Una lección a dos jovencitos.
No hay nada mejor, que liberarse y aprovechar todo de los dos mundos, o de todos los mundos que puede ofrecer el SEXO.
Había descubierto cosas nuevas en mmi matrimonio, en mi marido, pero sobre todo en mí. Ya no más remordimientos, no más penas, ni más tonterías. Me gustaba el SEXO, siempre lo he sabido, pero ahora lo tengo muy claro. Como que también me gustan los jovencitos, que siempre que oía como eran las mujeres que se iban con ellos, pero pura envidia. Como todas las amigas, que por detrás no hacían nada, seguro que en eso también mentía, como hasta la fecha también lo había negado yo, cuando es por donde tengo los mejores orgasmos.
Pero ahora tenía que añadir otra cosa nueva en mí, algo de lo que siempre había renegado, de las mujeres, entendí que era bisexual, la única reflexión que me hice de esta nueva faceta mía, fue que tendría más donde elegir. Pero mari, no me iba a dominar, una vez y no más, las riendas de mi sexualidad las llevaría yo y seria yo quien mandase. Quien quisiera lo pasaría bien y quien no quisiera hacer lo que yo diga, puerta y se acabó.
Ahora veía las cosas de otra manera. Cuando tomaba café con las amigas, ya las veía de otra manera. A un hombre es muy fácil seducirlo, calentarlo y llevártelo si quieres a la cama, pero con una mujer era más complicado, había que tener tacto, no ser como Mari que asustaba. Se le notaba demasiado. Yo sabía que desde hace mucho tiempo andaba detrás de nuestra amiga Susi, lo sabía porque se le notaba, pero también porque Susi me lo dijo, que le daba esa impresión, por eso la huía. Ahora sería yo quien trataría de seducirla a ella para saber que era mejor que Mari y a otra de nuestras amigas, Mamen, que siempre la vi guapísima, pero que ahora me atraía mucho y ya había tenido varios sueños húmedos con ella como protagonista.
Susi era de mi edad, tenía una niña de cinco meses y Mamen tenía 48 años, era una morenaza, que solía llevar siempre pantalones muy ajustados y por donde pasaba, volteaba las cabezas. No aparentaba la edad, aparentaba diez menos, era toda una deportista, todas las mañanas salía a correr temprano, no perdona ningún día.
La ventaja con Susi era que no trabajaba y era más fácil verla. Mamen trabajaba en una empresa de seguros muy conocida, era la jefa de una oficina. Por eso sería más difícil pero no me rendiría, más difícil más morbo. Lo tenía pensado todo, Susi que también estaba muy bien seria mi inicio en esta nueva faceta. Tenía tiempo y ganas, no me corrían las prisas.
Fui acercándome más a ella. Sin atosigar, con mucha paciencia y con inteligencia. Susi que ya me había confiado muchas cosas personales, fue abriéndose más conmigo. Yo también me abrí con ella, pero muchas cosas de las que le contaba no eran verdad, le decía lo que era necesario que oyera, para que me cogiera confianza. Eso llevo a que un día tuviéramos la primera conversación importante de verdad.
*Ana, te puedo confiar algo y que nadie se entere, pero mucho menos Mari.
*Cuéntame lo que quieras que mis labios estarán sellados, pero no entiendo esa inquina con Mari.
*Mari es un marimacho, es brusca, no me gusta nada. Ni como persona ni físicamente como mujer. Es una salida de mucho cuidado.
*Si eso es lo que me ibas a contar, no ha sido nada nuevo.
*No, lo que quería contarte, es como tú me has contado los altibajos que has tenido con Eduardo, quería saber algo más.
*Susi, venga no te andes con rodeos que te pasa.
*Pues desde los seis meses de embarazo Jorge mi marido, dejo de hacer el amor conmigo por miedo a hacer daño al niño. Pero ahora, también pone pegas porque estoy dándole el pecho. Hacemos el amor de tarde en tarde. Ya no sé qué pensar. No sé si tiene algún lio. Si ya no le gusto, yo me veo el cuerpo igual, pero no sé.
*Los hombres son imbéciles algunas veces. Pero no quiero ser indiscreta, antes del embarazo lo hacíais muy a menudo.
*Lo hacíamos más, no tanto como a mí me gustaría, pero algo más.
*Como a todas, nos gustaría más, pero nos tenemos que aguantar y apañárnosla nosotras mismas.
*¿Qué quieres decir con eso?
*No me mires con esa cara, me estoy refiriendo a tener juguetitos.
