Una mazmorra mu espesial (14)

Entre los preparativos para la boda múltiple, surge la visita al convento, de donde son originarias, nuestras tres protagonistas. El encuentro es entrañable y has descoronozador, pero al final salen radientes y se reúnen con Pepe. Al regresar a su familia y ya nuevo mundo, se sienten flojas y alegres a la vez. Espero, que lo sintáis en su justa medida. Un beso.........Sandra Raquel.

Una Mazmorra mu espesial (14)

Durante unos cuantos días, todo sucedía de un modo automatizado y hasta monótono, pero había una alegría común en todos los integrantes de la Mazmorra, que lo hacían significativamente especial.

Zana, una de las últimas adquisiciones de Hell, ya se codeaba con cada una de las chicas, pero especialmente había tenido más contacto con Brisa, Martha y Amanecer. Y a las cuatro se las podía ver juntas, en cada momento libre que tenían.

Hell, que siempre estaba ausente, pero muy pendiente de sus chicas deseaba que Zana fuese bien aceptada por las otras tres.

Pero Zana, era de una viveza que descontrolaba cualquier situación y junto a sus nuevas hermanas, era capaz de organizar una verdadera fiesta con sus ocurrencias y alegría.

Fue Brisa, en representación de Martha y Amanecer, quien sugirió a Hell, que la permitiese unirse junto con ellas a él.

Brisa, era especial para Hell, porque era a la primera que conoció y amó. Y siempre la escuchaba, sin poner reparos o peros.

Hell, se sintió emocionado ante la petición que más deseaba y sinceramente, así se lo hizo saber a Brisa, para que se lo comunicara a las demás.

Los dos se sintieron contentos..........y después de unos buenos minutos de contactos, caricias, besos y poco más, Brisa se retiró para dar la gran noticia a las demás. Ni que decir tiene, que tanto Nefer, como Ani, se enteraron casi a la vez, porque Brisa era un terremoto de noticias buenas.

En aquellos días Pepe, estaba siempre detrás de Nefer y ésta le correspondía en sus contactos y compañía.

Cuando Zana se enteró de lo que se la avecinaba......se quedó muda. Todas pensaron, que no deseaba aquello. Cuando comenzó a llorar, se sintieron perdidas.............pero cuando de repente se abrazó a ellas a la vez, Martha, Amanecer y Brisa lloraron......sabiendo que ya serían las cuatro en el mismo paquete.

La llantina fue larga, pero gratificante.

Cuando se serenaron, rieron todas, aún con lágrimas en los ojos, alborozadas de saberse amadas por el mismo amor.

En el instante que la Mazmorra supo del nuevo cambio, reinó un ambiente especial de fiesta.

Alex, organizador de todos los eventos, sabía que no habría problemas.

Además, Pepe, había anunciado que él se encargaría de la tarta de 3 pisos.....Pero Alex, le llamó y le dijo que fuese de cuatro, por los nuevos cambios.

Pepe, aceptó de buena gana y felicitó a Hell en cuanto le vió.

Xerlock, había encargado unas esposas bañadas en oro, para las tres chicas que se unirían a Hell y para éste una fusta bañada en plata. Tuvo que mandar cambiar el diseño, para cuatro, aunque le encantó la idea incluso.

Breo, que ya estaba avisado de todo, tenía la fórmula preparada y poner a otra más, sólo le hizo sonreir, pero lo adaptó sin problema alguno.

Por aquellos días, solía acudir Gheisa, que era querida por todas y muy estimada por los varones. Ani y Nefer, estaban de lo más cálidas y acompañaban a Gheisa, cuando Brisa o Martha, sus más habituales compañeras y amigas, no estaban por allí.

Para Brisa, Gheisa era una hermana total y así lo demostraba ante los demás.

Gheisa era muy callada y reservada, pero la mejor compañera y hermana que se pudiese tener. Claro que Nefer y Ani, no eran menos........y tampoco Martha, Amanecer y Zana.

