Una mami necesitada II. Ariadna

Antes fue la madre, ahora es la hija la que se abre para mi en un lugar que ella misma busca para que la monte Una hija con "necesidades especiales"

Whatsapp con Ari

Carlos: Hola. Soy Carlos

Ari: Hola. Ari. ¿Qué tal?

Carlos: Bien ¿Qué querías cuando me dejaste tu número?

Ari: He visto lo que le hacías a mi madre

Carlos: ¿Y?

Ari: Me ha gustado. Se la veía disfrutar

Carlos: Si. Ha estado muy bien. Nos lo hemos pasado genial

Ari: ya…

Carlos: ¿Querías algo o solo charla? Estoy ocupado

Ari: ¿Me harías lo mismo?

Carlos: ¿Por el ojete?

Ari: No. Por ahí no. Por delante

Carlos: Bufff. A mí me gustan las mujeres completas. Ver un agujero desaprovechado, me da pereza.

Ari: ¿Tan bueno es?

Carlos: Ya viste como disfrutaba tu madre. Pero eso es cosa de mujeres. Hasta que no tenéis una edad, no lo apreciáis. A las niñas os han metido la idea del príncipe azul en la cabeza y os pasáis la vida esperándolo

Ari: No soy una niña

Carlos: Lo que tu digas. ¿Quieres algo o solo charlar? Ya te dije que estoy ocupado

Ari:…

Carlos: Suerte

Guarde el teléfono algo decepcionado. Cuando descubrí su teléfono en mi camisa creía que podría incorporarla a mi agenda de chochitos, pero por lo visto, la supuesta ninfómana era más tímida que otra cosa, así que me conformaría con su madre, que ya me había mandado un mensaje diciéndome que lo había pasado muy bien y que esperaba repetir lo antes posible. También me explicaba sus horarios y el de sus hijos, para ver de coordinar como podríamos hacerlo para “vernos”. La respuesta fácil fue que mejor los miércoles por la mañana en su casa. Ella acepto con la promesa de buscar más horas a la semana.

Ese mismo día, a las cinco y media, volví a recibir un mensaje por whatsapp

Ari: Hola

Carlos: Hola

Ari: ¿Qué tal?

Carlos: Ocupado ¿Quieres algo o solo hablar?

Ari: Quiero que me hagas lo que a mi madre

Carlos: ¿Por detrás también?

Ari: Si esta tan bien como parece, si

Carlos: Perfecto. ¿Cuándo y dónde?

Ari: ¿En mi casa? Mi hermano esta en el futbol con mi padre y entrena hasta las siete y media. Luego lo trae a casa y hasta las nueve no llega mi madre

Carlos: Demasiado riesgo. Si regresa tu madre a casa o tu padre deja a tu hermano antes de hora y nos pillan, problemas para mí. Paso.

Ari: ¿Entonces?

Carlos: Busca opciones. La que quieres polla eres tu

Ari: Vale. Te digo. Besos

Bueno… parecía que la pequeña mulata iba necesitada de polla y que las pastillas que le habían dado, no eran lo suficientemente fuertes como para que después de ver a su mami recibiendo polla ella pudiera superarlo con una simple paja.

Un cuarto de hora después la mulatita volvió a ponerse en contacto conmigo por el mismo método

Ari: ya tengo el sitio. Está un poco abandonado, pero podemos ir allí

Carlos: ¿Dónde?

Ari: Es un trastero. No lo usamos porque no tenemos nada que poner, pero he encontrado la llave y he bajado a ver. Hay luz, pero está vacío

Carlos: ¿Por dónde se entra?

Ari: Por el aparcamiento

Carlos: ¿Y no dejara tu padre el coche ahí cuando devuelva a tu hermano a casa? ¿O aparcara tu madre al volver del trabajo?

Ari: No. Papa deja a mi hermano en la portería y luego se va y mama tiene el coche en el aparcamiento. No lo coge nunca entre semana porque va andando a trabajar

Carlos: ¿Hay alguna plaza que no se use?

Ari: Si, una cerca. Es de una señora que no tiene coche y vive sola

Carlos: Vale. Nos vemos en veinte minutos en la puerta del aparcamiento. Traeré alguna cosa para no tener que follar en el suelo

Ari: Ok. Trae condones

Carlos: No. Trae tu toallitas para limpiarte

Ari: Bufff Que palo

Carlos: Entonces olvídalo. No me esperes

Ari: vale. Traigo yo toallitas. Pero no me mola

Carlos: ¿Quieres follar o no?

