Una madre que haría lo que fuese por su hijo

Lucia, no iba a permitir que expulsara a su hijo de la escuela, ella haria lo que fuese por su hijo.

Siempre me he sentido orgulloso de poder definirme de moralidad políticamente correcta. Nunca he sido infiel, ni siquiera en mis primeras épocas de noviazgos, cuando jovencito, siendo una actitud que demostraba una cierta madurez que a esa edad nadie exige.

Intento llevar una vida plena y saludable en todos los sentidos, y nunca me ha ido mal con esta forma de vida, por lo que me puedo considerar una persona feliz.

Pero hace cosa de 4 meses, me sucedieron unos hechos que han tambaleado definitivamente estos planteamientos, al punto, que hay veces que no me reconozco.

Como he mencionado, soy una persona monógama hasta las últimas consecuencias, o por lo menos lo era. Todo comenzó a principios de esta última primavera. Yo trabajo como director de una prestigiosa escuela superior de música de índole privado. Tras muchos años de docencia, a fecha de hoy, podemos jactarnos de que los resultados son muy superiores a los ofrecidos por las escuelas públicas de música, y que el 80% de nuestro alumnado, acaba dedicándose profesionalmente en medida alguna al mundo de la música. Nuestro programa, es un programa intenso, a la altura de otros programas extranjeros, y muy solicitado, por lo que, tenemos sendas listas de espera en cada curso, y una normas muy estrictas y selectivas, que nos ayudan de vez en cuando, a liberar alguna plaza que otra, que muy pronto es ocupado por otra persona con un proyecto de futuro mas claro.

Pues bien, ya comenté, que todo comenzó a principios de la primavera. Era época de exámenes, y unas de las épocas que más cartas de expulsiones por bajo rendimiento se ofrecían.

Había un individuo, Ramón, un chico de unos 16 años, que había estado ciertos problemas en clase, tanto con compañeros como con profesores, vamos, un claro candidato a dejar nuestra escuela. Ya hacía algún tiempo rondando esa idea, pero había algo que me frenaba. No me gusta hacer diferencias entre los alumnos, pero ese chico era especial. Tenía un talento que escasamente había podido observar en los chicos y chicas que pasaban por la escuela. Que yo supiera, no tenía ninguna influencia externa en cuanto a lo musical, (con frecuencia teníamos hijos o familiares de músicos, artistas, etc.…), sabía que era huérfano de padre, y su madre se deslomaba trabajando como enfermera en un intento que a pesar de ir en contra de su salud, buscaba darle todo lo posible a su hijo, quizás en una tentativa de cubrir ese hueco producido por la ausencia de un cabeza de familia.

A veces, no sabía si era más la pena que me daba, o la expectativa a poder ser testigo de lo que la disciplina y la paciencia podía ofrecer o viceversa. Pero como siempre, en algún momento aparece la gota que colma el vaso, en su caso, vertió refresco de cola en el interior del trombón de un compañero, un acto vandálico que no podía quedar sin castigo.

Lo cierto es que lo medité en gran manera, pero con su actitud trasgredía de forma determinante y pública nuestras normas, y a un acto público, se debía una pena pública, debía ser expulsado.

De esa manera, tras redactar la carta de expulsión, localicé el número de teléfono de la madre, para citarla y poder explicarle con detalle que clase de hijo tenía, y cual eran las consecuencias de sus actos. Tras localizar su número en secretaría, me dirigí a mi despacho donde podría hacer dicha llamada con mayor discreción e intimidad. Como no estaba, le deje un mensaje en el contestador que por favor se personalizará al día siguiente en la tarde en nuestra escuela para conversar sobre la inminente baja de su hijo en nuestro centro docente.

Bueno, ya estaba hecho. Al día siguiente terminaría con este asunto de una vez por todas. Como era época de exámenes, todos teníamos mucho trabajo, y en especial yo, que debía repasar cada expediente, con cada informe del profesorado, alumno por alumno, examen por examen, en fin, un trabajo arduo, lento y pesado. Así que como era frecuente en esas fechas, una vez más me quedaría hasta muy tarde en mi despacho. Llamé a mi amada esposa para que no se preocupara, y tras pedir a mi secretaria que me trajera unos montaditos con un refresco, la despedí para que marchara a casa.

Eran casi las 10 de la noche cuando sonó el timbre de la puerta principal de la escuela. Ya hacía media hora que se había marchado el último profesor, por lo que di de hecho, de que alguno había olvidado algo detrás, así que salí del despacho, y baje la escalera en dirección a la puerta para ver quién era. Gran sorpresa la mía, cuando tras abrir la puerta, y esperando encontrarlo algunos de los profesores, descubrí a Lucía la madre de Ramón, el alumno que tantos quebraderos me había dado en los últimos días.

  • Lucía, ¿Qué hace usted aquí tan tarde? – pregunté . – Es que he llegado a casa del hospital y he escuchado su mensaje, y no podía dejar esto para mañana
  • contestó. – Pero es tarde, por que no viene mejor mañana y lo hablamos mas tranquilamente- insistí.- Pero tras su negativa a dejar este asunto para el día siguiente, la invité a subir al despacho. Cerré la puerta tras nosotros, y la seguí escalera arriba hacía las dependencias de la primera planta.

Tras pasar a mi despacho y pedirle que se sentará en uno de los sillones de mi despacho, comenzó a hablar:

-Mire Ignacio, yo se lo que es mi hijo. Hoy tras llegar a casa y escuchar su mensaje, he tenido una charla sobre lo sucedido, y está castigado, no antes sin haberle soltado dos guantadas… pero por favor, no me lo expulse….- dijo nerviosamente.

