Una isla para mi novia, un extraño y yo

Mi novia y yo hicimos un viaje de placer hacia una isla poco concurrida en esos días; sin embargo, un extraño se unió a nosotros en nuestra estadía.

Categoría: Tríos (H-M-H)

Título: Una isla para mi novia, un extraño y yo.

Hola a todos. Les relataré algo que me sucedió cuando fui con mi novia de vacaciones a un islote poco visitado por turistas en mi país. Además, no era temporada alta por lo que seguramente encontraríamos una playa vacía en la pequeña isla (así nos cuentan nuestros amigos que ha sucedido otra veces).

Mi novia se llama Lucía y tiene 23 años de edad. Es de estatura promedio y tiene un culito respingón que a cualquiera hace babear. Su pechos son pequeños pero están coronados por unos hermosos pezones de color marrón claro. Su piel es blanca tirando a morena y tiene el pelo largo y de color negro, igual que sus ojos. Sus piernas son perfectas y los pies son una hermosura.

Preparamos el viaje con un día de antelación, así que íbamos bajo nuestro propio riesgo, es decir, con la posibilidad de que se nos olvidara algo y pasar trabajo en la isla; pero dicen que sale mejor lo que no se planifica mucho... y eso lo comprobé.

Le había dicho a mi novia que esos cuatro días y tres noches de playa la iba a disfrutar como nunca antes lo había hecho, así que fuese preparada para eso. Ella, como respuesta a mis insinuaciones, completó la tensión en el ambiente, y una vez que ya habíamos tomado la autopista, me dice:

"Entonces la playa va a estar sola. Bueno, entonces no me lamento por no haber traído la depiladora, así que no te importa verme peluda allá abajo, cierto?".

Aquello hizo que me excitara en el acto, y desde luego le respondí que así la prefería. Ella tiene un vello abundante y eso me vuelve loco. Mejor que no se pudo depilar nada.

"Y para que me disfrutes más, esta vez no traje mi colección de trajes de baño, y sólo traje uno. ¿Sabes cuál?" , dijo Lucía con un tono de picardía.

"Oh, Dios..... trajiste el hilo negro chiquitito?", le pregunté sobre el traje de baño que más me gustaba de su colección.

"Nop". Respondió.

"Y entonces? No me digas que es el de Eva?", le repliqué.

"Ten la seguridad de que ese lo voy a usar casi la mayor parte del tiempo, pero sí traje uno que aún no conoces... Me lo compré ayer." Diciendo esto sacó de un pequeño empaque del tamaño de un rollo de película fotográfica un diminuto juego de hilitos sin forma aparente. La prenda era de color rojo y la muy malvada se empezó a desvestir para mostrármelo puesto. Me pidió que no viera hacia su lado hasta que ella me indicara, y así fue. Montó sus pies descalzos en el tablero del carro y echó el respaldar del asiento hacia atrás, y se contorneaba sensual y pícaramente en su asiento. Aquello me estaba excitando mucho y como venía manejando le pedí que no siguiera (aunque en el fondo deseaba seguir viendo), pero ella hacía caso omiso a mis palabras y montó uno de sus pies sobre la cabecera de mi asiento y abrió sus piernas. Pude ver sus abundantes vellos saliéndose no sé de qué, ya que la tela que pasaba por sus labios vaginales era lo suficiente para apenas taparlos, y el resto de la carne de su vulva estaba descubierta, incuso por arriba, y con ello los vellos negros, gruesos y medianamente rizados se le asomaban por todas partes. Yo iba entre mirar hacia el frente y mirar el chocho de mi novia y con el guevo a mil.

"Te gusta? Te gusta esta cuca? Es para ti... Esta es la que vas a destrozar en la playa?? Eh? Te gusta así: peluda? Te gusta que me abra las piernas así?". Decía esto y me ponía un pie en la cara y en la boca, y me obligaba a meterme sus cinco dedos a la vez y chupárselos. "Anda, chupa mis deditos, lame mi pie como un esclavo. No lo ves? Eres mi chofer y yo soy tu dueña... cuando te diga que chupes quiero que lo hagas inmediatamente, estamos?"

"Sí mi amor, haz conmigo lo que quieras, trátame como quieras. Tú ordena y yo cumplo...". Aquellas palabras fueron como hipnotizantes y mi declaración de sumisión la tomó en serio.

"Mira por donde llega el traje de baño, apenas poco más arriba de mi clítoris. Así que tendrás mi cuca peluda casi completamente a la vista. Te gusta que sea así de puta verdad, que me comporte así??"

"Si Lucía, me gusta que seas una puta..., que te exhibas e irradies sensualidad en el ambiente. Que no te preocupes por quien te pueda ver el coño y tus nalgas, ni tus pies ni tus piernas. Quiero que no tengas reparo en enseñar de todo a quien sea; que muestres tus axilas y tu cuellito y buena parte de tus tetas...".

"Bueno amorcito, si tu me lo pides pues también le enseñaré mi culito a quien quieras? Quieres que te lo enseñe a ti ahorita?"

"Uff, sí... por favor. Muéstrame esas nalgas." Lucía tiene unas nalgas fenomenales. Tienen un forma perfecta, y cuando se pone en cuatro se le ponen pulluditas y salidas hacia arriba y hacia atrás a la vez. Como pudo se volteó en el asiento y me apuntaba con su culo a la cara. Las tiritas del traje de baño se encontraban en el medio de las dos nalgas y no venían de la cintura, sino desde la cadera. Ese traje de baño era el mejor que había visto en mi vida. Luego me dijo que el modelo no era precisamente así (a la cadera)), sino que lo había comprado dos tallas más pequeñas y que por eso era que la parte del sostén (que no era más que otras cuantas tiritas de tela con un par de triangulitos) le quedaba tan chica, y tenía que estar tapándose la superficie de su aureola, ya que frecuentemente los pezones buscaban salirse del triángulo.

Ella no aguantó mucho y se abrió las nalgas y me mostró el culito, y de inmediato comenzó a masturbarse con sus dedos. Estaba chorreando muchos líquidos (y yo con aquellas ganas de lanzarme y devorarla). Se apartó un poco la tirita que le tapaba por debajo y se dedicó a provocarse un orgasmo, y escuché el momento en que lo estaba teniendo; su ano se abría y se cerraba con las contracciones de sus músculos y acerqué mi lengua y le lamía el ano. Aquello fue el climax; ella al sentir mi lengua gritaba largamente y decía: "Laaamemeee, laamemeee... Hmmm Ah!! Acabo, acabo... ahhhhhh AHHHHHHH!!!!!".

Para comenzar el viaje, no estuvo mal el primer momento de sexo, y para completar la muy zorrita untó sus pies con los jugos vaginales que sacaba con sus manos y me los ponía en la boca para que chupara todos sus dedos. Aquello era el néctar más delicioso que jamás un hombre haya probado.

Transcurridas varias horas paramos en una tienda al lado de la carretera y fuimos a buscar unos refrescos (gaseosas). Al momento de partir nuevamente, le pedí que fuera ella la que manejase para que yo no me cansara tan rápido. Ella aceptó y emprendimos el viaje otra vez. Mientras hablábamos estuve fantaseando con que en la isla hubiera una tribu de indígenas (cosa que no es cierto ni posible) y que la tomaran a ella y la amordazaran, pero le dije que a mi los indígenas me tenían como un rey y que ellos hacían lo que yo les ordenase. En medio del cuento Lucía se reía a carcajadas, pero yo seguía con la narración, y aunque me molestó un poco su saboteo, empecé a decirle que les pedí a los indígenas que me trajeran una buena hembra de la tribu, pues me la quería follar (delante de Lucía).

"Ah sí, con que esas tenemos... quieres follarte a otra que no sea yo..." decía Lucía.

"Sí, le dije a los indígenas que me trajeran a una india exuberante, con unas buenas tetas y un buen culo. Y ellos salían prestos a buscármela".

"Y yo qué? Sin nada?".

"Cómo que sin nada?", le pregunté.

"Bueno, a mi no me tocan unos indiecitos, por lo menos para que me castiguen. Ellos deben tener un tremendos guevotes, y a mi también me gustaría cojerme a unos cuantos".

"Ahh! Sííí!, y como a cuántos?", pregunté interesado.

"No sé, tal vez seis. Aunque si tiene el guevo chiquito entonces como unos 20. Para que me destrocen y hagan de mi cuca y de mi culo uno cráteres.".

"Bueno, si así son las cosas pues prefiero enviarte unos 20 indicitos, y ver como disfrutas de tanto guevo, manos y bocas a la vez...".

"Uff sii, que vengan en filita, y hasta de a dos en un mismo hueco. Aquí hay mujer de sobra para complacer guevos." Le pedí que se quitara la franelita que llevaba puesta para poder verle las tetas y poder chupárselas, y enseguida le hice esta propuesta: "Lucía, quiero acabar en tus tetas, y si me dejas, yo mismo limpiaré mi semen con la boca, y te dejaré las tetas limpiecitas".

"Hmmm, qué interesante. Así que el hombre se calentó con mi cuento robado, porque se supone que era tu fantasía y terminó siendo la mía...(la de los indiecitos)"

"Qué.... acaso es una fantasía tuya ser cogida por varios tipos a la vez?"