Cada una de todas, eran distintas, pero todas encantadoras.

Brisa, había quedado con Nefer y Ani, en ir a visitar el convento del que salieran un par de años atrás. Hell, estaba al corriente y tanto Alex, como Mani, Bene y Van, también estaban de acuerdo.

Para el viaje, quedó en llevarlas Pepe, que estaba libre de actividades, por lo que podría hacer de chófer.

Macho, que ya sabía que todo se realizaría en la Mazmorra, ya había ideado un plan, que le gustaba analizar cada dos por tres.

Bene, el más distante de todos y no por éso más apartado, se encargaba de los trajes y vestidos de las chicas y de los chicos.

Había tenido una especie de visión en donde veía a las contrayentes, vestidas......más bien muy desvestidas, mientras a los varones les apreciaba ropas deportivas.

Bene había ideado también el protocolo de la ceremonia o rito de la Mazmorra, de común acuerdo con Breo, sin dejar de fijarse en los padrinos y madrinas.

Transcurrieron unos días y Nefer, que se había puesto en contacto con el convento, anunció a sus hermanas que debían de acudir con cierta premura, ya que algunas hermanas estaban muy mayores y delicadas y que este tiempo primaveral, las haría un gran bien.

Quedaron en partir el lunes, al amanecer, para así llegar a media mañana al convento.

Evidentemente, sus ropas serían más sencillas y sin pantalones, para no alarmar a las hermanas más jóvenes.

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Aquel lunes, en el convento ya todas las hermanas habían pasado por los rezos y demás actos, desayunado frugalmente y dispuestas en las actividades correspondientes.

La Madre Superiora, ya Abadesa, había envejecido mucho y se sentía triste, aunque aquel lunes se sentía radiante, como cada una de las hermanas del convento. Sabían que tres de sus hermanas, volverían para verlas y éso las tenía animadas y alegres.

Sor Amelia, aunque su rostro reflejaba mucha luz y felicidad, no denostaba tanta alegría como el resto de sus hermanas.

Sor Málaga, apenas se movía ya de sus aposentos. Sus años y sus angustias, la afligían y pesaban demasiado. Al final, todas las novicias y las hermanas menores, la habían aceptado como era y ella se sentía agradecida. Ese día, a pesar de lo ocurrido dos años atrás, se sentía ansiosa de ver a sus pupilas rebeldes, a las que no guardaba rencor alguno y sí mucha ilusión de volver a verlas, antes de irse de este mundo.

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Pepe, había estacionado el coche cerca de la Mazmorra y se había adentrado en la misma, para esperar y acompañar a tres mujeres, todas muy especiales para él, pero que una de ellas le hacía palpitar cardiacamente, cada vez que se sentía cerca de ella.

Cuando las tres hubieron aparecido en el hall de la Mazmorra, Pepe se sintió alguien especial.

Nefer, Ani y Brisa, aparecieron vestidas de mujer, aunque con ropas muy sencillas, pero cada una de ellas estaba radiante.

Pepe, sonrió emocionado al verlas acercarse y se propuso ser el chófer más amable y maravilloso, para aquel ramillete de mujeres.

Nunca, las dejaría en la estacada, porque cada una de ellas era algo especial para él.

Las ayudó a entrar en el todo terreno, aunque era más un SUV que un todoterreno, ya que se trataba de un Hyundai Santa Fe, que era uno de sus preferidos para desplazamientos por lugares no conocidos.

Nefer, quedó situada junto a Brisa, el los asientos traseros, mientras Ani, le hacía compañía en el asiento del copiloto.

El viaje, muy tranquilo y animado, enfiló la pequeña carretera comarcal que daba acceso al Convento.

Pepe, se sentía un ser feliz. Sentía que realizaba una misión muy especial y que sus amigos le habían aprobado, para que él fuera el conductor de aquellas chicas, que eran todo en la Mazmorra.