*Uy, cuidado que por ahí viene Mari no mires. Yo tengo que dar el pecho a la niña, ¿me acompañas?
*Claro mujer, no tengo nada que hacer.
Nos levantamos como si no hubiéramos visto a Mari. Cuando llego a nuestra altura y vio que nos marchábamos, trato de que nos quedáramos, pero Susi dijo que le tocaba el pecho a la niña y yo que tenía unas cosas urgentes que hacer. Entonces Mari se fue a hacer la compra y nosotras tranquilamente nos fuimos para la casa de Susi.
Estábamos en el salón y se puso a dar el pecho a la niña, tenía unos pechos más pequeños que los míos, pero muy bonitos. Quien fuera la niña, pensaba yo en esos momentos. Seguimos hablando del mismo tema y yo le deje bien claro que me aliviaba sola, cuando tenía ganas. Ella al final me lo reconoció también. Le dije que el próximo sábado por la mañana, dejara a su niña con su marido y se viniera a casa que estaba sola y le enseñaría unas cosas. Ella me dijo que, si Eduardo no estaba que iría, yo le conteste que por Edu no se preocupara que no estaría. Yo pensé que ya me encargaría yo. Era lunes, cinco días, en un principio me pareció mucho, pero bien pensado era mejor, me daría tiempo a planificar todo muy bien.
Cuando llego Edu, no le di tiempo ni a decir buenas noches, le dije que el sábado por la mañana se buscase algo que hacer, que se tenía que llevar a los niños y que necesitaba la casa sola. Él me dijo que no le parecía buena idea que viniera un hombre a casa y menos en sábado. Mi contestación fue tajante y seria. No vendrá ningún hombre el sábado, vendrá Susi que me quiere contar cosas muy personales. Pero si hubiese sido que venía un hombre, tu callarías y obedecerías. Y no es una pregunta, pero no te preocupes que no haría venir a ningún hombre un sábado un domingo o un festivo.
Él quiso decir algo, pero no se lo permití. Seria nuevamente, le dije que, a callar, que no era un debate, ni le había preguntado. Me hacia la firme, que quedara claro desde ya, él lo había querido. Pero de pronto me dijo que lo que quería decir no era sobre eso, que era otra cosa.
Pues habla, que es lo que tienes que decir. Es que no paras, no me dejabas, me dijo. Bueno que el viernes por la tarde, viene mi sobrino Mauri y un amigo. Que no sé qué historia de que es la semana blanca en su colegio y tienen nueve días de vacaciones y mi hermana por sus buenas notas le dijo que se vinieran aquí, ni me lo han consultado, solo me ha dicho la hora de llegada del vuelo. Me encendí y le dije, la mierda de tu hermana siempre igual.
Luego me tranquilice. La hermana era muy mala sombra, pero Mauri era un crio muy majo. Siempre decía que éramos sus tíos preferidos y con Edu se llevaba muy bien. Llevábamos varios años sin verle, por motivo de las distancias y de que cuando nosotros íbamos en verano, que eran pocos días, coincidían ellos de vacaciones. Fui a pedirle disculpas a mi marido, le hice un par de carantoñas y todo se pasó.
Edu pensándolo mejor, no pasa nada te los llevas con los niños y ya está. Era verdad seguro que se iría encantado con su tío. Todo estaba perfecto. No había cambiado nada, los dos mocosos se irían con Edu, ya estaba todo claro.
Llego el viernes por la tarde, Edu no podía ir al aeropuerto a por ellos. Dejé a mis hijos con una vecina y fui yo a recogerlos. Como avisaron de que el vuelo venía con retraso, me fui a comprar una revista de sudokus, para entretenerme mientras no llegaban. Me fui a tomar un café y algún pesadito se quiso sentar a ligar, pero pasé de ellos. Cuando termine el café decidí ir hasta la zona por donde tenían que salir y aproveche que había asientos libres, para seguir con mis sudokus y esperando.
El tiempo se pasó rápido, tan rápido que no vi llegar al sobrino de Edu. Hasta que oí decir, mira la tía más guapa del mundo, me giré y vi al mocoso, que ya no era tan mocoso, era ya más grande que yo, aunque seguía con cara de crio. A su lado iba otro chico de la misma altura que él, los dos estaban fuertes. Vaya con la juventud. Mauri el sobrino de Edu, bueno y también mi sobrino, me presento a su amigo que se llamaba Yeray.