"Bueno mi amor, eso es como aquello que dice que dos cabezas piensan más que una.... Bueno, mientras más guevos... más sensaciones, y por lo tanto más placer..."

Al decir esto sentí que iba a empezar a acabar ya que me estaba pajeando y Lucía se apresuró a quitarse la franelita. Acabé directo sobre sus tetas, mientras ella sacaba la lengua para ver si pescaba algún chorro de leche caliente. Sus tetas quedaron inundadas y en lo inmediato les hice un masaje con mi propia leche. Sus pezones estaban erectos y ella disfrutaba aquello.

"Bueno, qué esperas? Empieza a chupar...". Me fui directo a sus pezones y probé mi propio semen. Tenía un saber extraño, pero preferí dedicarme a proporcionarle un gran placer a Lucía, así que recorrí con mi lengua y boca todo su pecho, su cuello, sus hombros, sus axilas, y me aferraba con desespero a cada uno de sus pezones que parecen biberones. Vi su cara y se veía seria, pero con esa seriedad característica de alguien que está en extremo excitada. Pero así se quedó, excitada aunque bien limpiecita. Seguimos nuestro camino y tardamos otras horas más en llegar a nuestro recóndito destino.

Llegamos al último lugar en tierra firme, y a partir de allí debíamos tomar una lancha-transporte de algún pescador que nos hiciera el viajecito hasta la isla. Dejamos el carro bien resguardado en el pequeño pueblo de la costa, cuya gente es bastante amable y gentil.

Un joven pesquero se ofreció para hacernos el viaje y nos cobró bastante barato (económico). El viaje por mar duraba 45 minutos aproximadamente y partimos inmediatamente después que montamos todas nuestras pertenencias en la lancha. Lucía se empeñó en ir en la punta de la lancha, y yo iba junto al lanchero (en la parte trasera). Donde yo estaba sentado no se sentían los golpes de la lancha contra el agua, mientras que donde estaba Lucía era una sola saltadera. Ella se acomodó como pudo en la punta y la brisa le levantaba el vestido (el cual ya iba bastante mojado por el agua que salpicaba). Fue entonces cuando el vestido se le pegó de su espalda y ella no se daba cuenta, y se le descubrió por completo su trasero, así que se le veía su diminuto hilo dental metido entre aquellas espectaculares nalgas, las cuales golpeaban con la madera en cada brinco de la lancha. Me di cuenta como el lanchero no despegaba sus ojos del espectáculo visual que le estaba ofreciendo Lucía, por lo que opté por gritarle:

"VAS A QUEDAR COMO DESPUÉS QUE MONTAS A CABALLO!... TODA ADOLORIDA!.". Le dije aquello buscando que se bajara de la punta y se viniera hacia acá, con lo cual aprovecharía y se acomodaría el vestido. Pero sorpresa fue la mía cuando en vez de bajar lo que hizo fue que dejó su posición de sentada en la punto, y optó por acostarse boca abajo a lo largo de la punto de la lancha. Pero lo peor de todo fue que ni se dio cuenta de lo de su vestido y se echó así no más, sin percatarse del show que (nos) estaba dando, y para colmo sus piernas iban medianamente abiertas!!, con lo cual se le podía ver parte del mini triangulito de su tanga, pero recuerden que no estaba depilada!! y sus pelos se les notaban claramente. Dios!, qué show!, y el cabrón de al lado disfrutando de todo aquello. Pero opté por no pararle bolas al asunto y dejé que se le viera lo que sea, con tal, el tipo tiene ojos para ver no?, y yo también!. Aquella situación de exhibicionismo (¿voluntario o involuntario?) me había excitado enormemente y me dediqué a disfrutarlo. Me pareció que sus piernas se abrieron aún más y se le veía más claramente toda su intimidad ligeramente cubierta.

Finalmente llegamos a la paradisíaca playa. En lo que llegamos a la orilla y empezamos a bajar las cosas, lo primero que me dijo Lucía al oído fue: "¿Les gustó el panorama?", disimulé como pude mi impresión y mi excitación por aquellas palabras. Lucía había hecho todo a propósito!, y muy lejos de enojarme lo que hice fue aprobarle su atrevimiento con una sonrisa de cómplice.

En la playa no había ni un alma, así que era exclusivamente para nosotros (aunque con la cachondez que traía hubiera querido que en realidad existiera la tribu de indígenas que se cogieran a mi novia...).

Inmediatamente sacamos la carpa (tienda) para montarla. Mi novia quiso hacer un recorrido por la playa y vi como se adentraba a las casitas abandonadas que había en el lugar. Lucía se veía hermosa caminando por la playa. Su pelo se batía con el viento, igual que el vestido largo playero que llevaba. Me sentía satisfecho de que tuviera una Diosa como ella conmigo. Al regresar ya yo estaba clavando el último clavo en la arena, y al levantar mi vista la observé completamente desnuda, abriéndose los labios vaginales con sus dos manos. Su sonrisa picarona me dio a entender que quería guerra, y en lo inmediato me levanté a devorarme aquel bomboncito. Nos revolcamos en la arena y hacíamos el 69. Llegamos rodando hasta la orilla de la playa, donde rompen las olas, y ella se montó encima de mi y me empezó a cabalgar con un gran desespero por sentir el roce de mi guevo dentro de su cuca. Se volteó y se puso en cuatro.

"Cógeme, cógeme como a una perra. Ven, métele el guevo a esta perra ansiosa de pija....!!!"

Me lancé sobre ella y empecé a bombear con fuerza, de manera que me sintiera bien profundo. Ella gritaba como loca y yo le apretaba las nalgas, como evitando que se separara de mi. A los pocos minutos empezó a decir cuanta porquería se le pasara por la mente:

"Cógeme maldito, CÓGEMEEEE. Ahhh!! Siiiii, reviéntame la cuca!!! Lléname de lecheee!! Me gusta la leche, me gusta el guevo, me gusta que me echen guevooooo!!!! Ahhh!! Hmmmm Hmmmm AHHGG!!!! Cógete a esta PutaaAA, a esta PUTA, ahh!! AhhhhhH! Acabo, acaboo, acaabooooo ahhhh Hmmmmm....Hmmmmmmmmmm Hmmmmmmmmmmm". Lucía estaba acabando, y yo, con aquel lenguaje tan morboso y excitante que salía de su boca, empecé a bombearle con todas mis fuerzas, y ya sentía mi semen como recorría dentro mí hasta llegar a la cabeza de mi guevo, y salir disparado dentro de la cuca de Lucía. Sentía que salían litros y litros de leche y que estaba llenando todo el vientre de Lucía. Seguro que ella también estaba sintiendo la calidez de mi semen chorrearse por sus paredes internas.

Ese día transcurrió bastante relajado y ya nos habíamos establecido prácticamente. Por la noche, me pidió que la volviera a coger en cuatro patas, en la orilla nuevamente, pero esta vez ella mirando hacia el mar. Estuvimos en esta posición como 20 minutos, y por el contrario, no pronunció ninguna palabra sino puros gemidos de placer (y casi con la boca cerrada). Noté como miraba hacia el mar mientras tuvo dos orgasmos. Era como que si el mar la hipnotizara y ella pudiera ver a alguien o algo en el horizonte oscuro.

Al día siguiente nos levantamos bastante tarde, y prácticamente para almorzar (la comida del mediodía). Nos pusimos a hacer la comida, que no era otra cosa que pasta en forma de arroz para bebés. Queda bastante espeso debido a la preparación y es muy bueno. Estábamos desnudos y sobre una sábana muy grande en la arena.

"Está bueno?", me preguntó.

"Buenísimo. Está como tú...".

"Quieres que te lo dé en la boquita?"