El viaje, había sido animado por las ocurrencias de Nefer y los apoyos indistintos de Ani y Brisa, que mejoraban alegremente las chirigotas de Nefer.

Pepe, se sentía especialmente agradecido, de poder ser el guía de aquella misión. No lo hubiese cambiado por nada, porque para él, significaba mucho más que una misión. Era, la mejor forma de estar con la esencia de la Mazmorra.

Cuando, el convento, quedó a la vista..........las risas se aplacaron y un silencio sepulcral, envolvió a todos los pasajeros en aquel vehículo.

Pepe, detuvo el coche ante la puerta principal. Salió y las acompañó hasta que, trás la llamada en la puerta del convento, alguien se dirigía a abrir la puerta. Se había ido pertrechado de lectura y un par de termos de comida y café.

Cuando Nefer, Ani y Brisa, traspasaban el umbral, se despidieron de él.

Pepe, sabía que todo éso duraría unas 5 horas, así que se armó de paciencia y aparcó el coche en un lugar distante, pero que le permitía tener en visión, la puerta principal del convento.

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La puerta del convento, se abrió y la Hermana portera, se quedó muda, al ver a sus tres hermanas huídas hacía ya tanto tiempo.

Se repuso en breve espacio de tiempo y las invitó a pasar.

Nefer, Ani y Brisa también se sintieron muy sobrecogidas y abstraídas al contemplar de nuevo la entrada de aquella comunidad, en la que tantos años habían pasado.

Brisa, fué la primera en traspasar esa línea de la libertad al encierro. Se paró frente a la hermana portera y se abrazó a ella.

Las lágrimas de ambas cayeron al unísono, como si estuvieran sincronizadas.

Lo mismo sucedió con Nefer y Ani, junto a la hermana portera.

Una vez cerrada la puerta, la hermana las condujo a presencia de la Madre Superiora, ahora Abadesa.

Nefer, tomó la decisión de ir en cabeza de sus hermanas, ya que ella era la más mayor de las tres y además tenía más autoridad en los últimos tiempos de estar en el convento.

Cuando la hermana portera las hizo entrar en la estancia privada de la Abadesa, todo estaba en silencio y una penumbra angustiosa, rodeaba todo. Pero, sólo duró unos instantes, ya que varias hermanas, descorrieron las enormes cortinas de la estancia iluminando a la plana mayor del convento, presidida por la Madre Abadesa.

Hubo un cierto mutismo y un no saber que hacer por parte de los dos bandos, pero la Madre Abadesa se adelantó hacia ellas y mirándolas, con lágrimas a punto de saltar de sus ojos, se abrazó a cada una de ellas y diciéndolas palabras, que a cada una la hicieron derramar lágrimas de amor.

La Madre Abadesa, se volvió hacia su prole de hermanas e hijas y dijo :

  • Amadas hermanas e hijas de éste nuestro lugar sagrado de amor y recogimiento, hace un tiempo estas tres hermanas decidieron separarse de este mundo. Hoy, están aquí de nuevo. Bien es cierto, que no para quedarse, pero están de nuevo. Eso lo debemos agradecer a Él, porque es quien las ha conducido a nosotras de nuevo. Nuestras hermanas, a las que la mayor parte conocéis y bien, estarán unas horas con nosotras y nosotras, con ellas. Es un día especial y grande. Y a partir de hoy, esta fecha se recordará como festiva entre todas las hermanas congregadas en este santo lugar. Hablaremos, reiremos y rezaremos por cada una de ellas, porque fueron y son nuestras hermanas.

La Madre Abadesa dejó de hablar, cuando Sor Málaga, ya muy anciana y con bastón para caminar se acercaba lentamente hacia sus pupilas rebeldes, pero a la vez amadas.

Sor Málaga, a una indicación de la Abadesa se situó junto a ella y con una sonrisa, muy agradable y tierna, miró a cada una de ellas.

