Una mamada al otro lado de la ventana

Apartado de la familia, amigos y todo lo conocido en un piso de mierda conocí a un chavalín que sabía hacer con su boca lo que pocos pueden, aunque muchos lo hayan soñado.

Por fin había aprobado las oposiciones, pero el destino que me había tocado no era para nada lo que yo quería o deseaba. Me esperaba uno o dos años bastante duritos, separado de la familia, de los amigos y de todo lo conocido en un pueblo de mala muerte de apenas 10.000 habitantes. Yo soy de Madrid, estoy acostumbrado a la vida cosmopolita a las exposiciones, a los amigos a las grandes zonas y a todo eso. Con la novia no hubo muchos problemas, después de 10 años retrasando la fecha dejarlo fue mera formalidad.

Alquile un piso baratito en el pueblo, un 5º con ascensor de apenas 50 m2. Mal distribuido de cojones, la ventana de mi comedor mediante patio interior daba a la ventana del comedor de los vecinos. Pero total no iba a pasar allí mucho tiempo. Y debía de compensar el gasto del coche. Los primeros meses fueron muy duros. No conocía a nadie y las semanas se hacían eternas, los fines de semana se pasaban muy rápido.

Un día entre semana estaba viendo la tele cuando de repente mi madre por whatsapp me dijo que quería hablar conmigo. Me senté en la mesa del comedor de cara a la ventana y conecte Skype. Empezó a decirme que me echaba de menos que si mi padre no sé qué y yo que sé que más cosas. Madres media vida pidiendo que nos vayamos de casa y la otra media pidiendo que volvamos. El caso es que me empecé a mirar por toda la habitación para ver si algo captaba mi atención. Algo más interesante que la monótona voz de mi madre.

De repente capté algo. Vaya que si lo capté. Los vecinos eran una madre y su hijo de unos 19 añitos. Eran colombianos. La madre tenía unos 35 y estaba de muy buen ver. El niño tenía una cara de pillo y de porrero que daba gusto verlo. Pues bien, el vecino se había sentado encima de la mesa del comedor totalmente desnudo y se estaba haciendo una paja, para lo que supuse que era una webcam. Tenía una polla increíblemente grande. Tenía un buen cuerpo de adolescente, sin grasa, sin pelo, con unos pectorales y abdominales bastante marcaditos. Sus brazos estaban bastante definidos y sus grandes manos no abarcaban para coger con las dos su enorme polla.

Le puse una excusa a mi madre y corté la comunicación. Necesitaba irme de allí antes de que me viese, apenas nos separaban 4 metros. Pero de repente se inclinó sobre sí mismo y empezó a hacerse una autofelación. Yo nunca había visto nada igual. Jamás pensé que fuese posible. La mía está en la media y de joven no era tan elástico. Me quedé congelado viendo como aquel joven efebo se comía su propio rabo para deleite de alguien en la red. He de reconocer que se me puso dura y no podía dejar de mirar.

Después de un rato de comerse el rabo, se corrió en su propia boca. La tenía tan dura que estaba a punto de explotar si tocarme ni nada. Pero levantó la vista miró por la ventana y me vio. Mi cara debía de ser un poema, porque su polla pasó de enorme a cacahuete invisible instantáneamente y se puso pálido, pálido. Salió corriendo del salón y se acabó el espectáculo. Ese día me hice mi primera paja pensando en un tío. Me encanto correrme mientras imaginaba como chupaba y besaba cada rincón de ese cuerpecito joven.

Desgraciadamente, después de eso empezó a evitarme. Si coincidíamos en el ascensor subía por las escaleras o las bajaba. No volvió a ofrecer ningún espectáculo de salón. Empecé a valorar la idea de ir a visitarlo yo al piso. O mejor hacerlo cuando su madre saliese y violarlo por el pasillo. Pero no hizo falta. Un día coincidí con él en el ascensor y estaba su madre así que no pudo subir por las escaleras. Se puso muy nervioso.

Su madre no se dio cuenta, de hecho a su madre le importaba más yo que otra cosa. Empezó a hacerme preguntas sociales y vio que era un hombre culto con estudios y esas cosas. Como el “zagalaín” no iba muy bien en la escuela. Había repetido en la ESO y otra en Bachillerato y tenía pinta de volver a repetir su madre me dijo si yo le haría el favor. Bueno le dije yo, si es puntual que se vaya pasando y si vemos que es mucho ya arreglamos el precio. No en dinero que no me hace falta, pero es que como fatal lejos de casa. Eso le dio pie a la madre a presumir de lo buena cocinera que era y de otras cosas que también sabía hacer.

Esa misma tarde Kevin (el zagalín) se pasó por casa. Traía una libreta y no sé qué más. Estaba tan nervioso que si lo pinchaba seguro que saltaba hasta el techo. Se sentó en el comedor, de espaldas a la ventana. De vez en cuando miraba a la ventana con odio, como si la ventana tuviese alguna culpa. Como vi que no decía nada le dije:

— Bueno a ver que me has traído.