"Como a un bebé. Je!, dale pues.". Ya que se trataba de alimento para bebé, pues había que hacerse el trabajo completo. Pero mi sorpresa fue mayor cuando veo que Lucía se echa hacia atrás y de una manera bastante rápida introduce uno de sus pies sobre mi plato, y levanta un buen bocado y lo lleva a mi boca. Le tomé su delicado pie por el talón y empecé a saborear aquella exquisitez, mientras ella buscaba con su otro pie otro poco de alimento y lo mantenía en el aire a la espera. Yo me dedicada no sólo a tomar el alimento, sino también a chupar por arriba y por abajó toda la superficie de sus hermosos pies, y a no dejar rastro de comida dentro de sus dedos. De pronto, Lucía coge bastante del plato con su mano, abre sus piernas, y con ayuda de la otra mano, se abre el orificio de su cuca y empieza a echar el alimento dentro de ella. Buscó otra vez alimentó y repitió el proceso. Acabó todo mi plato y no le bastó, pues tomó el de ella y lo empezó a echar también dentro de su cuca. Mi verga estaba tan dura como una piedra viendo aquella demostración de morbosidad extrema, y sus pelos llenos de comida me invitaban a comer en el más codiciado de todos los platos del mundo, en la mismísima cuca de una novia!!. Lucía se acostó completamente en la sábana y abrió lo más que pudo sus piernas. Yo me acerqué y me dediqué a la tarea de comer todo mi alimento, para lo cual chupaba e introducía mi lengua (bastante larga) y a veces lograba sacar buenos bocados. Sin embargo le dije que yo me acostaría y que ella se sentara sobre mi boca, a fin de que la gravedad nos ayudara un poco. Así lo hizo, y pueden ustedes imaginarse al bello cuerpecito de mi novia ponerse en cuclillas, con el culito parado, y posándose hacia delante con sus manos sobre la arena y los ojos cerrados de la satisfacción que aquello le producía. Pero yo tenía otro panorama, y era aquel que me mostraba una gran cantidad de pelos sobre mi cara y mi boca, y en medio, un orificio vaginal completamente abierto, del cual iban cayendo poco a poco una masa espesa de comida impregnada con los fluidos vaginales de Lucía, los cuales saben a gloria. Mi ojos también podían ver perfectamente su ano, el cual ella sabe que me gusta mucho y por lo que hacía esfuerzos para abrirlo y cerrarlo rítmicamente. Creo que si tan solo me hubiera tocado el guevo en ese momento, hubiera acabo litros de leche inmediatamente. Lo cierto es que ni ella ni yo acabamos porque ella simplemente no quiso que lo hiciéramos. Yo terminé toda mi comida (y debo decir que la dejé bastante limpia, aunque ella tuvo que limpiarse con un aparatito vaginal luego) y nos quedamos así no más, sin una buena cogida y ni tan siquiera acabada. Eso me cabreó un poco, pero acepté el asunto; estoy seguro que ella lo hacía porque sabía que iba a estar como un toro todo el día, buscando donde meter y descargar mi bolas llenas de leche. Y por su parte, seguro que también estaría con una calentura a punto de estallar en cualquier momento.

Más por la tarde nos tiramos a tomar sol. Lucía, como sabrán, estaba totalmente desnuda, y ni siquiera le haría falta el micro tanga que se había comprado. Yo por mi parte también estaba desnudo, y con mi paradera de guevo cada vez que algo morboso se me pasaba por la mente (debía aprovechar el momento, ya que al parecer Lucía estaba muy decidida a hacer cualquier clase de loqueras... es decir, una Lucía así no se ve todos los días ;)).

Ya estaba cayendo la tarde y la puesta del sol era espectacular. Lucía entró unos instantes a la carpa a buscar algunas cosas y yo me quedé observando el atardecer. De pronto empecé a escuchar un sonido extraño que venía de lejos y afiné un poco mi mirada hacia el mar. No lograba divisar nada aún, hasta que de pronto pude ver, bastante alejada, una pequeña lancha de madera que venía hacia la playa. Joder!, alguien venía a nuestra playa!. Me asusté un poco porque uno nunca sabe de quién pueda tratarse, y en medio de la cagazón (miedo) lo único que hice fue desear porque no fuera gente con malas intenciones. Me daba mucho miedo imaginarme que la lancha estuviera cargada de varios tipos, y que nos vinieran a robar y que de pasada se cogieran a Lucía, o nos cogieran a los dos!! (mierda!!). Maldije el momento en que deseé que hubiera una tribu de indígenas en la isla...

Lucía aún no se percataba del asunto, y mientras la lancha se acercaba cada vez más, pude divisar que era un transportista del pueblo cercano del cual partimos y que venía con otra persona (por lo menos no era una tribu completa).

"Lucía... Cágate. Viene una lancha..."

"Mierda!, mentira..., y ahora qué!?", dijo ella.

"Y ahora qué de qué...! Pues nada!. Sólo veo que son dos personas. Creo que están trayendo a alguien a la isla."

"Ponte algo, rápido o quieres que te vean desnudo". Inmediatamente me pasó mi traje de baños y ella se puso un vestidito y debajo se puso su traje de baño. Esperamos a que llegara la lancha, la cual se adentró en la orilla como a unos doscientos metros de nosotros, pero se podía ver bien. De la lancha bajó un hombre alto y blanco, y bajó varios bolsos junto con unas bombonas de aire para bucear. Habló con el lanchero unos instantes y la lancha partió. El hombre tomó sus cosas y empezó a caminar hacia nosotros, pero como a 80 metros de nuestra carpa se detuvo y al parecer halló ahí un buen lugar para levantar su carpa. Parecía que aún no se percataba de la presencia de nosotros (estaba empezando a anochecer), y a nosotros tampoco nos interesaba que nos viera, claro. En menos de 20 minutos armó carpa y encendió una fogata; se ve que hacía esto muy a menudo, tal vez era un asiduo visitante de esta playa.

"Y ahora qué haremos?"; me preguntó Lucía.

"Nada!, qué vamos a hacer...? Darle la bienvenida!?. Si se percata de nosotros y desea acercarse... pues qué más nos queda.... pero si no, pues nosotros no hagamos nada". Lo único que yo pensaba era que nos había echado a perder la velada, pues esa noche quería repetir lo mismo de la vez pasada pero más salvajemente. Pero al parecer nuestra noche no pasaría inadvertida, ya que Lucía empezó a jugarse conmigo y a tocarme el guevo, el cual, al mínimo estímulo, se paraba de inmediato.

"Mira...", me dijo, "¿no te gustaría llenarme la garganta de tu leche caliente?". Lucía no dejaba de impresionarme, y todo aquello me gustaba. El hecho de que hubiera alguien a escasos 80 metros de nosotros y que no se hubiera percatado de nuestra presencia me excitaba mucho, y más si Lucía me hablaba y se dirigía a mi con gestos de putona. Opté entonces por seguirle el juego y echarme hacia atrás, levantarla a ella y ponerla encima mío haciendo un perfecto 69. Nos dedicamos a mamarnos y succionar con mucho ritmo, y debido a la calentura que traíamos toda la tarde, fue fácil extraerle a Lucía grandes cantidades de jugos vaginales, y yo, por mi parte, estaba seguro que esa noche no le haría falta cenar a mi novia, dada la gran cantidad de leche que tenía en mis bolas. Sin embargo me preocupaba el hecho de que el tipo se percatara definitivamente de nosotros, y en cambio a Lucía eso era lo que más le excitaba, hasta el punto en que me dijo que qué importaba si nos veía... con tal... estaba a casi 80 metros de distancia. Qué vaina más absurda... pero excitante, así que dejé de pararle bolas al asunto y me dediqué a disfrutar de nuestro acto... creo que de exhibicionismo.

Pero nuestro sigilo no duraría mucho, y más temprano que tarde el hombre nos divisó y estuvo observando largamente a nuestro sitio.

"Coño ya nos vio!." Le dije a Lucía.

"Ohhhh siiii, no importaa.... sigue chupando, sigue chupando.... ahhhh hmmmm hazme acabar.... anda... chupa, chupaaaa". Sus palabras y el hecho de que en medio de la oscuridad nos pudieran estar viendo con la luz tenue de la fogata del extraño me excitaba aún más. Tal vez y hasta el tipo nos lograba ver perfectamente en nuestro 69. Pues sí, así era, el tipo nos veía perfectamente, cosa que comprobé cuando el aberrado se bajó sus shorts y tomó con su mano su verga, la cual empezó a pajearse animado por nuestro espectáculo. Lucía también se percató de aquello y me decía:

"Míralo, míralo!, ya nos vio y se está haciendo una paja por nosotros". Terminaba de decir esto y enseguida se metía mi guevo en la boca y lo mamaba con desespero, y ahora más que sabía que el tipo la estaba viendo en su tarea. Lucía movía su culo en mi cara en forma circular, y me restregaba toda su jugosa cuca en mi rostro. Tenía que hacer esfuerzos para poder ver al tipo, y logré pillarlo en plena acción. Debo admitir que tiene una verga animal, o por lo menos así se le veía a lo lejos; pero no fui el único que la notó así.

"Se está pajeando.... se está dando duro en ese guevote.... mira como se pajea esa inmensa paloma, y todo por nosotros papi, ves?, veess?. Ahh.. ahhhh Hmm Hmmmmm... Acabo, acaboo, ahhhhhh, ahhhhggggggg!!!, Hmmmmmm AAHHhhhh!" Yo me le uní al momento, al igual que el tipo, quien a lo lejos se le escuchaba sus gemidos y se notaba que estaba acabando también, y no es para menos, pues lo gritos de Lucía tuvo que haberlos escuchado a la perfección. Lucía engulló totalmente mi guevo y tragaba toda la leche que de él salía. Yo hacía lo mismo con sus jugos vaginales, los cuales caían sin problema dentro de mi boca e iban a parar a mi garganta, en donde los retenía para después tragarme una buena cantidad de ese líquido alucinante. Estuvimos unos tres minutos tirados y enseguida empezó un extraño sentimiento de culpa... "Coño, que hicimos?? Delante de un desconocido??", pensaba yo. Pero en seguida me dije que el tipo había optado por hacerse un pajazo y que se comprendía, y empecé a quitarle importancia a mis pensamientos. Es más, empecé a aceptar aquello como una buena muestra de nuestra osadía sexual, je!.

