Una mañana inolvidable
Relato en primera persona. Un hombre se despierta junto a su compañera, y consigue convencerla de tener una menos tranquila de lo inicialmente planeado.
La claridad de un nuevo día me despierta dejando un sueño a medio terminar y una neblina en la mente típica de todos los despertares, donde tienes dudas de hasta quien eres. Un intento de estirarme se ve impedido por la presencia de una segunda persona en la cama, al irse disipando la niebla recuerdo quien soy y quién es esa mujer que yace a mi lado. Me acerco a ella y agarro un mechón de su largo pelo, es inexplicable lo bonito que lo tiene y como consigue que siempre huela bien, disfruto ese tacto unos segundos y luego paso a abrazarla. Tiene la camisa un poco levantada por lo que mi mano toca directamente su vientre, le doy un beso en la espalda, y ahora es ella la que se hace las preguntas de quien és y donde está mientras la neblina se disipa. Hundo la cabeza en su pelo y la acerco más a mí, esto parece responder ya a muchas de las cuestiones que una mente aún dormida se plantea, ella se da la vuelta, me sonríe y me da un beso de buenos días.
Estamos cara a cara, adormilados, pero con las manos entrelazadas y a cierta distancia, es un acto simple de "quiero estar cómodo, pero necesito saber que sigues ahí". Aunque para mí que ya he pasado el punto de poder volver a conciliar el sueño no es suficiente, así que le digo que se dé la vuelta y la abrazo de nuevo desde atrás. Esta vez me pego a ella para notar los ángulos de su cuerpo: la ligera curvatura de la espalda por mi torso, la forma de sus caderas en mi mano, y las dos marcas de su culo en mi entrepierna con mi miembro en el medio. Este último detalle no pasa desapercibido a mi ya despierta mente, que empieza a darle vueltas a la situación del resto de curvas sugerentes. Paso la yema de mis dedos por encima de su camisa, la ondulación de los senos parece que le den otro tacto, más psicológico que físico, una pequeña protuberancia en medio de su pecho impide el avance de uno de mis dedos y consigue que mi compañera se mueva un poco, ha sido una sorpresa para su mente dormida el tener que lidiar con esa sensación. Se que a ella no le importaría dormir, pero mi cuerpo demanda unas atenciones, y aunque el egoísmo no esté entre mis defectos, la lujuria si que lo está. Esta vez le agarro un pecho, el cual mi mano no es capaz de abarcar por completo. A su vez meto la otra mano en sus pantaloncitos, solo de aviso, sin llegar a entrar por completo.
El tacto es agradable por encima de la camisa, pero como se suele decir: el contacto directo es siempre mejor. Cuelo la mano por el cuello de su camisa para saborear su piel. El pecho es blando al tacto, pero lo que más aviva las llamas que crecen dentro de mí es el pezón, ya duro, que dificulta el paso de mis dedos por la superficie. Lo aprieto entre dos dedos y eso la acaba de despertar, se gira rápidamente sorprendiéndome y dándome un golpe en el pecho, solo para acto seguido agarrar mi entrepierna y decirme medio enfadada medio jugando:
-Ya que no me dejas dormir espero que valga la pena.
-Por supuesto que la valdrá.
En este punto parece que actúo más por instinto que por voluntad propia, la recuesto para que este estirada en la cama con mi brazo como almohada. La beso con ganas mientras levanto su camisa para dejar al descubierto su mitad superior hasta la clavícula. Sus pechos están ligeramente deslizados en dirección a la inclinación de su torso lo que parece que los haga más pequeños de lo que en realidad son, al agarrar uno lo demuestro, sobra carne por todos lados. Esa visión parece que nos enciende a ambos, porque acabamos besándonos con más intensidad que antes, dejando que nuestras lenguas bailen entre una boca y la otra, aunque intento que se le escapen gemidos al apretar el pezón con ganas, solo consigo un estiramiento breve de su cuerpo para que luego me agarre del cuello y me haga besarla más apasionadamente.
Intento colar la mano en sus pantalones para comprobar su grado de excitación, pero con un giro de caderas ella prohíbe que concluya mi tan noble misión. Solo consigo que ella tome la iniciativa y se cuele en mi pantalón, agarrando mi ya totalmente erecto miembro. Empieza a tocarme y esta vez acabo yo recostado, saboreando las sensaciones. Parece que el hecho de que me haya sometido le gusta, porque mientras me toca aprovecha para juntar mis manos y agarrarme las muñecas. No sería difícil liberarme... ¿Pero para que voy a hacerlo?