Ari: Si. Vale. Traigo las toallitas

Carlos: Buena chica

Ari: Carlos. Te puedo hacer una pregunta?

Carlos: ¿Qué quieres?

Ari: Te has lavado la polla después de…

Carlos: ¿Si me he limpiado el rabo después de follarme a tu madre, quieres decir? ¿Por qué quieres saberlo?

Ari: Si. Eso. Me gusta el olor de mi madre. A veces le quito la braguita sucia del día anterior y me masturbo oliéndola en mi habitación.

Carlos: No. No me la he lavado. Mi rabo todavía huele a la saliva de tu madre y mis huevos a su flujo. Me ha dejado empapado y si te mola tanto su olor, por mi no hay ningún problema si te quieres traer una de sus bragas usadas para irla oliendo mientras te follo. Por cierto ¿Tú mojas igual?

Ari: Yo mucho.

Carlos: Perfecto.

Veinte minutos después, estaba en la puerta del aparcamiento del edificio de aquella zorrita mulata. Ella me esperaba con el mismo uniforme con el que hacia un rato acababa de salir de las clases de la tarde: Un polo azul celeste y una faldita que le llegaba algo más arriba de las rodillas, de un azul más oscuro. Los calcetines hasta media pierna y los zapatitos negros, configuraban el resto del conjunto. Con su pelo negro y largo recogido en una coleta y las gafitas de color rojo que llevaba, parecía una ratita de biblioteca y no una hembra a la espera de macho.

Encare el coche para entrar y ella le dio al mando para que abriera la puerta automática. Con un simple “sube” le di la primera orden que recibía de mis labios. La acato al instante y se sentó en el sitio del copiloto. Sus manos sujetaban el mando a distancia y el ligero temblor que mostraban, denotaba su nerviosismo. Arranque tras decirme que tenía que bajar a la segunda planta inferior del estacionamiento. En casos como este, es siempre mejor ir al grano.

  • Mira, Ari, quiero que te queden claras una serie de cosas y lo mejor es decírtelas ya antes de que me baje la cremallera – le dije sin mirarla, concentrado en estacionar – La primera es que yo me follo a tu madre como me follo a otras tantas hembras. Es decir, que tu madre es una más y si tú te abres de patas, también lo serás. No seré ni tu padrastro ni tu novio ¿Lo piíllas hasta aquí?

  • Si. Claro – respondió con la vista fija en el mando a distancia.

  • Bien. Perfecto. Follar con tu madre ha sido morboso y placentero, así que me la volveré a empotrar por los tres agujeros en breve – continué poniéndole las cosas claras a la criaja - Que tu estés aquí es una decisión tuya que no he buscado yo, así que cuando quieras, eres libre de marcharte. Solo te pido una cosa: que de este y los siguientes encuentros, si los hay, no digas nada a nadie excepto que yo te lo diga ¿Lo piíllas?

  • Si. También lo pillo. No soy una cría – replico mientras me miraba con sus ojos pardos por primera vez.

  • Cojonudo. No me gustan las ñoñerías ni los caprichos. Si follamos es para buscar el placer mutuo. Nada más.

  • Perfecto – Dijo haciéndose la dura – me gusta que me follen bien.

No te equivoques – le dije después de sonreír y tirar del freno de mano, para estacionar definitivamente mi vehículo - No estoy aquí para darte placer exclusivamente. No soy tu padre y por lo tanto, si veo que es mutuo, te enseñare cosas que él no se atrevería a hacerte, pero si eres un florero o piensas que tu labor únicamente será la de quedarte quieta para que te de polla por todos lados, no quedare mas – Le dije mientras le ponía la mano izquierda bajo la falda, por encima de las bragas - ¿te parece un buen trato? – Ella asintió y mi mano se desplazo bajo la tela de su ropa interior.

Mis dedos se enredaron con una maraña de pelo rizado y empapado. Aquella chavala no se había pasado nunca una cuchilla por su juvenil coño y ahora estaba como la selva amazónica. Pese a ello, encontré fácilmente el camino que me llevo hasta la base de su humedad. Introduje dos dedos, mas como quien toma posesión de un bastión enemigo como un amante que pretende agradar a su conquista.

Ari abrió los ojos a tope. Que fuera tan directo la había agarrado por sorpresa. Supongo que con su padre o con aquellos que habían pasado por su entrepierna con anterioridad a mí, habían sido más sutiles. Para mí, ella era una conquista más y el morbo radicaba en que hacia unas horas, era su madre, veintiocho años más vieja la que se abría de piernas para mí. Mi índice y medio entraron en su coño lubricado sin ningún problema. Estaba mojada y lista para ser usada. Hacia tiempo la polla de su padre la había abierto y ahora estaba preparada para que la follaran otros hombres.

