfrutarlo.

Asi lo hizo , me agarro de la cintura y siguió culeandome divino, me trató como una puta en celo, como una yegua inquieta, desesperada por más verga, me agarró del culo y cada tanto me tocaba la pija, me hizo la paja otra vez y se lleno la mano de mi leche, luego me la llevo a mi boca y cuando me vio terriblemente caliente comiendo mi leche y con la pija partiendome el alma, me gritó:

Allá voy, ahora te voy largar el chorro, sentilo puto, reputo, sentí mi chorro puto… Totalmente hirviendo, su verga lanzó el chorro y roció por dentro mis intestinos llenándome de un liquido mágico que me hubiera gustado saborerar con alma y vida, pero elegí sentirle dentro y no en la boca. Fue una elección acertada porque aún hoy, que pasaron varios días de ese soñado encuentro, me estremezco pensando en el latigazo de leche que sentí adentro y que dificilmente vuelva alguna vez a disfrutar. Por que hay dias verdaderamente soñado para ser culeado, para ser cogido por un pendejo de 25 centimetros de verga maravillosa.

Una experiencia que estoy seguro, no podré jamás relatarla con la intensidad y el    que realmente pasó.

Es imposible describir exactamente cómo fui culeado, perforado, ensartado, empalado, taladrado, amado, querido y tratado por ese hombre rudo, auténtico y generoso que me comió mi leche y también me dejó la suya de regalo en las entrañas. Una joven y exquisita miel, que llegué a gozar al tragarla finalmente, pues alcancé –estando aún en trance- a meter tres dedos en mi hoyo para sacar un poco de ese verdadero elixir con el que fui aplacando mis lagrimas de felicidad y a la vez de desconsuelo por tener que perder para siempre el dios de carne y hueso que la vida, de casualidad, me regaló durante esa mudanza que hoy me hace estremecer, al recordarla.

Joaquin.

Setiembre 2014