Una mirada que desafiaría al mismísimo demonio.
Una joven tímida, convive con una mujer imponente, la cual, una noche puso toda su atención en en ella descubriendo así a una joven caliente y apasionada.
Dio unas cuantas vueltas en la cama antes de decidir incorporarse. Aún eran las tres de la mañana pero Katherine no conseguía quedarse dormida, dejó caer su larga melena rubia a un lado y paseó la vista por la oscura habitación al detenerse en la puerta observó como unos pocos rayos de luz procedentes del salón intentaban adentrarse en la penumbra de su cuarto. Inspiró profundamente antes de levantarse y dirigirse hacia la puerta sólo iba a ira por un vaso y volvería a la cama. Al abrir la puerta descubrió que la luz procedía de la televisión sin volumen que su compañera de piso estaba viendo.
-¿Una pesadilla?- Dijo con una media sonrisa la joven que estaba medio tumbada en el sofá. A pesar de que su cuerpo tan solo lo cubría una camiseta que a penas conseguía tapar las partes necesarias e iba totalmente despeinada su presencia era majestuosa y su mirada que desafiaría al mismísimo demonio brillaba en un tono grisáceo aquella noche.
-Ojala, a penas he pegado ojo- dijo la joven rubia devolviéndole la sonrisa tímidamente, a pesar de haber convivido con su compañera de piso todo el año de facultad, su presencia aun conseguía intimidarla un poco.
-¿Quieres hacerme compañía?- preguntó la joven mientras le hacia un sitio a Katherine en el sofá, ésta vaciló unos instantes antes de sentarse junto a ella estiró un poco de la camiseta para tapar más sus piernas avergonzada al ver que su amiga no dejaba de mirarla y ésta sonrió al darse cuenta de ello y dirigió su atención a la tele.
-¿Que estamos viendo?- Preguntó Katherine rompiendo el silencio al sentirse algo incomoda por encontrarse medio desnuda ante su imponente compañera y verla a ella con aun menos ropa.
-Lo que quieras- Respondió volviendo a mirarla con una media sonrisa en la cara. Cuando sus miradas se cruzaron la sonrisa de Ginna comenzó a crecer y sus ojos inspeccionaron cada centímetro del cuerpo de su compañera comenzando por las esculturales piernas seguido por las partes que su camiseta dejaba la imaginación se mordió el labio inferior al imaginarse arrancándola la camiseta y recorriendo aquel sensual cuerpo con los labios.
-¿Donde está el mando?- Volvió a preguntar aun mas incomoda que antes cruzándose de piernas instintivamente. Ginna no prestó atención a sus palabras y se incorporó aun más para acercarse a Katherine y la espiración de ésta comenzó a exaltarse sin saber ella por que, tensó los músculos al ver como la cara de su compañera estaba a pocos centímetros de la suya, no sabía que pretendía ni como debería reaccionar ella a lo que pueda pasar. Mientras, Ginna, teniendo su cuerpo casi rozando el de su compañera, alargó la mano y la cogió de la cabeza y acercándola hacia si, inspiró profundamente con los ojos cerrados oliéndola el pelo a la altura de la sien. Bajó la mano desde su cabeza acariciando sus hombros. Katherine también había cerrado los ojos al sentir un ligero cosquilleo recorriendo su sexo. Notaba las manos de su compañera calientes y extrañamente agradables. Abrió los ojos y se encontró mirando a su compañera, observando su perfecta melena negra y rizada cayendo a ambos lados de los hombros, recorriendo con la mirada las partes que su cuerpo dejaba marcado bajo la ancha camiseta. Ardía en deseos de poder tocarla, de poder pasear las yemas de los dedos por cada curva de su precioso y poderoso cuerpo. despertó del sueño al notar como los suaves labios de Ginna se deslizaban por su cuello haciendo que el extraño cosquilleo volviera a manifestarse. Katherine llenó sus pulmones de aire antes de que Ginna pudiera moverse y sentarse encima de ella.
-¿Te pasa algo?- Dijo Ginna con un tono sensual y jocoso,mientras clavaba sus ojos grises y potentes en unos verdes,tímidos y cada vez mas desconcertados. Sabía el efecto que producía en las perdonas y disfrutaba con ello. Katherine intentó levantarse y huir a su habitación avergonzada pero Ginna apretó los muslos contra ella y la hundió más en el sofá.