Una mañana de domingo
La chica del relator se mete en el vestuario del equipo contrario...
UNA MAÑANA DE DOMINGO
Habitualmente los domingos por la mañana solemos jugar al fútbol los coleguitas de toda la vida, desde hace años, desde muy jovencitos. Antes solos y ahora con las mujeres y novias, después del partido las cañas y el aperitivo.
Todo lo que voy a contar ocurrió hace unos meses, jugábamos en el campo del barrio y como cada domingo alguien se tenía que quedar a recoger y asear las instalaciones. A mí se me había olvidado que esa semana era yo el responsable de campo y el resto del equipo con sus respectivas se fueron al bar que nos patrocina a tomar las cañas, además habíamos ganado 3-0 al eterno rival y había ganas de celebrarlo con lo que salieron volando de allí.
Mi novia se quedó fuera esperando pero la cosa iba para largo por que el equipo rival debía utilizar nuestros vestuarios ya que el vestuario visitante estaba en obras, lo cual iba a tardar más de lo normal e Ivana, mi novia no lo sabía. El caso es que debió cansarse de esperar y entró a buscarme, quizá como hubiese hecho yo debido a la tardanza.
Yo estaba fregando un poco los aseos y aún quedaban chavales del equipo contrario en la ducha, les quedaban pocos minutos para salir pero escuché su vocecilla:
¿Antonio?-
Dime.- contestó raudo alguien que no era yo y debía ser tocayo mío.
Ella enfiló confiada hasta el final del vestuario, hasta donde no se veía por el vapor de las duchas.
-¿Que te queda?-.
Supongo que el tal Antonio se dio cuenta que esa no era su pareja al igual que mi novia se dio cuenta que no era yo, cuando respondió un enérgico "nada".
Yo asombrado y algo superado, la dejé hacer y subido en el wc, saqué la cabeza por encima y me coloqué en posición de observar el panorama.
Allí estaba Ivana, frente a una inmensa nube de vapor a través de la cual no se observaba nada; de repente un tipo de uno metro ochenta y tantos y completamente desnudo salió de la neblina, otro orondo, feo y calvete, algo más bajito, hizo lo mismo.
Un tercer tipo de unos cuarenta años y de color, con una toalla enrollada a su cintura salió el último y digo esto por que las duchas dejaron de verter agua.
Ese fue el momento en el que mi corazón comenzó a latir de más, supuse que Ivana debía disculparse y salir echando leches de aquel vestuario pero se quedó petrificada ante el panorama y no se podía mover, volvió a repetir:
¿Antonio?-.
Yo me llamo Antonio precios-. Dijo el tipo alto y delgado de unos treinta y pocos años y de enorme miembro.
No se quién es, ¿pero si te sirvo yo?-.
En aquel momento un hombre de unos sesenta años, que era el entrenador entró en el vestuario. Vio el panorama y comentó a los chavales:
¡Que hacéis!, dejar a la muchacha.- y prosiguió;- anda mona sal de aquí antes de que estos capullos se les vaya la cabeza.
Pero mi novia seguía sin reaccionar, a lo que el tipo de color le contestó al entrenador:
Mister déjala ves que está tan a gusto aquí con nosotros-. Mientras se reía.
Vosotros mismos-. Dijo el hombre y con un caminar renqueante enfiló hacia la salida y antes de llegar el tipo gordo le aconsejó amablemente que cerrase la puerta con llave.
La estúpida de ella, más nerviosa que consciente solo se defendió con una sonrisa de cría inocente, lo que para el entrenador fue un síntoma de complacencia con lo que la iba a ocurrir.
Se la notaba bastante rígida y yo desde las alturas oculto casi en la escayola del baño, deseaba ver a mi chica, ver como reaccionaría y para saber con quien me iba a casar el mes siguiente.
El tipo orondo se colocó detrás de ella y el alto delante, el negro se sentó en los bancos de madera y le mostró el enorme trasto que ocultaba debajo de aquella toalla azul, una tranca semierecta que incluso a mí me cortó la respiración.
Mi chica, más ausente que presente y sin ser consciente, al menos eso creo, de lo estaba sucediendo, miró al tipo de color y sin poder evitarlo centró su atención en la entrepierna de aquella persona. El tipo alto comenzó a comer su nuca y aquello a Ivana le ponía a mil, mientras le preguntaba si le gustaba lo que estaba viendo.
Con mi niña inerte, el chico alto cogió la mano de mi novia y se la llevó a su entre pierna, Ivana comenzó a sobar con cierto reparo de primeras, una minga blanca como la cal y larga como una estaca, al menos dos veces lo que ella está acostumbrada a tocar.
