Una madurita muy sumisa (1)
Historia real de sumision y dolor.
UNA MADURITA MUY SUMISA
CAPITULO 1
Esta historia es real como la vida misma, ocurrió sin yo esperarlo, aun siendo un enamorado de este estilo de vida ( el sadomasoquismo)
Todo comenzó un día, en el cual me encontraba aburrido, y decidí conectarme a un chat.
Allí me encontré con Jesús, un hombre de mi misma ciudad, el cual después de hablar un rato y contarnos nuestros gustos sexuales, me dijo que él, tenia una amiga ya mayorcita, a la cual le gustaba someterse a las personas. Yo le dije que esa era mi máxima ilusión y le rogué que me pusiera en contacto con ella.
A los dos días, recibí un mensaje por e-mail, era de ella se llamaba Julia y tenia 48 años, en el mensaje me decía que Jesús le había comentado el tema y que estaría dispuesta a probarlo en la realidad, que le gustaba mucho el tema, pero que no lo había llevado a la practica por temor a lo que pudiera pasar.
Inmediatamente la conteste dándole mi numero de móvil, y diciéndola que no se preocupara que primero nos conociéramos y que luego decidiera. Aquella misma tarde me llamo, era miércoles y tras charlar un rato por el móvil, quedamos para el viernes siguiente.
El viernes por la mañana la llamé, y quedamos para ese mismo día por la tarde, en un bar del centro de Zaragoza (vivimos allí) le dije que llevara puesta una falda corta de vuelo, y una camisa semitransparente con bragas y sujetador. A medida que se iba acercando la hora, yo estaba muy nervioso pues iba a ser mi primera vez como amo.
Cuando llegué a la cita, ella me estaba esperando sentada en una mesa del rincón del bar, me dirigí a la barra y me pedí una cerveza, me quede unos minutos observándola y realmente merecía la pena, era una mujer bastante atractiva, rubia aunque teñida, buenas tetas, y un buen culo para disfrutar de el. Me acerque a la mesa y me senté frente a ella.
Hola, eres Julia.
Sí, tu Ramón.
Nos dimos dos besos, y tras preguntarnos como nos iba, le dije.
Bueno, vamos a lo nuestro.
Le saque un documento que llevaba preparado, (una especie de contrato) y se lo di a leer, le estuvo echando un vistazo y me dijo.
De acuerdo acepto.
Rellénalo con tus datos y fírmalo.
Así lo hizo y me lo entrego, lo firme y le di una copia.
Desde ahora mismo, no te puedes sentar con las piernas cruzadas, siempre las tienes que tener ligeramente separadas, siempre te sentaras sobre tu culo desnudo, no sobre tu falda.
Sí mi amo.
A que esperas para hacerlo zorra, casi la grite.
Se levantó y sentó como yo la había ordenado.
No quiero que me llames amo, prefiero que me llamas Señor.
De acuerdo señor.
Así me gusta putita.
Gracias Señor, me contesto, empezando a asumir su papel, aunque un poco asustada.
Bien, para empezar, vas a bajar al baño de Señoras. , te quitas las bragas y el sujetador y te metes esto, dándole una bolsita de plástico que saque de la mochila y que contenía unas bolas chinas.
Pero .
Pero nada, obedece o cojo el camino y me voy.
Me cogió de una mano, y me dijo que no, que no me marchara y levantándose, se fue hacia los servicios. Cuando subió, subía colorada y con la cabeza hacia abajo, ya que se le veían casi todas las tetas por la camisa, pero también subía con los pezones tiesos.
La gente la miraban, en su mayoría hombres y me miraban a mí, con cara de envidia.
Siéntate.
Se sentó, como la había dicho, sobre su culo desnudo, para lo cual se tuvo que levantar un poco la falda, dejando ver gran parte de sus muslos y culo. La empece a tocar las piernas por debajo de la mesa y subí la mano, hasta comprobar que tenia las bolas metidas en su coño.
Levántate y paga, que nos vamos, le dije
Si señor, cogió su bolso y se fue a la barra a pagar, mientras el camarero no dejaba de mirarle las tetas.
Estuvimos andando un buen rato, hasta llegar a la pensión donde yo, había alquilado una habitación para todo el fin de semana. En el camino, ella de vez en cuando hacia ademan de pararse, por el efecto que le producían las bolas en su chocho.
Cuando llegamos a la pensión, le di las llaves de la habitación y la mochila que yo llevaba con todas las cosas que pensaba utilizar con ella y le dije.
Sube, saca las cosas de la mochila y las pones encima de la cama, luego te pones de rodillas y me esperas hasta que llegue.
Me fui a tomar una cerveza, y al cuarto de hora, subí a la habitación. Estaba como yo la había ordenado de rodillas a lado de la cama, esperándome como una buena perrita.
Bien, bien, veo que esto te gusta y eres una zorra muy obediente.
Gracias Señor, estoy a su disposición para lo que Ud., quiera, me dijo.
Levántate
Se puso de pie con la cara mirando al suelo, la levante la barbilla y la bese metiéndole la lengua todo lo que pude, ella intentó responder a mi beso pero enseguida me separe de ella. Empece a dar vueltas a su alrededor sobándole las tetas y el culo por encima de la ropa.
Estas caliente, puta. Le pregunte
Mucho Señor
Quítate la blusa.
Empezó a desabrocharse los botones de la camisa y se la fue quitando.
La cogí en pezón izquierdo y se lo retorcí un poco, no lo apreté mucho, pero ella hizo una mueca de dolor.
¿Te duele?.
Un poco Señor.
La cogí en pezón derecho y este si que lo apreté con verdaderas ganas, advirtiéndola de que no gritase, que si lo hacia iba a ser peor, ella conteniéndose apretaba los dientes y su cuerpo empezada a temblar. Le acaricie los pezones con delicadeza y se le pusieron mas duros que dos piedras, y entonces la pregunte.
¿Qué sientes?
Una sensación extraña, como de miedo y placer a la vez, pero noto como estoy de mojada, nunca me había sentido así, gracias Señor.
Quítate la falda, la ordene
Ella me obedeció de inmediato y se desabrocho el botón y la cremallera, dejando caer la falda al suelo. Se quedo desnuda y por pudor se llevo las manos al coño, como tapándoselo, le di un buen azote en el culo, y rápidamente puso sus brazos en los laterales de su cuerpo. Estaba divina, su cuerpo a mi disposición, con la cuerda de las bolas chinas saliendo de entre los labios de su coño, mi sueño de siempre se estaba haciendo realidad.
Continuara