Una mamada en el baño, un polvo en un bar.
Como durante una fiesta termino bajándome las bragas para follar con un desconocido que me deja a medias.
Hola amigos, sé que tengo una serie pendiente de finalizar, pero hoy os traigo un relato más actual. Para los que no me conozcáis me llamo Miriam, pero todos me dicen Miri. Tengo 22 años y soy de España. Soy una chica más o menos corriente. Lo que más destacan de mi son mis ojos verdes, y mi larga melena castaña y lisa, que llega a la altura de media espalda.
Físicamente, no os voy a engañar, soy una chica normal, no voy a gimnasio ni nada de eso, suelo practicar natación por gusto y cuido mi alimentación. Soy delgada sí, pero no tengo un abdomen marcado ni cinturita de avista. Yo me veo guapa, y por ahora con eso me vale jeje. Tengo unas tetas dignas, muy redonditas y firmes, siempre he recibido halagos por ellas y me gusta lucir escote. En cuanto a mi culo, no es muy grande, pero si redondito y marcado, ya que mido sobre 1,65. Llevo gafas de pasta y un piercing en la oreja. También tengo algunos tatuajes en los brazos, pero son diseños pequeñitos.
Esta historia ocurrió durante este verano de 2019. Mis amigos de la universidad y yo nos reunimos antes del final del curso para despedirnos hasta que nos volviésemos a ver, ya que muchos vivíamos fuera de la ciudad donde estudiábamos. Decidimos celebrar una fiesta, no solo nuestro grupo de amigos, sino que varios más grupos de la clase.
La cuestión es que nos reunimos en la casa de Lucas para juntarnos todos antes de ir a la fiesta. Allí cenamos y comenzamos a beber un poco mientras poníamos música y bailábamos. Lucas era un tio majo, un chico casi modélico, guapo, atractivo, fuerte… Tenia el pelo largo y a veces se ponía un moño que le quedaba perfecto. Tenia una barba que le daba un aspecto más rudo, y por lo general vestía muy bien. El único defecto que tenía era su personalidad, totalmente arrogante, no sabía muy bien porqué éramos amigos cuando chocábamos en todas nuestras ideas. No obstante, durante los 4 años que habíamos pasado juntos estudiando, habíamos tenido nuestras aventuras sexuales, las cuales ya habían quedado a un lado por su mencionada personalidad.
También estaba Jorge, el novio de Elena, mi mejor amiga de la carrera. Llevaban juntos unos dos años, y hacían una pareja ideal. Y por otro lado Elena y Gus. Elena era una chica sencilla como yo, muy graciosa y sin nada que destacar especialmente, a pesar de ser bastante guapa, pasaba desapercibida. Gus era un chico alto y rapado con un corte de pelo moderno. Solía vestir muy formal, con camisas y pantalones de ejecutivo, y no estaba ni gordo ni flaco. Se le veía un tio listo, especialmente cuando hablaba.
Durante un momento de la charla fui al baño. Me miré en el espejo. Justo ese día se me había ido la regla, y tras un periodo de poca actividad sexual tenía la libido por las nubes. Llevaba un vestido de tirantes blancos que terminaba en una falta cortita que llegaba a mitad de mis muslos. Era un vestido ligero y veraniego. Bajo el llevaba un conjunto de lencería también blanco, con unas bragas que dejaban ver a la perfección mis dos nalgas. Me toque mi trenza mientras me miraba al espejo. Me sentía guapa y esa noche pensaba ligarme a algún chico en la fiesta.
En ese momento Lucas entro al baño. -Oh… perdona.- Dijo mintiendo. Sabía perfectamente que estaba ahí. -Solo quería mear.-
-Tranquilo, solo quería remojarme la cara. Creo que he bebido mucha cerveza.- Lucas pasó al baño. Su casa era muy grande, de hecho, era un tio con mucho dinero. Decidió pasar lo más cerca mio posible para llegar al baño, rebozando su paquete contra mi culo mientras me agachaba para echar agua en mis manos.
-Eres un crio.- Le dije ante la evidencia. Lucas se rió. Sacó su polla y se dispuso a mear.
-Estas guapa hoy, eh.- Por su forma de decirlo, no es que pareciese un alago, sino más bien una declaración de intenciones.