Mis labios se pegaron a los suyos y con los primeros movimientos de mi mano en su interior, me pude comer su primer orgasmo, que realmente mojo sus bragas. Aquello iba a ser extremadamente divertido. Mientras mis dedos trabajaban su coño y mis labios tapaban los gemidos de sus orgasmos, mis ojos escrutaban su rostro, que se contraía con cada uno de sus fáciles orgasmos mientras mantenía los ojos cerrados, mezcla de placer y timidez. Era hora de subir las apuestas, así que gire los dedos en su interior y alcalde la parte inferior de su monte de Venus, sobre estimulando tan delicada zona y haciendo que se volviera a correr mientras su lengua se ponía dura como una polla, en un vano intento de besar con morbo. Cuando termino de correrse le saque la mano del coño y se la lleve a los labios. Ella, pillada fuera de juego, me miraba sin saber cual eran mis intenciones.

-  No me mires así. Quiero que me los chupes y me limpies el flujo que me has dejado en ellos. Todas las hembras que me follo, incluso tu madre acatan una regla sagrada: lo que una ensucia, lo limpia – Le dije a la mulatita mientras mantenía la mano ante su boca

Ah… es que no… - replico tímidamente ella.

  • Ya sabía yo que no era una buena idea liarme con alguien tan joven… - le dije mientras buscaba los pañuelos de papel en la guantera del coche

  • No. Espera – y me agarro los dedos para metérselos en la boca y chupar.

Y lo hizo como buenamente pudo. Se metió los dedos en la boca como quien se mete una fajita y los chupo sin demasiado glamur, la verdad. Si aquello era una muestra de cómo me iba a comer la polla, me pareció que lo mejor sería follarle la garganta sin miramientos. Pero al menos era concienzuda y no dejo de hacerlo hasta que los últimos restos de flujo desaparecieron de mis dedos. Un punto a favor de la mulatita.

  • Bien – le dije dándome por satisfecho con su trabajo – enséñame donde vamos a follar. Pero antes, quítate las bragas. Es un complemento que no soporto en la vestimenta de las mujeres. Quita accesibilidad a vuestros agujeros, así que cuando quedes conmigo, no las traigas.

Ari asintió con la cabeza y levantando el culo del asiento, se las quito. Pude ver que era una sencilla braga de algodón, de color blanco, como el de las niñas buenas, pero totalmente empapada de flujo.

Luego, tras despojarse de la indeseable prenda, me llevo al trastero que ella misma había buscado para que la follara. Que lo hubiera hecho ya me demostraba que aquella cría tenía necesidad de polla y que hubiera analizado los movimientos de su familia para que aquel lugar fuera seguro, me lo ratifico.

El lugar no era más que eso: un trastero con puerta metálica y una sencilla cerradura. Estaba situado en la parte más lejana a la puerta de acceso al aparcamiento y el hecho de que el coche de la madre de Ari estuviera estacionado delante le daba una privacidad extra. Aquel vehículo acumulaba una ligera capa de polvo en el parabrisas, lo que me indicaba que hacia un tiempo que no se había movido del lugar ya que tal como me había contado la mulatita, su madre iba andando al trabajo.

Cuando entramos en el recinto vi que no tenía mas que un par de metros de ancho por tres de largo. En su interior, un par de sillas viejas de madera, una percha y alguna caja destartalada con ropa de bebe. Allí dentro hacia mucho que no se había entrado. La luz, una simple bombilla pelada unida a los cables por un viejo casquillo era lo suficientemente eficaz para alumbrar aquel cuchitril sin incrementar la factura de la luz.

  • ¿Aquí quieres que te folle? – le pregunte a la mulata, que asintió – joder… espero que valga la pena… desnúdate

Ella lo hizo sin ningún tipo de glamour. Iba a lo que iba y no aceptaba distracciones. Cuando lo hizo pude ver su cuerpo mulato, con una frondosa mata de pelo en el coño y unas tetitas en crecimiento con una aureola totalmente negra, que circundaba unos pezones del mismo color que empezaban a despuntar sobre ellas. Aquel proyecto de negrata tenía mucho que aprender, así que decidí hacer un test. Si lo superaba, igual me decidía a perder parte de mi tiempo para pulir ese diamante en bruto.

