Una mañana caliente
Cuando los sueños se vuelven ardientes, cuando el deseo ataca a la razón, en ocasiones hacemos cosas que no haríamos de otra forma... Y a veces eso es lo mejor que podemos hacer...
Hay ocasiones donde los sueños se vuelven muy distintos a los habituales. En ocasiones reflejan deseos de la mente… Y en otras, simplemente la perturban. En este caso… No había otra forma de explicarlo, te habías despertado caliente. El fuego corría por tus venas, y el calor inundaba tu piel, de esa forma tan perturbadora como atrayente. Las yemas de tus dedos rozaban suavemente la piel de tu estómago, sintiendo aquel fuego… Deseando ponerle fin, de la forma más gratificante posible. Al principio, tus dedos comenzaron a deslizarse tanto hacia arriba como hacia abajo, en busca de tus zonas más sensibles, dispuesta a follarte a ti misma hasta tu clímax. Pero, antes de que llegaras a donde querías, otra idea cruzó tu mente. Una idea tal que todo tu cuerpo dio un leve latigazo de placer, sin necesidad de tocarte siquiera.
Normalmente, te cuidabas de sacar a relucir ciertas ideas que pasaban por tu mente. Ladeaste la mirada y viste que el sol ya se había levantado en el horizonte, serían las once o las doce de la mañana. Sí, posiblemente si no estuvieras tan cachonda no lo harías, pero ahora… Era una idea agradablemente tentadora. Solo tuviste que alzar la mano, tomar tu móvil, y enviar un mensaje. Sabías qué había que decir, porque el receptor de dicho mensaje era al fin y al cabo un hombre, y uno bastante particular. Aparentemente era bastante pasivo, más bien pecando a inocente, pero sabias bien que en realidad tenía muy poco de santo… Pero jugar con aquella timidez siempre era divertido, y más con la idea que tenías en mente.
No tuviste que esperar demasiado tiempo, lo cual hizo asomar otra sonrisa por tus labios, preguntándote si no habría conducido con mucha más velocidad de la permitida… Pero ahora eso no era algo importante. Lo que sí era importante era ver su cara cuando te viera. Sabías que sería divertido, pero no esperabas aquel rictus de confusión mezclado con clara excitación, cuando abriste la puerta de tu casa llevando solamente un bikini amarillo que enseñaba un escote demasiado revelador, al punto que nunca lo habías usado en público. Ahora, por otra parte, eso él no lo sabía…
- Pasa, pasa… Ponte cómodo. Empezaremos en un momento –dijiste, sonriéndole como si nada hubiera pasado, pero agarrándole de un brazo para meterle dentro, parecía haberse quedado como un pasmarote. Llevaba ropas de verano, no por nada hacía bastante calor, junto con aquella cámara que le habías pedido. No estaba del todo mal, pero la idea era divertirte a su costa, y para eso necesitabas más bien recrearte en su cara. Casi sentías la humedad entre tus piernas al pensar en lo que ibas a hacer. Te adelantaste, y subiste las escaleras hacia tu habitación, dándole un soberbio espectáculo de tu apretado culito bamboleándose en aquella minúscula pieza de tela. Lo escuchaste tragar saliva audiblemente, pero intentó aparentar normalidad y acertó a saludarte. Lo cual te dio una nueva idea.
- Oh, claro, dónde están mis modales… -sonreíste una vez más, antes de inclinarte y darle los dos correspondientes besos, arrimándote solo un instante más de lo necesario, provocando que la suave piel de tus tetas rozara sus brazos, provocando que jadease. Sintiéndote poderosa, abriste la puerta y entraste, para luego sentarte cómodamente en tu sitio preferido y colocando una pierna sobre la otra. Aquella turbación y nerviosismo, mezclada con un evidente bulto, eran simplemente deliciosas.
- Antes de empezar… Quería enseñarte algo. Te dije que quería que me hicieras algunas fotos… Por lo tanto, primero quiero que veas algunos ejemplos –sin darle tiempo a responder, pulsaste el botoncito de la pantalla de tu ordenador, y una imagen de ti con el mismo bikini enseñando aún más escote si era posible, con una amplia sonrisa, le impactó en la cara, dejándolo sin palabras. Avanzaste con el ratón, y una sucesión de imágenes tuyas, a cada cual más potente, provocaban un sinnúmero de expresiones en su cara, a cada cual más divertida. De no haber estado así, nunca hubieras hecho eso… Pero no quedaba más remedio ahora. Pero ahora, incluso tu corazón daba un vuelco, sabiendo a qué imagen ibas a pasar… Y sentiste cómo un chorro de electricidad atravesaba todo tu cuerpo. Pasaste a la siguiente foto, donde se veía a un grupo de amigos… Y en un segundo plano, donde ellos no te veían, te encontrabas tú, sin la parte de debajo de tu bikini, masturbándote mientras te relamías los labios, mirando al grupo.
- Aquí estoy divirtiéndome pensando en uno de mis amigos… ¿Ves los detalles…? –dijiste, sin poder evitar el relamerte tus labios. Sabías que se había quedado prendado de la humedad de tu chochito, que se veía claramente en aquella imagen. Aquellas fotos había sido de lo más caliente que alguna vez hubieras hecho, pero mostrarlas ahora de forma tan evidente a un espectador así, que se revolvía terriblemente inquieto en el asiento, solo podía provocar lo evidente, que estuvieras mojando lentamente tu silla. Casi sin pensarlo, descruzaste tus piernas, liberando una ola de esencia femenina que lo golpeó imperceptiblemente, pero provocando una brutal excitación por su parte. La humedad en tu pantaloncito era ahora inconfundible.
- No te pido algo así, claro… ¿Estás listo para empezar…? –dijiste de nuevo, sonriendo y poniendo la cara de niña buena que tan bien sabías hacer. Prácticamente, esperabas que pringara sus pantalones, pero con un soberano esfuerzo logró abrir los labios, y hablar, lentamente.
- Sí… Creo que lo estoy, aunque me has dado el espectáculo más caliente que haya visto nunca… -sus manos agarraban con fuerza la cámara, y temblaban de excitación. Pero seguía siendo demasiado tímido, y esto no era más que un juego. Siempre habías pensado en que no te vendría mal una nueva colección de imágenes… Y si de paso podías poner extremadamente caliente a un amigo que había declarado su fascinación por ti hacía tiempo… ¿Qué problema había?