-Gracias.- Dije mientras seguía a lo mio. A través del espejo del baño pude ver como al terminar de mear comenzaba a tocarse. -Si has terminado te puedes ir.- Continué seria.
-¿No quieres hacerme una mamadita? Venga, por los viejos tiempos.- Lucas se giró apuntando con su polla hacía mi. Era una polla digna. Delgada pero venosa. Con un bonito glande y bello muy corto. Mediría unos 16 centímetros.
-Eres un cerdo, acabas de mear.- Le dije sin girarme. Únicamente le miraba a través del espejo. Su polla estaba flácida, se arqueaba cayendo en curva.
-Pues a Gus bien que se la chupaste.- En ese momento me quedé fría. He de decir que el trato sucio, vulgar, como a una puta en ocasiones me gusta, pero siempre dentro de un contexto, y Lucas había cruzado esa línea en muchas ocasiones, en especial en clase. Me gire y le dí un tortazo. El se quedó congelado con su polla fuera del pantalón.
-Eres un niñato. A ver cuando maduras.- Durante unos segundos nos miramos a los ojos. Alcé la mirada para poder llegar a su altura. Lucas poco a poco revelaba una sonrisa. No se tomaba nada en serio, y yo sabía que no le importaba lo más mínimo, de hecho, nada le importaba lo más mínimo. -Estoy deseando acabar para perderte de vista.-
-He comprado una cosa. Para la graduación. Lo que siempre hablamos.- Lucas echó su manos a los bolsillos traseros de su pantalón y saco un paquetito. -Toma, ábrelo tú, al fin y al cabo es para ti.-
Suspiré y lo cogí. Sabía lo que era y no quería abrirlo, pero mi mente comenzó a fantasear con la idea. Lo abrí, mientras el miraba feliz, aún con su polla fuera. Era unas braguitas vibratorias. En ocasiones habíamos fantaseado con la idea de llevarlas puesta durante la ceremonia de graduación mientras el manejaba las vibraciones. -Lu. ¿Porqué haces esto? Ya no tenemos nada, lo nuestro acabó.- Me daba pena como jugaba conmigo. Me sentía tonta, y aún hoy en día me siento tonta cuando sigo pensando en él.
-Si hace un mes echamos un polvo.- Respondió Lucas. Tenía razón, llevaba ya varias veces prometiéndome que sería la última. -¿Por qué no las probamos hoy durante la fiesta?- Lucas parecía vivir en otro mundo donde todo giraba alrededor de él, y la mayoría de su vida era así.
Cogí las bragas y me las guardé en el pequeño bolso marrón que llevaba. -No, Lucas, no.- Le dije.
-Pues al menos chupamela, venga, luego te invito a unas copas y firmamos la paz.- Desde luego no sabía aceptar un no por respuesta. Le mire a los ojos, con cara de furía y asco mientras el me devolvía la mirada impasible.
Llevé mi mano a su polla y la agarré. -¿Esto quieres?- Le dije mientras lentamente recorría con mi mano su rabo. Él se mordió los labios.
-Y podemos echar uno rapidito. Mientras los demás están en el salón. ¿No te da morbo?- Dijo.
Comencé a recorrer su polla con mi mano. Pase los dedos índice y corazón en forma de “v” acariciándole lentamente. Sabía como hacer una paja y sabía lo que le gustaba. Le miraba, mientras cerraba los ojos y sus labios se perdían en su barba. -Todos saben ya que follamos, morbo daría hacerlo delante de ellos.- Le dije. Sabía que no se atrevería, Lucas prefería el falso atrevimiento antes que algo más real. El no respondió.
Su polla ya estaba dura apuntando hacía mi. La agarré con mi mano derecha y comencé a hacer una paja común, mientras que con la yema de los dedos de mi otra mano masajeaba su glande, centrándome en el frenillo. Aquello sacó un suspiro de su boca.
-Joder Miri, nadie me hace pajas como tú.- Aumenté el ritmo de las sacudidas. Su polla empezaba a echar liquido preseminal sobre mis dedos, y aproveche para embadurnarla con el, reduciendo la fricción. -A ver si voy a tener que montar una academia de pajas.- Dije bromeando, sin apartar la vista de su miembro.