Inmediatamente después, unas lágrimas corrieron velozmente por su rostro.

Brisa, que había sido siempre su ojito derecho, aunque también la más perseguida por ella, se adelantó y después de arrodillarse ante la Abadesa y besar su mano, se abrazó a Sor Málaga. Y así estuvieron por espacio de un par de minutos, mientras una a otra se decían palabras susurrantes y sus lágrimas volvían a aflorar.

Las demás hermanas, se acercaron entonces a Nefer y Ani, que estaban tan aturdidas cómo las demás y se fueron saludando y abrazando.

Cuando las lágrimas cesaron en todas, algo que tardó un tiempo en lograrse, la Abadesa que estaba más emocionada de lo que ella misma había creído, las invitó a la pequeña fiesta en el comedor comunal, que ella y sus hermanas e hijas habían reservado para semejante día.

Sin embargo, Sor Amelia, quien había sido siempre la más importante para Brisa, además de pieza importante en el convento, no estaba. Y Brisa, se atrevió a preguntar por ella a la Madre Abadesa.

  • Tranquila, pequeña mía, ella llegará a tiempo. Sólo está recolectando algo para vosotras, pero no comenzaremos esta celebración sin ella.

Brisa se sintió mucho más tranquila y su sonrisa calmó a sus hermanas Ani y Nefer, que la vigilaban constantemente para saber que pasaba.

Cuando Sor Amelia, apareció en aquella enorme sala, un silencio febril se hizo en toda la sala. Al levantarse la Abadesa, Brisa la imitó y en su rostro se vió una muestra inequívoca de lo que sentía hacia ella.

La Abadesa, indicó por gestos a Brisa que podía ir hasta ella. Y así, Brisa, salió disparada hacia Sor Amelia, que no tuvo tiempo ni de prepararse cuando el abrazo de Brisa, le dejaba pegada a ella.

Brisa, la besó en ambas mejillas y se dijeron entre susurros muchas cosas, aunque sus miradas fueron las que contaron todo. Ni una sóla lágrima por parte de las dos, algo que extrañó a todas las demás.

Cuando regresaron a la mesa, Brisa ocupó su asiento al lado de Sor Málaga, mientras Sor Amelia quedaba junto a la Abadesa, muy distante de su hija predilecta y de sus otras hijas Nefer y Ani.

En cuánto todas estuvieron acomodadas, se sirvió la comida. Una comida de fiesta total. Los manjares extrañaron a las tres. Nunca sabrían, que esa ayuda y algo más, fue cedida por la Mazmorra y distribuida por Pepe.

Durante la velada, muchas miradas se dirigían a las tres hermanas que ya no convivían con ellas, pero ninguna hermana preguntó o dijo algo en voz alta.

Tan sólo Sor Málaga, comía, hablaba y reía con Brisa.

Después de aquella comida, la Madre Abadesa las rogó que antes de que se marcharan, que pasaran a verla, pues deseaba decirlas algo especial.

Sor Málaga, se quedó junto a Nefer y Ani, con las que rió de muchas cosas, pero especialmente por la huída de aquel día.

Mientras, Sor Amelia debatía con Brisa, a la que contaba algunas cosas muy secretas, que la harían ser lo que ella siempre soñó para alguien especial.

Para Sor Amelia, Brisa había sido su novicia elegida. Su hija más venerable.

Para Sor Málaga, Brisa había sido su novicia elegida. Su hija más fiel.

Para la Madre Abadesa, Brisa había sido una de sus novicias más alegres y distraídas, a la que sin embargo amaba y cuidaba, aunque sus dos elegidas, siempre fueran Nefer y Ani, que daban una imagen más seria y responsable ante las demás hermanas y novicias.

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Mientras, en el exterior..........Pepe, leía con desgana ya, una novela de las que más le apasionaban, pero su mirada era ya errática hacia la puerta del convento, pues hacía más de 5 horas que las hubiese dejado allí.

