Una mañana caliente

Llevo dos meses sin que me calienten el culo con una zapatilla, sin chupar unos cojones, sin tragar la leche de una corrida, sin escupir en una boca -se echo a su lado-, sin sentir una polla entre mis tetas, sin sentir ni una lengua ni un dedo ni una polla dentro de mi culo...

7.15 de la mañana. Martes 18 de febrero de 2020.

José, un hombre maduro, aún de buen ver, estaba soñado que follaba a una jovencita desconocida. Despertó sudado y empalmado. A su lado, dándole la espalda, dormía María, su esposa, una madura con un buen polvo. Le levantó el camisón, le bajó un poco las bragas, le acercó la polla al culo y comenzó a frotarla pensando en la chavala con la que había follado en sueños. María, despertó, y le dijo:

-A buenas horas te acuerda.

Le mintió.

-Soñé contigo. Estábamos follando y desperté con ganas.

María, le dijo, con retranca:

-Conmigo, sí. Pero bueno, nunca es tarde cuando la picha es buena.

-¿No era la dicha?

-¿Quieres follar?

-Sí.

-Pues cierra la boca y folla.

Se quitó las bragas y se puso boca arriba. La montó y se la metió. Estaba mojada, era cómo si ella también hubiera tenido un sueño húmedo. Follaron, sin besos ni caricias, fue uno de esos polvos rápidos, sin palabras, con la luz apagada, en los que el perfume que los envolvió fue el de sus sudores corporales y en el que cada uno buscó lo suyo sin pensar en dar placer al otro, y en el que al final acabaron obteniendo los dos lo que buscaban, correrse.

Al acabar, María, encendió la luz, miró el despertador, y le dijo:

-Aún me da tiempo a echar otro.

-O dos.

-O tres, ya puestos...

María se fue al baño a mear y volvió a la cama desnuda y con la cara y la boca lavada. José, que se había tomado una pastilla azul mientras ella se aseaba, fue a hacer lo mismo que hiciera ella. Al volver, María, estaba boca abajo sobre la cama. José sabía lo que quería. Quería su lengua entre las nalgas. Se las abrió con las dos manos. María levantó el culo y José le lamió el periné y el ojete. La mujer echaba el culo hacia atrás para que la lengua de su marido entrara en su ojete. José le puso la punta en la entrada y María le folló la lengua con él. Al rato le dijo:

-Métemela en el culo.

José aún no tenía la polla dura, se la frotó en el coño y en el ojete. Al ver que aún no estaba tiesa, María, se dio la vuelta, la cogió en la mano y la metió en la boca. No le gustaba meterla blanda para ponerla dura, pero ya estaba cachonda y era lo que tocaba si quería que se la metiera en el culo. Mamó cómo solo ella sabía, de maravilla... Al tenerla dura se puso a cuatro patas sobre la cama. Tenía un culo mediano y aún duro. El ojete le latió cuando la cabeza de la polla la rozó antes de entrar. María, le dijo:

-Cómeme el culo un poquito más antes de meterla.

José lamió desde el coño mojado hasta el ojete, le mordió las nalgas, lamió y le folló el ojete... Le metió la polla en el coño hasta el fondo. Entrara resbalando entre las paredes de la vagina como se resbala el vientre de un caracol sobre una verdura. Le agarró las tetas y, magreándolas la metió y la sacó unas cuantas veces, luego la sacó muy lentamente, y lentamente la cabeza de la polla acarició el periné, la entrada del ojete y acto seguido se fue metiendo despacito dentro del culo. Entró apretada, cómo siempre, y sin arrancar un solo gemido de la garganta de María. A la mujer le gustaba que le follara el culo despacito al empezar y rápido y duro al final, para sentir las pelotas de su marido chocar contra su coño... Y así la folló hasta que se corrió. Los orgasmos anales que alcanzaba María hacían que su cuerpo se sacudiera con fuerza, y esa mañana no fue menos... Tembló ella, tembló la cama y si la casa fuese de madera también hubiera temblado.

Al acabar se dio la vuelta, se sentó encima de él, cogió su pequeña teta izquierda con su mano derecha, se la puso en los labios, y le dijo:

-Hártate.