Mi mano cada vez resbalaba más fácilmente. Tire una toalla sobre el suelo del baño y pose mis rodillas en ella. Ahora estaba de rodillas y con los dedos de ambas manos masajeaba lentamente su polla. Notaba como cada vez se iba hinchando más y mas a medida que se deslizaba por mi mano. Mi coño comenzaba a estar un poco mojado, pero no lo suficiente. Dejé de masturbar su polla y la recorrí de abajo a arriba suavemente con la punta de una de mis uñas de gel. Pude notar como tensaba todos los músculos del cuerpo. Seguí lentamente recorriendo su polla hasta llegar al glande. Únicamente tocaba su polla con la punta de mi uña, pero notaba como estaba a punto de reventar. Quité mi uña y su polla palpitó por unos segundos. Me miraba deseando que hiciese algo.
-Vamos a follar- Dijo. -¿No querías una mamada?- Le contesté.
Acerqué mis labios a su polla, retrasando todo lo posible el contacto. Al final fue él quien acercó su polla. Abrí mis labios para recibirla y comencé a resbalar mi lengua sobre su glande a medida que la engullía. Estaba caliente, y sus fluidos no tardaron en mezclarse con mis babas. Pero cuando le haces una mamada a alguien como Lucas, siempre te encuentras el mismo problema: No quiere una mamada, quiere follarte la boca.
Empujó su polla hasta que mi garganta dio de sí. Ya tenía aprendido a hacer mamadas profundas, pero me seguía costando. Dejó su polla dentro de m garganta por unos segundos, disfrutando del momento. Yo acoplaba mi lengua a la base de su polla haciendo presión. Agarró mi pelo por la trenza para hacer más fuerza. En ese momento hice todo lo posible para parar la mamada, haciendo fuerza por liberarme, pero sin éxito. Comencé a carraspear y intente pedirle que parara sin mucho éxito, es difícil hablar con una polla en la boca. Lucas me miraba a los ojos sin expresión. Tras unos largos segundos me soltó. Escupí en el suelo del baño una mezcla de babas y flemas.
-Eres gilipollas o que te pasa.- Le grité. -Sabes que odio eso.- Lucas sabia que no podía soportar que me agarrase del pelo durante una mamada. Me levanté y me lave las manos mientras el seguía con su polla llena de babas y erecta.
-Ya me puedes invitar a todos los cubatas que quiera esta noche, gilipollas.- Le dije antes de irme.
-No has acabado.- Me dijo colocándose la melena detrás de la orejas.
-El trato era una mamada. No habías dicho que tengas que correrte.- Lucas se rió y yo desaparecí para volver al salón. Poco después volvió y actuó con total normalidad, como si no hubiese pasado nada. Me enervaba esa actitud que tenía. Estaba deseando ligarme a otro tio en su cara.
Al de unas horas fuimos al local de la fiesta. Un bar grande donde ya habíamos salido de fiesta en anteriores ocasiones. El bar estaba bastante lleno. Nos pasamos las primeras horas saludando a todos los conocidos y charlando y desde luego bebiendo copas, yo especialmente, a costa de Oscar, al que poco le importaba el dinero.
Llegó el momento de bailar, cuando ya todos habíamos bebido lo suficiente, unos más que otros. No volví a hablar con Lucas en toda la noche, pero cruzábamos miradas constantemente. Me aseguré de que me veía cuando empecé a bailar con un atractivo chico rubio, cuyo nombre no recuerdo.
El pasaba sus manos tímidamente por mi cintura, rodeándome. Sus intenciones estaban claras. Yo comencé a mover mi culo alardeando de él. Constantemente fingía tropezarme para caer en sus brazos. He de decir que el chico estaba muy fuerte físicamente. Al fin nos besamos y comenzamos a liarnos en medio de la discoteca. Yo le comía la boca con pasión mientras él se centraba más en recorrer mis piernas con sus manos. Me aseguré de que Lucas nos estaba viendo. El chico comenzó a comerme el cuello cuando le sugerí que saliésemos, buscando un lugar más íntimo. Iba a follármelo en la calle.
Por supuesto el aceptó. Me llevó fuera del bar agarrándome el culo. Cuando salimos pude ver que Lucas estaba hablando con otras chicas, lo que en parte me jodió. Una vez fuera nos alejamos el cúmulo de gente que se reunía en la entra del bar y le llevé a un callejón. Me saqué un porro del bolso y lo encendí. -¿Quieres?- No quiso, dí un par del caladas mientras me comía el cuello y pasaba sus manos por mis piernas, levantando poco a poco mi vestido.
