Una mañana solo en casa
Una mañana solo en casa, y después de despertarme con calentón, decido masturbarme. a lo largo de la mañana iré experimentando distintas situaciones.
Estaba en la cama todavía. Eran las 9.30 de la mañana y hacía 10 minutos que había sonado el despertador. No tenía ganas de levantarme. Ese día estaba solo en casa, pues mis padres se habían ido a desayunar y luego a comprar, por lo que estaría toda la mañana solo.
Era un día de junio, por lo tanto, solo llevaba unos calzoncillos de color negro para dormir, pues sudo mucho y me gusta estar fresquito y relajado. Me giré y me puse boca arriba, mirando al techo, con las piernas abiertas y con los brazos abiertos también. Suspiré. Llevé mi brazo derecho a mi paquete y empecé a masajearlo, a tocarlo, a apretarlo. Quería empalmarme. Y así lo hice. Se me puso morcillona enseguida. Seguí haciendo lo mismo con ese brazo, mientras, con el otro, me acariciaba el pecho. Pasaba mis dedos por mi pecho, mi pecho peludo. Estiraba un poco los pelos, que siempre me ha puesto bastante. Me toqué un pezón, lo acaricié, lo apreté y tiré de él. Ya la tenía casi dura.
Me quité los calzoncillos. Estaba tumbado en la cama y mi polla apuntaba al techo. Estaba ya dura. Como tengo mucho prepucio, empecé tirando de él un poco, jugando con él. Siempre me ha puesto muy burro jugar con mi prepucio, así que así seguí. Lo bajé y vi mi capullo, rosadito, esperando echar un montón de leche. Lo subí y tiré de él, jugué con él. Pasé mi otra mano por mis huevos. Los acaricié, los magreé, toqué cada uno de los pelos negros que tengo ahí. Tiré de los huevos, pues siempre me ha puesto mucho y mi polla parece más grande también, pues el prepucio se echa hacia atrás. Cogí mi polla y la agité un poco. Llevé mi mano a mi pubis: un montón de pelo negro muy rizado. Pasé mi mano por ahí y cogí todo el pelo que pude y empecé a acariciarlo.
-Mmm uh – dije yo con la boca cerrada, pero gimiendo.
Empecé a masturbarme. Cogí mi polla, un poco pequeña, bastante menos que 17 cm (xd), pero gorda y juguetona y empecé a bajar y subir mi prepucio. Oh, qué gusto daba eso. Siempre me ha gustado mucho pajearme en la cama, con nada de ropa, con las piernas abiertas. Mientras con una mano me pajeaba, con la otra me acariciaba los huevos, el pubis, el pecho. Finalmente, llevé esa mano a mi perineo, y después a mi culo. Empecé acariciando mis nalgas, no muy peludas, y me metí el dedo entre ella. Acaricié mi ano, bastante peludo. Empecé a pajearme más fuerte.
-Ah, oh – solté yo cuando introduje un dedo en mi ano mientras me pajeaba. Saqué el dedo.
Me levanté. Me puse a cuatro patas y pegué mi cara al colchón. Me azoté el culo muy fuerte. Di cachetes en mis nalgas hasta que me salió una gotita de líquido preseminal de mi capullo. Supe que era la hora. Abrí el cajón de mi escritorio y saqué un cepillo que tenía. Este cepillo tiene el mango/rabo largo y muy gordo, así que desde que lo encontré en el baño, me lo he apropiado y lo uso como dildo. Cogí también un poco de vaselina y unté un poco en mi ano y un poco en el cepillo.
Me tumbé en la cama y subí mis piernas hacia arriba. Jugué un poco con mi ano con el cepillo y me lo metí, poco a poco. Me lo metí casi entero, pues hay una parte que está rota y que no me quiero meter.
-OH, AH, ooooooooh – gemí yo mientras me metía el cepillo y con una mano me acariciaba la polla y los huevos. Estuve así varios minutos, horas llegaría a decir.
Cambié de postura y me puse a cuatro patas. Oh dios como entraba.
-Oh, JODER, ahhhhh. Qué bien me follas, Gorka – gemía yo mientras fantaseaba. Gorka es un chico que iba a mi clase el año pasado y que era perfecto. Desde el primer día en que lo vi quise follarmelo, y ser su novio, pero por muchas cosas, todo se quedó en mis ganas, así que siempre que me masturbo fantaseo con él y con su gran polla peluda (que seguro que tiene). Estaba súper nervioso, mi corazón iba a mil. Pensar que él me estaba follando me ponía a mil, me ponía muchísimo.
Me volví a girar y me puse en la postura en la que estaba antes. Empecé a meter el cepillo más rápido y más fuerte y más agresivamente.
-AH, AH, AH, AH, AH, OH, OH, OH, - gemía yo efusivamente y con un tono de ‘’me corro’’.
Me corrí. La corrida cayó en mi pecho, en mi pubis, y en mi mejilla. Estaba con las piernas hacia arriba, con un cepillo metido en mi peludo ano. Cogí la corrida y me la llevé a la boca. Qué caliente y que buena estaba. Moví un poco el cepillo a modo de masturbación anal y al final lo saqué. Fui al baño y me limpié. Volví a mi habitación para vestirme i vi el reloj quee tenía la lado de la cama. Eran las 12.