Una jornada de placer

Un grupo especial de amigos se reune para disfrutar de los palceres del sexo.

Me llamo Diego. Tengo 42 años y voy a contarles mis últimas experiencias sexuales. Desde que me separé, hace ya casi tres años, me he ido introduciendo, con mis correspondientes parejas, cada vez más dentro del mundo liberal. Todo empezó con la primera amante que tuve después de mi divorcio: ella ya tenía algo de experiencia en estas cuestiones y participamos en algún trío y en un par de intercambios. Después con Marta la cosa se aceleró: sexo en grupo, exhibicionismo, mis primeros escarceos bisexuales, etc. Actualmente sigo con Marta si bien nuestra relación es tan abierta que a veces pasamos semanas, incluso meses sin vernos, durante las cuales mantenemos todo tipo de contactos por separado. Luego me llama o la llamo y restablecemos nuestra vida mas o menos en común y vuelta a empezar.

Gracias a estos contactos hemos legado a establecer un pequeño grupo, no más allá de cinco o seis parejas estables a las que siempre se añaden parejas o miembros invitados algunas veces, que practicamos el más absoluto liberalismo sexual. Es cierto que durante estos dos últimos años hemos tenido bajas, a veces por celos, otras por separación de la pareja, etc pero, en general hay que reconocer que nuestra vida es muy placentera y nuestras reuniones de altísimo voltaje. Más o menos una vez al mes solemos reunirnos si las obligaciones de trabajo o familiares nos lo permiten, en alguna de nuestras casas o alquilamos una discreta casa rural cercana a Madrid o bien en la playa donde algún amigo tiene una preciosa casa.

Una de las parejas más activas la forman Rosa y Manuel. Son cuarentones como yo, bien cuidados, guapos, de muy alto poder adquisitivo y sin hijos. Ambos son muy viciosos y no hacen ascos a ningún tipo de contacto sexual. En los últimos meses habíamos follado los cuatro y con otras parejas y amigos varias veces y para mi era bastante normal follar a Rosa mientras le chupaba la polla a Manuel o dar por el culo a los dos o emparedar a Marta entre Manuel y yo.

Aquella tarde, estábamos a finales de Junio, habíamos quedado en el chalet que la pareja tiene en las afueras de Madrid. Era una espléndida tarde y el calor se dejaba sentir a pesar de la proximidad de las montañas.

Me abrió la puerta Rosa, vestida con una hermosa túnica blanca casi transparente que dejaba apreciar sus hermosos pezones oscuros. Nos besamos en la boca y la acompañé hasta el jardín. En una hamaca de teka su marido tomaba café desnudo: nos besamos en la boca y me senté junto a él. Volvió Rosa totalmente desnuda con café para los dos. Vestía tan solo sus gafas de sol, los zarcillos de oro y varias pulseras de colores en ambos tobillos. Tiene el pelo muy corto y las uñas de los pies pintadas de granate oscuro. Rosa es una real hembra, alta, morena con unos preciosos pechos algo caídos por el tiempo y un culo espectacular. Lleva el chocho depilado y no presenta una sola marca de bañador en todo su cuerpo. Me desnudé. Mi rabo ya mostraba una enorme erección como si se fuera ya preparando a lo que venía. Me senté en la misma tumbona de Manuel que, como distraídamente, me acariciaba la espalda y el comienzo del culo. Manuel, algo mayor que su mujer, es un gran tipo. Tiene una verga delgada y larga con una curiosa curvatura y unos cojones descomunales. Va como su mujer totalmente depilado y a pesar de que se cuida bastante no puede evitar que la barriga cervezera se le note cada vez más.

Desde hace años decidió que lo único importante era vivir y disfrutar y gracias a su bien remunerado trabajo que le permitía disponer de mucho tiempo libre y a su falta de prejuicios en el mundo del sexo no había evento sexual que no disfrutara: ya fuera carnaval en Brasil, fiestas en Berlín, vacaciones en Cap D’adge, etc. Pasaban semanas en un resort de Jamaica exclusivo de parejas donde durante su estancia no utilizaban jamás una sola prenda de vestir y follaban a todas horas.

