Una mosca en la pared
Nuestro protagonista sólo está interesado en una cosa en su vida... su madre. la adora y se masturba todos los días pensando en ella. Nunca se atrevería a decírselo, pero espiarla... eso es algo muy diferente.
El porno que te puedes bajar de Internet ya no me dice nada, no tiene chispa para mí. En cambio, tengo dos discos duros de porno casero que son la obra de mi vida.
No recuerdo muy bien como empezó todo…yo ya hacía tiempo que fantaseaba con mi madre. Ya sé que es raro pero… no sé, tiene un morbo especial fantasear con la propia madre de uno.
Siempre le han sobrado algunos quilos, pero eso sólo hace que tenga el culo más grande y más apetitoso. Cuantas veces le habré comido con los ojos ese culo sin que se de cuenta…cuando lleva leggins y se le marcan las bragas… y cuantas veces habré fantaseado con ver como esos muslos regordetes se abren de par en par y así contemplar su coño, chorreando…
Recuerdo una temporada en la que me iba a la cama todas las noches a tocarme pensando en mamá. A veces me llevaba conmigo unas bragas sucias del cesto de la lavadora para olerlas y corrérme en ellas. “Si no fuera mi madre…” me decía a mi mismo.
Nunca fantaseaba en que me la follaba. Eso era demasiado para mi. Aun así, tenía un fuerte deseo de verla desnuda, de verle las tetas al aire, de contemplar su gordo trasero a cuatro patas, de verla mojada, masturbándose con las piernas bien abiertas…murmuraba “mamá” mientras me masturbaba, y me la imaginaba en todo tipo de situaciones pornográficas: metiéndose un gran consolador entre las piernas, chupándolo después, gimiendo al tener un orgasmo… y lo mejor de todo es que ella no se daba cuenta de nada ¿Cómo iba a pensar que su propio hijo le miraba el culo? ¿Cómo sospechar que el niño que había educado se pasase horas masturbándose pensando en ella?
La obsesión fue en aumento, tenía que hacer algo. No tenía sentido vivir en la misma casa que tu objeto de deseo (completamente ignorante) y no poder alcanzar esa meta tan ansiada.
Entonces se me ocurrió. Busqué por Internet hasta dar con la tienda On line que necesitaba. Me costó el sueldo de un mes y parte del otro, pero valió la pena.
Cámaras espía. Compre sesenta. Fáciles de ocultar por toda la casa con las formas más inverosímiles: un colgador, la cabeza de un clavo, una figurita de porcelana, un cuadro, un azulejo…saturé el piso con ellas. Coloqué muchas en el cuarto de baño, otras tantas en su dormitorio, y otras diseminadas por otras habitaciones en las que era menos probable que mi madre acabara desnudándose. Las cámaras podían accionarse al detectar movimiento o mediante un temporizador. Ya editaría después los videos. Pero era una gran oportunidad para conseguir imágenes de mi madre desnuda, o cambiándose o, quien sabe, a lo mejor tenía suerte y hacía algo más.
Me pasé una mañana entera instalándolo todo, y no sólo por la dificultad de montar y ocultar cada una de las sesenta cámaras, sino porque tenía que parar a masturbarme dada la excitación que se iba a apoderando de mi mientras instalaba toda la parafernalia.
Mi madre trabaja por las mañanas, en la tienda. Llegaba después de las cuatro, normalmente yo a esa hora ya no estaba en casa, por los estudios y el trabajo. Así que recuerdo pasar una noche muy larga, llena de ansiedad y dando vueltas y más vueltas ¿Qué habrían registrado las cámaras? ¿Que maravillas escondían sus tarjetas de memoria?
A la mañana siguiente mi madre se levantó, desayunó y se marchó al trabajo. Me apresuré inmediatamente a recoger las tarjetas de memoria de las cámaras. Un trabajo arduo, puesto que tenía que sacar cada una de ellas, extraer la tarjeta, y volver a colocarla en su sitio.
Para ahorrar tiempo había comprado tarjetas de repuesto. No tenía que vaciar las tarjetas y luego colocarlas, eso lo hubiese complicado todo mucho más, sólo remplazarla por una vacía y luego descargar el contenido de la grabación en el ordenador.