Lucía se levantó de mi y me miró. No me dijo nada. Miramos hacia donde el tipo y este seguía viéndonos, y era evidente que había eyaculado como nunca antes. Lucía me volvió a mirar y se colocó en cuatro patas sobre la sábana y se abrió las nalgas y me dijo: "Cógeme como a una perra". Bastó aquello para que mi verga volviera a apuntar al cielo, y más con la situación en la que estábamos. Ella se ubicó de tal manera que miraba en dirección hacia el tipo, y yo por detrás a punto de ensartarla por primera vez en aquel día. Fui directo al grano y le metí de un solo empujón todo mi guevo; este entró con facilidad dado que Lucía estaba demasiado mojada. Me la estuve cogiendo y Lucía no quitaba la vista del tipo, el cual había empezado nuevamente a hacerse una segunda paja (no era para menos!). Lucía parecía igual de hipnotizada que la noche anterior cuando me la cogía cuando ella miraba hacia el horizonte del mar, pero esta vez veía al tipo pajeándose. Logré verle el perfil de su cara y con sus ojos entreabiertos y su boca muy abierta, se pasaba la lengua lujuriosamente por sus labios. Jamás le había visto una cara de puta como esa y eso me excitaba muchísimo, de hecho me sentía (y en efecto lo era) cómplice de aquella demostración de nuestro sexo íntimo, pero con público esta vez. A ella ya no le importaba que se escucharan sus gritos y lo hacía en la misma forma de las veces anteriores: "Dame duro, dame durooo. Cógemeee! Ahhhhggg! Ahh Ahh Ahh Ahh Ahhhhhhhh. Soy una PERRA!, Cógeme DUROOO MALDICIÓN!!!!, Ahhhhh Hmmmmmmmm hmmmm Acabo, acaboooo, acaaaboooooo, ahhhh!! AhhhH!! AHHHHG!!!!! AHHHHHHHHHH!!!". Otra vez acabamos los tres juntos. Prácticamente Lucía decidía el momento para acabar, y al son de sus gritos nosotros, los hombres, encendíamos nuestras bombas para empezar a disparar semen en cantidades. Yo me aferraba a las nalgas de Lucía como no queriéndola dejar que se escaparan, y las apretaba y las retenía con la fuerza de mis manos. En realidad que la estaba cogiendo como a la propia perra, y aquello me gustaba enormemente.

Caímos rendidos (los tres) y no dijimos ni una palabra sino transcurridos unos 10 minutos. "Hay que dormir", me dijo ella. Yo no le dije más nada, y en realidad no me hizo falta, sólo estuve pensando en lo espectacular que había sido todo aquello. El tipo me tenía sin cuidado realmente, y tampoco lo vi más sino hasta el día siguiente por la mañana.

Lucía me despertó como a las 9:00am y era un día soleado y espectacular. Ella estaba preparando el desayuno y vestía un vestido largo playero (el mismo que traía en la lancha). Me levanté y fui a lavarme la cara, y aproveché para mirar hacia la carpa del extraño; estaba abierta y parecía que no había nadie; de hecho así era. Tampoco estaba una bombona de aire, es decir, ya había salido a bucear.

Mientras comíamos le pedí a Lucía que me diera mi comida como la vez anterior, pero ella se rehusó y dijo que ya no podríamos hacer eso porque teníamos compañía en la isla. "Pero está sumergido", le dije. "No, en cualquier momento sale", me respondió.

"Coño!, pero ayer no te preocupaba que nos viera tirando no?", le dije un poco enojado.

"Era diferente, ayer era de noche y casi no se veía".

"Siiiii, ahora vas a venir con esa... seguro el tipo también era sordo y no escuchaba tus gemidos y gritos...".

La conversación llegó hasta ahí, y me apresuré por ir a bañarme en la playa. Le dije a Lucía que me acompañara y se vino con su vestido puesto. Le pregunté que si no se lo iba a quitar y me dijo que traía debajo el micro tanga, y que no pensara que ella iba a mostrarse así ante aquel extraño.

"Bueno, es el precio que tienes que pagar por estar ‘olvidando’ tus demás trajes de baño...", le dije burlonamente. Ella me dijo que por lo menos sí trajo ropa que ponerse encima.

Así no más nos introducimos al agua y estuvimos divirtiéndonos un rato en la playa. El vestido se le pegaba a su cuerpo y por debajo se le notaba prácticamente el mini traje de baño, pero igual se le veían unas curvas perfectas en sus caderas, en su cintura, en sus hombros, en sus piernas... De solo verla yo me excito inmediatamente, y mi guevo se paró y se puso duro rápidamente. Me lo sacaba y se lo mostraba jugando a pegarle con él en sus nalgas, hasta que de pronto me lo agarró debajo del agua y me lo empezó a pajear. Llevábamos con nosotros las caretas para bucear y nos las pusimos, y casi flotando me dediqué a disfrutar de esa paja submarina que me estaba haciendo Lucía. Ahora el agua casi nos llegaba hasta el cuello, y con mi cabeza metida en el agua pude ver como ella se apartó su mini hilo y mostró su cuca, se acercó a mi y rozaba mi guevo contra su clítoris. Ella solita se estaba pajeando con la cabeza de mi verga. Logró en un momento introducir un poco más de la cabeza de mi guevo en su cuca, y me abrazó por detrás con sus piernas; sin embargo el agua no permitía una buena lubricación y dolía un poco. Me salí de su cuca y me sumergí para mamársela por debajo del agua, a lo que ella respondió abriendo sus piernas lo más que podía mientras trataba de mantener su cabeza a flote para poder respirar. Después cambiamos los papeles y ella fue la que se sumergió. Aunque no podía mamarlo bien, se dedicó a hacerme una fabulosa paja; aquello se sentía demasiado bien, sobre todo porque te sientes flotando. Su mano se veía muy bella agarrando mi palo y dándole aquel movimiento de sube y baja rápidamente. De pronto Lucía se puso por detrás de mi y pegó su cuerpo contra el mío, y siguió masturbándome. Con su otra mano me recorría todo el cuerpo y me apretaba el pecho, acariciaba mi cuello, apretaba mis muslos y mis nalgas, hasta me masajeó el ano y debo decir que, viniendo de ella, no me hizo sentir incómodo. También aprovechaba para masajearme las bolas. Tantas sensaciones me llevaron inmediatamente al orgasmo y empecé a acabar. Veíamos como los chorros de leche salían de mi guevo disparados en el agua, y parecían alejarse en cámara lenta. Ella seguía dándome más y más rápido y duro, como queriendo que siguiera el espectáculo, y en frente de nosotros teníamos casi una constelación de nubecitas blancas suspendidas en el agua, y para nuestra sorpresa, varios pececitos se percataron de aquellas partículas y empezaron a comerlas. A los pocos segundos ya no había quedado nada (yo me guardé mi guevo, no vaya ser que se les ocurriera otra cosa...).

Yo salí premiado con una buena paja y me imagino que Lucía habría quedado con una calentura que pronto iba yo a apagar; pero el hecho de que nos pescara el extraño a plena luz del día la cohibía mucho, así que entonces ella se lo perdería, pues estaría con una calentura de mil demonios.

Le dije también que no le parara a lo de su traje de baños, que se quitara el vestido y tomara el sol, pero me decía que le apenaba mucho, sobre todo porque no estaba depilada y todos los pelos se le salían. "No importa", le dije. "Cualquier cosa le decimos que somos franceses y que eso es normal allá, je je", ella me miró con cara de querer matarme, pero yo estaba disfrutando el paseo!.

Al rato vimos salir al tipo del agua. Esta vez salió muy cerca de nosotros y pudimos verlo bien. Era blanco, parecía extranjero, bastante alto y de pelo castaño claro. Su cabello era abundante y tenía barba. Al quitarse la careta vimos que sus ojos era de color azul, con lo cual definitivamente sentenciamos que el tipo tenía que ser extranjero.

"Hola!", nos gritó.

"Hola!", le respondí mientras él se acercaba más hacia nosotros.

"Hola, me llamo Jonás. He venido a bucear unos días en esta magnífica playa..."

"Hola Jonás, nosotros también vinimos a relajarnos unos días acá. También pensamos bucear un poco, pero con equipo de snorkel. Ella es mi novia, se llama Lucía". Lucía le sonrió amablemente y lo saludó con la mano desde adentro de la carpa.

"Ah!, también les gusta bucear!. Han buceado antes con bombona de aire? Traigo dos, cuando quieran se las presto...". Vaya!, la idea no me pareció mala, y pensé que no estaría mal en que aprendiéramos y viviéramos esa nueva experiencia. El tipo me cayó bien y era bastante amable. Resultó extraño que no tuviéramos ningún tipo de pena por lo de anoche, además de que parecía que todos lo hubiéramos olvidado, o que tan sólo hubiera sucedido en un sueño.

"Gracias Jonás". El tipo ya estaba al lado de nuestra carpa, nos dimos las manos (para hacerlo formal...) y empezamos a conversar. "¿De donde vienes Jonás?", le pregunté.

"Yo vivo en este país desde hace cuatro meses, pero soy de Alemania. Me gusta mucho este país por la biodiversidad que hay, así que decidí venir a conocerlo y permanecer en él por un año. Soy aficionado a la ecología."

"¡Pero hablas muy bien el español!", afirmé.