Yo pensaba darle dos besos, cuando el me tendió la mano, diciéndome, encantado de conocerla señora y gracias por dejarme quedar en su casa. Me entro de todo, ¿tan mayor me vería? Me hizo sentirme muy mayor. Pero mi sobrino en cambio me dio un fuerte abrazo y dos besos, se le notaba contento de verme y de estar allí, en el abrazo me aplasto mis pechos. Que efusivo.
En el trayecto a casa, Mauri no paro de hablar, no dejaba ni que su amigo ni yo metiéramos baza. Me conto todas las novedades tanto de la familia de Edu, como de la mía. Por el retrovisor veía a Yeray, que miraba por la ventanilla, todo lo que veía. Llegamos a casa y recogí a los niños. Que estaban un poco cortados ante la presencia de dos extraños, para ellos, ya se les pasaría. Cuando llego Edu, todos se pusieron muy contentos. Mauri y el eran como uña y carne, siempre había sido su sobrino preferido. Después de cenar, Edu dijo que nosotros nos solíamos poner cómodos, que ellos hicieran lo mismo. Yo me fui a poner cómoda. Me puse un camisón largo, no me gustan los pijamas y suelo dormir con camisones cortos, pero ante la presencia de los dos mozalbetes, decidí ponerme un camisón largo y una bata.
Edu no se dio cuenta o eso pensaba, pero yo si me la di, aunque el camisón y la bata no permitían ver nada, eran muy discreto, lo que hacía era que los pechos se notaran más y sobre todo porque no llevaba sujetador. Mientras Mauri y mi marido seguían hablando, yo notaba las miradas de Yeray. Saliendo de dudas cuando lo pille mirándome descaradamente y su cara se puso colorada rápidamente. No le di importancia, me hizo gracia.
Y pensar que estuve a punto de operarme para reducir mi pecho, por lo acomplejada que me sentía. Fue Edu y alguna amiga los que me quitaron la idea de la cabeza, de lo cual ahora no me arrepentía. Fui a la cocina y cuando pase a la altura de Yeray, le alborote el pelo y le pregunte si quería beber algo, eso le puso muy nervioso y me dijo no con la cabeza.
Cuando salía de la cocina, Yeray iba camino del aseo, me di cuenta de que tenía un bulto prominente en su pantalón, no pude fijarme mucho, pero si lo suficiente para notarlo y me pareció que era grandecito.
Tanto Yeray como yo, nos fuimos rápido a dormir dejando a tío y sobrino, que siguieran con su conversación. Por la mañana Edu se levantó conmigo y despertamos a los niños. Ya lo había hablado con Mauri y como yo esperaba se iban con el también. Se fue a duchar y me dijo que los fuera despertando. Entre en la habitación y Yeray tenía una erección brutal, menuda tienda de campaña. En otra ocasión seguro que me hubiera medio asustado, pero ahora se me ocurrían “maldades” retrocedí en mis pasos y golpee la puerta sin entrar, diciéndoles que se levantaran.
El primero que llego a la cocina fue Mauri, Yeray tardo un poco más. No me extrañaba, tuvo que relajarse antes de venir y yo me sonreía mientras lo pensaba. Una cosa estaba muy clara, Mauri era todavía un inocentón, pero las miradas de su amigo y el resto de cosas, dejaban claro que este de inocente no tenía nada.
Una vez que se fueron todos. Yo me duché y me puse una ropa algo provocativa, pero no lo suficiente como para asustar, algo normal para estar dentro de casa, por ejemplo. Esperaba que Susi llegara a la hora acordada. Fue muy puntual, cuando la vi me alegré mucho más, porque llevaba faldas.
Continuamos con la conversación, sobre las parejas, pero sobre todo por los maridos. Hasta que fui dándole vueltas, para que fuera ella la que preguntara sobre como lo solucionaba yo.
*Ana cuando me contaste que tú te las apañabas, es porque ¿tienes a un amante?
*Que va, no va por ahí. Te dije que tengo mis juguetitos.
*¿Qué juguetitos?
*Muchos, que compro por correo, por internet. ¿Quieres verlos?
*Bueno, vale.
*Ven conmigo -nos fuimos a mi habitación, saque del armario una caja grande y la destape, había todo tipo de juguetes sexuales-
*Vaya colección. Nunca había visto tantos y de tantos estilos. No sé ni para qué son algunos.
*Es que imagino que tu verías los típicos que suelen tener por ahí. -Todo esto lo compre en nada de tiempo- ¿Cuáles son los que más te llamaron la atención?