Me tiré casi media hora en recopilar todas las tarjetas. Estaba muy nervioso. Había programado las cámaras para que grabasen en varios intervalos de tiempo distintos: las del dormitorio se activarían cuando mi madre se fuese a dormir. Los del cuarto de baño por la mañana, cuando ella se levantase y se fuese a duchar; los del comedor, en cuanto llegase del trabajo. No esperaba conseguir grandes fotos de esa última, pero nunca se sabe.
Tembloroso, comencé a vaciar las tarjetas en el ordenador sin orden ni concierto. La mayoría de ellas no habían captado absolutamente nada, lo que fue una gran decepción. Era de esperar que mi madre no se encontrara frente al objetivo en el momento en que la cámara se pusiera a grabar. Pero entonces, tras examinar la que hacía catorce, vi una nítida imagen de mi madre bajándose los pantalones y las bragas y sentándose a orinar.
Durante un minuto y medio podía contemplar a mi madre con las bragas bajadas hasta los tobillos, aquellos muslos carnosos y, dado el ángulo que le había dado a la cámara, su coñito meando.
Me masturbé furiosamente con una excitación que hacía que mi corazón quisiera salirse de mi pecho. Fue un orgasmo casi instantáneo, era sensacional ¡Por fin!
Fui a lavarme y luego me tomé un café, ya más calmado. Tenía ganas de revisar el resto de tarjetas de memoria ¿Qué más habría? ¿Un detalle de su culo? ¿De sus tetas? No podía ni empezar a imaginarme lo que iba a encontrar.
Tras revisar una buena cantidad de tarjetas que yo mismo había mezclado al recogerlas de sus respectivas cámaras, llegué por fin a unas que, en un principio, no había pensado que me iban a proporcionar ningún tipo de satisfacción pero que había instalado “por si acaso”. Eran las que había colocado en el salón, por si resultaba que a mi madre se le ocurría, por aquello de que se encontraba sola en casa, deambular en braguitas o ir desnuda a dejar la ropa sucia en el cesto antes de ducharse.
Lo que pude ver, sin embargo, me sorprendió como nada podría haberlo hecho.
Al principio me pasó desapercibido, la cámara no acaba de enfocar bien todo el salón, pero enseguida algo se movió y luego desapareció. Al momento volvió moverse colocándose justo en la trayectoria de la cámara. Digo algo, pero era alguien. Otra persona que estaba allí con mi madre. Un hombre, de hecho. Un hombre rubio que al principio no reconocí. Charlaba con mi madre y, conforme avanzaba el video, la besó. Durante un buen rato, justo delante de la cámara que yo había puesto camuflada como una figurita de porcelana. Y entonces lo reconocí. Era David.
Y aquí tengo que hacer un alto, para explicar quien era David.
Lo conocí cuando tenía once años. Él llegó al barrio cuando los dos teníamos esa edad. Era uno más de los chicos que bajaban a la calle y con los que jugaba al fútbol o con el que compartir una bolsa de frutos secos sentados en un banco. Recuerdo que nos entendimos enseguida, nos hacían gracia las mismas tonterías y, aunque no íbamos al mismo colegio, él era el chico que con más frecuencia venía a casa, casi todas las tardes, a jugar a videojuegos o a ver películas. Mi madre lo conocía de entonces, nos había preparado la merienda muchas veces, a los dos. Con David había ido al cine y había salido con chicas por primera vez. Y él continuaba viniendo a casa, a escuchar música, a dejarme CDS y a que yo se los dejara o, que se yo, a pasar la tarde viendo una peli o a contarnos nuestras penas. Las penas… recuerdo muy bien cuando corté con Gloria, mi primera novia. Lo llevaba por dentro, no quería que nadie supiera que estaba hecho polvo de verdad, pero a David si que se lo conté, y allí tuve a un amigo que me dio su apoyo y que me hizo sentirme menos solo. Ese era David.
De ese modo, no es de extrañar que, tras ver el beso que la cámara había captado, tras ver como le daba un beso nada casto a mi madre antes de salir de la trayectoria de la cámara… bueno, yo estaba un poco liado. Por un lado estaba un poco enfadado con David… ¡Que era mi madre! ¿Qué hacía David con mi madre? Pero una parte de mi, y no era una parte pequeña, se lamentaba de que la cámara no hubiese captado más. Una cosa era la posibilidad de ver a mi madre desnuda: su enorme culo, sus muslos, su coño chorreando, sus apetitosas tetas… pero ni en mis más salvajes sueños había acariciado la posibilidad de que pudiera conseguir videos de ella nada menos que follando.