"Sí, es que he estado muy relacionado con gente de habla hispana. Por ejemplo, visito mucho España, además ya llevo cuatro meses acá, y también tuve una novia que era de acá, y sin duda son las mujeres más divinas del planeta". Quise pensar que él no sabía que podía utilizar otro término, tal vez hermosas, bonitas, bellas, etc., así que le eché la culpa a cuestiones del idioma; pero para completar la gracia, rematé involuntariamente diciendo: "Sí, mi novia también es de acá.". Mierda!, qué he dicho!, acabo de ponerle en bandejita de plata a mi novia diciéndole prácticamente y de una manera directa que ella también está bien divina!!. En cuestión de centésimas de segundos esperé que aquello no se fuera a notar mucho en la conversación, pero creo que igual la cagué, porque noté como mi novia, que tenía las piernas hacia fuera de la carpa, las recogió y se tapó con una sábana. Creo que en definitiva la cagué. Bah!, al diablo, lo hecho... hecho está.

"¿Y habías venido antes para esta playa Jonás?", le pregunté rápidamente como para desviar el tema.

"Sí, sí, esta es la tercera vez que vengo. Pero es la primera vez que consigo a una pareja aquí. Siempre está muy solo. Pero bueno, esta vez será diferente. ¿Y por qué tu novia no sale de la carpa?", le preguntó el tipo con un atrevimiento descarado.

"Es que aún no me he puesto el protector solar...", le respondió Lucía desde adentro.

"Ahh! bien, bueno, a mi no me hace falta mucho, primero porque uso mucho tiempo este traje de buzo, y segundo porque mis vellos me ‘autoprotegen’, je je", dijo el tipo mientras se abría un poco el traje y mostraba una mata de pelos que le venía desde la barba. "Bueno, los dejo para que sigan divirtiéndose. Y ya saben, cuando quieran bucear me avisan para enseñarles a usar las bombonas, bien?".

"Gracias Jonás, eres muy amable", le respondí.

Jonás se retiró a su carpa. No sé a que se refería con lo de "sigan divirtiéndose"... pero debíamos estar preparados para cualquier comentario del alemán.

Como a las 2:00pm me acerqué a su carpa y estuve conversando con él sobre cosas del buceo, y no esperamos más para que me enseñase a utilizar el equipo. Yo estaba muy entusiasmado con poder bucear a profundidad y él me dio ánimo, y en seguida me armó con todos los equipos para que me sumergiera. La verdad que aprendí rápido y quise invitar a Lucía, pero ella estaba cerrada por aquello de lo de su traje de baño, etc. etc. No le di más importancia a la cuestión (no había alternativas para ella a menos que dejara la pena a un lado), y decidí irme a bucear. Me sumergí sólo y aquello era una maravilla. Ya llevaba como 35 minutos cuando estuve cerca de una roca y decidí posarme sobre ella, y aproveché y salí un poco a la superficie. Estaba un poco retirado de la playa, pero igual pude divisar que al fin mi novia se había dejado de prejuicios y salió a tomar sol con su mini tanga. Se veía brillante desde lejos debido al bronceador. Ella estaba de espaldas al suelo y tenía sus piernas y brazos totalmente extendidos. Decidí regresar y salir cerca de ella para ver aquel espectáculo de cuerpo casi desnudo tirado en la arena y darle una sorpresa. En lo que estuve cerca de ella me dijo con mucha naturalidad:

"Hola!".

"¿Y cómo sabes que soy yo?", le pregunté.

"Porque creo que todo parece un poco grande para ti", dijo riéndose. A decir verdad, el traje ya tenía la forma del inmenso alemán, y todo estaba como hecho a su medida y no la mía, y no hice más que reírme yo también.

"Ja!, pero sabes qué?, lo único que no me caben son las bolas y mi guevo....".

"Sí, seguro, sobre todo porque los alemanes lo tienen taaan chiquito...".

"Bien bueno pues, me salió conocedora de guevos, acaso se lo has visto a algún alemán?"

"Sí, ayer se lo ví fijamente a Jonás... y créeme... lo tiene descomunal....".

"Estás buscando que vaya y le diga que venga a mostrártelo, y que te coja además..."

"Sí, seguro que lo harás...", y finalizó la conversación. Le dije que si quería le echaba el bronceador por detrás, pero me contestó que acababa de voltearse y esa zona ya estaba bronceada.

"Pero te habrás bronceado mal..."

"Fíjate que no.... Jonás me ayudó." Me dijo esto y me quedé de piedra. Pensé que me lo decía en broma. "Sí, seguro que él te echó el bronceador...", le dije.

"Sí, así fue. Se acercó y me dijo que si algo me pasaba y le expliqué todo. Me dijo que no tuviera vergüenza con él, ya que en su país las mujeres no se depilaban frecuentemente y era algo normal. Pues bien, me lo pensé mejor y decidí salir y levantarme el vestido frente a él. Tú crees que ya no le he visto las intenciones al tipo?, se nota que lo que me quiere es coger; y para darle un regalito estuve buscando el bronceador dentro de la carpa e intencionalmente me puse a cuatro patas y levanté mi culo y abrí mis piernas todo lo que pude, para que me disfrutara a plenitud. En realidad ya había encontrado el bronceador, pero simulé no encontrarlo durante unos cuatro a cinco minutos, y me retorcía y me abría como podía fingiendo buscar por todas partes en la carpa. Y debo reconocer algo... me gustó que ese tipo no me quitara un ojo de encima".

Yo no decía ni una palabra, pero ya me estaba empezando a excitar como un animal. Ella continuó relatando el momento: "Luego me levanté y le agradecí por su confianza, y que tenía razón, que no debía apenarme por aquello tan natural... Luego me pidió un poco de azúcar que necesitaba y se la di en nuestro frasco, el cual debes ir a buscar en su carpa.".

"¿Y qué pasó con el bronceador?", le pregunté. Ella ya notaba claramente mi excitación, y no dudo que le estuviera poniendo un poco más de imaginación a la historia. Aunque me sentía muy confundido y debido a sus últimas actuaciones la creí capaz de hacer todo aquello que me estaba contando.

"Ah!, cierto, bueno, le di el azúcar y se retiró; pero giró y vio como me estaba colocando el bronceador con dificultad sobre mi espalda, por lo que regresó y se ofreció para echármelo. Y así fue, yo me tiré en la toalla con el pecho hacia el suelo y él me roció el líquido espeso sobre la espalda. Sus manos son inmensas y frotaba con fuerza sobre mi espalda y hombros, luego tomó mis piernas e hizo lo mismo, untando también cada dedito de mis pies. Me sentía como una pequeña presa en las manos de aquel animal. Iba a terminar y fui yo la que le dije que faltaba un lugar... los glúteos, le dije... y te diré algo... ya no eres el único que conoce mi ano... este tipo me apretaba las nalgas y sin el más mínimo reparo, abrió mis nalgas hacia los lados y apartó el hilo, con lo cual descubrió por completo mi culito y recogió de él el bronceador que se había caído hacia allá, no sin antes masajear toda mi raja del culo y mi ano, y empapar todos mi pelos de aquel líquido brillante a través de sus movimientos circulares de los dedos sobre lo más hondo de mi trasero. Sin embargo, no quería que se diera cuenta de mi excitación y de lo mojada que debía estar mi cuca, la cual seguramente tuvo la oportunidad de ver. Ya terminó y se levantó dándome un fuerte nalgada. Yo le miré a los ojos y sonriendo le di las gracias y el me dijo que estaba a la orden. Tomó el azúcar y se agachó nuevamente para darme una nalgada en cada glúteo y darles un pequeño beso a cada una de mis nalgas brillantes. Yo sólo veía por encima de mi hombro, y veía con mucho placer y morbo."

Sin importarme donde diablos estaba el alemán, me bajé el cierre (la cremallera) del traje y como pude saqué mi guevo que estaba a diez mil por hora. Lucía me veía a la expectativa. Me lancé sobre ella, la volteé, le abrí sus nalgas y como la propia rana me la empecé a coger.

"Esto es lo que estabas queriendo no? Lo que querías era un guevo por esa cuca eh!? Pues toma putita, toma guevo... siénteme".

"Ah, Ah, cógeme… cógeme... Quiero sentir tu guevo bien profundo…. Cógeme!".

"Te gustó que ese tipo te metiera mano, no?... te gustó que te manoseara, que tocara tu hueco del culo....? Hubieras deseado que te metiera un dedo en el culo y te pajeara la cuca, ah!? Dime, anda, dímelo...."

"Ahhh... ahhhh... hmmmm sí, siiii, quería eso...; también quería que me cogiera mientras tú nadabas.... quería tener adentro ese inmenso guevo que le vi anoche... que me cogiera como tu me estás cogiendo ahora... ahhhh!"

"Pues imagínate que soy él, y que te estoy cogiendo, y que te voy a echar toda mi leche dentro de tu cuca".

"Siii, siiiiii, cógeme Jonás, mi alemán.... ahhhh, mi guevo... ahhhh. Métemelo todo, métemelooo, ahhhhhh, méteme un dedo en el culo, anda, mételo rápido que quiero acabar.... Ahhhhhh.... Hmmm". Como pude le inserté un dedo en el culo, el cual entró con mucha suavidad y noté lo caliente y dilatado que estaba. Tal vez Jonás hasta le metió el dedo de verdad y la pajeó, y ella no me lo dijo.

"Él te pajeó? Te metió el dedo en el culo puta? No le dejaste acaso?"

