Una masaje en tequesquitengo

Un fin de semana con otra pareja de amigos, uno de ellos se lastima y me pide que le de un masaje...

Hola amigos, este es mi primer relato que envío y espero sea de su agrado.

Soy una persona de 45 años, divorciada en dos ocasiones y sin hijos, me gusta el trago y divertirme con mis amigos y la historia que les platicaré sucedió aproximadamente hace diez años cuando todavía estaba casada con mi segundo marido de nombre Jesús.

Era un fin de semana como cualquiera y Jesús me llamó para avisarme que una pareja de amigos Julia y Alberto nos invitaban a pasar el sábado y domingo en su casa de campo ubicada en Tequesquitengo, Morelos. Me agradó la idea de tomar dos días de descanso tomando el sol y uno que otro traguito en compañía de esta pareja que además de ser muy agradables y cariñosos gozaban de muy buen cuerpo ambos.

Faltaban tres horas para que Juan me recogiera en casa, así que decidí ir de compras a un centro comercial que se llama Perisur con la idea de comprarme un Bikini y otras cosas más. Cuando llegué a la tienda, me encantaron dos bikinis y en particular uno que es de medidas muy pequeñas que para mi complexión creo que me favorecía, ya que mido 1.58 de cintura delgada caderas bien formadas y sobre todo sin ser muy grandes mis tetas, son de buen tamaño.

Una vez realizada las compras, regresé a casa y mientras arreglaba las maletas, pensé que si solo estuviéramos los cuatro, podría intentar hacer topless para un bronceado mejor. El caso es que simplemente de imaginar que podría hacer lo anterior, me provocó que se me pararan los pezones y me comenzara un calorcito en medio de las piernas, cosa que me tuvo inquieta hasta que llegó mi esposo y emprendimos camino a casa de Julia y Alberto.

Cuando llegamos a nuestro destino a eso de las 20:00 horas de ese viernes, salieron a recibirnos nuestros amigos y nos ayudaron a bajar el equipaje y a instalarnos en una recámara con jacuzzi y terraza con vista al lago. Nos dimos un baño para después cenar en el comedor con nuestros anfitriones, que tenían preparado botanas de mariscos, vino y música suave como fondo, así como a media luz la estancia donde cenaríamos.

La cena transcurrió de forma muy amena al igual que el vino y las demás bebidas que fuimos ingiriendo, hasta que empezamos a contar chistes y después anécdotas de cada uno de nosotros. Alberto en ese momento se levantó de la mesa para servirnos más vino cuando de repente se tropezó y cayó con los vasos que traía consigo y se cortó la mano derecha, así como un golpe en la entrepierna, por lo que inmediatamente nos dispusimos a ayudarle, y para no hacer tan larga la introducción lo curamos, le cambiamos la ropa entre Julia y yo, mientras que Juan se dispuso a recoger y ordenar las cosas.

Una vez instalados en la estancia, y con unos tragos de más, todo volvió a la normalidad con las anécdotas a lo que yo comenté que en alguna ocasión trabajé de masajista en un Spa, por lo que no se dejaron esperar las bromas en doble sentido y me pidieron que les contara lo más gracioso que me hubiera pasado, por lo que conté que en una ocasión llegó una pareja muy guapa y seria, de aproximadamente 35 y 45 años respectivamente al Spa y pidieron un servicio de masaje para ambos, que lo querían tomar en el vapor, por lo que les pregunté si querían que yo se los diera a ambos o cada quien con un masajista. Me contestaron que yo sola, primero a ella y después al marido. Se instalaron dentro del vapor y cuando me avisaron que estaban listos, ingresé al cuarto en traje de baño y con aceites para el masaje, por lo que la señora se quitó la toalla quedando completamente desnuda y acostándose en el camastro ya preparado en el vapor. Déjenme decirles que esta mujer tenía muy bonito y bien formado cuerpo, sin ápice alguno de celulitis y con la carne bien firme, por lo que inmediatamente y ella boca abajo comencé a dar el masaje primero por los pies subiendo hasta la cabeza y claro pasando por las nalgas, que déjenme decirles que las tenía muy ricas y aunque haciendo la aclaración que soy heterosexual, reconozco que me excité con ese cuerpo, dedicándole un suave masaje por las nalgas luego le abrí un poco las piernas para frotar el interior de los muslos y sin querer en varias ocasiones rocé la rajita que si bien es cierto no estaba completamente depilada la tenía muy bien recortada y delineada. La mujer parecía gozar del masaje y me facilitaba el trabajo abriendo cada vez más las piernas y cuando rocé el ano emitió un gemido y me dijo que ahí le dolía que por favor atendiera en especial ese punto. El marido no se dio cuenta por lo espeso del vapor, así que me imagino pensó que se trataba de la espalda o algún otro lugar del cuerpo.