Le pasó la lengua por el pezón y por la areola y después mamó. María apretaba la teta mientras José se la comía. Poco más tarde le dio la teta derecha y se la comió cómo hiciera con la otra.

Después le puso su coño peludo en la boca, y le dijo:

-Déjame hacer a mí.

José, sacó la lengua y dejó que ella hiciera... María metió la lengua dentro del coño, dentro del ojete, frotó su clítoris con ella, frotó un labio, los dos... Tiempo después, cuando María sintió que se iba a correr, le dijo:

-¿Quieres que te la de?

José, con la cara embadurnada de babas, le respondió:

-Sí, dámela.

María le cogió la cara con las dos manos y, temblando de nuevo, descargó en su boca una corrida con jugos que eran espesos, cómo mocos, y que sabían agrios.

Después de correrse volvió a mirar el reloj, y le dijo:

-¡Qué tarde es! Me tengo que ir a trabajar.

Se levantó y lo dejó empalmado y con unas ganas tremendas de correrse. Le preguntó:

-¿Y yo?

-No tengo tiempo. Hazte una paja. ¿No hay por ahí alguna que te gustaría follar?

-¡Hay tantas!

-Pues mira, tienes donde escoger.

-Lo dices cómo si no te importara.

-Mientras no te la folles de verdad...

-¿Es qué tú...?

Ya le habló desde el baño.

-Las mujeres también tenemos sueños calientes.

-No me refería eso

-Ya lo sé. Mejor lo dejamos ahí.

Sin decir casi nada se lo había dicho todo.Tendría que volver a pensar en la chavala con la que soñara y hacer una paja, pero para eso tenía que dejar que se fuese María.

Cuando a mujer se fue de casa, cerró los ojos, pero ya no vio a la chavala con la que había soñado, a su mente vino la imagen de Esperanza, una sobrina de María a la que deseaba con locura. La vio desnuda. Vio sus ojos oscuros. Su boca de labios carnosos. Sus tetas grandes y esponjosas, con sus areolas y sus grandes pezones. Su coño, con aquella gran mata de pelo negro. Vio su clítoris, gordo, grande y fuera del capuchón... Cogió la polla y empezó a menearla. La piel comenzó a subir y a bajar tapando y descubriendo el glande. Sus huevos estaban llenos de leche. Podía correrse así, pero le sabía a poco. No pudo evitarlo. La llamó por el teléfono del WhatsApp.

-¿Qué quieres, tío?

Su voz sonaba cansada. Cómo si hubiera estado follando toda la noche.

-¿Como estás esta mañana, bonita ?

-Estaba durmiendo.

-¿Estás bien?

-Estoy casada. ¿Es qué la tía te tiene a pan y agua?

Siguió acariciando la polla.

-Se corrió tres veces antes de irse a trabajar, pero yo sigo empalmado, princesa.

Se alteró.

-¡No me llames princesa!

-Antes te gustaba que te lo llamara.

-¡Antes! ¿Qué parte de..., estoy casada no entendiste?

-Vale, vale. No te subas a la parra. ¿A qué no sabes que tengo en la mano?

-Claro que lo sé, la polla, eso es lo que tienes en la mano.

-Es que te hecho de menos y...

-¡No digas tonterías! A ti no se te pasó el efecto de la viagra y lo que quieres es hacer una paja y que yo me toque contigo.

-No te niego que eso era lo que quería, pero ahora lo veo altamente improbable, por la voz que tienes se ve que tu marido te da duro. ¿A qué hora te quedaste dormida?

-A las dos de la madrugada. Y me acabas de despertar. ¡¿Que voz quieres que tenga?!

-¡Tu marido es un semental!

-No me quedé dormida a esa hora por lo que piensas, pero antes de que me lo preguntes, que sé que me lo vas a preguntar, de sexo voy sobrada.

-De recién casada es normal que folles cómo una loca. ¿Que haces?

-Sigo en cama.

-¿Qué llevas puesto?

-Una gabardina.

-Déjame adivinarlo. Camiseta y bragas.

-No sigas que no vas a conseguir nada. No le voy a poner los cuernos a mi marido, ni virtualmente ni.... ¡Vete a la mierda, tío!