Deje de estar enfadado casi en seguida. Si alguien tenía que follársela bien follada, que fuera David. La conocía desde hacía mucho tiempo, en ciertos aspectos era un poco como su madre, también… si yo me hubiese atrevido hubiese hecho lo mismo… si me la ponía dura a mi ¿no se la iba a poner dura a él? Y luego estaba ella. Mi madre pasaba de los cincuenta y estaba espectacular ¿no se merecía ella una polla joven que le diera todas las satisfacciones que se merecía?
Sólo imaginándome la situación volví a corrérme. Tenía que cambiar de estrategia. El lavabo no era un punto prioritario, a pesar de las maravillosas imágenes que había conseguido de mi madre meando. Lo importante era poner el temporizador del dormitorio preparado para captar toda la acción en cuanto David llegara, aprovechando mi ausencia, para tratar a mi mamá como la puta caliente que era.
Así, todas las cámaras del dormitorio estuvieron programadas para grabar cualquier cosa que sucediera en su dormitorio en el transcurso de aquella tarde ¿David vendría a follársela todas las tardes? ¿Echaban un polvo rápido o se trataba de largas tardes de pasión en las que mi madre tenía doble y hasta triple ración de polla? Se me ocurrió de pronto. No quería dejar nada al azar. Llamé a mi madre a la tienda para decirle que esa tarde me marcharía como siempre pero no volvería como de costumbre, a eso de las ocho, sino que pasaría la noche fuera, en casa de unos amigos y que no se preocupara.
No se trataba de que no quisiera que se preocupara, si no más bien que en lugar de cuatro horas con David, tuviese toda la casa para ella sola desde la tarde hasta la noche, para que hiciese lo que le diera la gana y, confiaba, que lo que le viniese en gana fuese, justamente, abrirse de piernas una y otra vez ante David y ante la batería de cámaras que había programado para que grabasen toda la tarde y toda la noche. Saqué algunas cámaras que había instalado en otras partes de la casa y las coloqué en el dormitorio. No quería perderme nada, quería verlo absolutamente todo.
Aquella noche me fui a un hotel barato. Estaba muy excitado y tenía la sensación de que el tiempo pasaba muy despacio. No podía dormir ¿mientras yo estaba dando vueltas en la cama, ella estaba siendo ensartada por David?
A eso de las tres de la madrugada más o menos debí conciliar el sueño y a la mañana siguiente fui derecho a recoger lo que había sembrado.
Aquel video (o aquellos videos que compilé en uno solo) fue el primero de una excelente colección. Ya he mencionado que tengo dos discos duros enteros (ya voy por el tercero). La mayoría de los videos (aunque también hay unos pocos de mi madre en braguitas o desnuda a punto de entrar en la bañera), son de la puta de mi madre follando con mi mejor amigo. Con el tiempo aprendí a colocar las cámaras en el lugar correcto, compré un micrófono para captar los gemidos de la muy guarra. Nunca me canso de verla. Acostumbro a poner los videos en la pantalla gigante del salón, a todo volumen. Ver el coño de mi madre en esa pantalla tan enorme siendo llenado de polla de una forma salvaje mientras gime y grita… no existe nada mejor.
Pero me imagino que estáis esperando que os cuente que es lo que contenía aquel primer video ¿no es cierto? No os preocupéis. Me lo se de memoria, debo de haberlo visto más de cien veces.
Las cámaras comenzaron a grabar mucho antes de que los dos llegaran a entrar en el dormitorio. Debían de ser las cinco cuando los dos cruzaron la puerta jugando como dos enamorados. Se sentaron en la cama, donde las cámaras podían captarlo todo. Mi madre tenía ya las tetas fuera, por encima de la camiseta. David le pellizcaba los pezones y acercaba su lengua a ellos mientras le metía mano en el culo. Mi madre llevaba aquella tarde unos leggins negros que le he visto puestos miles de veces. Le dibujan el culo perfectamente, como si estuviese desnuda. Ahora estoy seguro de que se los pone precisamente por eso, para que David se caliente mirándolo. Lo que ella no sabe o no parece importarle, es que no sólo calienta a David. A mí, por ejemplo, me pone a mil.