En ese momento yo me sentí confundida por que me había agradado hacer ese tipo de caricias y más cuando ella me pidió que le diera más, por lo que me dediqué unos minutos a esa zona dando masaje circular y aceitando un poco el hoyito introduje un poco uno de mis dedos hasta que se tensó y vino un relajamiento de su parte. Cuando le pedí que se diera vuelta acaricié sus senos de una forma que ya no parecía masaje sino cachondeo y al llegar a su pubis me tomó la mano e hizo que la masturbara sin oponerme yo a ello, ya que lo estaba disfrutando. Bueno terminé con ella y le pedí al marido se colocara boca abajo para empezar y ahí todo fue normal hasta que le pedí que se volteara. Como siempre en la mayoría de los masajes que son "profesionales o serios" no se incluye sexo, la penúltima parte que se atiende es la de los genitales y ahí lo más que sucede son si acaso ligeros roces de la mano con el pene, pero aquí como siempre los hombres que como son cabrones se les para inmediatamente y quieren más. En lo particular si yo veía a una persona decente, guapa y sobre todo con un instrumento que me gustara, era yo quien provocaba alguna situación y si con eso me ganaba unos pesos más, pues que mejor y aunado a lo que acababa de hacerle a la mujer pues pensé que no habría problemas, así que haciendo como sin querer, a la hora de masajear las piernas por delante rozaba su escroto o con el antebrazo me recargaba a lo largo de su verga, hasta que logré levantar el instrumento y de vez en vez con el pretexto de dar masaje en el otro lado lo cogía completamente y se lo movía al lado opuesto y con la otra mano daba masaje en la zona de su culito (cosa que más de cinco les encantaba).

El señor me comenzó a tocar las chichis y con la poca visibilidad a causa del vapor lo miré a la cara y solo me sonrió. Continué con mi masaje y dejando que me bajara la parte superior del traje de baño para un mejor manoseo de mis chichis, que ya para ese momento me tenía muy caliente, cuando de repente la señora se acerca a nosotros para ver a su marido quien estaba a punto de venirse con sus ojitos cerrados y yo estando agachada con mis tetas a 10 centímetros de la punta de su verga esperando a que se viniera en ellas, le empieza a gritar "HIJO DE LA CHINGADA" QUE TE CREES? no me respetas ni por que estoy enfrente de ti, y en ese momento el señor se levantó asustado del camastro y salió corriendo del vapor y su señora persiguiéndolo se fue detrás de él hasta la calle insultándolo

Jajajajajaja, fue la respuesta de los presentes y ya una vez relajados, Julia me pregunta si mi marido sabía de ese trabajo, a lo que contestando de manera afirmativa igualmente comenté que en ese aspecto no teníamos secretos y que éramos bastante abiertos en ese sentido, que no teníamos problema.

Después de otros tragos y ya siendo de madrugada, Alberto se quejó del golpe que se dio un rato atrás en la pierna, y que si abusando de mi amabilidad y con el permiso de Juan y toda vez que yo era masajista profesional le podría tratar de aliviar el fuerte dolor que tenía, entonces Julia igualmente me lo pidió pero viendo a mi esposo, por lo que la respuesta de ambos inmediatamente fue que sí que donde quería. Me contestó que en su recámara, por lo que los cuatro nos dirigimos hacia allá.

Le pedí que se quitara el pantalón, por lo que Julia lo ayudó y una vez preparado, pedí que me dejaran solo con él. Julia y Juan se retiraron y le pregunté a Alberto con tono pícaro que donde le dolía y me dijo que en la ingle, por lo que me puse aceite en la mano y comencé a masajear la zona y con toda premeditación rozaba su enorme bulto envuelto por un tanga color carne hasta que comenzó a dar respuesta de estar vivo y Alberto solo ponía cara de menso insistiendo en que el dolor aumentaba, por lo que le dije que le quitaría el tanga para no mancharlo y poder trabajar mejor. Acto seguido en el momento de bajarle el tanga, brincó un descomunal aparato, mucho más grande que el de mi Juan, por lo que me empecé a mojar toda y mis pezones se pararon y se notaban por que no traía sostén. Le pedí que abriera un poco las piernas y que me dijera exactamente en donde le dolía más, por lo que tomó mi mano con su mano y la llevó a la parte inferior de sus huevos y me dijo desde aquí hasta acá llevando mi mano por todo su miembro hasta la punta de este. Entendí perfectamente y le dije que no se preocupara que haría mi mejor esfuerzo en que mejorara. Comencé por la parte de los muslos con un suave masaje que poco a poco iba subiendo hasta la zona del pubis, con movimientos suaves y circulares me iba acercando a la "zona" pero sin llegar a tocar nada, provocando en mi paciente ligeras contorciones en la pelvis, se veía que le agradaba.