Jose comenzó a hablar despacio y con voz melosa.

-Iba, claro que iba. Te quitaba las braguitas, te daba la vuelta, te ponía el culo en pompa y besaba, lamía y mordía tus nalgas, lamía tu ojete, suave, suave, muy suave, de abajo arriba, le daba unos besitos negros, te nalgueaba, sin fuerza, cachetitos dulces, te follaba el ojete con la punta de mi lengua para engrasarlo bien, luego te metía el dedo corazón mientras besaba y lamía tus nalgas, después dos deditos, más tarde tres, y después mancharía mi polla al clavártela hasta el fondo. Cómo sé que así no te corres, te daría la vuelta y acariciaría tu clítoris con ella, lo acariciaría lentamente, de abajo arriba, hacia los lados, alrededor, y después te pasaría la polla entre los labios y te metería la punta dentro de la vagina... Luego mojada con tus jugos y manchada de tu culo, te la daría a chupar... Más tarde te besaría con lengua, para acto seguido quitarte la camiseta y pasarte la cabeza de mi polla por tus areolas marrones y tus gordos pezones... Te la clavaría hasta las trancas en el coño y te follaría sin piedad, para luego hacer lo que más te gusta, correrme dentro y después comerte el coño hasta que te vinieras en mi boca.

Paró de hablar un momento. Esperanza seguía sin hablar pero oyó su respiración y algo así cómo un ligero roce. Le dijo:

-Me voy a correr dentro de tu coño, cielo.

Volvió a oír la voz de Esperanza.

-No te corras aún, tío.

José tenía que visualizarla.

-¿Qué llevas puesto, preciosa?

-Nada. Dime. ¿Cómo follaste a la tía?

José se montó una película.

-Me desperté sobre las siete de la mañana con su coño en mi boca. A estar la luz apagada no se veía nada, pero el olor de su coño es inconfundible. La cogí por la cintura y le metí la lengua dentro. Al follarle el coño con la lengua comenzó a jadear cómo una perra y a llamarme de todo menos bonito.

-¿Qué te llamó?

-¿Te estás tocando?

-Sí, hace rato, cuenta. ¿Qué te llamó?

-Cerdo, cabrón, asqueroso, guarro, chupa pollas, piojoso, come mierda y maricón cando me ponía el ojete para que se lo follara con la lengua..., ya te dije, de todo menos bonito.

-¿Y tú que le llamabas a ella?

-Nada, tenía la boca llena. Si no le llamaría tortillera.

-¡¿Tortillera?!

-Sí, tortillera, bollera...

-Ya, ya. ¿Pero por qué le llamarías así?

-Por que soñó con otra mujer, y por eso desperté con su coño en la boca,

-¡Qué fuerte! Y encima te lo contó.

-Sí, si supieras cómo tenía el coño cuando desperté con él en la boca...

-¿Cómo lo tenía?

-Empapado de jugo, tan empapado que goteaba. ¿Sigues tocándote?

-Síííí. ¿A qué te sabía?

-A vicio.

-Enciende la cámara.

José encendió la cámara y vio cómo Esperanza se chupaba la teta izquierda, y después oyó cómo le decía:

-Estoy muy cachonda -vio dos dedos entrar y salir de su coño- ¿Quieres meter aquí, perro?

No cambiara por casarse. A los 25 años la sangre hierve con facilidad, y ella era de sangre caliente. Le preguntó:

-¿Cómo quieres que te folle?

Acarició el clítoris con un dedo y después abrió el coño con dos.

-¡A toda mecha, cabrón! ¡¡Rómpeme el conejo!!

Se volvió a meter los dedos dentro del coño y lo folló con celeridad. José se moría por meter en aquel coño mojado y frotó su polla contra la pantalla del celular donde se veía su coño.

-Te estoy follando, cabrona.

Limpio la pantalla y vio cómo se magreaba las tetas. Sintió cómo gemía...

-¡Quiero que metas tu polla entre mis tetas! ¡También la quiero en mi boca - la cámara mostró su rostro-. ¡Quiero chupar tus cojones! ¡Quiero tragar tu leche!

María estaba de un cachondo subido.