Manuel había sido la persona que me introdujo en las prácticas homosexuales: él fue el primero al que comí la polla y el primero que me folló por el culo.

Mientras tomaba el café y una copa de coñac empezó a besarme el cuello mientras con sus dedos pellizcaba mis pezones. Me volví hacia él y no dimos un largo morreo. Me preguntó si me la había lavado. Le dije que no. A Manuel le encanta chuparmela y prefiere el sabor y olor a ser humano más que el de jabones y geles. Se separó de mí, me tumbó en la hamaca y comenzó a comerme la polla con parsimonia. Rosa se acercó y nos besamos. Su boca tenía sabor a café y semen que tan bien conocía. Sonó el móvil que tenían sobre la mesita y Manuel contestó mientras seguía acariciando mi pene.

-Son Alvaro y Luisa – nos dijo- están llegando.

Alvaro y Luisa son un matrimonio de nuestra edad más o menos. Alvaro es el director de una importante consultora financiera y es un señor pequeño y delgadísimo cuya mayor afición es ver como joden a su mujer y luego compartir con ella los lechazos. La verdad es que a mí me gusta bastante poco. Me lo he follado más de una vez e incluso hemos hecho el trenecito con Rosa pero no es mi tipo.

Su mujer Luisa es una rubita pequeña y un poco regordeta con aspecto de no haber roto un plato jamás. Tiene si embargo un pico de oro y cuando está follando grita como loca. Le encanta el sexo anal y ver como se follan a su marido.

Tomamos un coñac y Manuel preparó unas rayitas que nos metimos para estar en forma y al momento sonó el claxon. Alvaro y Luisa metieron el coche en el garaje y Rosa fue a esperarlos. Como siempre nos traían una sorpresa. Para empezar venían vestidos iguales: llevaban tacones, medias con portaligas y sujetador con solo aro por toda vestimenta. Alvaro lleva en el prepucio un aro metálico que tiene su encanto cuando te la mete y Luisa tiene taladrados ambos pezones con argollas de acero de tamaño considerable. Llevaban el mismo maquillaje, excesivo como era habitual en ellos: los ojos con grandes brochazos azules y los labios de un intenso color carmesí. Cada uno de ellos tiraba de una cadena. Luisa traía una joven sujeta por el cuello y con un antifaz negro que no le permitía ver absolutamente nada, avanzando a cuatro patas totalmente desnuda. Era una jovencita de no más de 25 años, preciosa. Tenía aspecto de ser de un país de la Europa del este, era rubia, alta, con unas piernas quilométricas y un culo perfecto. A su vez Alvaro, cuya polla se alzaba ya en una interesante semierección, tiraba de un gigante negro desnudo: era puro músculo, unos brazos como columnas dóricas, unas espaldas enormes, un culo apretado y suave y, sobre todo, un rabo descomunal. Le dio un par de vueltas para que lo apreciáramos en su justo valor. Tenía la mayor polla que yo había visto, al menos en directo, en toda mi vida. Sin exagerar le colgaba hasta la rodilla y con un diámetro como mi brazo. Al momento vi la cara de deseo en Rosa y en Manuel. Besé a Luisa que me pajeó mientras me preguntaba por Marta y luego a Alvaro que me metió la lengua hasta el intestino.

que os parece –dijo eufórico Alvaro – Él es King, es de Mozambique, habla un poco de español mezclado con portugués, y no creo que os quepa en el culo a ninguno, ella es Rassa, significa Rocio en lituano. No habla casi nada de español pero no hace falta. La he sacado de un puticlub de Ciudad Real y ahora trabaja para mi y por supuesto la tenéis a vuestra disposición.