Ella seguía de pie y yo sentada en la cama junto a la caja. La notaba como inquieta, no paraba de balancearse. De cruzar sus piernas. Veía las cajas de mis juguetitos, todas muy bien colocadas, hasta que al final se decidió y selecciono las cajitas que más le llamaron la atención.
*Ese es un vibrador de bolsillo, de silicona sedosa. Es muy chulo. Ese otro es un vibrador para el famoso punto G y para el clítoris. Toda una sensación, te lo puedo asegurar. -Miraba fijamente y prestando mucha atención- Estas son bolas de placer en rotación y vibración por control remoto. Este es muy bueno, porque le das la intensidad que quieres y en cualquier parte, es muy divertido.
*Serás capaz de haberlo usado, delante de gente.
*Y ni tú te diste cuenta -No lo había usado delante de nadie todavía, lo dije para calentar un poco el ambiente- Es como este huevo vibrador con mando a distancia, es para lo mismo. Pero lo mejor que se lo des a otra persona y que tu no puedas tener el control.
*¿Eduardo te lo hace?
*Que va, digo que tendría que ser la repanocha. ¿O no?
*Excitante seguro. Y que es esa varilla con bolitas y eso negro con esa forma tan extraña.
*Es una varita anal con bolas estimuladoras. Y el negro es lo que se llama in plug anal con vibración.
*Que bestialidad. El de las bolitas todavía que va, pero el negro ese es grandísimo, imposible que entre, ya me entiendes.
*Cuanto te equivocas, es cuestión de práctica, es el más grande que encontré.
*Pero tu… ¿Todo, todo?
*No andes con subterfugios, claro que lo meto todo. Y por eso luego compre mi última adquisición, el vibrador doble penetración vaginal y anal. Esto es lo más.
Se quedó sin decir nada, sabía que estaba excitada, sus pezones se marcaban mucho en su blusa. Parecían que se le iban a atravesar la blusa. Ella sostenía la caja del último que la enseñe, el que era ideal para hacerse una doble penetración. Me decidí, le dije que el mas chulo de todo era uno que tenía siempre en el bolso. -lo metí un poco antes de que ella llegara-
Abrí el bolso y saqué un pintalabios. Ella lo miro, como no entendiendo. Hasta que le conté que era un
pintalabios clitoriano vibrador camuflado cabezal de silicona
. Ella con una media sonrisa solo me dijo un anda ya. Pero con una cara de excitación, que no podía disimular. Lo puse a funcionar y se le quedo la boca abierta. Para solo decir y eso da placer ¿de verdad? Era mi momento, ahora o nada.
Me acerqué a ella, con el pintalabios funcionando, metí mi mano por debajo de su falda, hasta notar sus bragas, lo coloqué en el sitio indicado, su cara era de sorpresa e incredulidad, se recostó sobre la pared y abrió un poco más las piernas. Ella tenía cerrado sus ojos, estaba con su cara desencajada, pero de placer. Seguro que no se lo esperaba. Aproveche y la bese suavemente en su cuello, prácticamente una caricia con mis labios, lo hice varias veces. Ella se dejaba.
Veía como no lo podía aguantar y se mordía los labios. Era excitante verla así, excitante seducirla, excitante tenerla en ese momento dominada por el placer. Yo estaba excitadísima. Nunca había sentido nada igual. Aparte su braguita para que lo pudiera sentir mejor, en ese momento se derritió, abrió los ojos un poco y me miro, su cara era de tanta excitación, que a la vez sé que estaba deseando que la besara.
Primero la bese muy tiernamente en los labios. Le roce suavemente con la punta de mi lengua en sus labios, pero ella al notar mi lengua, abrió su boca y me metió su lengua, era un beso pasional tremendo. Tal como me besaba sabía que estaba cerca de tener un orgasmo, como hacía tiempo que no tenía seguro.
Paro de besarme, para decirme que no parara de besarla que se corría ya, era verdad se corrió de una forma tan desmedida que estuvo a punto de caer al suelo. Pero una vez que se recuperó, me miro con cara de susto y salió rápido de la habitación, cuando quise darme cuenta ya había salido de mi casa. Yo seguía excitada, no me lo pensé. Cogí el vibrador doble y me lo metí, estaba tan lubricada que no hizo falta hacer ningún esfuerzo, llegue a correrme tres veces, pero me quedaba cada vez peor, pare y lo deje. Me quede con ganas tremendas de follar.