Mamá se puso a cuatro patas encima de la cama y David comenzó a manosearle el culo y el coño por encima de la ropa, sin ninguna consideración. Estoy convencido de que la guarra de mi madre dejó bien manchadas sus bragas y también los leggins, aunque no pude encontrar ni unos ni otros en el cesto de la ropa sucia aquel día ¿Qué haría con ellas? De cualquier forma fue la primera vez que veía el culazo de mi madre en semejante tesitura. Era tan enorme, tan suculento... y David le hacía justo lo que yo le hubiese hecho de estar en su lugar.
David debió calentarse tanto como yo, porque enseguida paró para bajarse los pantalones. Tenía la polla tiesa ya, una buena tranca, y creo que mi madre estaba de acuerdo con eso porque la muy puta fue enseguida a buscarla para tragársela entera. Ver a mi madre comerse una polla (y una tan enorme) fue algo indescriptible. Lo había soñado con los ojos abiertos tantas veces… pero poder verlo ahí, tan nítidamente… y lo mejor era la cara de vicio que ponía, mamaba con ganas la muy zorra.
En realidad esperaba que David se le corriera en la boca. Ver a mi madre tragando semen, o con la cara perdida de leche… pero eso fue cosa de otros videos, David la sacó de su boca antes de abandonarse por completo.
Lo siguiente que pasó fue otra de las cosas con las que llevaba fantaseando desde hacía muchos años. Mi madre comenzó a desvestirse. Se quitó la camiseta, dejando sus tetas colgando. Como digo, le sobraban algunos quilos, tiene barriga y eso, pero está bien buena. Se quitó los leggins y luego las bragas. Por fin podía ver sus muslos al aire, su culazo… se sentó en la cama y abrió bien las piernas. ¡Dios! Comenzó a tocarse el chochito con una mano… aunque reconocía a aquella mujer como mi madre, parecía mucho más una puta callejera ofreciéndose a un cliente… David se la metió un poquito más por la boca y luego le hizo darse la vuelta para clavársela en el coño.
Fueron siete minutos y medio de grabación de metérsela y sacársela por el coño. Es una lástima no haber tenido micrófonos en la habitación por entonces. Hubiese sido genial captar los gemidos de placer de mamá mientras David le daba bien duro por su mojado coño.
Cuando David ya no pudo más se la sacó y se corrió en la barriga de mamá. Ella entonces se empezó a tocar. Siempre había deseado ver a mamá tocándose a base de bien, y allí la tenía. La pobre se había quedado a medias, podría haber estado media hora siendo follada de esa forma, de haber aguantado David. Pero David no me decepcionó. Si bien mamá no dejaba de toquetearse y hasta parecía que se iba a correr de esa forma, David volvió a la carga casi enseguida. Se le puso dura en poco tiempo, lo suficiente como para volver a clavársela, sólo que… ¡Ay! Esta vez escogió un agujero distinto, el único de mamá que todavía no había probado esa tarde. ¿Quién puede culparle? Con el enorme culo de mamá, nadie podría haberse resistido… se la metió tan fácilmente por el culo como se la había metido por el coño. La colocó sobre la cama, con las piernas colgando, y desde el suelo comenzó a sodomizarla. Primero despacito y con cuidado, haciendo que mi madre pusiera los ojos en blanco. No parecía que fuese la primera vez que la jodía por el culo, le entró sin problemas y no tenía expresión de dolor, más bien de estar recibiendo justo lo que necesitaba.
Esta vez el polvo duró bastante más rato, casi quince minutos antes de que decidieran cambiar de posición. David se tumbó en la cama, boca arriba, con la polla apuntando al techo, y mamá se sentó literalmente en él, dejando que toda ella se introdujera en su ano. Este es, probablemente, mi momento favorito del video. No sólo podía contemplar a la puta de mi madre siendo follada por el culo por mi mejor amigo. Además, podía ver perfectamente su coño mojado y sus piernas abiertas, sus tetas botando arriba y abajo, su cara de viciosa.
Mamá tuvo un orgasmo mientras era enculada. Ella misma saltaba sobre la polla de David como si estuviera sentada en un toro mecánico a punto de ser tirada al suelo. A esas alturas ya se masturbaba con furia mientras era sodomizada, así que era de esperar que se corriera enseguida. No pude ver como se corría David de nuevo, la grabación se terminó justo en ese momento, de modo que no se decir si eyaculó en el interior de su culo, o la sacó para hacerlo en su cara o en sus tetas. Me gusta imaginarme que puso la polla entre sus tetazas y que se hizo una paja en ellas, corriéndose en su cara enseguida.