En ese momento me dí cuenta de que mi chica no iba ha salir de allí voluntariamente, su metro setenta y su melena morena y larga, comenzó a ocultarse en el pecho del tipo orondo y solo pude apreciar que ella lamía con cierto erotismo el peludo pecho del chavalito alto. El gordito, desde atrás comenzó a magrearle su culito, ella llevaba aquella mañana mono vaquero, cuya falda le llegaba a media pierna y que en breves segundos se elevó hasta su espalda, con cierta habilidad el tipo que acosaba por detrás bajó hasta sus tobillos unas braguitas de color blanco nuclear, dejando su culo precioso y respingón culito a su merced.
El tipo alto comenzó a besarla y a meterla lengua hasta parecer ahogarla, desabrochó los dos botones del mono vaquero y este calló lentamente hasta hacer compañía a las braguitas en sus tobillos. La única prenda que le quedaba aquel chaval llamado Antonio era un sujetador de la talla cien copa c color blanco, que desabrochó con maestría y cogiéndolo con una mano se lo lanzó al negrito que estaba sentado en el banco más tieso que una vela, con un nardo que rozaba los veinte centímetros.
El tipo orondo dejó de acosar su trasero y se colocó al lado de su compañero de equipo, entre ambos bajaron a mi novia empujándola de la cabeza, tirando de su larga melena morena hasta arrodillar su metro setenta, las pollas de sus violadores quedaron a la altura de sus fauces de loba y aunque juraría que no lo haría, lo hizo. Abrió ebria de sexo su boquita de piñón y se introdujo la polla pequeñita y gorda del primer chico. Comenzó despacito y terminó chupando como una profesional del sexo, como jamás me lo había comido a mí, luego sin soltar la polla corta y gorda, amarró con firmeza la del chico delgadito que tendría unos dieciocho centímetros y se la fue tragando con ansia hasta que tocó su campanilla y dio una arcada, en ese punto y comenzando a babear, Ivana comenzó alternando una y otra, incluso intentó sin éxito tragarse los dos pollones de golpe. Desde mi posición se advertía que la entrepierna de mi chica brillaba y no por la humedad del sudoroso vestuario masculino, pude ver sus pechos de talla cien erectos y duros como ni había conseguido ponérselo ni con hielo, estaba excitadísima.
Ivana cogió a los dos machos por sus miembros los llevó al banco, ella se sentó en las rodillas del chico negro y a los otros los sentó a ambos lados, comenzando a masturbarles de una manera frenética. Las caras de los chicos eran un poema, las pequeñitas y ágiles manos de mi chica, que tantas veces me saciaron, se movían con locura arriba abajo, descarnando los pellejos de otros hasta llevarlos a la locura. Ella gemía sin ser tocada, parecía estar disfrutando como ellos ó más solo de la masturbación y en un arranque de locura el tipo gordo se levantó y cogiéndola de la cabeza introdujo su ancha estaca en su boca hasta correrse a gritos violentos en sus entrañas, mi novia no hizo mas que tragar con placer lo que el tipo le ofrecía y al instante se inclinó a su derecha para esperar la vaciada de la polla larga y fina de su otra mano, sacando una enorme lengua que hasta yo desconocía que ocultaba en tan minúscula y fina boquita.
El tipo negro la cogió como si se tratase de una muñeca puesto que pesa unos cincuenta kilillos y se la colocó sobre su vientre, la polla del negro, totalmente erecta casi le llegaba a sus pechos, el contraste de sus blancos pechos y sus oscuras manos daban aquello un aire exótico que me provocaron un orgasmo sin tocarme allí subido en el wc me puse los calzones hasta arribota de leche.
Casi al misma vez que yo, el tipo largo se puso de pié y apuntando su pollón hacia abajo regó la lengua de Ivana de su condensada leche, ella como una posesa se tragó todo lo que pudo y lo que resbaló no dudó en recogerlo con sus manos y servírselo de nuevo, desde mi posición pude ver el brillo de su entre pierna, se había corrido como una posesa y aquello resbalaba por los flancos de sus finas piernas, entre medias de sus piernas sobre salía la polla del negro que parecía rozar sus pechos sin esforzarse, parecía superpuesta sobre el vientre de Ivana.
A los pocos segundos de tomar un poco de aire, los dos tipos levantaron a Ivana de las piernas y en el aire se dispusieron a masturbar a su compañero negro con mi chica. La fueron bajando despacito mientras el moreno se agarraba la base de sus veinte centímetros con las dos manos, aquello empezó entrando bien y ella empezó a gemir de placer pero a la vez que bajaba más su rostro empezó a distorsionarse, el dolor era inmenso pero no quería que frenara aquello, por que a pesar del dolor ella seguía pidiendo más a la vez que sacaba su lengüita a pasear por el borde de sus labios. Los salvajes que la sujetaban la soltaron de golpe y la estaca negra entró integra en su débil cuerpecito. Se quedó clavada en aquello tomando aire entre las risas nerviosas de los chicos, ella con una mano se agarró al brazo del orondo por un lado y al del largo con la otra y colocando las piernas en el banco comenzó a cabalgar al negro del revés, mezclando gestos de placer intenso con dolor extremo.