Una vez que me tranquilice un poco, baje a comprar cosas que hacían falta para comer. Al volver de comprar, me encontré con varias amigas, entre ellas a la despampanante Mamen y a Susi, que se la notaba cortada. Solo ella y yo sabíamos lo que había pasado. Pero ella se tranquilizó un poco, al verme a mi actuar de forma tranquila y como era habitual en mí. Me despedí antes de lo habitual, les dije que tenía invitados en casa.
Cuando me marchaba Susi se acercó para decirme que teníamos que hablar de lo que sucedió, que era un cortazo, que no sabía lo que paso. La mire a los ojos y la dije que ya hablaríamos. Yo imaginaba que más o menos, por su cabeza le pasaba, lo que me paso a mí la primera vez que una mujer me toco. La invitaría a mi casa otra vez, con la excusa de hablar y tenía claro que, si decía que sí, era que quería más, aunque ella se tratara de auto convencer de lo contrario, pero si decía no, la cosa cambiaba radicalmente. Si no fuera por tener a mi sobrino, saldría de dudas el próximo lunes.
Cuando subí a mi casa, hice como hacia todos los sábados. Me cambie, poniéndome cómoda. Para eso me puse una camiseta larga, que me quedaba justo por encima de la rodilla. Mi marido decía que parecía un babi. Estando en la cocina preparando la comida, aparecieron todos, venían todos muy contentos. Ya hacían pandilla mis hijos con los dos chavales. Ya se les quito la desconfianza. Pasaron todos a saludarme. Todos me dieron dos besos, menos Yeray, que me quería dar otra vez la mano, protesté y me metí un poco con él, le dije que me podía dar dos besos, que yo no me comía a nadie, todos se rieron y me dieron la razón.
Sus dos besos me dejaron desconcertada, porque era la alteración que seguía teniendo yo en mi cuerpo, o los dos besos de Yeray fueron como muy intensos, difícil de explicar, pero no los note normales, eso muchas mujeres entenderán lo que quiero decir.
Cuando se fueron a dejar las cosas que compraron en sus habitaciones, Edu me toco el culo y me dijo al oído, que, vestida así, a los dos chavalines les pondría cachondos, riéndome le dije que siempre pensando en lo mismo y con el mismo tono le dije, que no perdonaba ni a su sobrino, que era un pervertido, preguntándole, no será que quieres que los ponga calientes, él no me contesto, se fue riendo de la cocina. Lo único que me faltaba ese día a mí era que me animaran, eso hacía que los calores me subieran más.
Edu estuvo trabajando a solas el resto del día. Porque el miércoles se quería llevar a Mauri y Yeray, a ver unos lugares típicos de aquí, yo me busque una excusa para no ir, pensando en invitar a Susi para hablar, pero si decía que no, siempre tendría tiempo de cambiar de opinión e irme con ellos.
Estuve todo el tiempo con ellos y como era de esperar, Yeray no me quitaba ojo y yo muy mala, de vez en cuando le dejé ver un poquito más de la cuenta, pero sin pasarme. Por la noche cuando estábamos en la cama, quise poner a prueba a Edu, le conté una mentira, diciéndole que jugando me habían metido mano los dos jovencitos y que note sus nabos bien duros. Se puso como una fiera, era lo que yo quería saber. Luego me reí y le dije que era toda una broma, no le hizo mucha gracia, pero estaba tan animado que empezó a tocarme y me decía al oído, lo que me harían los dos jovencitos si pudieran, lo contaba con todo tipo de detalles, no le hizo falta mucho más para calentarme. Nos pusimos a follar, pero Edu estaba tan caliente que se corrió al minuto, era la primera vez que le pasaba en todo el tiempo que nos conocíamos. Pero lo peor es que no había manera de que se le pusiese dura de nuevo.
El día no podía acabar peor. Al día siguiente que era domingo, nos fuimos todos a comer por ahí y llegamos ya bastante tarde a casa. El lunes por la mañana, poco antes de llevarme a los niños al colegio, desperté a Mauri y Yeray, como me dijo Mauri la noche anterior, porque querían y a ver la ciudad.
Al volver del colegio y de comprar alguna cosa, me encontré con las amigas habituales, entre ellas estaba Susi, cuando pude, aproveche para invitarla el miércoles a mi casa para tener esa charla pendiente, se quedó un poco cortada, pero dijo que si, que iría. Pensé que era una buena señal.