Las cámaras recogieron otros buenos momentos, aunque el polvo de la tarde ya lo habían echado. Aunque, supongo que porque le dije a mi madre que no iba a ir a dormir, volvieron a la carga algo después, aunque lo único que captó la cámara fue como mi madre se la chupaba un poco y como David le chupaba las tetas mientras la manoseaba.
Como digo, tengo dos discos duros enteros de material de mi madre y David. No sólo tengo videos, también tengo capturas que son mi gran orgullo. Si alguna vez mi madre tiene la ocurrencia de mirar mi portátil (cosa que no hace, no le interesan esas cosas), se encontrará que tengo una preciosa foto de su coño como salvapantallas.
Mi vida cambió radicalmente… David se convirtió en algo así como un hermano. Comencé a tomarle mucho aprecio, a ser cada vez más amigo suyo y él, sin saber porque, se fue acercando a mi cada vez más. Se puede decir que ahora si es mi mejor amigo.
Con respecto a mi madre, después de ver esa faceta suya de guarra insaciable, no hago más que quererla y admirarla más cada día que pasa. Mi madre es la mejor madre que un hijo podría tener. Además, cada día está más buena y me la pone más dura. Me excito en su presencia sin que haga nada especial para excitarme. Podemos hablar de ir a comprar café o de un programa de televisión, y se me pone dura tan sólo de mirarla. Y luego está cuando David viene a casa. Casi todos los domingos viene a comer. Se miran y disimulan, no saben que yo se que son amantes, que conozco las cosas que se hacen el uno al otro, así que hago cosas como ir al baño y dejarles solos un buen rato… entonces les espió desde el pasillo, sin que me vean, y puedo ver como el la besa, o le toca la pierna, como ella se ruboriza y (me imagino) se moja… y seguro que a él se le pone muy dura sólo de ver como baja la cabeza, avergonzada. Entonces llegó de sopetón y ellos disimulan muy mal, se sienten violentos y yo me río por dentro, porque si pudiera les diría que apruebo completamente la relación que tiene y que me encanta que hagan lo que hacen ¿no sería maravilloso que se besaran delante de mi? ¿Qué caminaran cogidos de la mano? Yo no necesito más. Me basta con su intimidad para ser feliz. Mi querida madre, mi querido amigo… mis estrellas del porno particular.
Segunda parte.
Me llamo David, y no quería dejar de contar mi versión de la historia. Al fin y al cabo, soy una parte importante de ella ¿verdad?
A ella la conocí cuando era un niño, ya lo habéis leído más arriba. Era la madre de mi amigo y a menudo iba a su casa a merendar o a ver la tele. Esa mujer me gustaba, aunque al principio no de esa forma.
Cuando crecí, entonces fue distinto. Ella bien podría ser mi madre, por la edad, pero desde luego mirarla no me causaba la misma impresión que mirar a mi madre. A pesar de tener más de cincuenta y de sobrarle algunos quilos, la verdad es que me fijaba en ella y estaba muy buena. En concreto llevaba siempre ropa que acentuaba lo gordo que tenía el culo. Gordo, pero bonito, muy bien dibujado y proporcionado ¿Qué le voy a hacer? Siempre me han gustado las mujeres de amplias nalgas.
Un día fui a ver a mi amigo a su casa, pero había salido. Me recibió ella y me hizo pasar, aunque mi amigo tardaría mucho en volver. Eso me lo dijo cuando estaba ya dentro y había cerrado la puerta.
No se muy bien como pasó. Ya he dicho que ella me gustaba. Nunca había fantaseado demasiado con ella. Era la madre de mi amigo, de mi mejor amigo, pero al parecer, ella si que había fantaseado conmigo.
Me pidió que le hiciera compañía, me ofreció una cerveza y yo la acepté. Charlamos un poco en la cocina. La verdad es que yo estaba cómodo, no me esperaba nada diferente, era la madre de mi amigo.