Pasé mis manos sobre su entrepierna yo también para comprobar que ya estaba listo. -Cómeme el coño.- Le dije. No acostumbraba a pedirlo, pero el chico era muy paradito, me quería sentar la reina de la noche. Se agacho en medio del suelo, en un callejón poco iluminado, yo levanté la falda de mi vestido y él, apartando mi braguita, comenzó a chupar. Me estremecí al sentir la humedad de sus labios en mi raja. No estaba húmeda, pero comenzaba a estar caliente.
El chico empezó besando mi raja cerradita, para posteriormente ir recorriendo con su lengua mi entrepierna. Besaba, lamía y jugaba con su lengua sorbiendo cada centímetro de mi entrepierna. Yo comenzaba a tener algún espasmo por la sensibilidad de la zona, estaba disfrutando esa comida de coño. Me miró a la cara y con fuerza agarró una de mis rodillas para abrir más mis piernas. -Joder, siiiii, no pares ahora.-
Parecía que aquello le motivó a continuar con más entusiasmo chupando. Mis pezones estaban como piedras, y mi coño chorreaba como un grifo abierto. Su lengua seguía recorriendo mi coño, ahora entrando y saliendo de él, notaba su nariz chocando torpemente contra mi clítoris, aumentando mi excitación. -Te voy a follar como no te han follado nunca.- Dije. Comenzó a mover la lengua como un loco, centrándose en mis labios, yo gemía sin importar que nadie me oyese. Estaba cerca de correrme, cuando paró y se incorporó frente a mi. Siempre tan inoportuno. En ese momento pude ver a Lucas al fondo del callejón, parecía estar buscándome sin encontrarme. -Joder que bien me has comido el coño, es hora de recompensarte. - No tenía necesidad de decirle nada, pero me encargué de hablar lo suficientemente alto como para que al fin Lucas se percatase de mi presencia.
Me agaché con intención de chupársela un rato. El se sacó la polla que salió con fuerza en cuanto la liberó de los calzoncillos. Era una polla que no se correspondía con su cuerpo. Más delgada y corta de lo que me podría esperar, sin llegar a ser pequeña. Tenía ganas de encontrarme con uno de esos fabulosos pollones que se ven en los videos porno, pero no fue así. Antes de que pudiese chupársela se puso un condón, acto que me dejó muy extrañada, y me levantó cogiéndome por el hombro.
-No me aguanto con lo buena que estas, vamos a follar ya.- Al fin dijo algo. Puse cara de viciosa y le hice caso. De nuevo me subí el vestido, poniendo mi culo en pompa y bajando mis bragas a la altura de las rodillas. Follar con las bragas a medio bajar es algo que me encanta.
Me coloqué contra la pared, arqueando mi cuerpo para facilitarle la penetración. No necesitó más para colocar su polla en la entrada de mi chocho, completamente depilado para la ocasión. Suspire al sentirla. Me sentía muy guarra follando en un callejón de la calle, pero no era la primera vez. Sus embestidas hacían que mi culo rebotase contra su cuerpo. Estaba en un constante bamboleo al ritmo de sus penetraciones. Junte las piernas un poco para que a su polla le costase más entrar. -Jooooooder.- Me gustaba expresar mis emociones durante el coito. Pude ver como Lucas nos miraba de lejos. -Damee, dameee.-
El chico me follaba sin parar, cada vez con más fuerza. Agarraba mi culo con pasión, aunque preferiría que me hubiese tocado las tetas. -Déjame a mi ahora. - Le dije poniendo mi mano en su pecho sin moverme.
Cuando cesó el movimiento tome el mando. Comencé clavándomela hasta el fondo, hasta que pude sentir sus huevos. En ese momento comencé a mover el culo lentamente arriba y abajo, sin sacármela. Por sus gemidos ví que aquello le gustaba. Me saqué los pechos entre los tirantes del vestido, aun con el sujetador, y comencé a mover mi culo más rápido.