Cuando llegué a casa, hice como hago todos los días, arreglar la casa y dejar todo bien, soy un poco maniática del orden y la limpieza, pero nada preocupante. Cuando llegué a mi habitación y al ir a guardar unas cosas en mi armario, vi que no estaba colocado como yo lo tengo habitualmente. Cuando vi la caja de mis juguetitos, lo tuve claro. Alguien había toqueteado mis cosas. Edu no podía ser, primero porque él no colocaba nada, era yo quien le dejaba todo preparado, pero además porque ese era mi armario y Edu podía tener defectos como todos, pero nunca cotillearía nada mío.
Así, que tenía que ser uno de los dos chicos, a la cabeza me vino Yeray, seguro que fue él. Abrí la caja y efectivamente estaba el interior mal colocado. Como comíamos los tres solos, decidí tratar de averiguar quien fue, aunque tenía claro que era Yeray. Pues iba a tener premio. Ya me puse a maquinar como quitarme a mi sobrino de en medio para poder estar a solas con su amigo. Si no me quedaba más remedio, Edu tendría que ayudarme.
Me puse más descarada que otros días, mi vestimenta era de todo menos recatada. Cuando llegaron a comer, trajeron unos pasteles. Seguro que Edu se lo dijo, porque los compraron en una pastelería que a mí me gustaba mucho. Les di dos besos, primero a Mauri y luego a Yeray, fue más descarado que el día anterior, bastante más. Ya lo tenía bastante claro.
Nada más terminar de comer, nos sentamos en el salón, pusimos la televisión e hice que me entraba el sueño, le dije a mi sobrino que, si no me levantaba, que a las cuatro y media me despertara, les dije que no hiciesen mucho ruido y me fui a mi habitación. Evidentemente no iba a dormir. Como no cerré la puerta les oía hablar muy bajito, prácticamente eran murmullos. Me levante y sin salir de mi habitación, por la abertura que deje al no cerrar la puerta del todo, pude escuchar algo más. Lo primero que oí fue a mi sobrino, que decía ahora vengo que voy a mirar si duerme. Yo me tumbe rápidamente en la cama, sabía que cuando mirara y en la posición que estaba se me vería bastante. Pero no lo sabía seguro. La duda se me quito cuando oí que chistaba muy suavemente y entendí que Yeray también miraba. Nos los oía, pero sabía que estaban allí. Oí como se retiraban y me volví a levantar.
*Macho como está tu tía.
*Ya te digo. Desde pequeño siempre me gusto.
*Menudas peras que tiene y cuando no lleva sujetador, como me pone.
*No me extraña que tenga esa caja de aparatitos. Si es que seguro que mi tío, el pobre, no puede con esa yegua que tiene en casa.
*Le hace falta buenos jinetes. -Risas de los dos- Si es que cuando la he dado los dos besos, me han entrado ganas de plantárselos en la boca.
*Pues habérselos dado, hubiéramos salido de dudas -Nuevamente risas de los dos- O te hubiera dado una hostia o hubiéramos estado follándonosla ahora -Risas de los dos-
*Coño, tu que tienes más confianza con ella. No sé cómo no te aprovechas, eres un rajado, te da miedito. -Risas solo e Yeray-
*Rajado, miedito, ya verás.
Me tumbe en la cama nuevamente, tenía empapada mi braga, como me habían puesto los dos mocosos. Así que eran los dos, quienes habían cotilleado mis cosas. Les tendría que dar una lección. No quise que entraran a despertarme, no fuera a que hiciera algo y no pudiéramos hacer nada, porque tenía que recoger los niños.
Esa tarde fue como otras, al salir del colegio los niños se quedaron jugando en los columpios con otros niños y yo con las amigas. Cuando subimos a casa, fui a mi habitación y me puse otra vez ropa descarada, pero esta vez además con escote, me desabroché algún botón de más. Les iba a acelerar el pulso a los dos, no sabían con quién estaban jugando.
Por la noche cuando estaban los niños acostados y después de cenar. Cuando recogí la cocina, al regresar al salón, mi sobrino me agarro, como jugando y me sentó sobre su regazo, diciendo que era la tía más bonita y simpática que tenía. Sus manos estaban alrededor de mi cintura, estaba dando una muestra a su amigo de que no era un rajado. Pues ahora me tocaba a mí.
Hice como si me halagara lo que me dijo y moví el culo sin que se notara prácticamente, no tardó en reaccionar, note como algo crecía debajo de mi culo y era algo bien duro. Seguí con la broma, ahora no estaba tan valiente y mucho menos cuando me reía, porque eso hacía que mi culo se moviera más, se notaba su nabo perfectamente. La cosa de ser tan jovencitos, cualquier tontería les alteraba sus hormonas.