Ella mira mis reacciones mientras su mano se desliza por la longitud, intento mantener el contacto visual, pero si quiero saborear al completo la sensación lo mejor es cerrar los ojos. El placer parece que recorra mi cuerpo más que solo centrarse en la parte sensible.
Va bajando el ritmo poco a poco hasta detenerse, ahora juguetea con mi ombligo mientras me mira de abajo a arriba, sus ojos pasan por mis pantalones, un poco bajados para que no sea incómodo, por mi miembro, palpitando al ritmo de mi pulso, por los dedos con los que juguetea con mi ombligo, y mi pecho. Parece encontrar algo interesante porque se recuesta un poco, sin soltar mis muñecas (parece que aún quiere demostrar cierto control sobre mi persona) y empieza a lamer mi pezón, la sensación es agradable pero superficial. Hasta que no empieza a masturbarme de nuevo no hay una clara diferencia. La suma de las sensaciones da más de lo que debería, y esa idea de ir al acto final pasa por mi cabeza. Pero he dicho que valdría la pena. Así que para liberarme le digo:
-Cómeme entero.
Me mira un tanto sorprendida por la petición, seguramente sabe que me estaba haciendo disfrutar mucho. Pero aún así me muestra una sonrisa pícara, se apoya en mi (impidiendo que vea lo que hace), y acto seguido empiezo a notar un tacto húmedo en el glande. La sensación se desliza por mi pene, humedeciéndolo, mientras una mano aprisiona mi escroto y juega con los óvalos de su interior. La humedad va dando vueltas alrededor de mi sexo, para acabar donde empezó, en la punta de mi glande, en ese punto golpea repetidamente la zona, como si quisiera acabar de despertarla, y ahora es su boca la que contiene mi miembro.
El tacto de su mano era rudo en comparación con la suavidad de su cavidad bucal. Mueve la cabeza poco a poco mientras su lengua juega con mi miembro. Aprovecho una pequeña pausa para agarrar su culo, de esos blandos que dan ganas de usar de almohada. Paso la mano por el valle y toqueteo su agujero. Interpreto la ligera mordida como una señal de no seguir por ese camino. Otro día será. Esta vez si puedo comprobar su humedad, está más que lista para aceptar algo más que un dedo; así que entran dos. Es agradable el darse placer el uno al otro, pero en esta situación ella es la que menos recibe y eso debe arreglarse. La agarro del pelo y hago que se me trague entero, eso hace a la vez que disfrute de un último momento y que ella no parezca tener más ganas de seguir. Recalco el parezca de nuevo antes de decir que volvió a comerme entero y esta vez con movimiento añadido. He de admitir que es un placer más visual y por el hecho de lo que hace que por el placer que se siente en sí mismo. Aún así, ya sea físico o psicológico, el placer es placer.
Después de un último "trago" nos buscamos en un beso. No entiendo cómo puede haber personas que después de que su pareja les haga algo como esto no puedan besarla, un mínimo de higiene y ya no os importará nada. Los dos estamos tremendamente excitados, lo veo en su mirada, o más bien lo intuyo, porque la excitación me envía en otras direcciones. Ella parece leerme la mente, se pone encima mío mientras yo coloco mi miembro en posición. Enseguida noto la humedad calurosa de sus adentros, y como sus paredes parecen dar la bienvenida. Este momento se alarga, yo dentro de ella evitando moverme, excitándome con la idea mental de lo que puede pasar. Al final nos tomamos las manos y ella empieza a moverse de arriba a abajo lo más rápido que puede. Se siente encantadoramente bien. Sé que si me moviera yo disfrutaría más del acto, pero de esta manera ella consigue dar en los puntos que más le apetezca.
Pero la postura no es cómoda y el esfuerzo hace que se canse. Apoya una mano a cada lado de mi cabeza y continúa moviéndose como puede. La ayudo un poco tanto para que ella como yo lo sintamos mejor. Pero he de decir que busco más, la agarro fuertemente del culo y empiezo a moverme más rápido. Pasa a abrazarme y a jadear en mi oreja, lo que me excita aún más, y por lo tanto, aumenta mi ritmo.
Mis caderas la golpean cada vez que entro de golpe, evito que bote al mantener su culo en alto. Y no puedo evitar volver a pensar en su otro orificio, humedezco uno de mis dedos rápidamente y mientras la aprieto contra mí con un brazo hasta dos falanges entran aún manteniendo el ritmo en su agujero "convencional". ¿Su respuesta? Se aferra con aun más fuerza, clavándome las uñas, y muerde mi cuello. Pero no me dice en ningún momento que pare, y sinceramente la situación me pone. Desde su ano noto como mi miembro golpea su interior.