Alvaro ató la cadena de Rassa a la barandilla de la piscina y la dejó allí desnuda a cuatro patas con su precioso culo ofreciéndose como un caramelo. Rassa al oir que se hablaba de ella levantó la cabeza sin podernos ver. Era una joven guapísima pero con un no se qué de vicio en su expresión, tenía la cara llena de manchones pegajosos con aspecto de semen.

se la han follado unos obreros de camino aquí –nos aclaró Alvaro- así ya viene caliente

Manuel se le acercó y sin preámbulos le metió la polla en la boca. Se la metía hasta el fondo mientras que Rassa aguantaba los empellones a cuatro patas sin poderse defender. Luisa se me acercó y empezamos a sobarnos: al momento la tenía en la tumbona abierta de piernas ofreciéndome el coño: le clavé la polla hasta los huevos y empezó a berrear:

así cabrón no pares. No dejes que me moje, hasta el fondo.

Sus preciosas tetas saltaban dentro de aquel armazón de sujetador. Le tiré con furia de los aros de los pezones y pareció volverse loca.

sigue cabrón –gritaba- dame un morreo

Le metí al lengua hasta el fondo lo que aprovechó para colocar sus pies a la altura de mis hombros. A mi lado Rosa, de rodillas, le comía la polla a Alvaro que, a su vez, desde la altura de sus tacones, trataba de engullir el cipote descomunal del negro. Rosa le apartó:

déjame a mí –dijo.

Se la metió casi entera y pude ver como unas tremendas arcadas le llegaban a la cara. Sin embargo siguió mamando con gran placer sujetando los huevos del negro con una mano y haciéndose un dedo con la otra.

Alvaro se colocó detrás de la lituana y le metió de un golpe el rabo por el culo. Tenía una polla no muy grande y muy fina. Como el decía era ideal para encular a todo bicho viviente y era cierto: cuando alguna vez me había dado por culo entraba casí sin proponérselo. La lituana saltó ante la sorpresa y apretó más de la cuenta el rabo de Manuel que le soltó una gran bofetada y volvió a clavarle la polla con más ahínco que antes. Al momento Manuel empezó a correrse: sujetó la cabeza de la lituana y apretó hasta los huevos hasta acabar la descarga. Cuando acabó de correrse le metió los dedos en la boca y extrajo todo el semen que pudo encontrar. Manuel impregnó el pelo y la cara de la lituana con el semen y limpió luego su mano a lametazos. Rosa dejó por un momento el rabo de King y se acercó a comer lo que podía primero del pelo de Rassa y luego de la boca de Manuel. Alvaro, sin dejar de dar por culo a Rassa, le hizo una seña al negro: a por él, pareció decir. King agarró a Manuel, lo dobló por la cintura y lo colocó contra una silla. Sin más empezó a meter la punta de su enorme minga en el estrecho agujero de Manuel. Manuel gritó:

Espera maricón

Y se llenó el culo de aceite para bebé que era normalmente el lubricante que más nos gustaba. Luego se metió un par de dedos hasta conseguir aumentar el orificio. El negro volvió a apretar: parecía imposible que aquello entrara allí. Manuel se mordía los labios presa de un dolor insoportable. Pude ver mientras follaba a Luisa como las lágrimas resbalaban por su cara. Saqué mi polla de Luisa y me acerqué hasta Manuel: le besé con cariño, me comí su lengua con restos aún de su propio semen y le acaricié el pelo. Pude ver como la enorme polla negra desaparecía por completo en el ano de Manuel.

hasta el fondo negrazo de mierda – dijo Manuel

King le barrenó el culo sin piedad: aquel descomunal rabo desaparecía por completo en la carne de mi amigo que disfrutaba como un loco.

dame más fuerte –decía Manuel

Rosa se tumbó boca arriba junto a su marido y me pidió que la enculara. No tarde ni un segundo en encajar mi nabo en su esfínter. Toma zorrita grité. La follé con ansia junto a su marido mientras le agarraba con furia las tetas. Se besaban los dos chocando a veces sus dientes con los brutales empellones que dábamos el negro y yo. Paré un momento las enculadas y acaricié los pectorales de King, le besé los pezones y le di un largo muerde en la boca. Olía y sabía de una forma especial, sin sacar mi polla de Rosa extraje del culo de Manuel la del negro y le pasé la lengua: reconocí el sabor el culo de mi amigo y después de un par de mamadas volví con sumo cuidado a meterle la minga en el ano. Parecía mentira que aquello pudiera entrar.