Yo me fui caliente a dormir, pero el mucho más. Por la noche a Edu le dije que mañana llevare el a los niños. Que yo tenía muchas cosas que hacer en casa, el no puso ninguna pega, porque eso lo hago bastantes veces. Por la mañana cuando estaban a punto de irse, yo di un toque a Mauri y Yeray, esperaba que ellos pensasen que yo me iba también. Pero me fui al baño de mi habitación. Me duché y me puse una toalla corta que tapaba mis pechos, pero prácticamente dejaba mi culo al aire y lo que no era mi culo.
Estaba en el baño en silencio. Pero no oía nada, había un silencio sepulcral. Al final cogería frio. Pero la cabra tira al monte. Oí como se abría la puerta de la habitación. Como sacaban la caja, lo sabía por los comentarios que iban haciendo. Era el momento, tomé aire con fuerza, abrí la puerta del baño y me hice la sorprendida gritándoles, que hacían hurgando en mi armario. La cara de ellos, pero sobre todo la de Mauri era de tierra trágame.
La escena era un cuadro, yo prácticamente desnuda, ellos con mis juguetitos en sus manos. Se les notaban que no tenían mucha picardía, por lo menos mi sobrino. Pero Yeray se recompuso y con toda la geta del mundo, se acercó a mí y me toco los muslos por detrás, subiendo su mano a mi culo, yo le quite con brusquedad la mano. Él se cortó y se retiró, no era lo que yo quería, me hubiese gustado que hubiese seguido, pero se quedó como congelado.
Me hice la apenada y me senté en la cama, sabía que ahora se me vería mucho más, me puse a recoger todo, metiéndolo en sus cajitas, para luego meterlo lentamente en la caja. Mi sobrino se sentó a mi lado, me abrazo pidiéndome perdón, yo seguía haciéndome la afligida. Provoque que la toalla se callera, quedando mi pecho al aire. Mauri no se pudo resistir, puso torpemente su mano en una de mis tetas. Como le dejé se fue animando, lo único que le dije que con suavidad.
Ahora me tumbo en la cama, quedando mis piernas fuera de la cama. Cuando me tubo así, empezó a comerme una teta y note como Yeray metía su cabeza entre mis piernas. Hasta que llego a mi clítoris, al principio lo lamia torpemente, pero supo enseguida notar como me gustaba a mí.
Se desnudaron y estaban bien dotados, no una exageración, pero estaban bien. Lo que si estaban eran fuertes, yo les hacia una paja a los dos a la vez, mientras ellos me comían las tetas, cada uno estaba bien enganchado a una. Luego les hice subir, tenía ganas de comerme dos nabos tan tiernos. Los iba alternado, pero sabían a gloria. Pero ellos estaban locos por meter, se les notaba mucho.
Les iba a dar el gusto, coloque a Yeray tumbado y me senté sobre él, su cara fue de gusto total, pero a mi sobrino, que la tenía un poco más gruesa, le dije que me la metiera por detrás, se quedó un poco parado, pero cuando me vio agacharme para facilitarle las cosas, como con miedo fue metiéndola, hasta que le dije que empujara bien. Nunca lo hicieron así, porque su sincronización era malísima, les tuve que indicar, poco a poco lo fueron logrando, hasta que me empezaron a dar un placer descomunal.
Yo esperaba que se corrieran rápido, no esperaba que aguantaran tanto, yo me corrí dos veces y ellos ninguna. Me tenían bien empalada. Me estaban sorprendiendo. Al preguntarles cómo es que aguantaban tanto, me contaron que hacia un rato se hicieron una paja. Ahora me lo explicaba. Pero cuando me empecé a correr la tercera vez, noté como ellos se corrían también, buenos empujones me daban, que brutitos eran, pero que placer me daban.
Cuando yo creía que habíamos terminado, empezaban de nuevo, me estuvieron follando hasta la hora de comer. Aunque me dejaron agotada, les hice una buena comida, para que repusiesen fuerza. Cuando terminamos de comer querían volver a la carga, pero ya no podía ser, había que recoger a los niños y eso si lo deje claro, que estando los niños o Edu, nada de nada, ni tan siquiera una leve insinuación.