Así estuvo un buen rato, gritando fuertemente y acallando los leves gemidos del chico que estaba apunto de correrse, estaba en un estado de clímax que jamás soñaría alcanzar con nadie en su vida.
Y de esa manera la vi correrse a chorros, como había visto en Internet algunas actrices, empapó los huevos negros de su follador compañero y este con los ojos vueltos descargó dentro de ella. Cuando se levantó del chico, la imagen se me quedará grabada para toda la vida, dos tipos poniendo sus vergas a tope a los lados de ella y ella sobre una polla enorme que había conseguido clavarse hasta lo mas hondo de su ser. Sus piernas parecían tambalearse y estaban empapadas en su parte interna y de su coño semipoblado caían hilos de blanca lefa y goteaban sobre la ropa sucia de aquellos futboleros.
Se bajó del banco y miró a los tres, luego se metió debajo de la ducha se despejó un poco, parecía una enana en tres enorme tipos. Volvió a la zona de los bancos después de enfriarse un poco y tras mirar el reloj tomo aire y cogió un frasco de gel con el que embadurnó su trasero. Había perdido la vergüenza y yo diría que hasta la cabeza, subió al tipo gordo al banco y sentó al larguirucho, se colocó a horcajadas sobre el que estaba sentado se introdujo ella solita las estaca del chaval hasta lo mas profundo no sin gemir varias veces, tras besar la colita del gordito comenzó a felarla lentamente hasta volver a ponerse a mil. Después de un largo rato intensificó sus sacudidas y nos dejó a todos de piedra cuando sacó la tranca de su boca y dijo:
Tú negro, párteme el ojete.- Volviéndose a refregar bien de jabón.
Yo estaba alucinando y el chico de color más, aquellas palabras pusieron al chavala cien y su monstruosa herramienta enfiló hacia el mínimo esfínter de Ivana. Cuando aquello comenzó a entrar el negro no daba crédito y ella sin para de gritar de dolor le obligaba con una de sus manitas a que empujase mientras le apretaba uno de sus negros cachetes.
El sanwichd que se estaba marcando posiblemente no lo había visto ni en las mejores películas pornos y allí estaba mi novia poniéndome los cuernos con tres desconocidos y eligiendo la polla más gorda para desvirgarse del culo, ¿qué habría hecho yo mal?.
El negrito la levantó en el aire y los otros dos se corrieron en ese momento de puro morbo, se estaba follando a una tía por el culo de pie. Ivana solo podía gritar, seguramente la estuviesen escuchando fuera del pabellón, fueron moviéndose hasta que se agarró a la pared y allí después demás de veinte minutos de violentas embestidas, el chico negro se volvió a correr, esta vez en su intestino. Cuando la bajó no podía tenerse de pié, ni hablar y le costaba trabajo respirar, se quedó tirada en el suelo como acariciando los blancos baldosines, los tres tipos hinchados como palomos terminaron de vestirse en silencio, ninguno decía nada pero por dentro estaban orgullosos de lo que había hecho con aquella chica y sin duda correrían a decírselo al resto del equipo.
Cuando se marcharon, salí de mi escondite de cobarde mirón y me acerqué haciéndome el tonto a mi novia.
Ivana, cariño ¿que haces aquí?-.
Nada que he salido así de casa, no te jode.-
Te estaba buscando por todo el pabellón, ¿Que te ha pasado?-.
Antonio no te hagas el despistado que se te da muy bien, pues lo que has visto que me han metido el mejor polvo de mi vida. ¿ Crees que no se te veía la cabeza encima de los retretes?. Pero hoy he aprendido dos cosas que no sabes ni follar ni esconderte. Que engañada me tenías, a si que te llamaban el polla brava en el barrio. Pues de eso nada machote. Podías haber salido en mi defensa pero te has cagado y te has quedado a espiar como un cornudo.
Pero -. Yo no sabía ni que decir.
Pero qué, que no te enteras que me los he tirado para demostrarte que me falta polla nene.
Ivana recogió sus cosas del suelo y casi desnuda salió por la puerta del vestuario y jamás volvía a saber de ella. Moraleja cuidadito con loo que hace tu chica, aunque tu creas que eres bueno puede haber alguien mejor.