Luisa se puso delante de Rosa y le ofreció su hermoso coño que Rosa empezó a mamar con gran gusto. Yo sentía que de un momento a otro me iba a correr dentro del culo de mi morena. La penetraba con toda la fuerza que era capaz, cada golpe la cara de Rosa se hundía en el sexo de Luisa que gemía de placer: entre grandes gritos y estertores Luisa se corría. Rosa me pidió cambiar. Me separé de ella, toqué a King que se la sacó a Manuel y me coloqué en su lugar. Después de haber almacenado el rabo del negro meterle el mío fue coser y cantar. Su precioso culo estaba dilatado y me lo follé con pasión. Te quiero maricón le grité mientras lo sodomizaba. Rosa se dio la vuelta para favorecer la penetración anal y trataba de que todo el nabo del negro entrara en su culo pero no había manera. Se lubricó todo lo que puedo pero no entraba más alla del capullo.

empuja maricón –gritaba Rosa- no me dejes a medias

El negro apretó los dientes y de un solo redoble se la metió hasta el fondo. Sonó como un chop a la vez que el grito desgarrador de Rosa:

me has roto el culo cabrón. No pares.

El polvo era brutal. A cada empujón desplazaba a Rosa, a la tumbona y a Manuel y a mi que seguíamos follando en la misma hamaca. Me encantaba joder a Manuel después de haber follado a su mujer. Alguna tarde los tres solos habíamos pasado horas enculándonos: yo follaba a Manuel y éste a su mujer o ella me daba por culo con su arnés mientras Manuel la follaba.

Al cabo de un momento Luisa se acercó: ahora a mí, me dijo. Retiré a Manuel y se la clavé por el culo a Luisa. Comenzó a gritar como loca. Se la hundí con furia, notaba mis huevos golpear en su culo mientras me agarraba al liguero. Reduje el numero de empellones pero cada vez lo hacía con mas fuerza. Luisa gritaba.

No te pares ahora cabrón. Alvaro mira como me corro con la polla de Diego en el culo.

Alvaro mientras se la había metido a Manuel con facilidad. Era la tercera polla que le clavaban en el ano en poco tiempo y tenía una cara de placer tremenda. Luisa se corrió con tremendos espasmos y gritándolo a los cuatro vientos. Se quedó deshecha sobre la hierba mientras se la seguía metiendo. Yo ya no podía más pero no quería acabar sin tirarme a la lituana. Tiré de su cadena, dejé a Luisa y se la clavé en el culo a Rassa. Aquello ya era demasiado. En pocos minutos había sodomizado a Rosa, Manuel, Luisa y Rassa. Seguí dando con todas mis fuerzas. A mi derecha King seguía follando a Rosa y Alvaro daba por el culo a Manuel mientras Luisa le trabajaba el rabo para endurecérselo nuevamente. Grité que me corría: como era de esperar tanto Rosa como Alvaro se acercaron dentro de su limitado espacio para tratar de tragar todo el semen posible. Pero yo tenía otros planes: tiré de la cadena y cuando Rassa volvió la cabeza le metí el nabo hasta la traquea descargando litros de semen.

Rosa, tumbada boca abajo en la yerba, aguantaba los tremendos empellones en su ano del negro, mientras, Manuel con el rabo ya en forma seguía con la polla de Alvaro en sus entrañas. Alvaró me llamó: vete preparando que King va a por ti.