Luego pasé al abdomen sin haber tocado su aparato, y ya para entonces le pregunté que como se sentía, a lo que me contestó que bien pero que abajo le seguía doliendo mucho. No lo hice esperar más y regresé suavemente haciendo cosquillas sobre el vello púbico hasta llegar a la base de su verga. Lo rodeé con mis dedos y suavemente comencé un ligero sube y baja sin llegar a la punta; luego con la otra mano comencé a estimular la bolsa de sus huevos alcanzando a escuchar ligeros gemidos de placer y aprobación a su malestar. Me pidió que continuara así, por lo que el masaje de los huevos sin interrumpir el de la verga lo dirigí hacia su esfínter. Para esto la mano izquierda de Alberto me empezó a acariciar mis tetas por encima de la ropa y en especial mis pezones, yo solo lo miré a la cara y le sonreí en señal de aprobación. Continuamos de esta manera por varios minutos sin percatarnos ambos que estábamos siendo observados por nuestras respectivas parejas quienes se encontraban parados junto a la puerta hasta que escuché un ruido proveniente de la entrada del cuarto que me hizo voltear y pensé "EN LA MADRE YA ME DESCUBRIERON", pero lo que ví es que Juan se encontraba muy pegado a Julia desde atrás sobando una de sus chichis y con los ojos cerrados y ella empujando su culo hacia Juan y con cara de contenta, por lo que no me quedó de otra que invitarlos a que se unieran a nosotros. Los cuatro sin ponernos de acuerdo y sin haberlo pensado nos encontrábamos en una situación de lo más cachonda y cuando Juan empezó a desvestir a Julia pude observar que tenía unas tetas preciosas, pero lo que más me llamó la atención fueron sus pezones color rojizo y de un tamaño mayor a los míos en forma de biberón.

Alberto sugirió que pasáramos al jacuzzi y ahí platicáramos. Paso seguido una vez desnudos los cuatro nos sentamos en la tina y Juan le preguntó a su amigo que cómo había estado el masaje, a lo que éste contestó que de maravilla, que lástima que se había interrumpido alo que inmediatamente contesté que no se preocupara, que si quería en ese momento lo continuábamos. Nos miramos los cuatro y Juan me dijo que adelante que no me preocupara y Julia le hizo segunda, por lo que le pedí a Alberto que nos regresáramos a la cama para continuar. Una vez acostado Alberto, con la verga bien parada y húmedo por haber salido del agua, me puse nuevamente aceite en las manos y me dediqué a acariciar esos huevos riquísimos y ya sin pena alguna, con la lengua hice círculos alrededor de su prepucio y luego como caramelo me lo metí todo en la boca. Alberto me tomó con sus manos de la cabeza y me acariciaba la nuca y las orejas, me hablaba muy tierno y me confesó que había sido la inspiración de muchas chaquetas y que en varias ocasiones mientras cogía con julia pensaba en mí. Eso me calentó sobre manera y más cuando escuché unos gemidos cerca que provenían del jacuzzi, y volteé, ví que mi Juan estaba besando el pezón izquierdo de Julia y con toda seguridad también le estaba dando dedo por debajo del agua, por que lacara que tenía ésta era de puro placer. Sin esperar más, me subí en Alberto y muy lentamente cogí su verga con la mano y me empecé a frotar con su punta la entrada de mi puchita, como si fuera un consolador mientras Alberto me sobaba las tetas; así estuve un rato hasta que no pude más y lentamente me fui sentando sobre esa maravillosa y gorda verga introduciéndola en lo más hondo de mi ser.

Los movimientos al principio eran lentos aumentando cada vez hasta llegar a un orgasmo increíble, pero Alberto todavía no terminaba, entonces me pidió que me pusiera a cuatro patas y él me empezó a sobar las nalgas mi conchita hasta que me empezó a masajear el culito. Como yo estaba muy lubricada, primero me metía un dedo por la vagina y luego lo sacaba para acariciarme el ano; metiendo una falange primero luego dos entrando y saliendo logró que me viniera nuevamente y por fin casi gritando le pedí que me metiera la verga. Cogió el frasco de aceite que se encontraba en la mesa de noche y se untó en todo el miembro para después con su mano me lubricó la entrada del chiquito y como ya lo había trabajado, la dilatación que tenía facilitó sin causarme daño alguno la entrada de ese trozo de carne. Nunca había gozado tanto el sexo anal como en esa ocasión, Albero era un maestro en este tipo de penetraciones, ya que muy lentamente entraba y salía mientras me sobaba las tetas y apretaba mis pezones. Así estuvimos hasta queme avisó que se venía, le pedí que lo hiciera dentro pues quería sentir su lechita en mis entrañas. Juntos llegamos a un orgasmo ruidoso y placentero, nos dejamos caer en la cama rendidos por el cansancio y el sudor después de una gran cogida.

Lo que pasó con mi Juan y Julia se los contaré mañana en la segunda parte de este relato, por que en este momento tengo unos pendientes que terminar y que no finalicé por escribir estas líneas. Espero que haya sido de su agrado y ojala se tomen la molestia de escribir sus comentarios.