Agarre las bragas de la cría y limpie de polvo la silla. Después puse su ropa sobre el asiento y colgando la mía en la pecha, me senté sobre el único mueble de aquella habitación. Mi polla, que ya apuntaba al techo, era la única cosa que miraba Ariadna, así que hice que se acercara y se empalara ella misma.

Bajo aquella frondosa pelambrera, su rosado coño se abrió para engullir mi polla hasta la mitad sin esfuerzo, pero cuando alcanzo este punto, pareció que no quería más, así que la agarre por las caderas y mirándola a los ojos di un tirón, sepultando el resto de mi polla en su interior. Ella, al notarse llena, abrió los ojos y la boca  y empezó a lanzar un pequeño grito que ahogue con mis propios labios, tragándome literalmente su gemido mientras notaba como su coño soltaba un gran chorro de flujo sobre mis huevos. Al segundo pollazo, la mulata ya se había corrido sobre mis cojones mientras me besaba de una forma muy, muy infantil.

  • ¿Te gusta mi rabo, cerdita? – le pregunte empezando a follarme a mi nueva captura, agarrándola por las nalgas con las palmas y con los pulgares por encima de sus caderas. Ella boqueaba y asentía con la cabeza. Su cerebro, teniendo dentro el objeto de su deseo, estaba limitado a la obtención de placer - ¿Te follaba así papi, putita? – Ella negó con la cabeza, pero no dijo nada. Seguía inmersa en su momento de placer y yo sabía que si conseguía inculcarle la necesidad de mi polla en su hambriento coño haría cualquier cosa que le dijera u ordenara.

Tras un buen rato de hacerla montar sobre mi polla hice que se pusiera de rodillas sobre la silla. No porque no me gustara follarla en el suelo, pero si no porque aquel sitio tenía mucho que mejorar si quería la mulata que la usara allí de forma habitual. Cuando estuvo en posición, su tronco quedo descansando sobre el respaldo de la silla, ofreciéndome su culo y viendo, a simple vista, como su coño babeaba por las continuas corridas que le había proporcionado y como permanecía abierto y rojo a causa de mis pollazos. Su ojete era un asterisco de color negro y no parecía que se hubiera usado para otra cosa que para lo que se diseño.

Agarre mi polla y use el capullo para esparcir parte de su humedad por el agujero trasero. Apreté ligeramente i aquel pequeño no pudo con mas que un cuarto de mi capullo, que babeaba ante la excitación de entrar en un orificio virgen. Cuando apreté, me di cuenta que aquel orificio no era virgen si no que alguien le había petado el culo a la cría con anterioridad. Y por el diámetro que tenia, no era un agujero poco usado.

  • ¿Tu padre te desvirgo el culo? – le pregunte cuando mi polla entro hasta el fondo en aquel agujero negro.

  • Oohhhh – dijo ella y arqueo la espalda como si la hubiera electrocutado mas que clavado la polla y no dijo nada. Tras darle un par de palmadas en las nalgas, respondió- no… mi padre, no – y empezó a tirar para que le saliera la polla del culo hasta que lo consiguió. Cuando solo le quedaba el capullo, retrocedió y se la volvió a clavar ella solita, arqueando otra vez la espalda, como una potrilla.

  • ¿Entonces, quien, zorrita? – Otra palmada impacto en su cacha derecha

  • Un amigo suyo que también me follaba – respondió con naturalidad la mestiza mientras se seguía follando ella sola – me puso así un día y íbamos tan cachondos que en lugar de follarme el coño me la metió por el culo y descubrí que ese agujero da mas placer que el coño!!! Hostia!!! Hostia!!! Que viene uno!!!

Y diciendo esto, la criaja empezó a moverse rápidamente, clavándose la polla hasta que mis huevos impactaban una y otra vez contra su rosado coño. De repente, se quedo quieta y tenso todos sus músculos, apretando fuertemente mi polla con los del ano en lo que se deducía que era uno de sus orgasmos anales ya que empezó a boquear como una besuga fuera del agua.

Aquel apretón casi me pilla de improviso y un poco mas y suelto toda mi carga en el agujero marrón de la mulata, pero conseguí retenerlo no sin esfuerzo y la agarre por los hombros. Bien asida, empecé a bombear aprovechando la rigidez de su ano que ahora si que parecía virgen. La mestiza empezó a correrse una y otra vez y así estuvo hasta que decidí dejar de bombear, un buen rato después y se la saque del culo.