Primero quería mear: me acerqué a Rassa la obligué a abrir la boca y apunté directo. Cuando la cerda notó mi meada intentó cerrar la boca. Le di un par de bofetadas y abrió de par en par. La regué por completo, la cara, la boca, el pelo. Luego me di la vuelta para que me chupara el culo y me lo lubricara. Cuando notó la cercanía de mi ano empezó a trabajármelo con maestría: me escupió lo primero para humedecerlo y luego me metió la lengua. Se dedicó durante un buen rato a darme lengüetazos y a comerme la base de los huevos. Apreté su cabeza contra mi culo y me restregué con fuerza contra su cara. Notaba su nariz y su boca en mi raja y sus intentos por respirar, pero también su lengua entrando dentro de mi.

Me coloqué junto a Rosa a cuatro patas y me preparé para que el negro me follara. Estaba nervioso pensando en si sería yo también capaz de engullir esa verga. Besé a Rosa que con los ojos cerrados comenzaba a correrse:

así, así –gritaba bamboleando sus tetas- no pares.

Noté que un pene trataba de hacerse hueco en mi culo: era Alvaro que había dejado a Manuel y trataba de metermela.

te vas a morir de gusto mi amor –me dijo

Y acto seguido noté como entraba hasta el fondo. Empezó a darme con fuerza sujetándome por los hombros, luego se dejó caer sobre mi y me abrazó a la vez que me chupaba la espalda y el cuello. Se fue aproximando hasta llegar a mi oreja que empezó a lamer con pasión a la vez que notaba que sus empujones se descontrolaban. Sus dedos buscaron mis pezones que apretó sin piedad. Eso ya fue demasiado: mi polla empezó a endurecerse por instantes, me volví hacia él y le besé. Noté sus gemidos a la vez que le metía la lengua hasta el fondo. Su polla dentro de mi culo se hundía con inusitada fuerza y notaba en mi interior el contacto frio del metal. Se empezó a correr dentro de mi entre bufidos de placer mientras me morreaba con furia y me apretaba los pezones. Noté enseguida mi culo lleno de su semen que empezaba a desbordarse entre mis muslos. Alvaro se salió de mi y trajo a Rassa a la que obligó a limpiarme el culo y las piernas. La colocó debajo de mí y le metió mi polla que ya estaba como una piedra, en la boca. La tenía debajo de mí atada y con el antifaz puesto y con su coño a la altura de mi boca. Comencé a follarle la boca hasta el fondo a la vez que le empecé a comer el chocho. Era un coño perfecto, blanco y terso, sin un solo pelo. Le mordí sin piedad los labios lo que ella agradeció comiendo polla mas glotonamente aún. En estas noté algo gordo apretando mi ano: sin duda era el pollón del negro. Dejé de follar la boca de Rassa para facilitar mi empalamiento. No había manera: a pesar de la saliva y del polvazo que me había echado Alvaro no entraba. Alguién separó el nabo del negro y me untó a fondo de crema. Noté un par de dedos que se abrían paso dentro de mi y luego otro dedo más. Me puse como una moto y le mantuve la polla hasta los huevos a Rassa en la boca hasta que empezó a moverse convulsamente por la falta de oxigeno. Me separé para que respirara y entonces ocurrió: algo enorme, duro y caliente entró en mi de un solo golpe. Para no gritar mordí con todas mis fuerzas el coño de Rassa y hundí en ella mi polla en su boca más allá de lo que yo creía que podía entrar: Rassa se corrió y yo tuve que dejar de comer su coño para concentrarme en el tremendo orgasmo que me venía: me derramé con furia en la garganta de Rassa a la vez que notaba los empujones descontrolados del negro en mi culo. El negro me follaba con brutalidad y yo notaba entrar y salir su nabo dentro de mi carne. Le pedí que parara, ya no podía más. Kin se salió de mí, me separó de Rassa y metió su enorme nabo en la boca de la lituana follándola compulsivamente hasta que empezó gritar descargando litros de leche en la boca de Rassa.

Me levantá hecho polvo y con el culo ardiendo me fui a lavarme mientras Alvaro sodomizaba a Rosa.

  • Vuelvo ahora mismo – les grité