Una, la mujer de la otra (2)
Historia de dos hermanas.
Al día siguiente, al despertarnos, estuvimos durante mucho tiempo mirándonos fijamente con las caras a pocos centímetros una de la otra. Yo le hacía ricitos en el pelo a Lauri con mis dedos, y, de vez en cuando, nuestros labios se rozaban con suavidad.
Pero la cuestión era el mar de confusiones en el que encontraba y sin atreverme a preguntarle a ella cómo se sentía,aunque en apariencia parecía más feliz que nunca. Era el pensar el compromiso que contraía al iniciar una relación con una persona tan especial y las circunstancias que se daban.
De algo sí estaba segura; ¡¡que la quería!!.
Era la sensación de que al estar al lado de ella te sientes segura, viva, con ganas de hablar y de hablar y no cansarte nunca,y, -rozando un poco lo cursi-, el que, llegado un momento determinado, serías capaz de dar la vida por esa persona.
Estaba en todo esto, cuando Lauri se incorpora un poco en la cama y así, de sopetón me dice:
Como yo me entere de que sigues con tu amiguita Ani o cualquier otra, no sé lo que te hago.
¡Vaya! (pensé), vaya con la mosquita muerta, ni 24 horas con los quince años y ya está en plan jefa.
Yo no iba a ser menos, claro está.
Con la mano le acaricié la frente y la mejilla, y le respondí:
Como yo vea o me entere que me la pegas con otra,.... te mato
El caso es que las dos nos reímos con ganas, nos abrazamos y yo, muy suavemente, le dije al oído: "no temas, porque te querré siempre".
Al instante casi me arrepntí de haberle hecho ese comentario y juzgué mis palabras como "muy ligeras", porque ya sabemos que ......... "la eternidad amorosa dura poco tiempo", pero fue precisamente el tiempo el que demostró que este no era el caso.
Y el tiempo fue pasando; terminamos el Bachiller, nos dedicamos a hacer oposiciones, tuvimos la suerte de sacarlas a la tercera convocatoria y por lo menos disponíamos de un aliciente económico para nuestros gastos y caprichos, teniendo en cuenta que vivíamos en casa de nuestros padres.
Por aquellos días nuestra madre ya se encontraba bastante enferma,y, en cuestión de semanas, se nos fue.
Pero unos días antes, y dicho de una forma ilustrativa, tuvimos una "charla entre mujeres":
Rosa, me ha llamado la atención que Laura y tú ....... que ya no es como antes que salíais a grito pelado por cualquier cosa, ya no sois como el perro y el gato, estáis de acuerdo casi en todo, todas las cosas que haceis juntas, de paseo, al cine, de excursión, a divertiros y, bueno, me ha sorprendido y me gustaría que me explicases a qué se debe ese cambio (pensé que hay cosas que a una madre no se le escapan. En realidad lo que quería decir era que estaba con la mosca detrás de la oreja).
Mamá, comprende que ya somos un poco más mayores, las personas cambian, maduran y a fin de cuentas es mi hermana.
Sí, lo sé, pero hasta tal punto que, el otro día, cuando pasé delante del cuarto de baño oí la voz de tu hermana Laura que te decía algo así como "gracias por prestarme el lápiz de labios amor mío".
(No sabía que decir, salvo tierra trágame)
Me cogió las manos con una de las suyas y con la otra me acarició la mejilla y me dijo "no te preocupes, tu padre no sabe nada ni tiene por qué saberlo, esto quedará entre las tres".
Con los ojos húmedos le contesté "gracias mamá".
Aquella noche, antes de acostarnos, le conté a Lauri la conversación con nuestra madre. No fue una noche muy agradable.
Bueno, en espera de que os guste y no os aburra, me despido hasta la proxima.
Un beso para todas y todos. Rosa.-