Cené y me fui rápido a dormir, estaba agotada. Por la mañana nos levantamos todos y ese día se iban todo el día con su tío. Edu se llevó también a los niños. Quedándome yo sola en casa. Me di una buena ducha y me puse un vestido corto, para esperar a Susi. Cuando llego, lo primeo que me llamo la atención es que llevaba pantalones. No sabía que querría decir eso, pero prontito lo sabría.
*Ana, es que no se ni cómo empezar.
*Mira Susi, lo primero que tienes que hacer es tranquilizarte, que no se va a acabar el mundo. Se de sobra lo que te pasa.
*No creo.
*Lo que te pasa es que no sabes como ocurrió, lo viste venir, pero, no supiste evitarlo, porque tenías el hormigueo de la curiosidad. Luego te entraron los remordimientos. Empezaste a pensar cómo podía ser, si a ti no te gustan las mujeres, si solo te gustan los hombres. Pero lo más terrible, es que gozaste, eso te cuesta perdonártelo. Pero para mayor perturbación, has tenido pensamientos de repetir, pero te has maldecido por eso. Y también has estado pensando, porque has aceptado venir otra vez aquí, sola. Pero luego te has mentalizado, diciéndote bueno llevo pantalones y llevo a mi hija en el cochecito, no puede pasar nada. ¿Me he equivocado en mucho?
*Básicamente no. Pero quiero que sigamos siendo amigas, buenas amigas, pero respetándonos y que no vuelva a pasar nada de esto. Eso es lo que quería decir. ¿Te parece bien?
*A mí no me tiene que parecer nada, si es lo que tú quieres, pues así será.
*Lo que me has dicho antes, lo sabes, porque a ti te paso. ¿verdad?
*Pues sí. Me costó asumirlo, pero ahora lo disfruto.
*Ya me gustaría ser como tú. Ahora me voy, que he quedado con estas para tomar café, vente tú también.
Cuando dijo esto, se levantó para marcharse. Estaba muy nerviosa se le notaba. Yo solo la dije que bajaría más tarde. Ella estaba allí de pie, sin saber bien que hacer. Me levante para acompañarla a la puerta. Pero una vez que estuve de pie. Le agarre con dos dedos de la cintura del pantalón, en el centro justo y mirándola a los ojos, veía deseo y nerviosismo. No hice más, eso la dejaría desconcertada. Cuando llegamos a la entrada antes de abrir la puerta, le dije que ya nos veríamos. Ella como contestación, sonrió un poco.
Acerque lentamente mi boca a la suya, para dar tiempo a que se retirase si quería, pero ella acerco también la suya y nos besamos, con mucha ternura y con pasión. Allí mismo la desabroche el pantalón, que cayó al suelo y con un movimiento de sus piernas, se salió del todo. Le toqué y estaba mojada, como lo supuse. Me agache y apartándole el tanga pase mi lengua, ella abrió las piernas, más que la otra vez, cuando la note al borde del orgasmo me pare, quería que lo deseara, pero no quería que saliera corriendo otra vez, dejamos el cochecito con la niña protegido de corriente y nos fuimos para la habitación.
La ayudé a desnudarse, seguía como cortada, cuando estuvo desnuda, yo hice igual, pero como llevaba tan poca ropa, fui más rápida. Empecé a lamer todo su cuerpo, ella aparte de gemir, no hacía nada, se dejaba hacer. Cogí una mano suya y la lleve a mi cuca, ella toco temerosamente, pero debió de excitarla el gemido que se me escapo. Se fue animando y ya nos tocábamos las dos placenteramente. Sin necesidad de decir nada, ella se metió un pezón mío en su boca, lo lamia con deseo, se notaba.
Me fui otra vez a comer su cuca y me coloqué encima de ella, de tal manera que la mía quedara a la altura de su boca. Yo mientras la comía, la metía los dedos y también intentaba metérselos por el culo, pero me pedía una y otra vez que por ahí no. Ella no se decidía a comerme mi cuca, pero si me daba placer con sus dedos. Cada vez iba estando más excitada, cuando más lo estaba, me acerque un poco más a ella y note una tímida lamida. Luego una más intensa, así poco a poco, hasta que se puso a hacerlo con normalidad. Ahora estábamos las dos dando placer mutuo, sin ninguna mojigatería.
Nos corrimos varias veces y después nos quedamos tumbadas tranquilamente, hablando, dándonos alguna caricia y nada arrepentidas por lo ocurrido, todo lo contrario.
Con Mauri y Yeray no se pudo volver a repetir, porque Eduardo para sorpresa de todos, había cogido unos días libres para estar con su sobrino. Supongo que habría más oportunidades, en otra ocasión.