Ella llevaba unos leggins negros, ajustados, que le marcaban el culo a base de bien. He decir que es una mujer muy guapa, me gustan mucho sus ojos y sus labios… en fin, que cuando iba ya por la segunda cerveza se acercó a besarme. Me calentó en un instante. De repente ya no estaba delante de la madre de mi amigo, sino de una preciosa mujer.
No es que tenga mucha experiencia, pero se algo de estar con chicas, así que me desenvolví con la mayor soltura que pude. Y allí empezó un romance que nunca creí posible.
Cuando mi amigo, su hijo, se marchaba a la universidad por la tarde, yo la visitaba en casa para echarle un buen polvo. Todavía me sorprendo de lo ardiente que es, de que no tenga problemas con probar cosas nuevas, de que a pesar de la edad sea una persona sexualmente muy activa y fogosa.
¿Qué llevamos ya, dos años? Podría decir que es solo sexo, pero tampoco sería cierto…
Pero estoy divagando, esto no es realmente lo que quiero contar. Ya sabéis esa parte por lo que hay escrito un poco más arriba. Lo que quiero contar es otra cosa.
Un día, como no se trata sólo de sexo, se me ocurrió, después de haber hecho el amor, proponerle que pasáramos un fin de semana juntos en algún sitio bonito, en la playa, en la montaña, en un hotel… que se yo… a ella le entusiasmó la idea, así que le pedí que me pusiera delante de un ordenador.
A ella no le interesan demasiado los ordenadores, sólo estaba el portátil de su hijo, en su cuarto.
Cuando lo abrí, contemplé un salvapantallas especialmente guarro, era bastante obsceno, la vagina abierta de una mujer. Si no lo hubiese sabido mejor, habría dicho que era la de su madre, pero eso era un disparate.
Me metí en Internet y estuvimos mirando sitios para pasar el fin de semana pero, como se hacía tarde, decidimos dejarlo para otra ocasión (por cierto que acabamos yendo a una casa rural junto a un precioso lago).
Ella fue a ducharse y yo me quedé pensativo. Aquella foto me intrigaba, así que me puse a buscar en la memoria del ordenador.
Nunca esperé encontrarme con aquello. Había siete videos de nosotros dos en el dormitorio, haciendo las cosas que hacíamos. Me quedé helado, sin saber muy bien que hacer y sin saber si decírselo a ella o no. Me puse a examinar el ordenador más detenidamente… mi amigo tenía capturas y videos nuestros, apenas tenía otra cosa en el portátil. Seguí una corazonada al ver dos discos duros extraíbles de un Terabite en la mesa. Conecté uno de ellos al ordenador y, como había pensado, todavía había más videos nuestros allí. Estaba documentada toda nuestra vida sexual con grabaciones realizadas en el dormitorio. ¿Dónde había puesto las cámaras? ¿desde donde grababa? Suponía que, cuando le diera un puñetazo en los morros, me lo diría.
Pero me lo pensé mejor y no dije nada. También decidí ocultárselo a ella ¿para que necesitaba saberlo?
Y en días posteriores me hice copias de la mayoría de material recopilado por el mirón miserable de mi amigo. Me excitaban mucho esos videos porque salía ella, porque salíamos los dos disfrutando. No podía creer que mi amigo tuviera esos deseos ocultos hacia su madre pero ¿Qué más daba?
Cada vez que visitaba a mi amante por la tarde me grababa el video de la sesión de sexo del día anterior. Para mi, aquello, tenía un gran valor y me excitaba mucho viéndolo y recordándolo cuando ella y yo estábamos en la cama.
Resistía la tentación de ponerme a actuar cuando estábamos juntos. Después de todo, yo sabía que nuestros momentos íntimos no lo eran en realidad, y en cierto modo eso me excitaba todavía más ¿Qué hubiese pensado mi amigo si, de repente, me hubiese puesto a hablar a la cámara?
Con respecto a él, nunca lo delaté. Me interesaba no hacerlo y, además, no creo que a ella le hubiese sentado muy bien conocer esa extraña faceta de su hijo.
Poco a poco fui haciéndome más presente en su vida, visitando la casa cuando él también estaba, cultivando nuestra amistad todavía más, sin que supiera realmente el motivo.
No se, siempre he tenido deseos de comentárselo, de decirle que me parece bien que se dedique a mirar y que me puede pasar los videos una vez editados. Pero nunca lo hago. Eso haría que se perdiera la magia ¿no les parece?