Fue como si le cortaran las cuerdas a una marioneta, ya que cayo desplomada sobre la silla, con las piernas a cada lado de la misma, dejándole el coño tremendamente abierto, en consonancia con el agujero de su culo, que se podía ver rojo incluso con el tono oscuro de su piel.

  • ¿Ya te has cansado, zorrita?  - le dije rodeando la silla y agarrándola por el pelo para que levantara la cabeza. Cuando lo hizo, metí toda mi polla en su bocaza – límpiamela. Quiero correrme en tu coño y pese a que me importe mas bien poco si piíllas una infección de orina, no quiero que te quedes con ese recuerdo de nuestra primera follada.

Aquella casi negrita, que se había corrido mas de una docena de veces en el poco tiempo que llevabamos follando tenia ahora la misma voluntad que una muñeca de trapo. Y su misma vitalidad, así que tras abrir la boca se limito a encajar mis envestidas en su garganta.

Mire el reloj. Se acercaba la hora en la que me había dicho que llegaba su padre con su hermano del futbol, así que dándole una sonora palmada en la nalga derecha, le ordene que se levantara. Cuando lo hizo, casi trastabillo y si no la llego a agarrar, se hubiera caído. Le di la vuelta y mientras la besaba en la boca, ella me agarro por la nuca, comiéndome la boca con avidez.

  • Polla… Carlos… polla. Dame – solo repetía aquella criaja.

Hacia mucho que no le daban lo que se merecía y ahora tenía el coño chorreando. La hiperactividad sexual para algunos era una enfermedad. Para otros, una bendición. Y yo no estaba en el primer grupo, así que agarrándola por los muslos, la subí a horcajadas encima mío y se la clave hasta los huevos en aquel empapado coño.

Mi polla entro en aquel joven coño sin apenas resistencia, gracias a la postura y a las horas de follada que llevaba. Cuando note que la tenia toda dentro, cambie el agarre de mis manos y agarrándola por las nalgas, empecé a follarla otra vez por el coño, mientras metía y sacaba mis dedos de su totalmente desprotegido ojete.

Unos minutos después, mis huevos estaballan dentro del coño de Ari y la llenaban de una abndante catarata de semen espeso y caliente, que recibio con su enesimo orgasmo

  • Ah… Ah… Ah… Semen… si… rico… mas… mas… polla… - repetía en trance la mestiza mientras mi polla expulsaba leche en su interior y mis dedos índice y medio habían entrado totalmente en su dilatado culo.

Cuando termine de descargar y quede satisfecho, saque los dedos del ano y fui reduciendo la fuerza con la que la tenia sujeta. La mulata fue escurriendose y cando sus pies tocaron el suelo, sus piernas no la retuvieron, dejando de fueran sus rodillas quienes soportaran el peso. A aquella altura estaba ideal para cumplir con su obligación y, tal como hice con su madre unas horas antes, introduje mi polla en su boca para que me la limpiara de mis restos y los suyos. Terminado el trabajo, la levante y la senté en la silla.

Ya puedes vestirte – le dije mirando el reloj – si te das prisa, podrás echar todo eso a lavar antes de que llegue tu hermano del futbol y que tu madre regrese del trabajo. Supongo que querrás meterlo todo en la lavadora. A menos que seas mas guarra de lo que me imagino y quieras que mami reconozca el olor a semen, flujo y vicio que desprende – y diciéndole esto, termine de secarme los huevos de su baba y le tire las bragas a la cara.

Aquella prenda de ropa estaba empapada. Entre el semen y el flujo que había recibido, ademas del polvo que había recogido, estaba para tirarla a la basura. Por suerte, Ari no se las puso, pero el uniforme tenia el mismo aspecto al haberse quedado sobre la silla mientras la follaba y haber recibido uno tras otro los restos de corrida que su adolescente coño iba soltando.

Al salir del trastero teníamos un aspecto totalmente diferente. Yo, al haber dejado la ropa colgada, podía ir a donde quisiera, mientras que ella, al usar su ropa como sabana, parecía lo que en realidad era: una niñata a la que le acababan de dar lo que necesitaba para ser feliz.

Un rato después, mientras llegaba a casa, recibía un mensaje de la mulata diciéndome que nadie la había visto subir a casa y que había podido meter toda la ropa en la lavadora sin que su madre hiciera preguntas. También me mando algunas fotos suyas en el WC donde se veía claramente como le habían quedado lo agujeritos de rojos. Todo ello con una pregunta que me hizo sonreír: “A que hora entras a trabajar mañana?