-Te la daré donde quieras, perra.

Se dio la vuelta y le mostró su culo, redondito, gordito, con su ojetito estriado. ¡Ummmmm! Se veía delicioso... Acarició el clítoris con dos dedos de su mano derecha, y le preguntó:

-¿Te gusta, maricón?

-¡Me gusta, guarrilla!

-¡¡Quiero sentir tu lengua dentro de mi culo!!

-¡Lo que vas a sentir es mi polla! ¡¡Te lo voy a romper zorra!

-¡Rompe, cerdo, rompe!

Vio de nuevo los dos dedos entrando y saliendo de su coño. Sintió cómo los dedos chapoteaban en sus jugos. Le encantaba sentir aquel ruido, al que esta vez acompañó con gemidos y diciendo: "Qué rico, que rico, que ricooo..." A punto de correrse, sacó los dedos del coño, los llevó a la boca y los chupó. José sintió que se iba a correr. Esperanza, le preguntó:

-¿Quieres que me corra para ti, cabrón?

-Sí, zorra.

-¿Qué quieres ver cuando me corra? ¿Quieres ver mi coño botando jugos?

-No, quiero ver tu cara de puta.

Se dio a vuelta de nuevo.

-¡La verás, come mierda!

Sintió de nuevo el chapoteo que hacían sus dedos dentro del coño. Sintió sus dulces gemidos pre orgasmo. Vio cómo mordía el labio inferior, cómo sus ojos se fueron cerrando, cómo se le cerraron de golpe, y oyó cómo dijo:

-¡Me vengo!

Esperanza se corrió jadeando cómo una perra, aunque a José le pareció ver a una princesa gozando. Un flash iluminó su cerebro. De su polla comenzó a brotar leche cómo de una fuente... José puso perdido el celular queriéndose correr en su boca abierta.

Al acabar de correrse, le dijo:

-Te echaba de menos, princesa.

-¡Y dale con lo de princesa! Sabes que soy una transgresora.

-Demuéstralo.

-¡¿Me estás retando?!

-¿Tú que crees?

Esperanza apagó el teléfono, José, dijo:

-¡Vas a tener suerte, viejo cabrón!

Esperanza, que viviá con su marido en el bajo de la casa de dos pisos de José y María, en bata de casa y zapatillas entró por la puerta de la habitación de José, abrió la bata, la dejó caer al suelo, y desnuda, le preguntó:

-¿Princesa o transgresora?

-Depende. ¿Qué buscas?

Caminando hacia la cama, le dijo:

-Busco sentirme viva, tío. Llevo dos meses sin que me calienten el culo con la zapatilla, sin chupar unos cojones, sin tragarme la lechada de una corrida, sin escupir en una boca -se echó a su lado-, sin sentir una polla entre mis tetas, sin sentir ni una lengua ni un dedo ni una polla dentro de mi culo. Sin que me mamen el coño hasta correrme cómo una puta. Llevo dos meses muerta, tío.

José volvió a ver aquel cuerpazo, con tetazas de sensuales areolas, gordos pezones, coño peludo... Aquella ricura, y le dijo:

-Te voy a hacer todo lo que deses, princesa transgresora, y me harás todo lo que quieras.

Esperanza, lo primero que hizo fue coger las pelotas y saborearlas con ganas atrasadas..., lamiendo, chupando y mamando. Después le dio pequeños mordisquitos a la polla, la meneó, le hizo lo de las pelotas... Cuando vio que se iba a correr, subió encima de él, y metió la polla en el coño. José, en segundos, se lo llenó de leche.

Al acabar le puso el coño en la boca y José se lo comió. Le daba tanto morbo que José le follase el culo con el dedo corazón y que se tragase su propia corrida mientras le comía el coño, que en nada, se aferró con las manos a la cabecera de la cama, y corriéndose, exclamó:

-¡Quéeééé puuuuuuuuta soooooooy!

José se hartó de tragar jugos... La polla seguía sin bajarse... Esperanza, con las piernas aún temblando, salió de la cama, cogió una de sus zapatillas, y le dijo a José:

-Le acabo de meter los cuernos a mi marido, necesito purgar las culpas.

La mañana fue larga.

Quique.