"No, no, él no me lo metió; ahhhh hmmmmm pero yo lo deseaba, yo hacía fuerza para que mi culo se abriera y se cerrara, pero él no se atrevió; hmmmm, sin embargo me masajeaba el ano con movimientos circulares, y él veía claramente cómo lo yo abría, pero no fue más allá... maldición. Reviéntame Alemán, reviéntame.. ahhhhgg! Hmmmmmm AhhhhhHHHHG!! Ahh! Hmmmmmm HHmmm AHHHHHHHhhhhhhhhhh...! AhhhHH!". Yo me concentré en seguir su orgasmo y fácilmente pude meterle otro dedo sin ninguna dificultad. El ano de Lucía estaba muy dilatado y por ahí cabía lo que fuese. Lucía había tenido un largo orgasmo y estaba en extremo relajada. No lo dudé y en seguida saqué mi verga y se la metí en el ano de un solo empujón. Ella dio un pequeño salto, pero se acomodaba para ser enculada mejor. Con mi otra mano logré alcanzarle el clítoris y se lo empecé a masajear nuevamente. Logré ponerla nuevamente en la vía de buscar un nuevo orgasmo, y mis embestidas eran cada vez más fuertes, como desesperado. Su recto estaba calientísimo y mi guevo había salido abundantemente lubricado de su cuca, lo cual hacía muy placentero el roce y el deslizamiento en su culo. Con mi boca le mordía la espalda y el cuello, y con mi otra mano le apretaba las tetas. Prácticamente yo parecía un violador desesperado, y aquel cuadro me precipitó en un intenso y largo orgasmo, creo que el más largo de toda mi vida. Lucía también estaba teniendo el suyo, y con la voz entrecortada me decía lo caliente que sentía mi leche dentro de su culo.

Esta vez el alemán no tuvo la oportunidad de apreciar nuestro espectáculo. Quién sabe donde se habría metido. La tarde transcurrió sin mayores sorpresas hasta que empezó a entrar la noche y a lo lejos vi como se acercaba una lancha sobre la que venía Jonás... Miré a Lucía y ella me sonrió... todo lo que me dijo había sido puro cuento, pues a Jonás le hubiera sido imposible ir y venir a tierra firme en tan poco tiempo, por lo que tuvo que haber tomado la lancha apenas yo me introduje al agua a bucear por la tarde (me hubiera gustado haberla visto por un huequito haciendo de verdad todo lo que me contó...)

El lanchero dejó a Jonás y se retiró inmediatamente. Éste se acercó hacia nosotros y nos dijo:

"Hola. ¿Cómo la han pasado? Fui a tierra firme a buscar algunas alimentos y bebidas. Quiero invitarlos esta noche a mi fogata... ¿Vienen?".

Aquello no me pareció mala idea y miré a Lucía y me hizo un gesto de afirmación, por lo que le contesté que le ayudaríamos a encender la fogata en un momento. El nos lo agradeció y dijo que nos esperaba.

Esa noche era bastante calurosa pues no estaba pegando mucha brisa, pero la fogata era necesaria para la iluminación. Yo ya estaba listo para ir, pero Lucía aún tardaba; me dijo que se pondría un pareo (una especie de malla de huecos grandes a la cintura) sobre el micro bikini y que la esperara allá porque se estaba pintando las uñas de los pies y las manos (vainas de mujeres... pero cuánto nos gustan!)

Estuve ayudando a Jonás a encender la fogata y pronto la tuvimos lista y bastante alta. Él preparaba unos platos marinos que se veían bastante deliciosos... se ve que tenía experiencia en esas artes culinarias. Estuvimos comiendo algunos bocados y debo decir que eran demasiado buenos, sobre todo por el limón que le echábamos encima.

"Este plato es originario de Portugal. He estado allá un par de veces. Ese país tiene una playas muy buenas", me dijo Jonás.

"Acá son muy populares también estos ingredientes", le comenté. "Son utilizados muy frecuentemente en platillos como afrodisíacos; de hecho los venden en potes y les ponen unos nombres muy cómicos: ‘levanta muerto’, ‘rompe colchón’, ‘siete potencias’, etc". Él se echó a reír y me dijo que yo no necesitaría de esos...

"Es verdad, Lucía es una mujer muy bella y a cualquiera le levanta el guevo... hasta a ti.... ayer te vimos.".

"Yo diría que fui yo quien los vio a Ustedes, ja ja. Creo que tu novia no ha salido mucho por eso, creo que tiene un poco de vergüenza. En Europa encuentras playas donde la gente lo hace en público, y no tiene la menor cohibición. Es bastante normal; claro, son playas en donde sí se puede tener sexo... Pero acá no hay problema. Estas playas son muy solitarias y se puede proceder con relativa tranquilidad".

"Bueno, realmente ese no es el motivo por el que no ha salido mucho desde que estás acá... En realidad es porque sólo ha traído un traje de baño muy pequeño, los llamados microbikinis..."

"Pero ese no es motivo para apenarse!", me interrumpió.

"Si es verdad... lo que sí le apena es que no ha venido depilada, me entiendes? Tiene una mata de pelos increíble...".

"Ja ja, pero eso tampoco es problema. No has visto a las europeas, sobre todo a las francesas. Ellas no se afeitan nada... están totalmente naturales en el mundo... Dile a tu novia que no tenga vergüenza conmigo que para mi eso es normal".

"Bueno, trataré, y en realidad no me importaría si la ves demasiado, así que por mi no hay problema".

"No sabía que ese era el problema. Mira, hoy tu chica fue a pedirme que le colocara bronceador para tomar el sol. Y claro, en ese momento no le observé nada porque traía la toalla a la cintura. Le dije que claro, que solo me permitiera unos segundos mientras guardaba algunas cosas. Ella se volteó, se quitó la toalla y se dirigió a su carpa. Yo llegué y ya estaba acostada con la cara hacia abajo y me facilitó la crema. Mientras le untaba el bronceador por sus nalgas pude observarle sus pelos en medio de ellas, pero igual eso no me importó mucho; lo vi muy natural; así que dile que no se avergüence". Cuando me dijo aquello quedé como de piedra... Entonces el tipo sí la había manoseado. Yo estaba realmente confundido porque Lucía ni dio muestras de que fuera cierto su cuento, ni dio muestras de que fuera falso...

En ese momento ella llegó a la fogata (aún no era totalmente de noche) y traía puesto su pareo alrededor de la cintura, y por debajo se le veía su diminuto bikini. Encima llevaba también los pequeños triangulitos que se le veían muy bien con su pecho perfectamente bronceado. Traía puestas una sandalias de tiritas que le dejaban ver totalmente su pies recién arreglados con las uñas de color vino tinto oscuro (ese color me gusta demasiado). Las uñas de sus manos tenían el mismo color.

"Hola! Al fin terminé". Dijo ella a su llegada. Yo, mientras tanto, continuaba mudo.

"Hola Lucía. ¿Por qué has tardado tanto?", preguntó Jonás dándole la bienvenida.

"Cosas de mujeres..." Sentenció como para que no le hiciéramos más preguntas sobre su tardanza; sin embargo para no ser descortés agregó: "Es que me estaba haciendo las uñas de los pies y de mis manos... ¿Miren, qué les parece?". Cuando dijo aquello levantó su pié derecho con la sandalia y lo ubicó a la altura de nuestras caras (nosotros estábamos sentados en la arena), y para ofrecernos una mejor vista de su trabajo sacudió el pie y la sandalia cayó en la arena, pero aquel delicado y hermoso pie quedó suspendido en el aire. Ella movía sus dedos y nos ofrecía unos buenos ángulos a cada uno para que miráramos bien su trabajo femenino.

"Ah!, un trabajo de 20 puntos!. Tienes unos pies de Diosa.", le dijo Jonás mientras le veía a su cara y a sus indefensos pies.

"Gracias. Y a ti qué te parece mi amor? Acaso no te gusta el color? Acaso Jonás es el único a quien impacté?", me preguntó a mi directamente.

"No, no, ehhh, están muy lindos, ehhh, te ves muy linda...", le dije con la voz entrecortada por el shock que había recibido minutos atrás.

"Ah... y mi pareo... qué te parece?. Era una sorpresa que te tenía...", decía esto mientras daba vueltas para mostrarnos a plenitud lo perfecto que le quedaba aquel atuendo a su cintura y nalgas bronceaditas. "Qué bueno que te haya gustado... ¿No te parece sexy?".

"Sí, sí, es muy sexy. Te ves fenomenal...", dije eso y nada más; mi voz no daba para hablar mucho.

Enseguida Jonás le habilitó un espacio entre nosotros para que ella se sentara, pero antes le pasó su sandalia para que se la pusiera. Ella lo que hizo fue estirarle el pie para que él se la calzara en su pie, y así lo hizo.

Estuvimos charlando un buen rato sobre diversos temas, y como siempre la conversación volcó al tema del sexo. Hablamos sobre las mujeres, los hombres, sus cuerpos, etc. etc y Jonás sacó a relucir la conversación que habíamos mantenido minutos antes.