Pero poco a poco pierdo energía, lo quiera o no he de parar. Al hacerlo nuestros cuerpos se relajan y aún jadeantes cambiamos posiciones. Se tumba a mi lado y entro de nuevo, no es una postura para seguir, sino más bien una de descanso. No me muevo apenas, lo justo para mantener la excitación de ambos, nos besamos y agarro de nuevo sus senos. Me encanta abarcarlos mientras aprieto el pezón entre dos dedos.
Tras esta pequeña pausa, llegó el momento de la gran atracción, ella con el culo en pompa me invita a entrar. ¿Qué clase de caballero sería si no aceptase tan atrevida e interesante propuesta?
Obviamente su cavidad sigue tan húmeda y caliente como hace unos instantes, pero en esta postura se siente como si abarcara más, voy poco a poco en un inicio y aumento el ritmo gradualmente. Según voy avanzando ella pasa de estar a cuatro patas a aferrarse a las sábanas, incluso llega a morder la almohada para evitar que se escapen los ya demasiado sonoros gemidos.
Pero hasta ella parece tener sus límites, manda todo a la mierda y me pide que la folle más fuerte, como era de esperar eso alimenta la llama de mi interior y efectivamente eso hago, agarrándola de las caderas la golpeo desde dentro con todo mi miembro. Bajo el ritmo un poco para darle dos cachetes rápidos que la hacen gemir y agarrar las sábanas (que ya empiezan a salirse) con más ganas.
Una idea pasa por mi mente y la realizo al momento, salgo de golpe y antes de que pueda quejarse lamo su ano. Mi lengua nota como está abierto más de lo que debería, lo humedezco rápidamente, lo que provoca que mi compañera contenga algunos sonidos. Mi lengua entra en ella levemente y hace aún más grande el orificio. En este punto tengo más que claro que quería que pasara desde un inicio, lo que no se en qué momento de la noche se preparo para repetir la experiencia. Pero eso da igual ahora mismo, sigo lubricando y agrandando, y solo con la idea de lo que está por venir mi miembro tiene espasmos, como pidiendo que se haga realidad ese pensamiento.
Me pongo en posición y empiezo a entrar, la lubricación y que ella abra la zonas con las manos ayudan a la entrada inicial, la más difícil, luego se desliza entero hasta la base con una facilidad increíble (ya lo dice el refrán: con paciencia y saliva el elefante se la metió a la hormiga). Las paredes aprisionan mi miembro y cada movimiento, al estar más apretado, se siente con intensidad. Al comienzo sus expresiones parecen una mezcla de placer y dolor. Pero poco a poco gana el placer, lo que me permite aumentar el ritmo.
Sinceramente no se qué efectos causa este tipo de penetración en ella, pero de esta manera se siente como si me exprimieran. Noto el deseo de expulsarlo, y teniendo poca consideración por la delicadeza de la zona, la doy por culo como si no hubiera un mañana. Al principio sorprendida y después extrañamente sumisa ella consiente la situación y parece aceptar todo el dolor que pueda tener después a cambio de este momento de placer. Busco el orgasmo con ganas y al poco tiempo lo empiezo a notar. Pero esto es un juego en que deben de ganar las dos partes, nada más notar el punto de no retorno, la levanto de su posición con el culo en pompa y la aferro contra mí. Con una mano agarro fuertemente un pecho y con la otra estímulo lo más rápido posible su clítoris. Muerdo su cuello, retuerzo su pezón, la sigo penetrando a un ritmo más lento pero constante mientras noto como va avanzando mi corrida por el conducto.
Mi objetivo parece cumplirse, ambos llegamos más o menos a la vez, al notar mi semen en sus adentros, y como mi miembro se tensiona para liberarlo, ella suelta un grito lleno de placer mientras me agarra del pelo. Empezamos a temblar los dos, ella se deshace y acaba de nuevo con la cabeza entre las sábanas con mi miembro cada vez más flácido en su ano, mientras las últimas gotas huyen de mi.
Al final se derrumba, y al acabar de salir mi miembro, se escapa de sus adentros gran cantidad de mi simiente, que ensucia una cama que igualmente iba a necesitar un lavado, después de todo el sudor y fluidos varios que han surgido durante el acto. Un último beso da por terminada una de las mejores mañanas de mi vida.