Una madre con todas las letras

Una madre alivia la desazón de su hijo...

UNA MADRE CON TODAS LAS LETRAS

Soy una mujer aun joven, penas tengo cincuenta, y me siento muy bien, y con fuerzas y muy atractiva, o sea, con la autoestima muy alta. Siempre fui así. Muy positiva y de ir para adelante, a pesar de mi separación hace ya unos cuantos años. Lo supere y super varias coas y obstáculos que se cruzaron en mi vida, pero no me quejo, o si me quejo pero sigo adelante a pesar de todo.

Me considero un madre con todas las letras y mi hijo, uno de los dos, el que está aun conmigo puede dar fe de eso.

El otro se casó y se fue a otra ciudad y nos vemos muy poco, aunque no por eso deje de quererlo.

Como dije me considero atractiva. Nunca me han faltado amantes y los he tenido de todas las edades y clases sociales, y con todos mas, menos, la he pasado muy bien. Aunque nunca forme una pareja estable. Y creo que nunca la volveré a formar, al menos con alguien extraño.

Mi cuerpo lo mantengo en buena forma, no tengo demasiados vicios, salvo tomar un whisky de vez en cuando y fumar algún que otro cigarrillo, pero muy de vez en cuando. Camino mucho y hago gimnasia. Tengo un lindo culo, obvio, con algo de celulitis pero mi edad es la que tengo y no me la pienso sacar. Mis tetas tiene buen tamaño y aún están firmes.

Mis ojos son azules y mi cabello largo es rubio. Mi cara es bonita, de una extraña belleza me han dicho muchos y muchas.

Con mi niño tengo una relación muy buena, aunque estos días lo he visto muy distante. Quizá extraña a su novia que se ha ido del país y no se sabe si volverá. Ya he dicho que tengo que hablar con el de ese tema, porque no quiero que se deprima.

Esa noche llegué del trabajo como todos los días a eso de las siete. Traía la comida que me preparaban en la rotisería amiga, como siempre, ya había encargado el menú cerca del mediodía.

Me quite la ropa, solía andar en ropa interior sin problema desde que mis chicos eran niños. Siempre me dio un morbo especial, supuse que más de una vez se habían empalmado viéndome o más aún que se habían masturbado pensando en mi, en mis tetas, en mi culo y eso me llevaba a mí a darme una buena paja.

Recorrí la casa y lo encontré acostado y tapado con una sabana hasta la cabeza, a Lean, mi hijo. Me acerqué a el y7 me senté en el borde de la cama, solo veía sus cabellos que asomaban junto con  su oreja derecha.

__¿Qué pasa cariño, estás enfermo?__ pregunté edulcorada

__¡No, no mamá!__ me contesto revolviéndose en entre las sábanas

__¿Y entonces qué estás haciendo aquí?¿La extrañas a ella?__ ella era la novia que había partido a otro país. Acaricie suavemente sus cabellos y él asomo un poco más la cabeza.

__¿Estas triste hijito?__ pregunté lo más cariñosa y sensual que pude, el giro su cuerpo y saliendo un poco de la sabana que lo cubría se apoyo en mi muslo, con su cara y su aliento lejanamente me llegaba a la vagina que se humedecía provocativamente salvaje. Creí que su rostro me humedecía con lagrimas.

__¿Lloras?

__¡Es que extraño!

__¿Qué extrañas su cuerpo?

__¡A veces!__ vi su torso desnudo, la sabana se corrió hasta casi la cintura y noté que estaba totalmente desnudo, eso hizo que mi corazón galopara a mil. Salvaje y pervertido. Lujurioso. Extrañamente embebida en oleadas de sexo.

__¡Ohh madre tu piel es tan suave!__ dijo de pronto acariciando mi muslo desnudo. Olio mi piel y eso hizo que mi húmeda vagina lanzara un chorro de flujos y jugos. Mi sexo volaba caliente.

__¡Tu sabes que quiero ayudarte en todo, siempre te lo dije!__ suspiré entre dientes muy caliente.

__¡Sí mamá pero en esto no puedes!

__¡Claro que puedo!__ dije acariciando su pecho y notando que sus pezones se ponían rígidos, duritos, alzados me imagine rápidamente que su verga estaba dura y hecha un fierro. Su respiración se hizo cada vez mas incontrolable, ya casi gemía.

Lean acariciaba con más profundidad mi muslo, seguramente noto que mi piel estaba erizada, no podía ver, pero mis pezones estaban como piedras. Alzados, pétreos. Listos para ser comidos.

__¡Continua!__ suspiré

__¿Con qué?__ pregunto intrigado Lean, mi hijo

__¡Con las caricias, sigue, no te detengas, no temas…mamá quiere!__ dije y lleve su mano a mi nalga, redonda, deseosa.

__¡Pero mamá!__ trató de protestar

__¡Shhhh, sigue cariño, no está mal, sigue, por favor, mamá quiere!__ volví a  repetir totalmente caliente y sin importarme nada. El apretó mi cola o parte de ella y se movió un poco más levantando la cara. Me acerqué  y bese suavemente los labios de mi hijo que inmediatamente abrió su boca y me regalo su lengua.

En la profundidad de su boca y con las lenguas chocando el muy perversito me fue quitando el soutien. Se agarró de mis tetas y lentamente fue bajando para poseerlas. Chupando como desesperado, hambriento. Mordiendo de manera suave y a lave z que me llenaban de locura.