"Me dice tu novio que te avergüenzas porque no te has depilado... pero no te preocupes por eso. Allá en Europa es común que las mujeres no se depilen, nosotros lo vemos con naturalidad". Pensé que tal vez Lucía me hubiera querido matar en ese mismo momento, pero ella tomó fácilmente la naturalidad de Jonás y creo que quiso devolverme "el favor", así que se involucró con facilidad en la conversación (ayudada por el alcohol que ya la había desinhibido un poco).

"Si, es que no es normal por estos países que una chica vista un traje de baño y no se depile".

"Y por qué no te has depilado?". Jonás hizo la pregunta del siglo...

"Ehhh, es que... es que.... Es que a mi novio le excita que me atreva a este tipo de cosas y retos, y que me enfrente a una situación que tal vez no preví, como que alguien más llegara a esta playa... me entiendes?"

"Ja ja, claro que lo entiendo. Entonces tu te morirías en Europa donde la chicas son abundantes en vellos...!", se dirigió a mi. Yo lo único que hice fue sonreír mientras Lucía retomaba la conversación. De verdad que me estaba devolviendo "el favor"...

"Acá las mujeres debemos afeitarnos todo... pero sucede que yo llevo dos meses sin afeitarme mi pubis y tengo el vello muy abundante ahora. Además yo lo tengo negro y grueso, y con eso pues remato!". Lucía ya estaba empezando a hablar con mucha soltura y naturalidad, mientras que yo sólo la observaba asombrado.

"En las axilas por ejemplo ya me están empezando a salir unos vellos pequeñitos... mira, mira", decía esto mientras se acercaba a Jonás y levantaba los brazos frente a él, a la vez que éste acercaba su cara para ver de cerca las axilas de mi novia. "Y en las piernas gracias a Dios no me salen casi, por lo que ahora las tengo muy lisitas y suaves, mira... toca", le estiró la pierna frente a la cara de Jonás y éste se la sostuvo con las manos y las pasaba para comprobar la suavidad de las mismas. La otra pierna me la ofreció a mi, y pronto estuvimos Jonás y yo cada uno con una pierna sostenida en las manos. Con esto Lucía ofrecía sin pudor un panorama espléndido de su cuca peluda cubierta por una microtela, a lo que Jonás no tuvo duda en referirse.

"En cambio allá es diferente..." dijo Jonás sonriendo. Lucía se rió y enseguida echó mano a su vello púbico para demostrar lo largo que lo tenía. Lo acariciaba y lo mostraba sin el menor reparo. Aquello ya había provocado una tremenda erección en mi, de la cual pronto Lucía se percataría.

Finalmente me decidí y besé suavemente los pies de mi novia; metí sus dedos en mi boca y los chupaba suavemente. Ella me peló los ojos como diciéndome que había ido muy lejos, pero la que había dado pie a aquella situación había sido ella misma, y eso me gustaba.

"Anda Jonás, no te pierdas de este delicioso majar...", le dije a Jonás al tiempo que él le roció uno poco de bebida por el pie de Lucía y lo empezó a chupar también. Lucía se echó para atrás y se acostó completamente en la toalla mientras Jonás y yo chupábamos completamente sus pies. Lucía no decía ni una sola palabra y sólo se dejaba hacer.

Inmediatamente le hice un gesto al alemán para que empezáramos a besar toda la extensión de sus piernas, y bien nos acomodamos para iniciar el excitante trabajo de propinarle a mi novia un masaje de dos lenguas y cuatro manos por su cuerpo. Besábamos sus piernas, sus rodillas y sus muslos. Ella se agarró las piernas y las mantenía elevadas, mientras nosotros empezábamos a chupar sus piernas muy cerca de la parte baja de las nalgas. A escasos 15 cm de nuestras caras teníamos a un par de globitos de carne de suave piel, la cual se erizaba al contacto de nuestras lenguas. Lucía nos ayudaba y con las piernas en el aire usó sus manos para abrir sus nalgas y su entrepierna y ponernos a la disposición aquella cueva que ya emanaba los sublimes olores a hembra en celos, los cuales iban acompañados de una mancha de fluido vaginal que ya impregnaba su fina tela.

Levanté la mirada para verle la cara y estaba con los ojos cerrados atenta a aquella sensación de poder estar disfrutando de dos hombres dedicados a ella sola, a proveerle de innumerables sensaciones. Por un momento abrió los ojos y observó que ambos las estábamos viendo mientras le estrujábamos las partes bajas de sus nalgas, momento que aprovechó para apartarse la aparte superior de su bikini y mostrarnos unos pezones erguidos pidiendo ser mamados. Al despojarse de su prenda echó sus brazos hacia atrás y su cuerpo parecía como el de una pequeña chica a la disposición de dos rufianes desesperados.

Yo me paré y fui directamente hacia sus pechos para empezar a succionarlos de una manera desesperada, como quien quisiera sacar leche de ellos. Jonás prefirió sentarse en una posición más central frente a su piernas abiertas, y no dudó en comenzar a sobarle y acariciarle el pubis a mi novia, para luego sin ningún reparo hacerle movimientos circulares sobre su chocho mojado.

Mientras chupaba los pechos de Lucía pude ver como ella misma, con una mano, echó a un lado la tela del micro bikini y le ofreció a Jonás su cuca totalmente abierta y mojada, lista para ser chupada con desespero. Jonás se instaló inmediatamente a tragar todos aquellos líquidos a la vez que le introducía un dedo en el chocho, el cual entró con extrema facilidad en aquel mar de fluidos vaginales.

Yo me separé un momento de sus pechos y le ayudé a sostener sus piernas, a la vez que se las abría más, con lo cual le facilitaba también el trabajo a Jonás, el cual, al verme, levantó a Lucía por las nalgas y empezó a chuparle el culo a mi novia, mientras me ofrecía totalmente su cuca, y a la que enseguida me pegué como un becerrito. Lucía estaba sintiendo dos lenguas que jugaban simultáneamente con los rincones más escondidos de su cuerpo, y pronto se le escuchó emitir algunos gemidos de placer. Estuvimos así un buen rato hasta que le dije:

"Levántate y ponte en cuatro". Ella sin pronunciar palabra y muy obedientemente se giró y se puso en cuatro.

"Levanta bien ese culo y échate como una perra". Lucía hacía sin rechistar en nada. Con sus manos abrió sus nalgas y nos ofrecía un culo y una cuca mojados de nuestras salivas.

"Escucha bien lo que te voy a decir... Jonás y yo nos vamos a sacar nuestras vergas y queremos que nos des un buen espectáculo de puta, mostrándote toda para nosotros. Y cuando te indique vas a venir hacia atrás, aún en cuatro patas, para ensartarte a nuestras estacas paradas, y tendrás el permiso para gozar como quieras... ¿entendido?". Ella asintió con la cabeza y miraba por encima de su hombro para ver nuestros guevos parados. Inmediatamente empezó a contornearse como una culebra, abriéndose lo más que podía. Ella misma se metía dedo y se apretaba las tetas. También se daba nalgadas y nos ponía sus nalgas para que nosotros hiciéramos lo mismo con nuestras manos. Le dábamos nalgadas muy fuertes y ella disfrutaba de nuestros impactos sobre sus glúteos.

Nuestros guevos se levantaron rápidamente. El mío tenía unas dimensiones normales de 17cm. de largo y 5cm. de diámetro; pero el del alemán era una vaina descomunal... tenía 22cm de largo y 7cm. de diámetro. El mío tiene el glande descubierto, mientras que el de Jonás tenía su capucha natural; eso le causó mucha curiosidad a Lucía, ya que me había comentado que ella nunca había estado con un hombre que no hubiese sido circuncidado (quitarle la capucha). Nos estábamos pajeando viéndola como se retorcía en aquel show exclusivo para nosotros. Jonás se pajeaba lentamente y su capucha cubría y descubría su enorme glande alternativamente, lo que llamaba mucho la atención de Lucía, quien no le quitaba el ojo al enorme instrumento del alemán.

Su cuca ya chorreaba gran cantidad de flujos y le pregunté:

"Dime... qué quieres ahora?". Ella abrió con sus dedos su hueco en señal de invitación a ser ocupado.

"¿Quieres un guevo en esa cuca hambrienta? ¿Eso es lo que quieres?"

"Si, si.... quiero que un guevo me llene la cuca...; pero lo quiero ya....". Me ubiqué detrás de ella y con la cabeza de mi verga le fui masajeando con presión en su clítoris. Ella dio un gemido de enorme placer y pareció descontrolarse por completo a partir de ese momento, tanto que prácticamente era ella quien movía desenfrenadamente sus caderas para provocarse más presión sobre su clítoris.