Acabé haciéndolo botar sobre su polla, como al ritmo de una vibración continua. Me costaba hacerlo, pero me encantaba la sensación, su polla clavada hasta el fondo moviéndose dentro de mi coño. Mantenía el equilibrio con una mano contra la pared. -Agárrame las tetas.- Tuve que decírselo al final, y sus manos ocuparon mis pechos, sacándolos del sujetador. En ese momento puse el culo aún más en pompa y comencé a moverlo describiendo círculos. Espero que no le contase a sus amigos que me había follado, porque mentiría, me lo estaba follando yo. -Me corro.- Dijo apretando mis tetas. -¿Ahora? ¿Dentro?.- A mi aún me quedaba, y pensaba que el chico aguantaría más. Me aparté de el esperando poder ahora hacerle una mamada para recibir la leche, pero cuando la sacó de mi coño el condón ya estaba lleno de corrida.
Hablamos unos minutos, el chico era majo, pero ni siquiera me dio su teléfono. Al final se fue para volver ya a casa. Yo me quedé para seguir fumándome el porro que tenía pendiente. Lucas se acercó, por supuesto.
-¿Sigues fumando esa mierda?- Fue lo único que dijo. El condón, lleno de corrida estaba tirado a mis pies.
-Me gusta fumar después de follar.- Dije intentando herirle. Pero no le dio la más mínima importancia.
-Es verdad. Cuando follamos en el descampado de más adelante me fui con todo tu olor a maría.- Lucas desvió la conversación de nuevo a nuestro pasado en común.
-Joder, me ha salpicado en los zapatos.- Dije mirando que tenía unas gotas de semen.
-¿La gente se corre en los condones? Que desperdicio.- Lucas nunca se había corrido en un condón, al menos conmigo.
-Pues sí, me hubiese gustado que se corriese en mis tetas.- Esta vez fui más directa. Ignoraba que me acabase de follar a otro tío. Esta noche mi orgullo se había impuesto al suyo y no quería aceptarlo.
-Eso pensaba hacer yo cuando me has dejado a medias en el baño.- Lucas miró mi escote. -Joder es que vaya par.- Dijo refiriéndose a mis tetas.
-Ahora mismo prefiero que me follen, me he quedado a medias. Voy a ver si encuentro a alguien. - Dije para concluir, tirando el cigarro a un lado y disponiéndome a regresar al bar. Lucas me agarró por el brazo, sin darme opción a irme.
-No te pienso follar cuando has dejado que otro lo haga. Es una falta de respeto. Pero corriéndome en tus tetas puedo hacer que sientas más que el follandote.- Me sorprendió su referencia al otro chico, y sus palabras llevaban razón. Me excitaba su juego, aunque me excitaría más de poder dominarlo. Cuando estaba frente a él me sacó las tetas por encima de los tirantes de mi vestido. Deseaba su corrida en mis tetas. Me senté sobre un pequeño muro y me desabroché el sujetador, ahora mis tetas estaban libres. No tardó ni un segundo en comenzar a tocarlas, mientras yo, abría mis piernas llevándome mi mano el coño.
Lucas me dejó masturbarme mientras tocaba mis tetas. Sabía que no todo era follar, sabía que podíamos disfrutar más de otra forma. Se sacó su polla y miró a ambos lados para asegurarse de que nadie más miraba, yo en cambio no me preocupaba por eso. Empezó a masturbarse con una mano, mientras con la otra me tocaba las tetas con cierta rabia, dándome bofetadas en ellas.
Hice la braga a un lado para masturbarme. Comencé a frotar mi clítoris con pasión, mi mano resbalaba después del polvo sin problemas. Gemía del gusto mientras veía como se hacía su paja, pero siempre quería más. Aproximo su polla a mi coño y la metió dentro. Sabía que no quería follar sin condón y aún así lo hizo. Le hice retroceder y me agaché frente a él.
-Trae idiota.- Cogí su polla y la coloqué entre mis tetas. Sabía que le encantaba como hacia las pajas con las tetas. -A ver si te corres de una vez.- Me puse el sujetador de nuevo, en parte para sujetar su polla y en parte para no manchar más de lo esperado el vestido. Comencé a botar, con su polla entrando y saliendo de mi entreteto, mientras que con mis manos libres me masturbaba hasta el orgasmo. Tardó unos dos minutos en correrse, llenado mis tetas y mi mentón de leche.
Si os ha gustado esta historia puede que me anime a contar lo que finalmente sucedió en la graduación. Agradezco vuestros comentarios y que me dejéis vuestras impresiones.