Sin embargo, de algún modo se sentía feliz y tranquilo.

Había estado paseando, mucho rato y pensando en todo aquello.

Se sentía enamorado de una de las tres, pero las tres eran para él muy importantes.

En sus paseos cortos, pues no se alejaba demasiado del coche, había pensado en su vida y en cómo había cambiado en los últimos años.

Estar cerca de un convento, en donde están las tres personas que más amas y pensar en estas cosas, creía que era un signo de allí arriba, que le estaba diciendo algo.

Pepe, lo interpretó a su modo, pero sintió una paz y calma, que le hizo soportar todo ese tiempo casi agradecido de haberlo podido tener.

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Cuando, llegada la hora de retirarse, para no interrumpir los métodos del convento, Ani, Brisa y Nefer decidieron irse, la Madre Abadesa las recibió en su despacho, junto a Sor Amelia y Sor Málaga.

  • Hijas mías. Un día os fuísteis por decisión propia. Otro día, regresásteis y nos visitásteis, para nuestro amor y gratitud. Deseo daros un recuerdo para toda vuestra vida. Algo que no podréis vender, ni olvidar, pero que os dará un poder de amor, que en la vida de fuera podréis obtener.

Sor Amelia, sonreía a las tres, mientras Sor Málaga ponía cara de sorpresa, aunque ella realmente había sido la impulsora de aquel regalo.

Cuando Nefer, Ani y Brisa pudieron contemplar aquel regalo, sus rostros tristes y circunspectos se transformaron en alegría. Se miraron unas a otras, tímidamente, pero sus semblantes se iluminaron.

Se arrodillaron ante su Madre Abadesa y tras rezár una oración íntima, la besaron el anillo de la orden.

Después se abrazaron a ella, sin prisas una tras otra. Y pasaron sus abrazos por Sor Málaga, a la que hicieron emocionarse hasta límites no conocidos.........y después a Sor Amelia, quién por fín lloró con cada una de ellas.

Al separarse, las tres sabían que nunca estarían sólas.

La hermana portera, las acompañó hasta la verja que las separaría del convento de nuevo. Y mientras con sus ojos inundados en lágrimas se abrazaba a cada una, sintió algo dentro de sí que la hizo sentirse muy bien y feliz.

Se despidieron de ella y la verja volvió a quedarse cerrada tras sus pasos.

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Pepe, que en esos instantes estaba más alejado del coche, sintió un impulso y volvió hacia el coche a la carrera, llegando a tiempo de que ellas no se sintieran sólas y desamparadas.

Pese a sus jadeos, Nefer supo que él había sentido una señal especial y sin darle tiempo a decir nada, le besó dulce y levemente en los labios, haciendo que Pepe se sonrojara un tanto.

Ani y Brisa, aún sabiendo la excitación y hasta nerviosismo de Pepe se hicieron las distraídas y se metieron en el coche.

Nefer, se sintió feliz de verle de nuevo y le dejó actuar con calma.

Pepe, organizó de nuevo a los ocupantes y esta vez, Nefer iría de copilota. Así Ani y Brisa, irían detrás.

El viaje de vuelta, fué muy tranquilo y lleno de comentarios, sonrisas y hasta risas por cosas que se contaban entre los cuatro.

Sin embargo, había una magia blanca especial en los cuatro.

Era cómo si cada uno supiera el nivel de amor y felicidad de cada uno de los demás.

A su llegada a la Mazmorra, el silencio predominaba entre cada uno de los ocupantes del vehículo.

Pepe, llevó el coche directamente al aparcamiento y desde allí las acompañó hasta la Mazmorra.

Al entrar, sólo estaban Van y Mani, pues los demás ya se habían ido a dormir, salvo Hell que aún no había llegado de una reunión con Xerlock y Breo.

Continuará.......Sed felices y un beso especial mío.............Brisa.