Jonás se fue hacia delante y colocó sobre la cara de Lucía su guevo, el cual se levantaba desafiante y en todas sus dimensiones. Lucía lo tomó primero con una mano y lo empezó a pajear lentamente mientras observaba como su mano recorría tanta extensión de palo. Fue tal la sensación que tuvo al pajearlo que se escupió en la mano y le lubricó el guevo a Jonás, con lo que ahora podía deslizar su mano completamente por aquella verga de 22cm o más, la cual no permitía que Lucía cerrara completamente su mano. Después de admirar durante unos tres minutos aquel instrumento, Lucía se apoderó de él con su boca, y trataba de engullir todo lo que en ella cupiera. Sentí un poco de envidia porque a mi nunca me lo había mamado de aquella forma, es decir, nunca había tragado tanta polla hasta su garganta, la mantenía allí unos segundos y luego se la sacaba lentamente y muy untada de saliva. Después de unos cinco minutos Lucía repetía lo mismo pero de una manera rápida y desesperada. Yo mientras tanto empecé a sentir como los músculos vaginales de Lucía me empezaban a halar mi guevo como queriéndolo dejar adentro, y un mar de fluidos empezó a salir del coño de Lucía, impregnándolo todo allí adentro. Ella empezó a gemir fuertemente y a pegar gritos cuando no tenía el guevo de Jonás en su boca; pero Jonás también estaba acabando y Lucía decidió no desperdiciar ni una gota de su semen, por lo que mientras estaban acabando Lucía se metió hasta su garganta la cabeza del guevo de Jonás, mientras con su mano los pajeaba por su base. Yo le agarraba las nalgas fuertemente y la complacía en dejarle mi guevo adentro de su chocho, a la vez que buscaba mi propio orgasmo, el cual conseguí con facilidad dada la escena tan excitante del momento. Estuvimos los tres acoplados en un orgasmo eterno, cuyo resultado fue que nuestras piernas flaquearan y no tuviéramos casi fuerzas para mantenernos erguidos.

Lucía sacó de su boca la verga de Jonás, y con su mano resbalosa la exprimía desde la base, y aún gran cantidad de espeso líquido blanco semi-transparente y caliente le salía de su punta, el cual era recogido completamente por la lengua de Lucía. Yo saqué mi guevo también chorreante de la cuca de Lucía y me ubiqué delante de ella, al lado de Jonás, y también se dedicó a saborear mi esperma ligado con sus propios jugos vaginales. La cara de Lucía estaba impregnada de excitación y hasta cierto punto de descontrol o disfrute total... veía nuestros guevos como hipnotizada... tal vez nunca se imaginó que tendría la oportunidad de tener sexo desenfrenado con dos hombres a la vez: un gusto que no muchas mujeres se pueden dar; no porque no puedan , sino porque la sociedad y ellas mismas se lo niegan; pero al diablo la sociedad... estábamos aislados de ella.

La cara de Lucía mostraba que aún quería guerra, y verla toda llena de semen y sudor fue suficiente para que se nos pararan nuevamente nuestras vergas.

"Oye, me quiero tirar a tu noviecita... Estoy seguro que ella también quiere sentir este pedazo de carne dentro suyo...", me dijo Jonás. Lucía sólo me miró como esperando mi reacción y le vi en su cara el gran deseo que tenía de sentir ese gran aparato abarcándole todo su interior.

"Pues bien, si es así, que sea ella la que me lo pida; o que me lo pida como lo hace una auténtica puta". Lucía asentía con la cabeza a la vez que pronunciaba las siguientes palabras:

"Sí, quiero ese guevo adentro de mi cuca... quiero sentir un guevo diferente al tuyo... quiero sentir como me abarca todo mi interior, que me llene de leche. Quiero que me veas como la puta que soy, que veas que tu novia es y ha sido siempre una putica, la putica de la calle, la putica del cole; quiero que me conozcas bien... anda, deja que me lo meta, lo quiero para mi, quiero que me bombee...". Le hice señas a Jonás para que procediera sin mayor preámbulo y así fue. Él se echó hacia atrás y dejó libre su estaca apuntando hacia el cielo, parada como un mástil. Lucía se levantó y le dio la espalda a Jonás, agarró aquel falo y lo rozaba por sus nalgas, por entre éstas, por sus piernas y por su cuca, por su clítoris; hasta que finalmente lo ubicó en la entrada de su cuca, y fue sentándose lentamente sobre Jonás, introduciéndose con gran facilidad, gracias a su abundante lubricación. Ya llevaría unos 17cm tragados y con dificultad quiso seguir intentándolo... 18, 19 y 20!, Todo aquello le entró y su cara era una tragedia, aunque se le veía que podría durar toda su vida con aquello adentro...

Ella empezó a contornearse suavemente, a la vez que subía y bajaba y se agarraba las tetas. Yo me paré y le metí en la boca mi guevo, el cual besó y lamió por un largo rato, lo que produjo que otra vez mi tranca se pusiera dura como una piedra. La eché hacia atrás y ella cayó de espaldas sobre el velludo pecho de Jonás; aquello le provocaba gran excitación, sumado al estrujamiento que le estaba dando el alemán en las tetas, las cuales apretaba y pellizcaba sin compasión. Este mar de sensaciones hizo que Lucía fuese alcanzando un intenso orgasmo que se le demostraba por los intensos alaridos que de repente empezó a gritar. Yo, mientras, la observaba desde arriba y veía su cuerpo retorciéndose y extasiarse por completo. Su orgasmo duró casi 30 segundos ininterrumpidos, luego del cual, no se le vieron signos de cansancio o agotamiento, y por el contrario, se empeñó en moverse más desenfrenadamente y pronunciando palabras vulgares y morbosas por su boca:

"Anda alemán!!, lléname de leche!! AhhhH!, Hmmmm!... anda, muévete maldición!!... Ahhhg!!, sí, dame duro, dame duro, ahhh... Mira, te gusta ver como se cogen a tu novia, a tu puta....?? anda, sii, pajéate frente a mi, échame tu leche encima de mi pecho... Mira como me cogen, te gusta?, eh!, te gusta como me cogen?.. Hmmm, prométeme que vas a permitir que muchos hombres me cojan... soy una puta, no lo ves?, ehh, Ahhhhh, Hmmmmm AhhhGggg!.... Sigue, más rápido, sigue, sigue...."

Aquellas palabras hicieron atreverme a algo totalmente novedoso... Me agaché con mi guevo a la altura de su cuca, y sin mediar más palabras se la ensarté por arriba del guevo del Alemán... Fácilmente Lucía recibió dos guevos dentro de su cuca, los cuales se movían a veces sincronizadamente, y otras veces cada uno a su propio ritmo... la estábamos destrozando, y eso era lo que se merecía... que la destrozáramos, pero de placer por ser tan puta la condenada chiquilla. Me gustaba su putería, en realidad disfrutaba viéndola como ella disfrutaba, como ella era cogida por otro hombre que no fuera yo y también ella disfrutaba sintiendo mi presencia. Esto después logró que nuestra vida sexual fuera más activa y placentera, ya que la presencia de otras personas, como observadores o como participantes activos, siempre significaba que tuviéramos experiencias nuevas, y si se trataba de repitientes, pues se nos abría un mar de posibilidades para hacer las mil y una posiciones y morbosidades entre todos los participantes. Recuerdo la vez que fuimos a una discoteca y salimos cinco hombres (incluyéndome) y mi novia directo a algún sitio más solitario y tranquilo donde pudiéramos tomarnos nuestras últimas botellas y bailar más "libremente" con la música de uno de los carros de uno de los chicos. En medio del alcohol, esta "libertad" para bailar significó que mi novia nos bailara a todos de una manera muy sensual y dejara caer sus diminutas prendas de vestir, lo que nos permitió a todos poder manosearla con descaro, a cuyos movimientos de manos y dedos ella respondía abriéndose más de piernas y brazos. Esa noche todos nos la cogimos y ella tragó leche de a dos veces de cada uno. Fue una puta para cinco hombres. Seguro fue la envidia de las chicas de la discoteca al ver las múltiples atenciones que permití que los cuatro muchachos le hicieran, además de que era una de las mujeres más despampanantes de la noche.

En otra oportunidad me pidió ser un regalo para el equipo de fútbol de nuestro país, el cual empezaba a dar buenos resultados en la cancha desde hace varios juegos... Ella quiso premiarles y me pidió que la llevara como fuera a los vestidores del equipo y que yo hiciera como si no la conociera, justo en el momento en que ella aparecería entre los vestidores y se ofrecería a los jugadores como el mejor de los trofeos... el de la carne. Afortunadamente no estaba todo el equipo completo (jugadores, banca, entrenadores, etc.), y sólo nueve tipos más yo nos la cogimos por todos sus orificios y disfrutamos de todo su cuerpo, bien sea chupándolo o estrujándolo con nuestras manos, o llenándolo de semen en cantidades abundantes... sus tetas, sus nalgas, sus pelos, su cuca, sus pies, su cara, sus axilas, sus piernas, su boca, etc., etc.

Otras cosas más han pasado desde aquella vez en que Lucía se desató completamente en la playa, y me pidió ese magnífico deseo: ser la puta de otros y de varios hombres. Su deseo se lo he hecho realidad y nuestra relación se ha visto ampliamente enriquecida por nuestra vigorosa vida sexual; fuimos hechos tal para cual... yo un auténtico morboso y pervertido voyeurista, y ella una verdadera puta y desinhibida exhibicionista.

De más está decir que aquella noche en la playa terminó siendo la mujer de los dos (el alemán y yo), y durante el día y noche siguiente nos complació sin ningún reparo en todos nuestros deseos sexuales, e igual hicimos con ella: fuimos sus dos hombres. A Jonás no le hemos visto más, y dudo en que lo volvamos a ver... a menos que vayamos otra vez a aquella retirada playa en la misma temporada de esa vez, y repitamos otra vez la historia de la isla para tres...

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