—Se lo vas a contar a mi madre… ¡Por favor! No se lo cuentes… si solo fue esta vez, es que me dijo uno que no era capaz y yo, bueno, no sé, y  jooo… en serio no lo volveré a hacer.

—Esto, no pensaba contárselo —dije ­—es cierto que no pensé que eso se pudiera hacer y por eso me sorprendí mucho, pero bueno, tú sabrás, ya eres mayorcito.

Esto hizo que respirase y se relajará mucho. La verdad es que después de hablar un rato con él no era tan mal chaval. No era un porrero, solo un poco chulito. Tenía una mirada inteligente y potente, una nariz redondeada y chata, unos labios muy carnosos y una cara ovalada, medio aniñada. Era terriblemente atractivo, y ese pelo rapado por todos los lados menos en la cresta solo le daba un aire a niño malo muy apetecible. No había traído ningún deber solo quería suplicar por su vida o eso pensaba él. Al salir, por el pasillo pude observar su culo redondeado y respingón. Estaba mirando ese apetecible culo cuando me preguntó si era uno de eso gays maricones de mierda.

—Pues la verdad es que no creo, porque tengo la sana intención de zumbarme a tu madre en cuanto me invite dos veces a cenar.

Se quedó mudo, no creo que se esperase semejante contestación. O tal vez esperaba otra. Estábamos ya casi en la puerta cuando le pregunté: —¿Tienes novia?

—Sí claro y tenemos sexo muchas veces.

— ¿Y novio? —Repuse.

—¿Puto marica!

—Pues no lo entiendo —Contesté ignorando su insulto.

— ¿El qué no entiendes?

—A ver como a cualquiera nos gusta que no la chupen… de hecho seguro que tu madre la chupa de vicio.

—¡Cabrón! —pero ambos compartíamos ya la broma y solo pudo que reírse.

—Claro a ti te la chupa tu novia.

—Sip.

—Pero si no tienes novio, y es evidente que te gusta comerte una buena polla, qué vas a hacer, ¿seguir chupándotela siempre? ¿Cómo sabes que no eres gay si te gusta chupar pollas?

—Tú lo que quieres es que te la chupe, puto marica.

—Y tu culo de postre.

—¿Tu te metes algo no?

—De momento el que se ha metido algo eres tú, a lo mejor no sabes aún lo que te gusta.

Se quedó pensativo. Al lado de la puerta. Miraba la puerta pero no la veía. Estaba pensando algo. Así que lo cogí de la mano y lo llevé a mi habitación. Me senté en la cama, le baje la cremallera y le saqué toda esa polla del pantalón. No me corté un duro y empecé a chupársela. Creció rápidamente. El empezó a poner cara de deseo y al poco tiempo se quitó la camiseta. Cuando intentó quitarse los pantalones lo empuje un poco y cayó sobre la cama. Me puse de pie le cogí la cresta del pelo y le puse mi polla en la boca, se resistió un poco, pero se la metió toda y empezó a chupármela. No me corté un pelo y cuando noté que me venía ni le avisé ni nada, me fui en su boca.

Me tumbé para recobrar el aliento y él estaba a mi lado pajeándose. Empecé a chupársela de nuevo y él se acurrucó y empezó a competir conmigo por chupar aquel rabo. Así que le comí los huevos y luego el agujerito del culo. Le metí un dedo y jadeó. Se volvió a tumbar y me acosté encima de él besándolo con pasión. Me devolvió todos los besos. En un momento dado mirándome a los ojos con esos ojazos negros me preguntó: —¿Cuándo te folles a mi madre te voy a tener que llamar papá?

—Ahora cuando te reviente el culo a pollazos y me corra dentro de ti, me llamas lo que te salga de los huevos, ¿vale marica?

—Si papi

No me lo pensé dos veces le subí las piernas y penetré ese culo respingón y virgen. Costó horrores meterla, pero fue divino. Era tan elástico que se la podía meter en cualquier posición. Nos besábamos con pasión. Finalmente lo tumbé de lado y acoplándome por detrás se la metí mientras me dedique a hacerle una buena paja. Él no paraba de besarme con esos hermosos labios y me llevaba a la locura. Entonces empezó a decirme: —papi creo que me voy a correr, ¿quieres?

No respondí solo le pajeé más fuerte y explotó en mis manos. Fue una corrida monumental. Salía lefa de aquella polla a borbotones. Eso me excitó tato que me corrí en su culo abundantemente.

He de decir que su madre y yo acabamos medio juntos, hasta un día me grabe mientras se la metía por el culo para enseñárselo; pero finalmente lo dejamos como amigos, por el bien de su hijo que había hecho muy buenas migas conmigo. Y no quería quitarle una buena figura paterna. La verdad es que migas no sé si hicimos pero leche la hacíamos a litros.