  • Mire Lucia…- intenté comenzar

  • No si yo lo entiendo, se que tienen unas normas, pero es que mi hijo a pasado una infancia dura, sin su padre, y yo trabajo tanto para dárselo todo, … y en la escuela le ha ido tan mal, y la musica le gusta tanto… se que tiene futuro en esto, ..y si usted tiene paciencia, se que al final se graduará, y será alguien, …. Por favor…. – siguió atropelladamente.

  • Si Lucia, si paciencia hemos tenido, pero esto ha llegado al límite, su hijo no acata ninguna norma, ni a ninguna autoridad, la expulsión es una decisión firme- intenté ser un poco tajante.

  • Por favor Ignacio- continuo – Yo haría lo que fuese por mi hijo, moriría por mi hijo, pidame cualquier cosa, … no importa….- dijo agachando la cabeza, apartando la mirada

  • No Lucia, no ha nada que se pueda hacer- quise concluir.

  • Ignacio, no me ha entendido, lo que sea,….- esta vez clavó su mirada sobre mis ojos, y poniendo su mano sobre mi pierna, continuo - lo que sea - .

He de reconocer que la situación me asustó en gran manera. En un mismo movimiento, aparte su mano de mi pierna, y me levanté de golpe - Lucía debe usted marcharse…- le dije retrocediendo nervioso.

Ella se levanto también de un salto. El rostro se le puso de un color granate, no se si por el disgusto por el rechazo o por la vergüenza del momento. – Por favor, no se ofenda, no se ofenda- me decía una y otra vez avanzando hacia mi, a la vez que yo retrocedía un poco.

Lo que sucedía a partir de ese momento permanece en mi de forma confusa. En mi retroceder, tropecé con mi maletín y caí para tras dándome un tremendo golpe sobre mi cabeza. No se cuanto tiempo permanecí inconsciente, pero cuando volví en mi, me encontraba tirado sobre el suelo, y Lucía sentada sobre mis piernas, me desabrochaba el pantalón.

  • Lucía por favor….. – logré expulsar de mi boca

Pero ella simplemente me miro un momento, y continuo lo que hacia. Lo cierto es que no se que me ocurrió, no se si el golpe, o el hecho de que había otro yo que no conocía, pero me quedé quieto. No intenté quitarmela de encima, ni pararla, simplemente me quede parado, mirando como me desabrochaba el pantalón, y sacaba mi pene, que por cierto se estaba endureciendo en gran manera.

Con suavidad, comenzó masajeando mi pene, hacía arriba, hacía abajo, y de una forma decisiva, acerco su cara metiéndosela del todo en su boca. Yo me quede sin respiración. Lo cierto, es que nunca ma habían hecho una mamada, y era, era…. Tremendo.

Jugaba con su lengua, con su mano, con sus labios,…. La chupaba como si fuese un helado, se la metía una y otra vez en la boca

Hasta ese momento no me había dado cuenta el pedazo de mujer que tenía delante. Era rubia, y tenia un cuerpo estupendo. Unos pechos grandes, un culo redondo, apretado. No era bajita, como 1,70… y esa postura, miraba su culo moviendo al compás de su mamada, y me estabaaaaaaaa volviendo loco lo que me hacía

Comencé a masajarle el culo, por entre las piernas, mientras ella se movia, en ese momento, se levantó y se quito los zapatos, luego el pantalón, yo la miraba absorto, que buena estaba, se agachó y siguió con su tarea,… yo seguí tocandola, por el culo, por el chocho, le metia la mano por dentro de las bragas, y estaba humedisima,… comencé a acariciarla entre los labios, el clítoris, el ano… lentamente… le dije que me dejara probar su coño mojado, y rapidamente me lo puso sobre mi boca, yo se lo chupaba, se lo comia, mientras ella, se desabrochaba la blusa, y se quitaba el sostén, y mientras yo le metía la lengua hasta dentro, ella se masajeaba los pechos, … más, más, maaaaas….

La habitación iba a explotar por las altas temperaturas, rápidamente, la empujé hacía atrás, y ella se colocó sobre mi pene erecto… y en un habil movimiento, se la metió hasta el fondo,… me estuvo cabalgando un buen rato, era una gozada ver esos dos tremendas tetas saltar al compás de tal hembra… aaaaaaaaaaaaaaaa…. Me corrí como nunca lo había hecho, parecía como si todo mi ser se hubiese ido por ese chorro…. Nos quedamos inmoviles varios minutos, y tras la pausa, ella se levantó y comenzó a vestirse... yo estaba tirado en el suelo, mirandola, intentando asimilar lo que había ocurrido,

Ella tras vestirse, me miro, y me dijo… "- espero Ignacio que esto haya servido para algo" , y dejándome en el suelo sin poder ni reaccionar, se fue.

Me llevé toda lo noche pensando en lo sucedido, empalmado, había sido la situación mas increíble que había vivido, y me había creado un dilema terrible, ¿Qué hacía con su hijo?... al día siguiente, llegué a la escuela como cualquier dia, y me fui directamente al despacho, alguien había abierto las ventanas supongo que para airear la habitación, me diriji hacia mi mesa, y me senté en el sillón…. ¿Qué debía hacer?, en ese momento sono mi telefono, lo descolgué, y tras acercarme el auricular al oido me quedé helado, eran sonidos de un acto sexual, era… era… erámos nosotros la noche anterior…. De repente la grabación cesó… y una voz femenina hablo " – espero Ignacio que esto haya servido para algo"- Lucía, supongo que quizo asegurarse de que tomaria la decisión correctal, así que sin dudarlo, agarré la carta de expulsión, y rompiendola en varios pedazos la tire a la papelera… de todas formas, en el fondo ya tenia la decisión tomada