La sabana que lo cubría en partes se corrió totalmente y una verga alzada y magnánima apareció entre as piernas de mi chiquillo. Caliente. Una barra de carne preciosa. La tome con una mano y sencillamente la empecé a masajear, apretando, acariciando. Llevando ese mástil a ponerse cada vez más rígido y rocoso.

__¡Ohh madre me enloqueces, ahhh!!__ exclamó en un momento en que dejo de chupetear mis tetas. Mientras yo no dejaba descansar su pedazo. Nuestros gemidos ibn in crescendo.

__¡Ohh cariño mami te va a hacer feliz, ya verás!__ le prometí, y entonces el dejo caer una mano sobre mi vagina húmeda y a través de la tela empezó a acariciar mi clítoris. Yo gemía de calentura y voracidad, quería más, quería tener su pija dentro de mí.

Me fui quitando la tanga en tanto el seguía entretenido con mis tetas, dándoles una mamada como hacía tiempo ningún amante me había dedicado tanto tiempo y tantas caricias.

Era un amante dedicado y suave, hacía sentir sus caricias, con su lengua trabajaba muy bien, la imagine entre mis piernas. Hundió un dedo en mi conchita cliente y llena de jugos, ensopada diría de calentura, gemía, gruñí descontrolada. Otro dedo más y ya había tenido incontables orgasmos.

Poco a  poco nos fuimos girando y rodando en la cama hasta quedar yo con su pedazo en mi boca y el con la vagina en la suya. Las lenguas comenzaron a ir y venir. No podía controlar los orgasmos. Estaba tan caliente. Estaba tan descontrolada que parecía volar en la cama. Mi lengua recorría la cabeza de la pija, era redonda y brillaba. Luego acariciaba el tronco de arriba abajo y viceversa, los quejidos de Lean hacía que mis caricias bucales se incrementaran tratando de que no acabara allí mismo.

También me llegaba hasta sus bolas. Les pasaba la lengua y las metía en mi boca profundamente, el casi sollozaba de tanto placer, lo llevaba a lugares que tal vez nunca había recorrido.

__¡Ahhh madre, si, si me encanta…como besas mis bolas…eres un demonio madre, ahhh, ahhh, eres sublime…ohhh!!!__ recitaba totalmente desquiciado.

Su lengua, en tanto, me abría los pliegues de la conchita, sacando el jugo, libando, comiendo el néctar que profusamente emanaba de allí.

Bese su agujero porque llegué hasta allí y sus gemidos profundos me hicieron saber de que le gustaban aquellos besos, él para no ser menos invadió mi cola con su saliva, abriendo la abertura que hacía tiempo ya estaba cerrada.

Así entre besos, mordidas, lamidas, chupadas, mamadas, fue girando otra vez su cuerpo y lentamente enfundó su aparato en mi cálida cuevita, que chorreaba por todas partes sus líquidos más íntimos.

Empezó a meter y sacar, mordiendo mi cuello. besándolo, sin piedad, con ardor, flotábamos en un vapor de calentura y de piel ardiendo. Me penetraba salvaje y luego dulcemente. Buscaba mi boca y me besaba de manera placentera, fogosa, algunos choques eléctricos se producían sin césar. Yo era una madura que gozaba, y gozaba nada menos de ser cogida por mi propio hijo.

De pronto parecía un sueño pero yo sabía que lo había buscado, que había producido ese encuentro, que estaba sucediendo en verdad, sus bolas se movían al ritmo de la entrada y la salida. Quise girar mi cuerpo y quede de costado, allí me ensartó de manera brutal y veloz. Ensartada gemía y resoplaba tan feliz, tan deseada, haciendo feliz a mi hijo que pasaba por un momento triste.

Éramos animales disfrutando. Su pija entraba y salía para meterla otra vez de un solo golpe. Yo tiraba mis caderas hacia atrás, buscando aquel pedazo que me hacía tan feliz. Perforada de costado el se aferraba masajeaba mis tetas, pellizcaba los pezones duritos, estaban levantados y tan erectos que ya casi me dolían de tanta lujuria y placer. Su verga entraba y salía, mis jugos fluían de manera incontrolable como mis orgasmos que se sucedían uno tras otro.

Mordía mi cuello. Su aliento resoplaba en mis oídos y yo me hamacaba ayudando a la penetración. El en un momento se sacudió arqueando todo su cuerpo, quiso como envolverme, como cubrirme, como taparme, su barra de carne se hincho un poco más, al menos es lo que yo sentí e innumerables chorros de semen comenzaron a llenar mi cavidad abierta, mojada y ahora inundada de leche de hijo.

Termino de llenar mi vagina y luego despacio, saco su garrote semi desinflado. Quedamos frente a frente. Sentía gotear borbotones que salían de mi conchita. Nos besábamos febrilmente, aunque ahora un poco más calmados. El apretaba mis nalgas, las masajeaba, las pellizcaba con cierto ardor y a mí me encantaba.

__¡Me has cogido muy caliente cariño, ohhh, como he gozado!__ dije yo.

__¡Espero que lo sigas haciendo madre!

__¡Por ti cualquier cosa!¿te sientes mejor amorcito?

__¡Claro mamá´, por supuesto, tu cuerpo es de enloquecer a cualquiera!¡Sé que harías todo por mi!

__¡Claro amorcito, soy una madre con todas las letras!__ nos reímos un rato abrazándonos, besándonos, chupándonos.-